28
Denise
Mi cabeza palpita con fuerza, el dolor no cesa, gimo con un sollozo saliendo de mis labios, cuando un pinchazo me hala hacia atrás. Al intentar abrir mis ojos me siento mareada, los oídos me silban, un quejido se escapa de mi boca, pero sigo sin poder abrir mis ojos. Poco a poco, mis sentidos luchan por recuperarse, pero lo primero que siento luego del dolor, es como mi cuerpo es arrastrado.
Otro pinchazo mucho más fuerte me despierta por completo y lo que veo me congela la piel. Mi cuerpo es arrastrado de alguna forma; de repente, todo lo ocurrido llega a mi cabeza. Gimo de dolor cuando me doy cuenta por dónde estoy siendo arrastrada. En un instinto, alzo mis manos para que me suelte el pelo.
En cambio, hace todo lo contrario, ese hombre sigue arrastrándome como si fuera una muñeca de trapo. Pataleo con fuerza, golpeando su mano con mi puño para que me suelte.
—¡Suéltame!
Sé que se trata de él, aunque se quede en silencio. Las lágrimas se asoman por mis ojos, pero me niego a llorar frente a un asqueroso como él. Me roba el aire, cuando me manipula mediante su agarre mi cabello, lanzándome por los aires hasta que aterrizo en el sofá. A través de mi pelo, mi vista capta a Anna aún inconsciente en el suelo. Mi cabeza sigue palpitando, pero soy consciente de que tengo que salir de aquí.
Aun con el mareo persistente, me intento levantar del sofá, pero una mano en mi tobillo me lo impide. Grito cuando se cierne sobre mí con las rodillas a cada lado de mi cadera. Golpeo su torso a gritos de que se detenga, pero es inútil.
—Maldita perra.
Su puño cae pesado sobre mi pómulo tres veces y siento el sabor de la sangre, a la vez que todo a mi alrededor se oscurece por momentos, como si perdiera la conciencia. Reacciono cuando siento una mano gorda subir por el costado de mi cintura que me produce arcadas.
Mi mente actúa con rapidez y agarro lo primero que tengo en la mano, estampando lo que parece ser un búcaro por su cabeza. Él suelta un gruñido ronco desde el fondo de su garganta cayendo hacia atrás, destrozando la mesa de cristal que está en el centro. Yo, con rapidez, me apresuro de huir, pero se ve destruido nuevamente cuando me sujetan de mi polo azul haciéndolo pedazos.
Por segunda vez él, está sobre mí en el piso, pero en esta ocasión me aseguro de golpear su cara con mis piernas, luchando para deshacerme de alguna manera de su ataque. Mi garganta arde por los gritos, pero me aseguro de hacerlo con todas mis fuerzas. Lo miro a los ojos con toda la ira posible que hay en mi interior y de que no vea el miedo en mí.
Cuando él alza las manos con la intención de golpearme por cuarta vez, la puerta es abierta de forma tan abrupta, que me cuesta asimilar que la policía había entrado para inmovilizar a ese asqueroso. Me quedo congelada en el lugar, viendo todo el movimiento y mis manos actúan por instinto al cubrirme.
Con todo el ruido a mi alrededor, aún no caigo en la realidad del momento de lo que está pasando, de lo que recién ocurrió en casa de Marcia. Me encuentro tan perdida, ni siquiera pienso en cómo se pueden encontrar Anna, o la misma Marcia.
Una oficial me ofrece su chaqueta, cubriendo mis hombros y cuando salgo a la calle, el frío me recibe, así como los ojos curiosos de todas las personas, es cuando caigo en la realidad.
Bajo la cabeza, sin tener ánimos de enfrentarme a esas personas, pero una voz hace que el ruido se cuele por mis oídos, son unas voces a lo lejos que me hacen sentir tranquila.
—¡Denise!
