
27
Tzuyu
Me sumerjo en la línea del libro, disfrutando de la escena y del silencio del lugar. Me gusta el movimiento de la Universidad, es dejando atrás el constante silencio en el que mi vida había estado sumida todos estos años. Pero cuando se trata de un buen libro, el silencio es buena compañía. El comienzo de las clases ha sido bastante fácil de sobrellevar, incluso me apunté a un club de música.
Kiyoko me ayudó demasiado cuando le dije que quería venir a Londres a estudiar. Al final no hubo muchos papeles por hacer, era huérfana legalmente después de todo. Ella no estaba muy segura de dejarme ir a Londres, tan lejos de Tokio y de ella. Estuve un día entero convenciéndola de que quería hacer mi vida, de que este era un nuevo comienzo. No tuve complicaciones con el idioma. En el convento estudiamos varios idiomas, entre ellos está el inglés.
Es un cambio demasiado grande en mi vida, pero nunca lo sentí tan bienvenido como ahora. Incluso es divertido tener que adaptarse a una nueva vida. Hasta ahora, no he tenido problema alguno en la universidad... excepto por el incidente de aquel día.
Aún puedo sentir la rabia filtrarse a través de mi cuerpo, cuando recuerdo a ese pervertido mirándome fijamente. Para mi buena suerte, ya no me he vuelto a encontrar con ese hombre.
Alzo la vista, viendo la enorme piscina del centro en donde el equipo ya pasó su entrenamiento. Ahora mismo, es el lugar más tranquilo para leer en paz.
Mudarme de Tokio me ha dado una oportunidad que nunca he tenido antes, poder conocer más acerca de la moda. Me he divertido comprando en tiendas y combinando los distintos estilos junto con los colores. Esta mañana, antes de salir, quedé bastante satisfecha con lo que me había puesto. Un pantalón marrón claro de tirantes, un suéter negro de cuello alto y unas botas de tacón alto. Completé todo recogiendo mi pelo en una coleta.
Mi tranquilidad fue interrumpida con brusquedad, cuando sin darme cuenta, tres chicos me sostenían de las manos y las piernas, causando que todas mis cosas cayeran entre las gradas. Pataleo con fuerza, intentando zafarme de su agarre, pero parece una misión imposible contra tres de ellos.
—¡Suéltenme!
Antes de que pueda volver a gritar, siento como vuelo por los aires y todo ocurre en cámara lenta. La respiración se escapa de mis pulmones, el impacto del agua estremece mi cuerpo por completo. Muevo mis extremidades, con el anhelo de salir a la superficie, pero parece que solo logro hundirme cada vez más. Mi boca se abre buscando el aire que sé que aquí no encontraré.
Me estoy quedando sin aire y sé que esos chicos, no van a venir a salvarme. Mi vista se vuelve borrosa, mis ojos se están cerrando.
Como si lo hubiera llamado con desesperación, alguien se acerca a mí nadando con agilidad agarrando mi mano. Boqueo desesperada por el aire, como si lo hiciera por primera vez, pero aun así mis pulmones se cierran ante la idea. Cuando estoy en tierra firme, toso el agua que se había acumulado en mi tráquea.
—Respira, despacio, vamos —siento una suave voz a mi lado, es cuando me doy cuenta de que él me está sosteniendo de la cintura en el piso para que no colapse sobre este.
Sigo su consejo mientras me aferro a su brazo, sintiendo cómo mis fuerzas van cediendo, pero el alivio que sienten mis pulmones es algo que agradezco.
Además... el calor de la otra persona se siente tranquilo cuando mis ojos se cierran.
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Denise
Saludo a un pequeño con una sonrisa, mientras este se ríe con el helado por toda su cara. Camino entre las mesas, con la bandeja lista para cualquier pedido. A pesar del todo el trabajo que puedo tener este día, me siento como si estuviera en un sueño constante del que no quiero despertarme.
Pensé que no era real...
No se sentía real, despertar entre los brazos del hombre que amo, pero sus besos, sus caricias, la forma en la que me hizo el amor por la mañana nuevamente no es un sueño, es real.
