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Hola chicos, este capítulo tiene contenido que puede ser sensible al lector.
Sin más espero que disfruten del capítulo
Tzuyu
Recojo mi ropa en la soledad de mi cuarto, escuchando mis propios pensamientos, en especial rememorando todo lo ocurrido. Luego del incidente en la piscina, perdí la conciencia y desperté en la enfermería con todas mis cosas a mi lado. Según la enfermera, el chico que me rescató cargó conmigo hasta donde me encontraba y luego volvió por mis pertenencias.
Tuve la intención de preguntar de quién se trataba, sabía que era en vano porque aún no conocía a nadie de la universidad. Pero la sorpresa fue la que me llevé yo, cuando lo vi cruzar la puerta de la habitación. Era el mismo chico que vi parado en su ventana, mirando en mi dirección. La ira corrió por mi sistema cuando lo vi, pero antes de que pudiera maldecirlo, él me da la más hermosa de las sonrisas.
—En serio me alegro de que te hayas despertado.
Me quedé con las palabras en la boca, ni siquiera tuve tiempo de agradecerle cuando me trajo las cosas porque volvió a irse como si nada. No pude evitar hacerme la pregunta en silencio de por qué se fue tan rápido. Pero la enfermera, parece que me leyó los pensamientos cuando me habló.
—Están haciendo una junta docente para expulsar a los chicos a petición de él; si no llega a ser por él hubiera ocurrido una desgracia.
Mi cerebro repitió las palabras en mi interior como un mantra, analizando de a poco la información. Parece que volví a ser salvada de la muerte, esta vez por un desconocido. Recuerdo la calidez cuando salí del agua, la forma en que me sostenía antes de perder la conciencia, no sé la razón, pero fui consciente de todos esos pequeños detalles.
Eso fue hace tres días...
No hicieron faltas muchas pruebas que mi estado, las cámaras de seguridad y las palabras del desconocido para expulsar a los estudiantes.
Ahora el verdadero problema, es que estoy demasiado avergonzada como para mirarlo a los ojos y agradecerle lo hecho por mí. No hace falta remarcar que hay muchas razones por las que estar avergonzada. Un suspiro sale de mis labios sin saber cómo lidiar con esto. Le podría preguntar a mi buena amiga Kiyoko, pero esto son simples tonterías y no quiero molestarla con esto.
Me volteo hacia la ventana en mi camino y me quedo congelada. De la misma forma, la vergüenza camina por mi piel hasta mis mejillas. Parece un déjà vu, pero ahora es al revés.
Ahora soy yo la mirona...
La que no puede apartar la mirada de su torso desnudo, soy yo.
Lo veo tan casual sin notar mi mirada fija, mientras se seca el pelo húmedo con una toalla. Esto que estoy haciendo está mal, pero por más que lo intento, no puedo apartar los ojos. Es más, aunque luche contra ella, no puedo evitar pasear mi mirada sobre su trabajado torso, detallando con precisión cada mínimo detalle.
Lo más ridículo de todo, es que doy un ligero salto cuando unos ojos azules se encuentran con los míos. Su sonrisa grande y divertida cuando detalla la situación, lo peor de todo es el guiño que me da.
La tonta de mí se agacha con rapidez... como si eso ayudara en algo.
Pero en lo único en que no puedo dejar de pensar es en su torso desnudo.
¿Estaré loca?
///////////////////
Kevin
Abro la puerta de mi apartamento y la veo pasar con comodidad con su bolsa al lado —Bienvenida a mi humilde hogar.
Ella me mira mientras pone los ojos en blanco con una sonrisa — Todavía me puedo arrepentir de pasar el fin de semana contigo.
—Oh, mi dulce pequeña —mi sonrisa se hace mayor, llena de malicia, mientras me acerco a ella con pasos sigilosos. Mi novia notando al instante mis movimientos —No te dejaría ir, aunque me lo pidieras.
—¿Debería tener miedo? —Como la chica sigilosa que es, se aleja a cada paso que doy.
—Yo no muerdo pequeña—rodeo el sofá, Denise ahora toma pasos más largos sintiendo el peligro—cuando quiero.
Sale corriendo, con una sonrisa en su rostro y conmigo pisándole los talones. Fue bastante fácil que Denise pudiera venir a mi apartamento este fin de semana. Mientras Denise le dijo a mi hermana una excusa creíble, ella simplemente me miró con la advertencia en sus ojos de que la cuidara.
