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Hola mis hermosos soñadores. Tenemos actualización sorpresa en celebración a los 4k leídas 🎉 🎉 😘 😘.
Muchas gracias por su apoyo y amor 🙏 🙏
Disfruten
Kiara
—Mamá, debes ir al hotel a descansar un poco —ella alza sus ojos y veo el agotamiento impregnado en ellos.
—No estoy tan cansada, cariño.
Me siento a su lado tomando su mano con ternura —Llevas dos días sin dormir, debes descansar un poco, ves con papá.
—¿Y tú? Hace cuatro días que no sales del hospital.
Me evito el suspiro que quiere salir de mis labios ante la verdad que dice. La semana ha pasado más lento de lo que uno hubiera querido, estas paredes de hospital se han convertido en un recordatorio constante de la pesadilla que todos estamos viviendo. Aunque yo personalmente hubiera deseado hace mucho irme de aquí, el estado de Denise no mejora y el avance de la investigación solo ha revelado mucho más de lo que nosotros nos hubiéramos imaginado.
Aun si movieron de habitación a Denise, sigue siendo incierto su estado. En esta ocasión, hay una enorme ventana de cristal que nos permite ver a la chica.
—Lo sé, mamá, pero sabes que es mi trabajo, además estoy aquí por ellos dos.
Ella sabe a la perfección que mis palabras son ciertas, pero comprendo su preocupación, porque yo también me siento de esa forma. Los ojos de mi madre se alzan de sus dedos cruzados y su expresión se llena más de dolor.
—No puedo verlo de esa forma...
Mi vista la sigue, mi expresión también se llena de dolor cuando me fijo en la figura de mi hermano. Hace cuatro días que movieron a Denise, hace cuatro días que él no se ha movido de la ventana.
Mi peor temor se hizo realidad, mi preocupación aumenta no solo por el estado de ella, sino por lo que pueda hacer mi hermano si llega a pasar lo peor. Esa también es la razón por la que mi madre teme tanto, porque sabe de lo que es capaz su hijo.
Además... como mismo dijo ella, nunca lo habíamos visto de esa forma. Ni siquiera luego de lo ocurrido con Sophía, nunca había estado tan destruido. Su figura se encorva sobre el cristal sin quitar la vista de Denise. Tanto mis padres como yo, intentamos que descansara un poco, pero simplemente negó con la cabeza y todos sabíamos que no iba a cambiar de idea.
—Tengo miedo, Kiara.
Intento yo misma mantener mi cordura, acaricio su cabello sin soltar su mano. Pero tampoco puedo mentirme a mí misma, no soy capaz. —Yo también, mamá, tengo mucho miedo, pero es necesario mantenernos firmes, los dos nos necesitan —ella asiente y le doy un beso en la frente para luego ponerme en pie.
Camino con paso lento por los pasillos, con la mente en blanco por primera vez en mi vida. Antes de entrar a la cafetería, saludo a unos oficiales con un movimiento de cabeza.
Minutos después, tengo un café en mis manos, sentada en una mesa al lado de la pared de cristal que da a las montañas. Ahora mismo la lluvia hace que el panorama sea muy tranquilo. Como la mayoría de los locales de este lugar, el hospital descansa en lo alto de una montaña y esta cafetería en especial es una terraza de cristal.
Disfruto del panorama lluvioso y eso de alguna forma me saca una sonrisa, la única en casi dos semanas, al recordar que Denise ama la lluvia, mientras que mi hermano, todo lo contrario, la odia desde que era un niño.
—Es un ambiente muy tranquilo—alzo la mirada y me reciben unos ojos azules que conozco bien, pero que en esta ocasión no les pertenece a Denise—¿Puedo acompañarla? —toma lugar frente a mí cuando le digo que sí quedándonos en silencio, solo con el sonido de la lluvia de fondo, hasta que él decide hablar—Muchas gracias por encontrar en donde quedarnos.
Al segundo día de haber llegado al hospital, estuve buscando por los alrededores un lugar en donde pudiéramos quedarnos todos, incluso los oficiales de policía.
—Ha sido un placer, señor Henry.