Fue un milagro, debo decir, que Kevin en la mañana me dejara irme, así como así. Tuve que sobornarlo para que me soltara, con la promesa de que hoy en la noche nos íbamos a volver a ver. Aunque hay algo en lo que no puedo dejar de pensar... como haríamos para engañar a Kiara.
No me gustaba eso, pero tampoco encontraba una forma correcta de decirle a Kiara que ambos estábamos en una relación.
Sonrío como tonta cuando recuerdo que Kevin es mi novio. Debe ser una locura ser novia de tu profesor... pero es real.
Lo mejor de todo, es lo enredados que estuvimos entre las sábanas y la manera en que Kevin cuidó mi primera vez. Marcando cada parte de mi cuerpo como suyo, como una preciosa porcelana que no debe ser dañada. Solo esta mañana y ya anhelo su toque nuevamente.
Mi cuerpo sigue clamando por su nombre, y mi entrepierna arde un poco. Aunque me da avergüenza admitir que ese ardor... es casi placentero. En especial cuando recuerdo el susurro de Kevin en mi oído antes de bajarme del auto, una promesa vengativa llena de un dulce placer.
"Hoy en la noche te voy a cuidar, voy a calmar ese ardor bebiendo de ti, tomando de tu excitación mi dulce pequeña"
—¡Denise! —doy un salto de la impresión cuando alguien grita a mi lado. Volteo a ver a Steve con una sonrisa burlona y le saco el dedo del medio. —Llevo llamándote hace minutos y tú estabas parada mirando hacia la nada con una sonrisa, me empezaba a dar miedo.
—Vete al demonio.
Él ignora mis palabras como el mejor y me señala al salón—Tu padre te busca, ve, yo te cubro.
Me volteo a verlo hacia la esquina del salón y él me saluda con la mano, junto con su usual sonrisa, le devuelvo el gesto, coloco la bandeja para acercarme a él. Tomo lugar frente a él luego de darle un beso en la mejilla.
—Hola papá. ¿Pediste algo?
—Sí, no te preocupes, tu amigo tomó mi orden.
Me doy cuenta de que fue Steve quien lo atendió y asiento con la cabeza sin saber que más decir—¿Cómo estás? —pregunto en su lugar.
—Bien—sus ojos viajan entre sus manos sobre la mesa hasta que decide enfrentarse a mí—¿Tu hermano te ha dicho algo?
—¿Qué pasó? ¿Él está bien?
—Si no te preocupes, es solo que él y yo hablamos, me preguntaba si David te lo había dicho.
—¿Decirme qué?
Él me mira y sé que busca la forma de soltar lo que sea que quiera decirme. Le doy su tiempo, porque después de todo, al parecer, mi padre es quien quiere decírmelo y le voy a dar esa oportunidad. Luego de unos minutos en silencio, baja la cabeza como sinónimo de frustración para volverme a ver a los ojos.
—Tu madre y yo nos vamos a separar.
Me quedo en silencio analizando la información recién dada, pero más importante, estoy analizando mi propia reacción. No siento ni sorpresa, ni dolor, solo... una sensación de vacío que no tiene nombre.
—Ya veo—digo en cambio, cuando mi cerebro intenta buscar una oración que se asemeje a lo que siento, pero es inútil.
—¿No dirás nada?
De mi boca se escapa un suspiro—¿Quieres algo más papá? No sé cómo reaccionar ante lo que me dijiste.
—Quiero tu verdad, así como me la dio tu hermano.
Al parecer mi padre quiere asegurarse si yo salgo afectada de ver a mis padres divorciados. Le doy en una sonrisa un poco irónica, al pensar en todo lo que yo había pasado con esa que era su esposa.
—Esta es mi verdad papá, no sé cómo reaccionar, por una parte, me alegro por ti, ma... —me quedo en blanco cuando me doy cuenta de lo que voy a decir y mi sonrisa se hace más grande, pero sé que la felicidad no está para nada reflejada en ese gesto—Celine no te merece, hace años que debiste haberte divorciado eso es lo que te puedo decir.
—¿Estás segura de lo que dices? —debo de admitir que parece sorprendido ante mis palabras
—Es la única verdad que te puedo decir ahora.