Fácilmente, pude haberla atrapado antes, pero me gusta la imagen de ella corriendo con una sonrisa entre los muebles de mi casa. Olvidando el mundo exterior y solo siento nosotros dos. Su carcajada resuena con más fuerza entre las paredes de mi apartamento al momento en que el tomo de la cintura levantándola por los aires.
Con un ágil movimiento la acuesto sobre mi hombro—Kevin ¡Suéltame! —patalea entre gritos y yo con una sonrisa, le doy una nalgada sintiendo un jadeo de su boca—¿Me acabas de dar una nalgada?
—Estoy castigando a mi pequeña.
—¿De qué hablas...?
Su voz se corta de nuevo cuando le doy otra nalgada. Sigue quejándose, pero ahora sin moverse, porque sabe a lo que se atiene. Tal vez no debería...
Hago una mueca dejando las excusas de lado, porque eso ya dejó de tener sentido entre los dos.
No pierdo el paso hasta mi habitación directamente al baño. —¿Dónde me llevas, Kevin? —se sobresalta cuando le doy otra nalgada, mi sonrisa no puede ser más grande —Te estás tomando muy en serio lo de castigarme.
—Te dije que cumplo con mi palabra.
La bajo en el instante en que llegamos al baño, con la sonrisa maliciosa sin abandonar mi rostro, lo sé, porque el gesto en la cara de mi novia deja mucho que desear. Dejándola con la boca abierta, me deshago, tanto de sus zapatos como de los míos. Antes de que ella pudiera reprenderme por eso, nos meto bajo la ducha abriendo el chorro.
Nos empapamos casi al instante y siento cómo la ropa se aferra a mi piel, pero solo tengo ojos para su mirada azul, pero muy furiosa...
Un océano tormentoso que amenaza con ahogarme...
Es precioso.
—Kevin, ¡Estás loco! Nos estamos mojando.
—Esa es la idea pequeña —me acerco a su cuello como un depredador, marcando su piel a mi antojo. Con movimientos firmes, abro cada uno de los botones de su camisa verde viendo su brasier blanco. —Entonces es buena idea quitar lo innecesario.
—No te atrevas.
Me encanta ver el reto en sus ojos y ella lo sabe. Esta pelea es de las mejores en la que he estado; como es costumbre, no pienso perder. Ella alza la mirada a pesar de su incomodidad, asegurándose de dejar muy bien claro su punto de que no se va a rendir. Me muerdo el labio, sintiendo cómo mi sangre se va calentando y el simple hecho de verla pelear me vuelve loco. De la misma forma, mi erección lo demuestra.
Esta mujer enciende mi cuerpo solo con el frío azul de sus ojos.
La arrincono en la pared, atrapando amabas muñecas por encima de su cabeza con una sola mano. Ella se retuerce en mi agarre con la intención de liberarse, pero antes de eso, estampo mi boca contra la suya, silenciando todas sus quejas. Sus labios me reciben con la misma intensidad, con el deseo, pero aun así puedo sentir cómo su cuerpo lucha contra mí.
Impongo mi cuerpo sobre ella, para que cesen sus movimientos, aunque sus muñecas no paran de luchar. Nuestras respiraciones y el sonido del agua llena la habitación. Ansiando más de ella, muerdo su labio inferior, recibiendo un gemido de su parte, dándome libertad para meter mi lengua. Me abro paso en su boca con movimientos rápidos y audaces, haciéndome adicto de su sabor, mientras que bajo la mano por su cintura.
A pesar de que el agua que nos golpea es fría, la temperatura de su piel arde en llamas, me complace ser yo el causante. Me acerco al botón de sus pantalones abriéndolos, pero no todo sale como yo quiero, porque cuando intento bajar la prenda, se me complica demasiado por el agua.
Gruño de frustración soltando sus labios de mala gana, solo para concentrarme en la acción. Cada vez se me complica más y lo empeora más la risita burlona que suelta ella.
—¿Necesitas ayuda, profesor?
La miro a través de mis pestañas, sin dejar de intentar bajar la prenda por sus piernas. Ella se queda congelada, mientras yo lucho contra su pantalón, mirándome con superioridad. Hago más fuerza, ya dejándome de importar romper la prenda. Es más, es lo que más deseo en estos instantes.
Su carcajada se hace mayor cuando me pongo de rodillas y el pantalón no parece querer salir.
—Ropa del demonio.
Es algo ridículo, estar gruñendo por un simple pantalón, pero he perdido tanto la cabeza por Denise que cualquier cosa me parece que es un obstáculo.
