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Capítulo 12

— A ver, sostén esto.

Carla me tira encima su chaqueta y se va corriendo a los probadores de la tienda a ver que tal le queda un vestido que acaba de ver que según ella es "so fucking cool". Cojo la chaqueta y junto a Gabriella nos quedamos mirando ropa mientras ella se prueba el vestido.

— Oye, entonces, ¿qué se supone que vamos a hacer mañana? — pregunto refiriéndome a los planes para el cumpleaños de Carla.

— Pues por la mañana irá a ver a sus padres y a su familia — explica aburrida — Y después comemos en casa. Y por la noche es cuando empieza el desmadre.

— ¿Qué pasa por la noche? — expreso con miedo a lo que pueden haber tramado.

— Pues van a venir Silvia y Raquel — me dice nombrando a dos de las amigas de Carla — Ya sabes, sus amigas, bueno y nuestras también. Total, van a venir a casa y según me ha contado Silvia por whatsapp vamos a ir a una discoteca o no sé que, no me ha dado detalles.

Abro los ojos.

— ¡¿Ir a una discoteca?! Eso lo hicimos el año pasado y no quiero recordarte cómo acabó.

— Sí, sí — asiente — Ya sé que el año pasado la llevamos de fiesta y bebió más que un borracho en una barra libre e insultó a varia gente por la calle toda borracha.

— Y que no se te olvide que vomitó encima del capó de un coche — le recuerdo tocándole el hombro — Y para colmo ese coche luego resultó ser del vecino de enfrente.

— Pues sí — suspira recordándolo — Todavía me da vergüenza salir a tirar la basura y encontrarme a ese pobre hombre. Pero no te preocupes, Silvia me prometió que iba a ser algo tranquilo.

— Vamos a ir a una disco, ¿qué tiene eso de tranquilo?

Se encoge de hombros.

— No sé, no le des demasiadas vueltas.

Ruedo los ojos y saco mi móvil. Contesto a varios mensajes de Victoria que me dice que ya están en la final de Sanremo que es esta noche. Sonrío y le doy la enhorabuena.

Entonces recuerdo lo que me dijo Damiano:

"Si ganamos Sanremo, vuelves a Italia y después vienes con nosotros a Róterdam"

— Oye, ¿tú que le has comprado a Carla?

Mi hermana me interrumpe y dejo el móvil.

— ¿Te acuerdas del gloss ese con purpurina que dijo que vio hace unas semanas por Amazon?

Gab entrecierra los ojos pensándolo y finalmente asiente con la cabeza.

— Sí, me acuerdo — coge una falda de un montón de ropa apilada y le echa un vistazo.

— Pues eso le compré. ¿Y tú?

— Pues lo mío es sorpresa, no te lo puedo contar, lo siento hermanita — tira la falda que tenía en la mano a un estante.

La sigo y hago un mohín de tristeza para que me diga qué es lo que le ha comprado. Pero ella se niega.

— No te lo voy a decir pesada. Quiero ver la cara que se os queda a todas cuando lo veáis. Sobre todo la de Carla — suelta una carcajada.

La curiosidad aflora en mí.

— Venga...— hago un puchero — Por lo menos dame una pista.

Se lo piensa.

— Bueno...una pista — yo doy unas palmaditas de alegría.

— Venga, cuéntame — la presiono.

— Pues...

Da una ojeada a la tienda para ver si hay alguien cerca de nosotras. Simplemente hay unas chicas jóvenes pero están centradas viendo unas prendas. Y la dependienta parece muy ocupada en la caja con un pequeño espejo enfrente retocándose el maquillaje. Aunque para mí gusto lo lleva perfecto. En fin, es la típica dependienta pija que lleva un traje de seda rosa pálido que se le aprieta al cuerpo dejando ver todas sus curvas y lleva un maquillaje de escándalo.

Gabriella me coge el codo y baja un poco el tono. Se hace la interesante.

— Pues...Es algo que la va a hacer retorcerse — pone voz pícara y levanta las cejas.

Creo que ya me hago una idea de que puede ser ese regalo.

Mi móvil vibra en mi bolsillo. Pienso que es Vic, pero no. Son notificaciones de Instagram.

Tengo 205 seguidores nuevos, 556 me gusta y un mónton de etiquetaciones.

— ¡Mierda! — exclamo frustrada.

— ¿Qué te pasa?

Gab se acerca y le paso el teléfono para que lo vea ella misma.

— Joder, eres famosa. Si sigues así vas a superar a Kylie Jenner.

La ignoro y me centro en todos los vídeos en los que me han etiquetado. El vídeo del aeropuerto con Damiano.

— No me puedo creer todo esto — murmuro.

— Tranquila — me sujeta los brazos — Todo irá bien, ya pasará. Además no es real, han manipulado el vídeo.

— Ya, pero mira esto Gab — le muestro uno de los vídeos — Este lleva medio millón de reproducciones.

— ¡Chicas venid aquí! — chilla Carla desde el probador.

Vamos hacia allá, bueno más bien Gabriella me arrastra hacia allá mientras yo sigo viendo mi móvil.

— ¿Qué os parece? — nos pregunta la rubia moviéndose de un lado a otro para que la veamos.

— Te queda genial — le responde mi hermanastra.

— Oye, ¿qué te pasa?

Levanto la vista del móvil y veo que me están mirando.

— Lo siento es que no paran de etiquetarme en el vídeo del aeropuerto.

Carla me quita el móvil y mira las notificaciones nuevas que aparecen.

— Veamos — lee en alto la última notificación — laputademaneskin ha comenzado a seguirte — se carcajea del nombre — Me cago en mi vida las fans de la banda son muy imaginativas...y muy pervertidas.

