🌹Capítulo 4🌹
Haruto
Junkyu se había demorado demasiado en el baño. Me estaba empezando a preocupar, así que decidí ir a chequear que todo estuviera en orden. Quizá tenía un malestar de estómago o algo por el estilo.
Estaba a punto de tocar la puerta del baño para preguntarle si podía pasar cuando escuché extrañado como un chico coqueteaba con él. Mi princeso no parecía tener ningún tipo de problema con eso y me molestó un poco.
Abrí la puerta y Junkyu se sorprendió de verme. Pude notar que estaba dándole su número a aquel chico y le lancé una mirada seria, llevándomelo de aquel lugar sujetando su brazo.
Yo que estaba preocupado y resulta que él estaba dándole su número a cualquier chico. Todo mal.
Cuando salimos de la cafetería Junkyu comenzó a discutir conmigo, que no tenía porqué haberlo tratado así ni al mamarracho que tenía por nombre Junghwan tampoco. Que estaba cansado de mis ataques posesivos aún cuando solo éramos mejores amigos y que yo no tenía ningún derecho de exigirle con quién podía salir y quien no. Con suerte pude responderle porque se fue a su casa sin despedirse de mí siquiera.
Yo siempre actúo así cuando me veo en riesgo de perder algo que siento que me pertenece. Junkyu es una de esas cosas y me aterra que se vaya de mi lado. Más que eso, Junkyu es mi hermanito y debo protegerlo, y evitar que le dé su número a desconocidos y salga con chicos que no lo valen.
Me fui a casa con la cabeza retumbándome del dolor por pensar tanto. Lo que había comenzado por una mañana desayunando juntos se había convertido en una pelea, solo porque yo libré que se metiera con alguien inconveniente para él.
Si solo estaba intentando ayudarlo, ¿por qué me hacía esto y se ponía a la defensiva?
Aunque tenía razón. Yo no debí de haber actuado de esa forma, pero son mis impulsos y no puedo competir contra ello.
Decidí textearle a Asahi y Mashiho en nuestro chat grupal para avisarles que no estaba de humor como para salir a una fiesta hoy. Que mejor lo dejáramos para mañana. Sin embargo, y como de costumbre, me convencieron de que utilizara la fiesta como forma de despejar, y tenían razón. Me tomé algo para disminuir el dolor de cabeza y me vestí para la ocasión. Pero no dejaba de sentirme culpable por lo que había pasado hoy temprano. Así que decidí enviarle un mensaje a Junkyu, esperando que me perdonara.
Princeso. No he sabido de ti en todo el día. ¿Todo bien? ¿Llegaste a casa sano y salvo? Perdóname por lo que pasó hoy. No volverá a ocurrir. Te quiero. Ruto.
Dejé mi teléfono en casa, porque de haberlo llevado a la fiesta me hubiera pasado toda la noche mirándolo esperando a que me contestara.
Cuando llegué Mashi y Sahi me saludaron desde la mesa en la que estaban con algunas chicas y chicos, llamándome para que me acercara a ellos. Acaparé todas las miradas nada más me acerqué y me senté entre dos chicas, las cuales parecían ser amigas. Sahi y Mashi me miraron de forma pervertida y recordé el trato que habíamos hecho ayer. No tenía muchas ganas de conquistarlas y hacer un trío esta noche, pero como ellos dijeron, necesitaba despejar, así que les hablé al oído un rato y ellas me besaban el cuello y los labios frente a todos, hasta que me calenté lo suficiente como para rodear mis brazos en sus cuellos y que los tres saliéramos del lugar sonrientes para dirigirnos al hotel más cercano a hacer de las nuestras.
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Después de una larga, pero exitosa noche, me vestí y me despedí de las dos chicas, yéndome de vuelta a la fiesta, donde debía reencontrarme con los chicos y contarles cómo me había ido.
Nuevamente me senté con ellos e hice un puchero, a lo que Sahi dijo:
—¿Y esa cara, Ruto? ¿No pudiste con las dos? -decía riendo mientras tomaba una cerveza-.
—¿Crees que nuestro Haruto tendría una oportunidad así y la desperdiciaria? -dijo Mashiho bebiendo también-.
—Yo creo que al final no hizo nada, míralo nomás. ¿Aún estás afectado por lo que te causó el dolor de cabeza?-Asahi me provocaba porque sabía muy bien que mi habitual dolor de cabeza tenía por nombre Kim Junkyu, y me estaba cansando de la actuación que les montaba-.