—Oh, qué bien, mira a un profesor maldiciendo por la ropa, es un concepto interesante.
—Cierra la boca— le advierto también con la mirada, ya sin paciencia.
—Te entiendo, tuviste una dura pelea.
Antes de que pudiera decir otra palabra más, me deshago de la prenda, poniéndome en pie. Con rapidez la pongo de frente a las baldosas, con ambas manos cruzadas en la espalda. Me aseguro de pegarme a su cuerpo para que sienta lo excitado que estoy, solo por ella. Su boca se abre, no quiere emitir ningún sonido para no darme la victoria.
Su pequeño cuerpo se ajusta al mío, de forma tan maravillosa que eso solo me excita más. Su piel rosada, ya marcada como mía por mi boca y mis manos, ahora se encuentra más sonrojada todavía. La manera en que se encuentra arqueada, a pesar del brasier, como sus pezones, son dos puntas que anhelan mi toque. Y solo para molestarla, rozo mi mano por ellos, sintiendo cómo su cuerpo tiembla.
Sonrío con malicia subiendo mi mano libre a su cuello, mientras me acerco al lóbulo de su oreja para morderlo. —Me encanta cómo te escuchas y el cómo tu cuerpo se estremece por mí.
—No te hagas el creído, Kevin.
Paseo mi boca por la unión de su hombro y cuello, dejando un cardenal de delicadas marcas que la hacen suspirar, aunque intente no demostrarlo. Me deshago de su brasier para luego jugar con uno de sus pezones. Denise reprime sus gemidos, pero puedo sentir cómo su piel se eriza bajo mi tacto. Los dos sabemos que esta lucha de poder solo aumenta el deseo, así como la excitación entre los dos.
—Mi pequeña —acaricio el apodo que le di, de la misma manera en que mi mano baja por su vientre adentrándose a su ropa interior —La venganza es tentadora, ¿no lo sabías?
Cuando compruebo su excitación con mis dedos, la acaricio, ella no puede soportar por mucho más tiempo su gemido. Su cabeza se echa hacia atrás a la vez que cierra sus ojos; mi propio cuerpo reacciona a la fricción que hace con mi erección. Hago el mismo movimiento, de encerrar sus manos contra la pared, pero ahora entrelazo mis dedos a los suyos. Su cuerpo la traiciona y se mueve buscando más del placer que le brindan mis dedos.
Mi pequeña alumna no deja de moverse contra mis dedos, para buscar esa dulce culminación que la lleva al éxtasis. Mi erección duele y se incrementa con la fricción que tiene ella constantemente; aun así, no puedo decirle que pare, porque al parecer ella también lo siente.
Su cuerpo comienza a temblar con más fuerza y aumento la rapidez, pero jugando con ella, introduzco el dedo del medio. Veo fascinado, cómo su cuerpo se paraliza, segundos después el orgasmo arrasa con su cordura, porque sus gritos son tan fuera de sí que casi me hacen llegar al éxtasis a mí, solo con ver su placer.
Casi se desvanece en mis brazos, pero soy más rápido en deshacerme de su ropa interior para alzarla en brazos. Denise se envuelve a mí con brazos y piernas, pero vuelve a gritar cuando, sin deshacerme de mi ropa, su cuerpo me recibe.
He perdido la razón por completo, pero solo puedo pensar en su cuerpo hermoso, sosteniéndose de la pared y recibiendo todos mis embistes. La veo rebotando sobre mi erección y sus ojos azules me piden por más.
—Kevin.
Mi nombre en sus labios solo hace que aumente la velocidad. Ella aprieta mi cabello con fuerza y se sostiene de mi antebrazo mientras sigue gritando de placer. Me recibe con otro orgasmo que la hace poner los ojos en blancos, mientras yo sigo alargando ese éxtasis sin dejar de moverme. Pierdo el sentido, veo puntos blancos cuando, al final, yo también culmino ahogado en placer.
—Te voy a matar, Kevin —beso sus labios con una sonrisa, cuando ella dice eso a pesar del cansancio notable que tiene.
—¿Quieres tomar un baño?
Minutos después, miro embobado como mi novia de 18 años, que cocina con total agilidad en mi cocina. Es la mayor de las tonterías, pero ese simple hecho, hace que mi corazón se sienta alterado. Ver la comodidad que tiene en mi casa es algo... que, aunque intente explicarlo, no tengo palabras para hacerlo.