Alzo inmediatamente la cabeza, viendo el miedo en tres pares de ojos, tanto, que los sentimientos me abruman, sacando las lágrimas que había reprimido hace unos minutos. Me estremezco ante el abrazo de mi padre, pero me relajo en sus brazos y sigo llorando. Mi mente se conecta con dos personas más. Me alejo para verlos a los ojos y no puedo evitar reconocer el miedo junto con la preocupación.
—Ellas...
—Ya llevaron a tus amigas al hospital—a pesar de lo nervioso que él se pueda encontrar, agradezco la tranquilidad que su voz me ofrece.
Vuelvo a refugiarme en sus brazos, por encima de su hombro, notando la preocupación de Kiara, quien me da una sonrisa. Pero a su lado está él, mi novio... demostrando que no está para nada contento. Sus ojos me muestran tantas cosas y tan silencioso con el mundo, pero no conmigo, tanto así que soy consciente de lo que está gritando.
Está muy preocupado, se nota su miedo también y lo fuera de sí que se encuentra, lo entiendo. Su postura tensa revela lo poco que le falta para perder el control. Su mirada es dura, percibo la misma aura peligrosa, como aquella vez en el gimnasio. Aunque Crystal tiene razón en una cosa, solo yo calmo a la bestia. Porque en el instante que sus ojos se cruzan con los míos, estos se suavizan.
Aunque la tensión no desaparece.
Cuando voy a irme en la ambulancia, Kiara se brinda a ir conmigo para que mi padre pueda ir en el carro y Kevin nos siga en el de ella. Me siento un poco decepcionada, porque quería sentirme segura en los brazos de Kevin y así tal vez olvidar un poco lo ocurrido, pero sé que es imposible con dos pares de ojos, o más, debo decir, sobre nosotros, así que soporto en silencio.
Mientras en silencio viajábamos, mi mente recrea todo lo ocurrido en casa de Marcia, e intento con notable esfuerzo no estremecerme ante la sensación de esas manos recorriendo mi cuerpo. Kiara toma mi mano y en silencio me dijo que si no quiero hablar, ella solo va a estar ahí a mi lado.
A pesar de todo lo ocurrido, me siento tan protegida y tan querida solo con la mirada de tres personas.
Eso que pensé que nunca tenía...
Que nunca me merecía...
Pero aquí estoy hoy, sin poder querer derrumbarme, porque sé que hay más personas que se preocupan por mí.
Kiara me acompaña por los pasillos del hospital, quiero preguntar por Marcia y por Anna, pero la enfermera me dice que no tiene noticias, que cuando me cure me dirá.
La herida en mi sien sigue palpitando, pero ya no sangra demasiado, aunque la molestia no se va. Lo más doloroso de todo es el golpe de mi pómulo, que hincha parte de mi ojo, no me hace falta mucho para saber que tomaría una tonalidad muy fea. En mis costillas tengo uno que otro hematoma, pero nada más grave, de igual forma con mi labio partido.
Por suerte mi espalda está limpia, en muchos sentidos, cuando me quito la chaqueta.
—¿Te sientes bien?
Miro a Kiara y le doy una suave sonrisa, pero esta no es falsa. A pesar de todo lo ocurrido, de que no sé de mis amigas, de la horrible sensación en mi piel por las manos de ese asqueroso y de los golpes... me siento de alguna forma, tranquila, por así decirlo. No es una experiencia agradable, al contrario, pero estoy orgullosa de mí misma. Porque no le demostré miedo, no lloré, porque luché, me hace sentir bien conmigo misma.
—Bien, en lo que se puede decir—me encojo de hombros—¿Cómo lo supiste?
—Mi hermano me pidió el auto prestado hasta que el suyo se arreglara, yo lo recogí y fue en el momento en donde le mandaste el mensaje, le dije que no había problema si quería ver a la chica, cuando llegamos ya la policía había llegado.
