16
Denise
Aunque quiero preguntar, no lo hago, porque de alguna forma la incertidumbre es emocionante. Aunque si quiero ponerme a pensar en algo...
Puedo pensar en lo agradable que es el silencio entre los dos.
Puedo pensar en lo cómoda que me siento a su lado.
Puedo pensar en que ya no quiero huir de él.
Puedo pensar en la seguridad que me da su voz.
Puedo pensar en muchas cosas... aun así, disfruto del silencio de mi mente por primera vez. Veo cómo el carro serpentea entre el tráfico de Londres y me entretengo en eso.
Quiero disfrutar de mi mente en blanco, pero esta no se queda en silencio durante mucho tiempo. Lo ocurrido en el comedor llega a mi mente, y no precisamente el desagradable momento con Scott... el instante en donde Kevin intervino.
De alguna manera, fue extraño verlo de esa forma tan... tranquila.
La imagen de él sobre ese ring, peleando como una bestia sin corazón, no se va de mi mente por más que luche con ello. Luego de tanto, creo que me rindo, es más... creo que me acostumbré por más que solo lo haya visto en una ocasión.
A pesar de todo, a pesar de la tranquilidad que lució en cada momento, incluso pude ver en sus negros ojos cómo había algo más a punto de estallar.
¿Por qué?
El camino se alarga más de lo que yo me esperaba. Para más comodidad, me había quitado la camisa de la escuela dejando un polo gris de mangas cortas junto con la falda. En el instante en que doblo la camisa, recibo un mensaje de los chicos.
Steve
Esta chica nos ignoró
Thomas
Casper, ella está en la escuela
Steve
¡A QUIEN LLAMAS CASPER!!!!!!
Jonh
Cálmense, niños
Josh
Hay que saber si viene a trabajar hoy
Yo
Hola, chicos
Matt
Apareció la asexual
Jake
Gracias, guapa, me veo muy guapo en tus fotos, aunque me estoy ganando un poco de odio. Todos preguntan si somos novios
Thomas
Con mi chico no te metas
Me río sin poderlo evitar de sus tontas ocurrencias sin sentido alguno.
Yo
Tranquilo, no me gustan los castaños
Jonh
¿Te gustan los de pelo negro?
Inevitablemente, un pelo azabache llega a mi mente, precisamente el de la persona que maneja a mi lado. Pero sé disimular lo mejor que puedo mis expresiones para no delatar nada
Matt
¿Estás coqueteando con ella?
Jonh
No seas tonto, solo pregunto
Anna
Con el Amor de mi vida nadie coquetea o empezarán a rodar cabezas
Steve
Esta está loca
Yo
Chicos, malas noticias, hoy no puedo ir a trabajar
Thomas
¿Qué pasó? ¿Te pasó algo?
Josh
¿Estás enferma?
Sonrío con cariño ante los mensajes de ellos, que a pesar del poco tiempo que nos conocemos, formaron un vínculo conmigo, que yo nunca esperé que existiera.
Yo
Todo está bien... pero...
Le rompí la nariz a alguien
Josh
... (Emoji)
Thomas
...(Emoji)
Jake
...(Emoji)
Anna
¿Estás segura de que no eres una familia perdida de Casper?
Matt
Nunca me imaginé que fueras asexual y violenta
Jonh
¿Qué tipo de asexual? ¿Biológico o psicológico?
Anna
Verdad que esa broma no pasa de moda...(Emoji)
Steve
Sabía que había algo violento en ti...
Bienvenida a la familia hija
Jake
¿Qué hizo el pobre chico para que le rompieras la nariz?
Yo
Me tocó el trasero
Jonh
Nombre, edad, dirección
Matt
¿Cómo luce?
Jake
Alguien se puede dar por muerto
Anna
Lo voy a castrar... (Emoji)
Thomas
QUEMAREMOS SU CASA
Steve
En la noche voy a aparecer en su casa
Pudiera asustarme de todos esos mensajes, pero de alguna forma, sé que es la manera en la que ellos me demuestran su cariño, y estoy agradecida con ellos. Apago el teléfono y dejo que sigan mandando amenazas en nombre de Scott. Me concentro más todavía en el viaje, notando que el tráfico cada vez es menos agresivo. Y las casas dejan de ser modernas, tienen un parecido a la casa de Kiara.
Me encantan... parecen sacadas de un cuento de hadas.
Cuando veo un cartel, abro los ojos con extrema sorpresa sin creerme dónde estamos.
Bienvenidos a Barnes
—¿Me has traído al otro lado de la ciudad?
Le pregunto incrédula y solo recibo como respuesta una sonrisa —sorpresa.