Han pasado solo cuatro días de lo ocurrido con Marcia y es triste ver a una chica tan alegre como ella ser reducida en una cama de hospital por unos golpes. Denise, esa noche, estuvo hablando con Bonnie, la abuela de Marcia, y me dolió el corazón al ver la tristeza de las mujeres. Había mucho que decir detrás de lo ocurrido con Marcia, pero Denise no quería hablar y yo no quería obligarla.
Estos días, la he llevado al hospital a ver a la chica. Mi alivio es que mi pequeña no está pasando por esto sola y tiene amigos a su lado, a Julia, quien también ha sido un soporte grande.
—¿Quieres ayuda, guapa?
La mencionada me mira por encima del hombro con enojo, uno que solo me hace reír. Estoy sentado al otro lado de la isla, por orden de ella, mientras la veo trabajar en silencio. Se voltea y abro los ojos con diversión, cuando veo que me apunta con una cuchara de madera.
—Tienes prohibido acercarte a mí.
—Vamos, pequeña, sabes que no puedes hacerme eso —aun en contra de sus palabras, me pongo en pie despacio para ir hacia donde se encuentro.
—Tampoco me digas pequeña, lo tienes prohibido.
Antes de que pueda quejarse, le doy un rápido beso en los labios para silenciarla y luego mirarla a los ojos.
—Te amo, Denise —ella abre los ojos con impresión y se queda mirándome, como si aún no creyera las palabras que salen de mi boca —Es una locura lo que siento, lo admito, pero te amo tanto, que ya el miedo no existe en mí.
Sus mejillas se sonrojan, las estrellas bailan en sus ojos como tanto me gustan a mí, tan únicas y bellas.
—Te amo, Kevin —me quedo en blanco cuando ella habla —Esto es nuevo para mí, y me costó mucho saber lo que sentía, pero sé que no se va a ir —me da una bella sonrisa. —Te amo, aunque en ocasiones seas un imbécil.
Mi carcajada escapa de mi boca sin poder evitarlo y aprieto el abrazo en su cuerpo. —No puedo creer que hayas ofendido a tu profesor.
Ella se encoge de hombros como si nada —No estamos en la escuela.
/////////////////////
Denise
Miro el mensaje con una sonrisa, sin dejar de pensar en que el dueño de este mensaje no me quiso dejar venir. Es verdad que esta hora es bastante inusual para estar en la enfermería de la escuela. Pero lo más raro, es la falta repentina de suministros que tenemos, de la noche a la mañana dejaron de venir y ahora estamos con la soga a la garganta por la escasez.
Lo peor de todo, es que se acercan los juegos escolares que se celebran cada año y la escuela, como cada año es la sede, la pobre Julia está que se arranca los pelos del estrés. Le dije que eso podía traerle arrugas; salí viva de milagro.
Una sonrisa se escapa de mis labios al recordar ese momento, me hizo trabajar el doble, pero me dio comida, eso importa.
Incluso me ha enseñado a cómo curar heridas más profundas... y cómo influir un poco de dolor si te joden mucho.
No sé si decidir si es una buena o mala influencia...
Solo aseguro que en estos días atrás no me ha dejado y se ha quedado a mi lado en cada momento... como si supiera a la perfección de que la necesitaba.
Envío el mensaje a Kevin de que termino en una hora y de que no estoy sola... aunque ahora Julia salió un momento. La noche ha caído hace mucho y comprendo la razón por la que Kevin se preocupa tanto. Desde lo ocurrido en casa de Marcia, se ha vuelto mucho más sobre protector.
A tal punto de que he tenido miedo de que sea tan obvio que hasta su hermana se dé cuenta de lo que ocurre entre los dos. Pero no puedo evitar que me gusta cuando es así conmigo, bueno... hasta que se pone un poco imbécil, pero la más tonta soy yo cuando lo amo, incluso cuando es así.
Siento un ruido a mi espalda y sonrío, cuando me imagino de quién se trata. Me volteo dispuesta a hablar, pero mi voz se congela cuando veo a alguien completamente diferente a quien me esperaba.
La libreta que tengo en la mano cae al piso de forma silenciosa, o soy yo la que tal vez dejé de escuchar todos los sonidos a mi alrededor, cuando veo al hombre vestido de negro y solo con sus ojos al descubierto. Un brillo me llama la atención, mis rodillas tiemblan cuando noto el arma blanca en sus manos.
Odio esta sensación...