Muevo mi mano hasta mi cabeza, en donde hago una mueca cuando toco la venda, en donde hace unos minutos había una herida molesta que palpitaba.
—No recuerdo mucho, todo fue muy rápido.
—Según escuché, tu amiga gritó luego de que te golpeó, eso alertó a la vecina que llamó a la policía, declaró que también escuchó muchos gritos días atrás.
Miro a Kiara mientras un mal sabor se asienta en mi boca, esta sensación amarga que me abarca, no solo es por lo vivido. Algo se revela ante mí y quiero ignorarlo, quiero fingir que es mentira.
Me pongo en pie, ignorando los pasos de Kiara tras de mí, junto con su advertencia de que tengo que descansar. Debo admitir que me mareé un poco por el movimiento tan rápido, pero me deslizo por los pasillos y, al doblar, me encuentro con mis amigos con expresiones serias en el corredor.
—Denise.
Jonh es el primero en notarme, en menos de un segundo, los tengo a todos rodeándome y preguntándome como me encuentro. Se preocuparon por mi golpe, aunque quiero decirle que estoy bien, no puedo dejar de pensar en una cosa.
—¿Cómo están?
Todos se miran entre sí y Steve decide que va a hablar él. Lo comprendo, de todos, él es que siempre mantiene la postura en cada momento.
—Anna está bien, tiene un feo golpe en la cabeza, pero no corre ningún peligro para su vida.
—Y Marcia...
Desde que lo conozco... esta es la primera vez que veo cómo su expresión se transforma en algo distinto, una mezcla de tristeza con ira. Suspira, como si le costara, sacar las palabras de su garganta.
—El estado de Marcia era crítico cuando llegó al hospital, tenía mucho daño.
—¿Ahora está mejor? —quiero desaparecer la realidad ante mí, eso es lo que intento hacer en estos instantes. Todos se miran entre sí sin saber si decirme o no—Steve.
Mi voz suena más como una súplica, quiero saber y que no me escondan nada. —El médico nos dijo que su cuerpo está muy debilitado y no solo por los golpes.
—La policía viene en camino—mencionó Jake a mi lado, que lo veo alerta por si colapso en cualquier momento, siento que puede suceder—Al parecer... Marcia lleva sufriendo ese tipo de maltrato desde que es una niña... su cuerpo cedió ante los daños y... cayó en coma.
Lo hice...
Por más que lo intento, no puedo soportar el peso de las palabras y mis piernas ceden, pero antes de que pueda caer al piso, los brazos de Jake me sostienen por la cintura.
Nuevamente, siento unos brazos conocidos y sé que se trata de mi padre que me sostiene en pie para abrazarme. Vuelvo a sentir el sabor amargo en mi garganta, haciendo que mis lágrimas se escurran por mis mejillas, deslumbrando como todo se derrumba ante mis ojos sin poder detenerlo.
Unos suaves pasos se acercan y mis ojos se mueven hasta ellos. Una señora mayor me recibe con unos suaves ojos cafés, que me recuerdan a los amables de mi amiga, aunque lo único que puedo ver en ellos es la tristeza reflejada. Mis lágrimas se secan por la intriga por saber quién es ella, más aún cuando se detiene frente a mí.
—¿Tú eres, Denise Hyucket? —asiento, aun siendo envuelta por los brazos de mi padre. Su sonrisa es suave y gentil, aunque a mis ojos no se escapa que ese gesto no llega a sus ojos. —Me alegra saberlo, mi nieta me ha hablado mucho de ti.
—¿N-nieta?
—Un gusto cariño, soy Bonnie Robinson, abuela de Marcia.
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Kevin
¿Se han sentido como si estuvieran en una caja y esta te asfixiara tanto que no puedes respirar?
Así me siento yo.
Cuando vi su figura diminuta, temblando, sus ojos perdidos en la nada y con el miedo nadando en ellos, me sentí sin oxígeno. Lo peor de todo, es cuando vi que estaba herida. Pensé qué era capaz de hacer que este mundo explotara, específicamente al desgraciado que se atrevió a ponerle una mano encima.