—Seguro que sí. -dijo Mashiho y vi una luz al final del túnel por creer en mí-. Naaaaah, en mi opinión creo que se acobardó a ultimo minuto.
Todos estaban riéndose de mí y decidí dejar de fingir.
—Joder, menudos amigos tengo. ¿3 años juntos y aún dudan de mí? Obvio que...¡ME LLEVÉ A LAS DOS A LA CAMA!
Los que nos acompañaban gritaron como locos y Sahi y Mashiho ordenaron más bebidas, más para mí que casi no había tomado nada. Y así nos quedamos unas horas más hasta que no pude más, ni siquiera podía sostenerme de lo borracho que estaba. Supongo que más que por la felicidad de haber cumplido el reto, había bebido para dejar de pensar en Junkyu, pero tenía la certeza de que hasta en mis sueños borrachos aparecería.
Cuando Mashiho y Asahi me dejaron en casa, Asahi se dedicó a aparcar mientras Mashiho me cargaba hasta mi habitación a hurtadillas para no despertar ni a mis padres ni a la chismosa de mi hermana. Me acostó en la cama y me dijo:
—Y bien, ¿te ayudó en algo esta noche para dejar de pensar en tus problemas?
—Siiiiii. -exclamaba riendo cual niño pequeño-. Al cabo que ni quería pensar en mi princeso, que me hizo sentir mal hoy con las cosas que me dijo.
Mashiho solo sonreía al verme hacer pucheros con los 20 años que tenía.
—Bueno, ya me voy que Asahi debe estarme esperando abajo. Descansa.
—Gracias Mashi. No sé que haría sin ustedes. -lo abracé para acto seguido, quedarme dormido en medio del abrazo. Mashiho solo se reía, así que me acostó y me arropó, y después se retiró finalmente-.
Me levanté en medio de la madrugada con un dolor de cabeza peor que el de hoy en la tarde y revisé mi teléfono en busca de algún mensaje nuevo. Pero no había nada así que decidí llamarlo.
Pero no respondía. Junkyu no respondía.
¡ME ESTABA IGNORANDO!
De la embriaguez que tenía me dio hasta por llorar.
Al ver que no me contestaba las 10 llamadas que le había hecho a las 2 y 30 de la madrugada, decidí ir a su chat y mandarle audios.
Ni siquiera sé cuántos le envié. Pero de lo que estoy seguro es que no eran precisamente agradables.
Sin embargo, me fui a dormir feliz luego de haberme desahogado.
Cuando volviera a mis sentidos debía buscar la forma de eliminarlo todo antes que Junkyu lo viera, porque no quería que se diera cuenta del efecto que tenía en mí.
A la mañana siguiente y aún con dolor de cabeza, decidí tomar un poco de Sprite, que aunque prefiero la Coca Cola y no sé como a mi princeso puede gustarle esto, dicen que es buena para las resacas.
Después de sentirme mucho mejor, recordé lo que había hecho y rebusqué por todo mi cuarto como loco mi teléfono el cual no sabía donde había tirado. Mi madre y Junkyu tenían razón, aunque yo considerara mi desorden cómo orden en este tipo de situaciones no podía encontrar nada. Tenía que recoger el cuarto.
Mientras lo hacía encontré debajo de la cama mi bello IPhone que por suerte no había sufrido de ningún daño.
Junkyu no había escuchado aún los audios así que todo bien por ahora. Aunque igual me preocupaba. No me contestaba los mensajes, audios y llamadas, ya me había disculpado con él, ¿por qué seguia molesto conmigo?
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1 semana después
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Ha pasado una puta semana. Una semana en la que no he sabido nada de Junkyu. No había ido a mi casa como de costumbre para que lo llevara a la universidad y cuando pregunté en esta por él me habían dicho que se había tomado unos días de descanso. Le había dejado mil mensajes, llamadas y audios, pero no parecía estar interesado en responderme.
Si esto continuaba así no sabía que más hacer. Realmente extrañaba a mi mejor amigo, a mi hermanito. Por lo que sin duda alguna esta tarde iría a verlo a su casa.
Toqué la puerta y me recibió el Sr Kim, el cual estaba cocinando, y me daba un poco de miedo que su recibimiento hubiese sido con un cuchillo en la mano. Él no estaba muy contento, quizá porque sabía o se intuía lo que estaba pasando, porque hace una semana no veía a su hijo, además de que nuestros padres hablan entre ellos y sospechan también.