La enigmática y misteriosa Barnes, es un distrito en el suroeste de Londres, que forma parte del municipio Richmond upon Thames. A 9,3 km al oeste suroeste de Charing Cross sobre el río Támesis con el puente de Hammersmith en su extremo borde.
Sí... he leído bastante del lugar, precisamente por su historia y por su magia. Parecido a Castell Combe, pero no tan perdido en la fantasía como el pueblo, es más real, y excepcional, así como su arquitectura histórica datada del siglo XVIII y XIX.
A pesar de lo nublado del día y la ausencia del sol, le da un aire más único. Me asomo a la ventana, sin poder evitar mi asombro, notando cómo las montañas se pierden en las nubes.
—Es hermoso—murmuro sin ganas, algunas de esconder mi asombro.
—Sí, es hermoso.
Conecto la mirada con sus oscuros ojos y, por primera vez, me saca una sonrisa que no denota ningún tipo de incomodidad. Luego de andar un poco por la ciudad, nos detenemos en una calle que reconozco a la perfección: The Terrace.
Una calle en donde se alinean casas del estilo Georgiano, que van a lo largo de la curva oeste del río, que se empezó a construir en 1720. Aquí también hay una estación de policía, un edificio de ladrillos rojos construido en 1891. Que, aunque ha sido restaurada en múltiples ocasiones, aún mantiene sus características originales.
Y frente a la estación de policía es donde nos encontramos.
—Nunca me había gustado tanto una estación de policía—murmuro, viendo la edificación al bajarme del auto y sentir su presencia a mi lado.
Siento su carcajada también, mirando hacia la misma dirección. —Es cierto, me dan ganas de cometer un delito.
Giro mi cuello con tanta rapidez que de milagro no me dolió. —Por si acaso, yo no ando contigo.
Su carcajada se hace mayor, pero me mira con una picardía más relajada y que no me molesta. —Me ofende, señorita Hyucket, usted es mi cómplice en todo—le hago una mueca que él ve divertida porque se ríe en mi cara. —Pero ese no es nuestro destino.
Me toma de los hombros y me voltea, permitiéndome ver cuál era nuestra verdadera razón para detenernos... una tienda de ropa.
—¿Me has traído a una tienda de ropa? —Cada vez más, noto que este hombre hace muchas cosas raras.
—¿Por qué haces tantas preguntas? —me responde con una pregunta. —Solo cierra la boca y entra.
Voy a abrir la boca, pero él me empuja, obligándome a caminar para no caer. Cuando entramos, veo que es una tienda sencilla de ropa y zapatos, pero llena de cosas. Hay muy pocas prendas de verano, pero estaban ahí.
Lo veo moverse entre los estantes de ropa, buscando con los ojos. Frunzo el ceño extrañada cuando su mirada pasa de la ropa y yo —¿Qué estás tramando?
—Escoge algo.
Cuando señala la ropa femenina, niego al momento con la cabeza: —No voy a hacer nada. ¿Cómo crees que voy a permitir que me regales ropa?
Mis pensamientos se confunden cuando veo una sonrisa sospechosa en sus labios, él intenta reprimirla mordiéndose el labio inferior. —Te aseguro que vas a pasar frío con esa ropa ligera —mira mis piernas desnudas. Nunca ese hecho me hacía sentir tan avergonzada, pero ahora... quiero que la tierra se abra y me trague —y segundo, te aseguro que no es un regalo.
—¿Cómo?
No me gusta cuando se acerca demasiado...
Eso fue hace unos días, ahora, mi cuerpo no está reaccionando como antes. Se siente adictivo incluso. Su figura imponiéndose sobre la mía, reclamando mi atención y teniéndola al momento. Me quedo callada, pero mis sentidos están completamente alertas ante su presencia.
Aunque puedo echarme hacia atrás, no lo hago.
Mi cuerpo se obliga a resistir ante su poderosa figura. Alzo la mirada y me estremezco ante esos negros ojos sobre mí. Paseo mi vista entre los dos, sintiendo cómo solo somos nosotros en el mundo.
Las infinidades de sueños que he tenido con él de protagonista, se cruzan por mi mente y lucho por guardarme el jadeo que siempre quiere escaparse de mi boca.
¿Cuántas veces esos labios han recorrido mi cuello?
¿Cuántas veces su voz ronca me ha hecho pecar?
¿Cuántas veces esas manos han firmado su nombre sobre mi piel?
¿Cuántas veces me ha reclamado como suya?
¿Cuántas veces me he despertado en medio de la noche por su culpa?
—¿Quién dijo que era gratis? —El sonido de su voz corta mis pensamientos, aun así, sigo perdida e intento enfocarme mejor en sus palabras. —Este es un préstamo que me devolverás, ya que la señorita está trabajando.