Quería sostenerla en mis brazos, pero no era lo más sensato con todos mirando... además, ya ni siquiera debo ponerme a pensar que cerca de ella mi control tiende a desaparecer, y temía que empeorara las cosas en general.
Pero no me iba a arrepentir de dejar muerto a ese hijo de perra.
Tal vez tenga una oportunidad de verlo a solas...
Pero debo admitir que es una tortura ver a los lejos cómo todos se acercan a consolarla, mientras yo aprieto los puños de la frustración. Al saber que no es correcto sostenerla de la manera en que lo deseo, no puedo protegerla ahora... porque solo soy su profesor.
Solo puedo mandar un simple mensaje y ahora esa persona está a su lado, acariciando su cabello con ternura. Se ve tranquila al lado de Julia, quien vino al instante luego de que le avisé. No se fue de su lado aun cuando Denise estuvo hablando por casi una hora con Bonnie, la abuela de Marcia. Quien fue llamada luego por el médico
Algo en mí se alivió al saber que al menos pude hacer que sus lágrimas se detuvieran. Se tensiona ligeramente junto a Julia, cuando la policía se acerca para su declaración.
Realmente odio que tenga que volver a recordar todo lo ocurrido.
Realmente odio con todo mi cuerpo que haya pasado por algo tan desagradable como esto.
Ella no se lo merece, merece todo lo bueno, todo menos que un infeliz intente violarla.
Suspiro, sin poder hacer nada con mi estado de ánimo, y decido que es mejor dar un paseo. Ir a la cafetería y de paso tomar un café, puedo traerle algo de tomar a ella, disimulo también trayéndole al resto. No me puedo creer lo ridículo que estoy actuando, pero es que nunca me he sentido tan atado de manos.
Mi mirada se pierde en las paredes de los pasillos, mientras voy caminando hasta que me detengo de forma abrupta, sintiendo como el volcán en mi sangre vuelve a rebullir furioso, el cual se había enfriado por sus suaves ojos azules, ahora no hay forma de calmarlo cuando veo al hombre que le hizo daño a mi pequeña.
Solo hay una enfermera y un oficial de policía en la habitación, mientras la primera lo cura. Mi mente va a millón, que por un momento pensé qué soy capaz de noquear al oficial. La ira se cierne sobre mí como una segunda piel; estoy a segundos de tocar el pomo de la puerta, cuando unas delicadas manos sostienen mis muñecas.
Miro a mi hermana y ella, a pesar de ser más baja que yo, mantiene su mirada firme ante mí. —No cometas un error.
—Es un infeliz desgraciado.
Tocó a mi pequeña y quiero matarlo por eso.
Es lo que quiero decir, pero sé controlar mis palabras lo mejor que puedo, aunque no sé si soy capaz de obtener más control cuando estoy tan cerca de él.
—Lo sé, pero el golpearlo no va a mejorar las cosas.
—No merece compasión —siento casi como si hubiera gruñido, cualquier otra persona se hubiera asustado, pero es mi hermana la que está aquí, así que sé que por muy irracional que me comporte, ella no se va a asustar, al contrario, creo que ella es la única que es capaz de intentar calmarme.
Excepto mi pequeña.
Volver a pensar en ella, en el cómo ese mal nacido puso sus manos asquerosas sobre su delicada piel, solo me hace perder más la cabeza.
—Vas a empeorar las cosas para ti.
—Me importa poco, vale la pena —voy a dar un paso para entrar, pero ella bloquea la puerta con su cuerpo.
—Sé que por Denise vale la pena, pero ella no se va a sentir bien si su novio está tras las rejas.