—Solo Henry, por favor —le devuelvo la sonrisa amable —Gracias por ahondar tanto en la investigación.
—¿De qué habla?
—Soy consciente de que usted ha aportado demasiado para la investigación, y que gracias a eso...
Entiendo por qué le incomoda terminar la frase.
Luego de haber confirmado el estado de ambas mujeres, la policía comenzó con una investigación exhaustiva gracias también al video que recién había obtenido. Se descubrieron muchas más cosas de las que nos hubiéramos imaginado. Celine, la madre de Denise, había viajado fuera de Inglaterra, pero había ingresado al país de forma ilegal, por eso no se había visto un registro de sus viajes.
Tenía muchos negocios turbios, que tenía ella escondidos bajo la manga, que le imputan varios años de cárcel. Todo empeoró cuando se alió con un fugitivo ruso, que también cruzó ilegalmente. Se reveló que él había robado suministros médicos de la escuela, lo que causó que Julia y Denise se quedaran esa noche hasta tarde. Lo que afirmaba es que Celine llevaba tiempo vigilando a su hija.
Por eso entiendo de la forma en la que se debe sentir él, al descubrir que la persona con la que estuvo compartiendo años de vida no existiera. No sabía qué decir ante su agradecimiento.
—Lo siento mucho.
—No tienes nada por lo que pedir disculpas —me responde con una sonrisa suave, pero no deja de notarse triste. Su vista se pasea por las montañas y su sonrisa aumenta un poco —A mi hija le encantaría ver esta imagen.
Una suave sonrisa nace también en mis labios, cuando el anterior pensamiento llega nuevamente a mi mente. —Mi hermano la odia.
—Y aun así son pareja —de milagro, mi cuello no se hizo daño cuando lo miro con demasiada rapidez, en blanco por las palabras —creo que ya eso no hace falta decirlo —su sonrisa me dice que no hace falta que le dijera nada.
Él sabe de la relación de ellos dos. Pero...
Me echo hacia adelante, dejando en el olvido el café, con los nervios corriendo por cada por de mi piel, al ser consciente de lo que puede empeorar la situación en este momento, mucho, pero de lo que está ahora.
—Henry...
—No se preocupe, señora Connor —me deja con la boca abierta mientras él sigue hablando. —Ya hablé con la policía y la denuncia será retirada hoy mismo.
—¿Cómo? ¿Por qué? —Por alguna razón, mi cerebro no puede analizar bien las preguntas, es que aún todo se me hace complicado de creer.
—Es un agradecimiento para ustedes—juega con sus dedos y veo nuevamente el brillo culpable en sus ojos—estuvieron junto a Denise mucho más que yo que soy su padre, noto todo el ambiente a su alrededor y la veo como nunca la vi—vuelve a mirar las montañas, las cuales no dejan de ser bañadas por la lluvia, el gesto en sus labios aumenta—incluso cuando vi las lágrimas de tu hermano sabía cuál era la verdad.
—Henry, mi hermano es incapaz de hacerle daño a Denise...
—Lo sé —vuelve a conectar sus ojos con los míos. —Lo vi desde el primer día, cómo la protege, y hace unos días me di cuenta de que es capaz de dar su vida por ella.
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Denise
Pi
¡Qué ruido más molesto!
Pi
Es constante y no me deja descansar
Pi
¿De dónde proviene el ruido?
Pi... pi... pi... pi... pi... pi... pi... pi... pi pi pi pi pi pi
...
...
—¡Denise! —salto en mi lugar y lo próximo que siento es el plato hacerse pedazos a mis pies —¡Ten cuidado, cariño!
Siento las manos de mi marido tomar las mías con delicadeza, para alejarme de los pedazos rotos. Aunque camino a su lado, no puedo dejar de pensar en ese raro sonido.
—¿Qué fue ese sonido?
—¿Sonido? ¿De qué hablas, cariño? —Con devoción cura mi herida, la cual no había sentido hasta que la veo. —Debe ser el lavado, te dije que la chica de la limpieza puede hacerlo por ti, no quiero que trabajes.