Este sentimiento de querer luchar, pero no poder hacer nada porque tu cuerpo se congela por completo. Quiero gritar, pero la garganta se cierra, ni siquiera sé si puedo correr.
Suelto un quejido cuando el hombre me estampa contra la pared a mi espalda, cerrando su mano sobre mi garganta. Abro la boca buscando el aire, pero no puedo. Cuando me alza en peso, pataleo y el frío me envuelve cuando veo su mirada.
¿Voy a morir?
Araño su mano con mis uñas en vano, sintiendo ganas de llorar, no solo por la falta de aire.
Debí decirle más seguido a Kevin que lo amaba...
Debí decirle más seguido a mi padre que era un hombre excelente...
Debí decirle a mi hermano desde antes, que siguiera su sueño y lo que anhelara su corazón...
Debí de agradecerles a mis amigos que se quedaran a mi lado...
Debí de hacer tanto...
Y el miedo me detuvo...
Pero ahora voy a morir ¿No es eso lo que va a pasar? Creo que estoy segura de eso. Mis pulmones arden, y aun en su último intento, siguen rogando por aire.
Es en vano Denise...
Al final no fue tan malo, nadie va a ver esto, fuiste muy feliz este año, debes estar contenta.
Entonces ¿Por qué quema tanto?
La oscuridad me recibe y la sigo odiando como la primera vez, quiero alejarla, pero tal vez ya no puedo, tal vez estoy destinada a quedarme para siempre retenida en este infierno, en mi propio infierno.
Quiero recordar mi vida, aunque no haya sido buena, quiero verla por última vez.
En cambio, siento como me ahogo y mis propios pulmones no consiguen el tan anhelado aire, solo puedo sentir el sordo latir del corazón en mi pecho. Estoy mareada cuando mis ojos se abren, mi vista es borrosa, logro ponerme sobre mis rodillas luchando por conseguir lo que tanto me falta, el aire.
Estoy viva...
¿Cómo fue?
Mi vista se aclara y el carmín se escurre entre mis dedos. No soy yo, no es mi sangre, no soy yo, ¿Por qué no soy yo?
Alzo la vista y todo se viene abajo...
¿Por qué?
Veo sus ojos abiertos y ya no tienen brillo, ya no tienen vida... y es mi culpa.
Desgraciadamente, reconozco el miedo, la vida se burló de mi sonrisa, recordándome lo cruel que puede ser.
Mi miedo siempre estaba ahí, yo quise fingir por una vez que no existía... no debí cometer ese error.
Esa pesadilla cumplida, sabiendo que puedes perder todo en un respiro, en un aliento, todo se evapora.
Qué cruel...
Que cruel es sentirse protegida por alguien que llegó a tu vida como una veloz brisa. Pero se aseguró de que la tormenta de tu corazón fuera calmada.
Que cruel que todo ese amor que anhelaste de tu madre, fuera regalado por una extraña que aparece de repente... y ahora sostengo su cuerpo sin vida, porque el mundo es cruel.
Aunque le ruegue que abra sus ojos sé que es en vano, no puedo despertar de esta pesadilla.
Ella se fue...
Julia se fue...
Pero el dolor, la ira, se filtran a través de las lágrimas. Sintiendo como el mundo se deshace a mis pies.
Su piel está fría contra mi mano mientras sostengo su cara. Su sonrisa se desvaneció, me mezo con su cuerpo siendo sostenido por mis brazos. Tal vez si la abrazo con fuerza le devuelva la calidez de su piel. Tal vez... si cierro los ojos volveré a los brazos de Kevin y esta pesadilla no se cumpliría.
Tal vez si me hubiera alejado...
Me duele el pecho...
Me falta la respiración, la sensación de ahogo se ajusta en mi garganta y me da miedo.
Mi grito resuena en mi mente, pero hace eco en el silencio burlón de la noche, de los pasillos. Mi voz se rompe en gritos y no puedo parar, porque el maldito miedo se burló de mí.
El terror de perder lo que amo.
De que se me fuera arrebatado... de la misma forma que le arrebataron la vida a la persona que en menos de un año hizo más que mi madre en toda mi vida.
Julia... no quiero decirte adiós.
No lo merece.
Es mi culpa...
Esa debo ser yo...
Solo... debo alejarme... antes de perder a los que amo.
Porque no merezco amor.
No me maten por favor, Julia es de mis personajes favoritos. Por eso mientras escribía esto no dejé de llorar, yo también sufrí mucho.
No olviden que los quiero, así que no me maten
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