El volcán se congeló y la burbuja se reventó en mi cara, mientras observo la expresión de mi hermana. La abogada... quien acaba de revelar que su hermano está saliendo con una estudiante, está más tranquila de lo esperado. En cambio, yo me quedo en blanco y no sé si aceptar la realidad o negarlo.
Pero antes de que yo tenga una opción, ella me toma de la mano alejándome del corredor. A pesar de mi gran tamaño, me dejo llevar por mi hermana como si fuera una pluma. Siento unas cuantas miradas sobre nosotros mientras nos encaminamos a lo que parece que es la azotea.
Cuando atravesamos la puerta, el aire frío golpea mi rostro, pero ni siquiera me afecta, de seguro porque mi temperatura ya está baja al recordar las palabras de mi hermana. La mencionada, se asegura de que la puerta a nuestra espalda se encuentre cerrada y me mira con seriedad, ¿yo? Sigo sin poder analizar correctamente las palabras de mi hermana.
¿Ella sabe lo que yo siento por Denise?
¿Desde cuándo?
¿Sabe de nuestra relación?
—Dime las preguntas y te las voy a responder—es demasiado obvio para mi hermana que miles de preguntas se están gestando en mi cabeza, pero ahora mismo no sé cómo decirlas.
—¿Cómo?
—Desde el primer día me di cuenta de que había algo entre ustedes —se encoge de hombros, como si no hubiera descubierto a su hermano pequeño con una estudiante, que para peor el caso, es su alumna —Pero con el tiempo vi la interacción de los dos.
—¿Cuándo lo confirmaste?
—¿La relación de los dos? ¿Lo que sentías por ella? ¿O qué ella también te amaba?
Me alza una ceja interrogativa, odio con tantas fuerzas que utilice sus habilidades de abogada en mi contra. Trago saliva nervioso mientras no bajo la vista ante ella.
—¿Todo?
No es momento para reír... para mí, pero mi hermana no puedo contener la sonrisa al ver lo nervioso que me encuentro. Suspira como si yo ahora mismo no estuviera con temblores y en cualquier momento me fuera a dar un ataque de pánico.
¿Alguna vez pasaron de la furia incontrolable al pánico? Yo lo hice ahora.
—Confirmé tus sentimientos mientras pasabas el tiempo junto a ella, la forma en la que la mirabas, el cómo te comportabas a tu lado, por mucho que intentaras esconderlo no podías ignorar tus sentimientos—se cruza de brazos y sé por ese gesto que va a seguir hablando—ella tampoco podía esconderlo, aunque tardó más y no se veía segura, confirmé lo de los dos la noche del festival, los vi besándose en la lluvia.
Mis puños se ponen blancos por la fuerza, mientras calmo el torbellino en mi interior y la miro con firmeza—¿Qué harás ahora?
—¿Ahora? Voy a controlar a mi hermano menor de que cometa un crimen.
—¿Y luego?
La muy maldita se ríe en mi cara y me cuesta mucho no decirle nada, porque ahora me encuentro en sus manos—¿Qué quieres decir?
—Kiara, por favor—le digo casi en un susurro, pero ella es capaz de escucharlo.
—¿Quieres decir como reaccionaré a que mi hermano esté en una relación con estudiante 10 años menor que él y que de paso es su alumna? —casi gimo de frustración ante lo mala que está siendo Kiara conmigo, siento su risa y vuelvo los ojos sobre ella —No diré nada Kevin.
—¿Por qué?
—¿No te es suficiente la razón de que eres mi hermano y quiero protegerte?
—Miéntele a otro, no me lo creo.
Parece que lo único que no puede dejar de hacer ella es reírse, lo peor de todo es que soy consciente de que se está riendo de mi desgracia.
—Tengo mis razones y eso es todo lo que diré.
Sé que yo no voy a poder sacarle una palabra por lo que me resigno—No le digas a Denise nada—solo le pido eso.
