Offenderman: ¡Me están incriminando!- grito desesperado ante la corte de las almas.

-Todas las pruebas indican que usted es el único culpable, usted tenía la obligación de no dejar que algo como esto pasará y aun así, no le importó y lo hizo. Nos ha traicionado, ha dejado que uno de los mayores enemigos de nuestro amo contamine a los pupilos y sirvientes del lugar- dijo uno de los deformes seres de la corte, que para no ser vistos por completo llevaban túnicas negras que lograban cubrir el rostro de casi todos, a excepción de los que tenían un mayor rango dentro de aquel horroroso lugar.

Offenderman: No....- murmuró suave, con desesperación, aunque esa leve negación se había escuchado más bien como una súplica- Ya se los he dicho, ese día yo no estaba aquí -mencionó con una voz quebradiza que hizo que más de uno voltease a ver a otro lugar para no ser testigos de aquel veredicto- Estaba en la tierra de los vivos, por favor, revean su sentencia, no fue mi culpa, yo no tuve nada que ver.- imploraba miserablemente el ser que hasta hace poco había sido la mano derecha del Señor del Inframundo.

-A pesar de que suplique una revisión del caso y a pesar de las pruebas presentadas con este... - quedaron viendo durante un momento al sirviente que se retorcía y gritaba en la burbuja - sujeto de su "inocencia" no podemos dejarlo aquí. Es un peligro al que no tenemos el derecho a exponernos ahora.

Jeffrey estaba casi rugiendo de ira. Tenía la mandíbula apretada y los puños blancos por la fuerza que ejercía. Algunas risas se escucharon en la sala, aquello sólo logró enfurecerlo más.

-No tomen una decisión incorrecta - mencionó el jóven grave, serio, con una clara advertencia a que no lo desafiaran en su voz. Zalgo lo miró con duda e incertidumbre. - Porque aún tenemos una última prueba para demostrar que Offenderman no es un traidor o farsante.

Insane abrió un espiral negro y rojo en el suelo, bajando de a poco la burbuja hasta que la mitad de esta quedó sumergida en el extraño agujero, se envolvió alrededor de la esfera que contenía al furioso y herido mozo corrompido. Fue entonces que sus ojos se tornaron rojos y brillantes, atrayentes como una trampa. También una larga capa negra se desplegó de su espalda hasta sus pies, dejando ver la elegancia del heredero del infierno.

Jeffrey e Insane se vieron por unos instantes, como si estuvieran coordinando una última vez lo que harían.

Jeffrey: Estimada corte, como todos saben Offenderman es un sirviente que no proviene desde su cuna del Inframundo, por lo que sus poderes suelen ser fáciles de reconocer al ser distintos a los de creepypastas y demonios. - tomó una respiración profunda para seguir hablando, dirigiéndose a todos los presentes. Usaba todo su cuerpo para incrementar la fuerza de sus palabras - Por lo que sus posesiones tienen una "escencia" especial por así decirlo. Pero para ilustrarlos mejor aquí está el príncipe del infierno Insane - retrocedió hasta quedar junto a Offenderman y dejó al demonio de orbes carmesí en la mitad de la sala.

Antes de comenzar Insane le dió una mirada dura y amenazante a Zalgo, no era una amenaza, era una sentencia de que se había equivocado. De que lo perdería todo por el miedo, la cobardía, el temor de ser traicionado. El sucesor demoníaco volvió su mirada a la burbuja y pasó sus manos con suavidad por ella, dejando ver una sombra de color anaranjado brillante.

Revolvió suavemente el polvo naranja hasta que este se volvió brillante y lo mantuvo en su mano creando un pequeño remolino. Se acercó a Zalgo y frotando las manos del acusado sacó un polvo similar cambiando sólo su color que era rojo y negro. Así mismo se mantuvo girándolo en su otra mano.

Jeffrey: Como todos ya saben, la escencia del poder de todo demonio, creepypasta o monstruo es distinta y son muy pocos aquellos que pueden mostrar físicamente esa escencia, uno de esos pocos es Insane. - al notar que toda la corte había dejado los susurros y su completa atención estaba sobre los tres en defensa se dispuso a proseguir - Es por eso que Offenderman no es el culpable, el polvo y la escencia del hechizo de corrupción no pertenecen al Inframundo. Los colores característicos de nuestra escencia varía entre el rojo y el negro, algunas de las variaciones del azul incluso, pero no un anaranjado casi amarillento. - mencionó con furia.

Zalgo no se atrevía a dirigir una mirada directa al acusado. Era verdad, su paranoia le había impedido incluso darle a uno de los seres que más quería una sola oportunidad para explicarse, para perdonarlo y evitar esta situación.

-Aún con esto no podemos dejar que Offenderman se quede en el infierno - menciona uno de los deformes seres, muchos en el juzgado parecen coincidir. Insane y Jeffrey fruncen el celo. - Como saben, estamos a muy poco de concretar nuestro plan y no es permitido arriesgarnos. La única alternativa en la que puedo pensar es la eliminación absoluta.

Jeffrey: Pero no pueden eliminarlo, tiene información confidencial que nadie más poder, incluso que propios demonios no son capaces de manejar - mencionó Jeffrey, como abogado defensor, casi desesperado - Además, no puede decirme que es la única alternativa. Podemos... - miró a Offenderman durante unos segundos, culpable y lamentando lo que diría - mandarlo al exilio a la tierra mortal junto con una eliminación de sus poderes demoníacos y un contrato de confidencialidad absoluta.

Todos se lo pensaron por un segundo. Podía ser una solución aceptable, después de todo los contratos de confidencialidad absoluta del Inframundo no podían romperse y obligaban a la persona que lo firmara a no hablar por más voluntad que tuviese de hacerlo.

Después de unos segundos se acordó y Zalgo lamentó con todo su real ser todo lo que sucedía. Sabía que todo esto era su culpa. Offenderman se marchó, no se pudo hacer más, incluso con el príncipe y el segundo líder en favor del que ya no sería sirviente de sus tropas.