Le pedí permiso para pasar y él me sonrió y continuó en lo que estaba en la cocina. Subí al cuarto de Junkyu, y aunque siempre entro sin tocar, esta vez decidí hacerlo.
—Prince...Digo. -carraspeé-. Junkyu, soy yo Ruto, ¿podemos hablar?
Nadie respondía del otro lado. Estaba a punto de marcharme cuando escuché:
—¡Vete, Ruto! ¡No estoy de ánimos como para hablar!
—¿Sí sabes que voy a pasar de todos modos, no?
—¡AAAAAY RESPETA MI PRIVACIDAD!
Igual entré.
Junkyu estaba tapado hasta la cabeza con su edredón y yo me acerqué para destaparlo.
—Tenemos que hablar. -dije serio sentándome en su cama y él se sentó también, rascando sus ojos y bostezando-.
Se le veía en muy mal estado. Tenía ojeras y aunque solo hubiera pasado una semana estaba más delgado.
—Aish... ¿Qué quieres Ruto? -dijo poniendo sus característicos morritos-.
Extrañaba esos morritos.
—¿Todo bien?
—¿En serio viniste solo para preguntarme eso? Sí, todo perfecto, ahora puedes irte de nuevo, quiero dormir.
—¡Junkyu-yah!
Él sólo se limitó a escuchar en silencio.
—No me engañes. Sé que no has dormido ni comido nada, lo noto en tus ojos y en tu complexión. Realmente vine aquí para aclarar las cosas. ¿Te extraño, sabes? He salido en las noches a fiestas para tratar de olvidarlo pero la culpa siempre regresa a mí. Ya me disculpé pero ni siquiera has leído mis mensajes o visto las llamadas que te hice. Pero me correspondía ser un hombre y hacerlo cara a cara. Lamento que me haya tomado una semana darme cuenta de cómo me comporté. Actué por impulso y fui un idiota. Prometo que no volverá a ocurrir, no interferiré más en tus relaciones. -dije murmurando esto último, no muy contento con ello-.
—¿Prometes que me dejarás conocer chicos?
—Sí. Solo quiero a mi mejor amigo de vuelta.
Junkyu al escuchar eso me abrazó y me dijo: “Entonces te perdono”. Extrañaba estos abrazos repentinos suyos. Había hecho bien en disculparme, y aunque no estaba 100 x 100 seguro de si podía cumplir con la promesa de no entrometerme más en su vida amorosa, al menos podía limitarme a comportarme y no ser tan posesivo con él. Aunque quisiera a mi princeso solo para mí. Porque no quería que nadie más se diera cuenta de lo increíble que era.
—Oh...Ruto. No tuve a mano el teléfono, porque no estaba de ánimos como para revisarlo. ¿Qué me pusiste?
Mierda.
—Ah eso... Nada importante. -dije con risa floja-.
—No te creo. Lo confirmaré ahora mismo.
Abrí mis ojos como platos y sentí el verdadero terror al ver como tomaba su teléfono de la mesita de noche.
Antes que pudiera leer cualquier cosa bochornosa que no quería que encontrara, se lo arrebaté de las manos y me puse de pie, él también haciéndolo, pero como es más pequeño que yo, se ponía de puntitas e intentaba saltar para agarrar su teléfono que yo sostenía desde lo alto. Una imagen súper adorable, me encantaba molestarlo.
—¡Ruto, devuélveme mi teléfono!
Haciendo caso omiso a sus pedidos busqué mi chat y le di a borrar los nuevos mensajes no leídos, además de su último registro de llamadas, las 55 mías. Y luego, con una sonrisa amplia en mi rostro, le devolví el teléfono.
Él parecía un toro de los animados, de estos que sueltan humo por la nariz, y yo expresé un: “Oh-oh”, pensando que huir ahora mismo era la única solución posible, pero Junkyu me tomó por sorpresa y agarrándome por el torso me tiró a su cama, él encima de mí.
—¡Yah! ¿Por qué lo borraste todo? ¡Ahora nunca sabré qué me habías puesto! ¡Ruto malo!
Haciendo un puchero y con los ojos molesto, me hacía querer abrazarlo y quedarme horas junto a él acostados en la cama. Pero me recompuse y volteé mi rostro a un lado.
—Yah...Bajemos a comer. Probablemente tienes hambre. -Dije poniéndome de pie apartándome de él, a lo que me miró molesto-.
Cambiar de tema siempre fue una buena opción.
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