—No te preocupes Kevin, solo ten más cuidado—asiento, teniendo muy en cuenta cada una de sus palabras—vamos a volver y vas a guardar la calma hasta que regresemos a casa.
Como un niño, en silencio la sigo por los pasillos, porque soy consciente de que ella tiene toda la razón y debo de guardar la compostura, especialmente por mi pequeña. Cuando la veo, con una suave sonrisa en sus labios junto a Julia, me alivia el corazón y el nudo que estaba asfixiándome se deshace.
Veo un reflejo a los lejos, pero mi concentración solo está centrada en mi novia... cuando todo explota.
Al parecer, estaban trasladando al atacante, el padre de Marcia, quien tiene una herida bien fea en la cabeza, cortesía de mi chica, tal parece que él no se quedó satisfecho. Veo de primera como se deshace del agarre de la policía, aun con las muñecas esposadas, atropellando todo lo que ve en el camino con un objetivo en la vista, mi Denise.
Cuando los oficiales reaccionaron de lo que estaba ocurriendo, ya yo me encuentro agarrando la nuca de ese desgraciado, estampando su cara en el piso en un ruido sordo que resuena por todo el pasillo. Siento un alivio recorrer en todo mi sistema cuando hice esto, pero aun así, no me es satisfactorio, por lo que doblo su brazo tras su espalda y pongo mi pie encima.
Su grito suena alto y yo lo miro disfrutando de su dolor, aunque me sigue pareciendo poco—No solo golpeaste a tres mujeres, dejaste en coma a tu hija debido a años de violencia infantil e intentaste violar a una alumna—a "MI pequeña" resuena en mi mente, pero me guardo las palabras, en cambio, sale un gruñido—No has aprendido la lección al parecer.
La buena suerte de él, es que mi hermana me aparta y que los oficiales lo ponen de pie. Su nariz se había roto, al igual que su hombro, ninguna de las enfermeras se brindó a hacerlo, aunque es su trabajo y la policía no insistió en hacerlo.
Me volteo a ver sus ojos azules que me devuelven la mirada con fijación. Busco en sus azules el miedo y que se sienta asustada, pero no, no baja la mirada en ningún momento, no es sorpresa para mí que la lava en mi sangre se va enfriando por su causa.
Relajo mi postura y me abstengo de acercarme, aunque lo deseo—¿Te encuentras bien Denise?
Ella me envuelve con su mirada, tengo que luchar contra mi cuerpo para no estrecharla entre los míos para protegerla como tenía que haber hecho desde un inicio.
—Sí, me encuentro bien, muchas gracias... profesor.
Me volteo a ver a mi hermana y le digo con un gesto de que voy a esperar en el auto. Es lo mejor que puedo hacer en estos momentos, con una mirada espero que ella también entienda. Camino por los corredores, esperando y rezando que los minutos pasen volando solo para acabar con esta pesadilla.
Nunca me he sentido tan asfixiado aun cuando las cosas no pasan a peor.
Puede ser por el simple hecho de que en muy poco tiempo me he acostumbrado a no esconder lo que siento... es agobiante.
Al fin que puedo decirle de frente todo lo que mi pecho anhela y ahora... tengo que esconderlo. Aun cuando mi parte racional, me grita que hay que mantener el sentido frente a tantas personas y es normal que mantengamos la discreción cuando nuestra relación es secreta.
Claro... excepto para mi hermana.
Y hablando del Diablo. Se monta en el asiento del copiloto con la mirada tranquila sin decir una palabra, hasta que rompe el silencio—El señor Hyucket va a acompañar a su hija a casa, es mejor que nos vayamos para que no vea como su profesor merodea la casa de su hija.
Asiento sin decir una palabra, porque ella tiene toda la razón. Cuando ya nos vamos, veo a Denise saliendo con su padre y Julia, me aseguro de no perderme en su imagen y desaparecemos del hospital.