Veo su sonrisa burlona y, a pesar de que esas imágenes se siguen paseando por mi mente, me obligo a devolverle el desafío con los ojos —Pensé que tal vez era alguien que hacía las cosas sin esperar nada a cambio.
—Se equivoca, señorita Hyucket—tal vez sea idea mía, pero la manera en que menciona mi apellido tan despacio, vuelve a desbloquear esos pensamientos para nada, puros —Soy alguien que persigue sus intereses y siempre busco algo a cambio.
El silencio se extiende entre nosotros, no puedo sentir nada de eso. Solo soy consciente de la respiración de los dos y del pequeño espacio que separan a nuestros cuerpos.
—¿Buscan algo en especial?
La trabajadora de la tienda rompe la burbuja de ambos de forma imprevista. Mi cuerpo se debilita, e inspiro en silencio una bocanada honda de aire a mis pulmones; es en el instante en que él se voltea a ver a la chica, dándome ligeramente la espalda.
—Algo cómodo de usar y que proteja del frío.
Abro la boca para reclamar que hable por mí, pero la chica de la tienda se adelanta también, dejándome ignorada entre los dos... aunque de alguna forma están hablando de mí.
—Creo que tenemos algo perfecto para su novia... ven conmigo.
Es obvio que ella no nota cómo los dos nos congelamos ante tal declaración. La chica no ve que yo soy estudiante gracias a mi falta de uniforme. Pero la falda no dice nada. Mi cerebro se alarma y voy a reclamar... de nuevo. Pero su mano en mi cintura me detiene.
Cuando lo veo, hay un brillo en sus negros ojos que no logro identificar, pero me fijo en como en sus labios se dibuja una sonrisa burlona, pero a la vez satisfecha—Calladita y obedece.
Le muestro los dientes en un gruñido silencioso y le doy la espalda, sintiendo inevitablemente el sonido de su risa, casi sacándome una a mí. Digo casi, porque la reprimo todo lo que puedo mientras sigo a la chica por entre los estantes.
La ropa es de muy buena calidad y no me demoro tanto en escoger. Lo importante, es resguardarme del frío y estar cómoda, citando las palabras Kevin.
Al final, opto por un pantalón jean sencillo de color negro. Me quedo con mi polo y encima me coloco un suéter de cuello alto gris con las mangas hasta mis nudillos, bastante grueso y calentito. Terminando con unas botas de montañas marrones.
Cuando regreso con mi ropa antes puesta en una bolsa, veo a Kevin vestido de la misma forma que yo, con la diferencia de que tiene un grueso abrigo sobre su suéter y hay uno más en su brazo, todo mientras revisa su teléfono.
Su tamaño hace que este lugar sea demasiado estrecho para alguien como él... no sé cómo puede lograr eso sin esforzarse. Cuando se voltea a verme, sin yo haber llamado su atención, su expresión es más suave.
No parece de esos que pueden jugar con tu mente.
—Le mandé un mensaje a Kiara explicándole lo ocurrido y le dije que estabas conmigo—asiento con la mirada perdida sin mucho que decir acerca de ese tema. Me sobresalto ligeramente, cuando siento un roce sobre mis hombros, alzo la cabeza para encontrarme con él colocándome el abrigo que tenía en su brazo—Esto te va a mantener más caliente.
Lo miro mientras me pongo la prenda... con su ayuda—No soy una niña.
Él asiente a mis palabras sin darle importancia al significado que estas tienen, lo suficientemente claras para que él se dé cuenta—Soy consciente de que no eres una niña—murmura él, pero aun así sigue "ayudándome", y de alguna manera yo lo dejo—Solo quiero hacerlo.
Cuando termina de acomodar el cuello de mi abrigo, volvemos a conectar miradas—Gracias—digo con suavidad y él no deja de mirarme a la vez que asiente.
Veo un movimiento de reojo y contrario a lo que yo misma espero de mí... no me muevo. Siento el calor de sus dedos rozando ligeramente mi mejilla, para luego colocar un mechón de mi pelo tras mi oreja. Su mano se queda unos segundos, que fueron eternos para mí, en la diminuta porción de piel de mi cuello que dejaba libre el suéter.
—Ves saliendo, voy a pagar.
Asiento, sin necesidad de objetar, sin mirar atrás, cruzo las puertas del local, siendo recibida por el frío. Fue buena idea tener este abrigo encima del suéter, porque lo más molesto, además del frío, es el aire, y según parece, hay días más fríos.
Pero aun así...
No puedo dejar de sentir el calor de mis mejillas.
El sonido de mi móvil me llama la atención y busco en la bolsa que aún tengo en mi mano. Me recuerdo a mí misma de paso, que tengo que ponerlo en el bolsillo del abrigo si no quiero olvidarlo. Busco mi móvil, lo más seguro es mi hermano quien me está llamando... de quien me acabo de acordar en estos momentos.