Asiento con la cabeza, asegurándome de que eso es el ruido que había sentido, el que me estaba molestando tanto. Me siento agotada, tal vez sea por el trabajo... aunque no recuerdo muy bien lo que hice ayer, o esta mañana. Tal vez solo deba descansar.
Es eso...
Unos pasos apresurados se acercan a nosotros, de repente tengo dos pares de bracitos envueltos en mi cuello y cintura —¡Mamá! —les doy un beso en la frente por instinto y me alejo para ver sus caritas. Mi expresión se congela cuando no veo nada, no puedo ver sus caras. —¿Qué ocurre, mami?
—Nada corazón —acaricio su cabello rubio, que se siente tan sedoso bajo mi mano, pienso que se puede escapar de mis dedos —Mami solo está cansada.
No sé cómo reaccionan al ser incapaz de verlas, es como si una venda cubriera mis ojos, una máscara borrosa cubren sus rostros. Mi mano se congela en el aire cuando siento una corriente eléctrica por todo mi cuerpo. Casi imperceptible, pero sé que está ahí, aún persistente mientras me miro la mano.
—Niñas, vayan al jardín, voy dentro de un momento.
Las niñas siguen las órdenes de mi marido y salen corriendo luego de darme un beso en la mejilla cada una. Mi vista se pasea por el enorme salón en el que nos encontramos, como si buscara algo. Todo resuma riqueza y elegancia. Sillones de piel alrededor de una mesa de cristal
La lámpara de araña en lo alto llama mi atención, mis ojos se pierden en el ligero movimiento de los cristales en forma de gotas. Parece como si fuera a llover en cualquier instante.
La lluvia...
¿Hace cuánto que no la veo?
—Cariño, ¿en verdad estás bien?
—No te preocupes, solo estoy cansada —mi voz se siente fría.
¿Siempre se escuchó de esa forma?
—No quiero que te sobre esfuerces—su mano toma mi mejilla para que lo mire. Podría haber disfrutado de su tacto si no se sintiera tan frío, si su expresión tampoco se hubiera desvanecido de mi vista. —Sé que la gala es importante para ti, pero debes tomarte un respiro.
—Lo sé.
—La Gala de Beneficencia Anual será maravillosa porque tú la organizaste.
—Lo sé.
—¿Vas a ir mañana a la fiesta del té? —Asiento y siento como si sonriera, no lo veo —te amo.
Me da un beso en la mejilla y se pone en pie para ir tras de las niñas a donde creo que es el jardín. Me levanto también para seguir tras de él por instinto, sintiendo otra pequeña descarga eléctrica por mi cuerpo. Me quedo congelada cuando los veo a los tres en el enorme jardín, jugando entre alegres sonrisas, aunque me siento más ahogada cuando sigo sin ver sus rostros.
Rostros vacíos que conozco, pero que no puedo ver, como si fueran marionetas vacías por las que no siento nada.
Muevo mi mano herida y el ardor de la herida no está, desapareció.
¿Qué es esto?
Mi mirada se pasea de nuevo por la enorme casa y la opulenta decoración. Tan llamativo... tan vacío. De momento, mi vista ve a una mujer, de pelo castaño, recogido en un elegante moño. Un vestido beich por debajo de las rodillas, con un escote recto. Aretes y collar de perlas, zapatos de alta costura, maquillada como una mujer de la alta sociedad.
Reconozco sus ojos, sé que los he visto en algún lado, tan azules...
Me sorprendo porque soy yo. Es mi reflejo lo que veo: esa mujer soy yo. Se ve tan perfecta, incluso su sonrisa se ve perfecta. ¿Estoy sonriendo? ¿Por qué siento lo contrario? ¿Qué hay en mis ojos? ¿Qué es lo que falta?
"... son estrellas..."
Pi... pi...
Vuelvo a girar con violencia, buscando ese sonido, buscando esa voz susurrante, pero solo veo, en cambio, al final del jardín, una casita de madera amarilla y tejado verde. Camino con pasos rápidos buscando algo que desconozco pero que anhelo.
¿Qué es?