Minutos después, estoy esperando con desesperación en la habitación de ella. Doy más de cien vueltas por la habitación, controlando las ganas de llamarla. Parece una locura, pero tengo que verla antes de que termine la noche o si no, ahí si pierdo toda la cordura.
Me quedo congelado cuando siento unos pasos a la habitación y la adrenalina arde en mis venas al notar que puede ser ella de quien se trata, pero todo se cae abajo cuando siento la voz de su padre. Me hubiera reído, si no fuera yo quien corre hasta el baño para esconderse de su suegro.
Dios mío... esta niña ha acabado con mi raciocinio, o lo poco que queda de ella.
—¿Estás segura de que no quieres ir conmigo a casa? —reconozco la voz de su padre cuando atraviesan la puerta.
Me siento mal por escuchar una conversación que no me concierne, más aún a escondidas, pero la parte más egoísta de mí quiere saber la respuesta de Denise a esa pregunta.
—No te preocupes papá, estoy bien.
—Siento lo de tu amiga cariño.
—Yo también papá—quiero salir para abrazarla, porque escucho la tristeza en su voz—pero ella es fuerte, va a superar esto.
—Vamos conmigo a casa, podemos descansar y ver una película.
—Prometo que lo haremos papá, ahora solo quiero descansar.
—Sabes que ya no tienes que vivir con ella—se refiere a mi hermana—mi apartamento tiene espacio para los dos.
—Ellos me han recibido como su familia y me siento en casa papá, no quiero dejar esto porque aquí me siento tranquila y en paz, ya no tengo miedo.
El silencio se hace eterno en la habitación y sin verlos sé que la tensión entre los dos es demasiado palpable. Está claro que además de mí, nadie sabe por lo que ha pasado Denise. Su forma de comportarse las veces anteriores, ella lo escondió por años, así que no me es ninguna sorpresa que su padre sea ajeno a todo eso.
La sorpresa fueron las palabras de la propia Denise.
—¿De qué hablas Denise?
La mencionada se queda en silencio, como buscando que contestar—Es más fácil de convivir que cuando lo hacía con mamá, eso lo sabes, estoy cansada papá.
—Está bien, por esta noche te dejo en paz, pero vamos a volver a hablar.
—Te quiero papá, no le digas a David.
—Sabes que se va a molestar ¿verdad?
—Ya me entenderé con él.
Hubo un pequeño silencio hasta que el mayor vuelve a romper el silencio—Me gusta tu profesor, se ve que cuida mucho de sus alumnos.
—Si—casi puedo verla encogiéndose de hombros restándole importancia—es aceptable.
Sonrío sin mucha gracia cuando la escucho, aun cuando soy consciente de que está frente a su padre, igual buscaré venganza. Minutos después, veo como la puerta se abre y ella casi grita de la sorpresa cuando aparezco, pero no puedo evitarlo.
Aunque dije que me iba a vengar por lo que dijo, lo único que puedo hacer es cogerla en mis brazos y hacer lo que tanto he deseado esta noche. Ella se relaja cuando la envuelvo y las palabras vuelan entre nosotros porque no hace falta. Incluso cuando la tomo en brazos para ir a la cama, ella no protesta, sigue sobre mi regazo como si afirmara que ahí es donde ella pertenece.
Toda asfixia desaparece en mí cuando mi elixir me da un aliento más de vida.
Por más que me quiera ahogar en sus ojos, el mar en su mirada sirve de ancla.
Nunca me sentí tan feliz de navegar en lo desconocido. Ella es la que lleva el ritmo de mi vida, con su sonrisa, con su presencia.
Qué locura es este amor...
Pero nunca me sentí tan contento de estar loco.
¿Que les pareció? Kevin casi mata a ese desgraciado, pero no es para menos.
Y Nuestra querida Marcia, me da tanto dolor eso.
Y... Kiara sabía todo, no es de extrañar, es muy inteligente. pero casi le da un infarto a su hermanito jajajajaj
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