Ambos nos quedamos en silencio y admito conmigo misma de que soy la más sincera que puedo con mi padre. Porque es muy cierto, no sé lo que estoy sintiendo ahora mismo, mentirle o decirle algo que no es así, sería mentirme a mí misma.
Nunca vi el matrimonio de los dos como si fuera uno lleno de amor. En ocasiones lo he comparado con los señores Luisse, en mi mente buscaba un recuerdo de cuando era niña, para saber si ellos mismos se profesaban ese amor. Pero como en todas las ocasiones, Celine repelió cualquier intento de cariño por parte de mi padre, hasta que él mismo se cansó y se detuvo de buscar algo que sabía que no estaba ahí.
Cuando amos salían a las cenas de negocio de mi padre, ignoraba todo el tiempo la situación lo más que podía. Porque sabía con certeza de que el matrimonio para Celine, se había convertido en más un negocio que en una familia.
¿Mi verdad?... es que estoy contenta de que mi padre sea libre de ella, esa es mi verdad.
La buena suerte es que mi padre cambia el tema de la conversación porque se nota a simple vista lo incómodo que se ve. Hablamos de distintas cosas, me asegura de que está buscando un alquiler para vivir pronto. Le aseguro de que si necesita ayuda, que me haga saber.
Luego de una hora, lo despido por la puerta y antes de que pueda voltearme a seguir trabajando, me detengo por la figura de Anna. Me fijo, no en su pelo azul, como es de costumbre, sino en su expresión llena de preocupación.
—¿Qué pasa, Anna?
—Hace días que no veo a Marcia.
—No ha ido a la escuela porque está enferma, nos escribimos varias veces.
Ella asiente con la cabeza y por ese simple gesto noto que está bastante alterada—Yo también me estoy escribiendo con ella, pero ahora la llamé y la escucho llorando—toma una respiración por lo rápido que está hablando—cuando le quiero preguntar, siento como el teléfono se cae, pero la escucho gritar y cosas rompiéndose tengo mucho miedo Denise, algo me dice que no está bien, es un instinto—termina por hablar y yo también ya me encuentro alterada.
—Está bien, hablemos con Steve y nos vamos.
Minutos después, yo estoy escribiéndole a Kevin de que he salido con Anna a casa de Marcia por algo urgente, que después le explico. Me centro en la peli azul a mi lado que parece que constantemente está entrando en un ataque de pánico. En el camino decido preguntarle lo que hay entre las dos, para que así, tal vez, pueda calmarse un poco.
Me explica que no es mucho, por el momento se están conociendo y que le gusta mucho la chica. Fue una sorpresa ver a una mujer cómo ella deshacerse en lágrimas solo por el terror de que pueda pasarle algo a la persona que le importa.
Pero es lógico que sientas tal miedo cuando alguien te importa, no hay que buscarles más explicación a los sentimientos.
Recuerdo cuando Marcia me explicó dónde vivía y lo bueno del momento, es que a mí la dirección no se me olvidó. Sorprendentemente, vive cerca de donde yo antes vivía. La fachada está de negro con las ventanas de cristal, la puerta de madera y un gris claro. Miro a Anna con seguridad para luego, las dos nos acercamos a la puerta.
Me asusta cuando veo al enorme hombre que abre la puerta. Es ancho y gordo, pero eso no tiene nada que ver con que me asustara. Sus ojos se pegan a mi figura recorriéndome por completo, causando un escalofrío desagradable por la espalda.
—Buenas tardes, somos amigas de Marcia, vimos a verla porque sabemos que está enferma.
—¿Ella también está en la escuela?
Su voz suena ronca y tiene un tono que no me gusta. Lo peor de todo, es que a mi nariz llega un olor repugnante. Carraspeo la garganta para que la incomodidad se vaya de mi expresión y poder disimularlo.
—Sí, ella es una compañera de la escuela.
Con un gesto nos deja pasar y a mi lado Anna también tiene la tensión por todo su cuerpo.
Cuando él cierra la puerta, todo ocurre demasiado rápido...
El golpe en mi cabeza me deja en la inconsciencia.
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