La casita está en penumbra y dejo de escuchar las risas a mis espaldas. Por alguna razón no me importa, solo me adentro a la oscuridad. Una luz alumbra una pared, llamando mi atención, e invitándome a caminar hacia ahí.
Un lienzo pintado, un paisaje montañoso. Pero hay alguien, una chica en uniforme sobre un muro con las piernas cruzadas y un cabello rubio corto volando por los aires.
"... Una figura tan etérea..."
Otro destello, otro cuadro. La lluvia mojando a una chica de pelo rubio, quien abraza sus rodillas...
"... Te voy a proteger..."
Otro cuadro, su pelo rubio cubre su rostro, mientras una sonrisa enorme adorna sus labios con dos niños en sus brazos.
"... Era como un atardecer, tan bello como efímero..."
Y otro cuadro, y otro, otro, otro, otro...
Cientos de cuadros de esa chica rubia de pelo corto, riendo, mirando al cielo, llorando, furiosa, durmiendo, bailando bajo la lluvia. Y esa voz, cada frase y cada palabra.
Una descarga eléctrica me recorre de nuevo.
—¿Qué haces aquí?
Me giro de nuevo, fijando mi vista en la mujer desconocida. Una mujer de piel morena me mira fijamente con sus ojos castaños. Abro la boca sin saber responder, aun cuando quien debe de hacer la pregunta soy yo, al ser ella la desconocida. Pero no puedo hablar.
Tiene puesto un saco de mangas largas, cerrado completo hasta por encima de su pecho. Un pantalón cae desde su cintura con corte recto, todo de color celeste. Su pelo negro lo tiene suelto y sus manos están cruzadas bajo su pecho.
—¿Qué haces aquí?—me vuelve a preguntar y yo abro la boca sin saber qué responder.
Antes de que pudiera evitarlo, hablo: —¿Tengo que estar aquí?
—Eso solo lo sabes tú, pequeña
"... pequeña..."
Un reflejo se muestra a mi lado y lo veo de frente. Una chica de pelo rubio se muestra en el espejo... sus ojos son los míos.
Soy yo...
Miro tras de ella, un hombre con los ojos tan negros como la noche, que mira a esa chica con tanta devoción. La descarga eléctrica fue más grande, tanto que me saca un jadeo pesado y hace que me tambalee ligeramente sobre mis tacones.
De repente los veo a los dos, bailando bajo la lluvia como si no hubiera un mañana.
"Por primera vez, la lluvia había tomado sentido, te veo bailando con ella y tuve celos, celos de la luna... de las gotas que bañaban tu piel. Había perdido"
—¿Qué haces aquí?
Pi... pi...
—Yo... no sé.
—Dime, ¿qué haces aquí?
Veo sus ojos marrones y siento cómo mi vista se pone borrosa. ¿Estoy llorando?
¿Qué hago aquí?
¿Este es mi lugar?
Mi corazón se retuerce ante otra descarga eléctrica, las lágrimas corren libres ante el dolor, un sufrimiento que me tenía encadenada. Esta no soy yo, no soy esta...
Yo no soy de aquí, no quiero estar aquí.
Quiero volver...
Pi...
Pi...
—Kevin...
Mi voz se rompe con su nombre en mis labios cayendo de rodillas. De momento, siento una calidez envolverme y me alejo al ver su sonrisa— Bien hecho, pequeña.
—Julia...
Su sonrisa aumenta y veo el brillo en sus marrones ojos, ese que no se va a borrar. Esa que se mantuvo hasta el último momento. Veo el amor tan puro que me regaló en pocos meses. Ese amor por el que tanto lloré y necesité.
Veo el puro amor de una madre.
Besa mi frente con cariño.
—Tienes que volver, este no es tu lugar, vas a vivir muchos años, te lo prometo —acaricia mis dos mejillas sin dejar de sonreír —Te amo, mi niña.
...
...
...
Siento la respiración en mis oídos, como mi corazón bombea furiosamente sangre a mi cuerpo. Las voces se reúnen a mi alrededor, pero solo puedo pensar en que quiero verlo.
Quiero que sus ojos me calmen.