Ella se ríe de su propio comentario y yo intento quitarle mi móvil, pero ella me lo impide.

— De eso nada, no te conviene seguir viendo este móvil.

— ¿Me vas a dejar incomunicada?

— Relaja la raja querida. Luego en casa te lo doy.

Miro a Gab en busca de ayuda pero se pone de su parte.

— Tiene razón Daniela. Deberías de relajarte y olvidarte aunque sea por un momento del vídeo.

Suspiro fuertemente.

— A ver quita esa cara de acelga -— me coge Carla de los hombros — Y ponte una sonrisa que dentro de unas horas será medianoche y comenzará mi cumple y te quiero ver feliz, no preocupada y amargada. ¿Puedes hacerlo por mí? — hace un puchero triste.

Me dejo ablandar y asiento.

— Vale pero devuélveme el móvil por favor.

— No es buena idea que—

La interrumpo.

— No entraré en redes es solo por si alguien me llama por favor - hago un puchero como el de ella.

— Bueno...

Me lo tiende y lo cojo.

Compra el vestido y salimos de la tienda. Intento olvidarme de todo el jaleo del vídeo y estar contenta por el cumpleaños de Carla.

Pero dos horas después cuando ya estoy a punto de irme a la cama mi teléfono suena haciéndome saltar.

— Di-diga — contesto.

— Buenas noches.

Mierda. Es él.

— Damiano, no es un buen momento iba a irme a la cama.

— ¿Y perderte nuestra actuación? — pregunta.

Oh Dios. Casi se me olvida que hoy es la final de Sanremo. Corro a buscar mi ordenador y lo enciendo.

— ¿Sigues ahí?

— Eh, sí, sí — respondo mientras abro el navegador y busco alguna página para poder ver la final de Sanremo online.

— ¿Estás bien?

— Sí — una página comienza a reproducir la final del Festival en directo.

Escucho una maldición al otro lado de la línea.

— ¿Qué pasa? — digo preocupada.

— Oh nada, nada — dice restándole importancia — Es solo que el traje que nos han puesto es una fantasía, pero es incómodo de cojones.

Me río.

— No te rías cabrona, que es verdad.

— Venga ya, no será para tanto.

— Oh, sí que es para tanto. ¿Y sabes lo peor? — pone voz misteriosa - Que este puto traje lleva un suspensorio debajo.

Me quedo pensativa.

— ¿Y eso qué significa exactamente? — decido preguntar.

— Eso Daniela significa que...— hace una pausa y sonríe cínicamente — Llevamos un puto elástico metido por el culo.

Me tapo la boca para no descojonarme en su cara.

— No te tapes, sé que te estás riendo a costa de mi malestar.

Destapo mi boca y suelto unas risitas bajas.

— Y...¿no te gusta llevar ese elástico en el culo? — le pregunto para picarlo.

— ¡Diablos señorita! — se hace el ofendido — ¿Quién eres tú y que has hecho con Daniela?

— Gilipollas — me río.

— Lo tomaré como un cumplido.

Ruedo los ojos.

— ¿Y cuándo actuáis?

— Dentro de un rato. Espero que la noche no se alargue mucho porque de verdad que ese elástico me está matando.

— Deja de quejarte tanto, rockstar.

Se hace un silencio incómodo.

— ¿Damiano?

— ¿Has pensado en lo que te dije en el aeropuerto?

Me pongo lo más seria que puedo.

— Ni siquiera has ganado Sanremo y ya estás pensando en eso.

— Aún no he ganado, pero lo haré.

Ahí está su enorme ego y su gran arrogancia.

Escucho algunas voces al otro lado de la línea. Creo que les están diciendo que se preparen porque van a actuar en breve.

— Bueno...Te tengo que dejar, vamos a salir ya.

— Bien. Suerte — le digo sinceramente.

— No la necesito. La suerte es de los perdedores y yo no soy uno. Pero gracias bella — se despide y cuelga.

Ese bella ha sonado bien...

— No — digo en voz alta apartando esos pensamientos.

Una vez ha acabado la llamada, me siento en la cama con mi portátil y veo el Festival.

Como él ya me había informado acaban de salir al escenario. Y joder lucen íncreiblemente bien. Los cuatro van a juego con los trajes.

Empiezan las primeras notas de la canción y los cuatro se ponen a darlo todo. Van los cuatro al compás con el ritmo, vibrando con cada nota de Zitti e Buoni. Damiano, Thomas y Vic se mueven por todo el escenario. De vez en cuando Vic y Damiano se acercan y se dan unas miradas efusivas. Me encanta la química que tienen los dos en el escenario.

Damiano sigue moviéndose mientras canta el estribillo final de la canción y yo me acuerdo de lo que me ha dicho antes del elástico.

Me río un poquito.

Cuando finalmente acaban todo el público aplaude con gran emoción. Damiano da las gracias y todos salen en grupo, juntos.

Y simplemente lo sé.

Van a ganar.

Merecen ganar.

Echo una cabezadita mientras actúan los demás artistas. Es realmente tarde cuando abro los ojos y veo que el Festival está llegando a su fin. Solo quedan los finalistas.

Y ahí están ellos. Emocionados abrazándose y Vic ya llorando un poco.

Y entonces anuncian a los ganadores, a los futuros representantes de Italia en Eurovisión 2021: Måneskin.

Los chicos no se lo creen. Comienzan a abrazarse y a correr por el escenario de la emoción.

A mí se me caen algunas lágrimas de la alegría. Son los mejores y lo han demostrado.

Es de madrugada cuando dejo el portátil y me meto a la cama.

Han ganado Sanremo. Él ha ganado Sanremo.

Eso es lo último que pienso hasta que me quedo dormida.

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