Mi vista lo busca y lo veo a través del cristal. Lloro de felicidad porque estoy aquí, está aquí conmigo, porque los dos estamos juntos.
Nuevamente, volví a ser guiada a sus brazos, siempre fue así y siempre será de esa forma.
/////////////////////
La luz molesta en mis ojos cuando poco a poco estos se van abriendo. Mi cuerpo se siente pesado y estoy agotada.
Hospital...
Es lo último que recuerdo: las voces de los doctores encima de mí. Una pequeña mirada a los que estaban tras el cristal y notar todas sus lágrimas. Luego volví a perder la conciencia.
Ahora el lugar se ve silencioso, vacío y de alguna forma me molesta. La puerta se abre dejando ver a una enfermera que abre los ojos, en el momento en que me ve para luego volver a salir.
No pasan más de cinco minutos cuando dos doctores y tres enfermeras están a mi alrededor revisando mis signos vitales. —Aún está débil, pero se ve que recuperó su vitalidad.
Mis ojos se mueven entre todos, siento un pinchazo en mi antebrazo que me hace mirar a la enfermera a mi lado. Me da una suave sonrisa. —Tu padre está ansioso por verte, igual que mucha gente.
Intento hablar, pero hay algo que me lo impide y el doctor más viejo se da cuenta. —Despacio, Denise, ya puedes respirar por tu cuenta, pero te harás daño si te mueves mucho —mira a otra enfermera a su lado —Trae todo para retirar el tubo.
—Doctor —la otra doctora de pelo negro se acerca a él, enseñándole lo que parece ser mi ficha —Hay que revisarla.
El mayor me da una mirada de reojo que piensa que no noto. —Esperemos a que su padre hable con ella.
Ella asiente y cuando la enfermera entra, se centra en retirarme el tubo en mi boca que baja por mi garganta. Intento hablar nuevamente, pero fallo al toser y me alcanzan un vaso de agua.
—Tu padre va a entrar ahora —me dice la enfermera que me da el agua y, antes de que pueda terminar la frase, entra él a la habitación con violencia.
Tal vez sea por todo lo vivido, que mis ojos se llenan de lágrimas en el momento en que veo a mi padre. Se ve agotado, desarreglado, no tiene nada que ver con el hombre que estuve acostumbrada a ver. Casi corre hasta la camilla cuando me envuelve en un fuerte abrazo.
—Mi niña —solloza contra mi pelo—, mi dulce niña.
A pesar de mi cansancio, logro envolverlo con mis brazos también, sintiendo cómo lloro —Papá...
Él se aleja para mirarme y me desarma el hecho de ver a mi padre así. Besa mi cara con fuertes sollozos, no deja de acariciarme, abrazarme, como si quisiera asegurarse de que yo estoy aquí y no es un sueño. Hasta que de repente me vuelve a mirar, me pregunto qué es lo que parece que quiere decirme, pero no se atreve.
—Lo siento tanto, mi niña —me quedo confundida con sus palabras—todo lo que has tenido que pasar estos años—abro los ojos sorprendida, porque creo saber de lo que está hablando—no estuve para ti para protegerte cuando me necesitabas, perdóname.
—Papá...
—No fue tu culpa, mi niña —yo no puedo dejar de mirarlo cuando vuelve a hablar. —No te protegí siendo mi hija, es mi culpa, pasaste por mucho.
Necesitaba eso...
Necesitaba que alguien me abrazara y me dijera que para nada era mi culpa. Esa sensación de sentirme constantemente perdida, quería que alguien viniera por mí y me repitiera de que yo no merecía vivir algo como eso. Ahora la niña que hay en mí, la que siempre se había refugiado de la oscuridad por el miedo que tenía, asoma su cabeza con ilusión ante la voz y el abrazo de su padre.
Cuando mis ojos derraman más lágrimas, no lo hago solo yo, lo hace esa niña golpeada sobre la cama, que entre llanto sonríe porque sus heridas ya fueron curadas, no solo las físicas.
Este capítulo es muy especial, porque representa el dolor interior de Denise y la manera en que sus heridas fueron sanando. me costó mucho escribirlo por lo profundo que era
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