Pero no... es un número desconocido.
Frunzo el ceño, pero de igual forma contesto—¿Diga?
—Ah que bueno que contestas—me quedo un poco en blanco, porque reconozco su voz al instante—Estaba preocupada luego de haber escuchado lo que pasó, pero no tenía tu número, hasta que me encontré con tu hermano y lo obligué a que me diera tu número.
No sé por qué sonreí... porque de alguna manera no quiero pensar en más nada que en su llamada, junto con el calor que se instala en mi pecho —No te preocupes, Julia... todo está bien.
Ella suspira al otro lado de la línea y yo alzo la mirada al cielo, agradeciendo que mi cuerpo ya esté en calor, pero también con una sensación nueva por la llamada preocupada de Julia.
—¿Segura? —pregunta sin creerlo del todo y antes de que pueda responder, ella vuelve a hablar—No me podía creer lo que pasó, esos niños fueron inteligentes al no decirme lo que había pasado, para su mala suerte, Marcia llegó diciendo todo.
Una suave sonrisa sale de mis labios al imaginarme la cara de Julia al enterarse de que le rompí la nariz a alguien con una bandeja. —Esta vez no me metí en problemas porque quise.
Siento su risa al otro lado de la línea y mi vista baja a mis botas, con mi mano libre metida en el bolsillo del abrigo... todo eso sin dejar de sonreír.
—No te preocupes cariño, de hecho, me alegró que le rompieras la nariz, lo curé porque era mi trabajo, pero se lo merecía.
—No digas eso Julia—sé que lo que ella dice es muy cierto, pero de igual forma, es gracioso oírlo de ella.
—Lo digo en serio—a pesar de que sus palabras se oyen muy reales, puedo sentir la diversión de sus palabras—lo protegió mi profesión—las dos estallamos en carcajadas y el sentimiento es demasiado abrumador, no sé reconocerlo... pero me gusta—¿Estás en casa?
Miro a mi alrededor y pienso que me voy a detener en decir la verdad, pero no dudo un segundo en hablar—Vine a Barnes con alguien, necesitaba despejar un poco la mente.
—Me alegro, confío en que el joven Kevin te ayude a olvidar el mal rato—me quedo en blanco, porque en ningún momento le dije quién es esa persona. Y ella habla con tal seguridad que no sé cómo reaccionar, al parecer nota mi silencio y sabe lo que estoy pensando—Lo intuí, yo veo más allá de lo que dejan ver cariño.
Abro y cierro la boca como un pez fuera del agua, aun sin entender para nada que es lo que ella intenta decir—Pero...
—Cariño, tengo que dejarte. Al parecer, los chicos de baloncesto se turnan para lesionarse. Un beso.
Me hubiera reído de sus palabras, pero sigo en blanco por sus palabras—¿Pasa algo? —aun con la boca abierta, miro a mi lado a Kevin, quien tiene dos vasos grandes de cartón con un líquido desconocido.
—Julia me llamó.
Él da una sonrisa —De seguro torturó a Scott... yo hubiera hecho lo mismo—. Hoy parece que es el día en que las personas me sorprenden y me dejan en blanco. Mi expresión habla mucho, por lo que él cambia de tema como si nada —compré esto en la esquina.
Tomo el envase, disfrutando del calor y aunque desprende un olor delicioso, no puedo reconocer lo que es. Guardo mi móvil recordándome a mí misma guardar el número de Julia. Ambas manos envuelven el vaso y adoro el rico calor que me recibe.
—¿Qué es?
Comenzamos a caminar con suavidad, luego de guardar la bolsa en el carro y ni siquiera se me pasa por la mente, preguntar a dónde vamos. Él le da un sorbo a su bebida caminando a mi paso y me mira sonriendo.
—Bebe y averígualo.
—¿No será veneno, no?
—No puedo asegurarte eso—me responde entre risas mientras sigue bebiendo de su bebida.
Sin vacilar tomo un sorbo, el cielo se abre ante mí y los ángeles cantan...
El chocolate caliente me hizo gemir de satisfacción cerrando mis ojos y siento una risa a mi lado, lo que me hace voltearme a ver. Me mira con una diversión refrescante y tranquilla, cosa que me transmite a mí también sin poderlo evitar.
—¿Es veneno?
Me río ante su pregunta y sin detenerme a pensar en lo que estoy, lo doy un empujón divertido con mi cuerpo, tocando su brazo—Si es veneno—afirmo con convicción y la diversión brillando en mis ojos—Pero de los buenos.
—¿Cómo un veneno puede ser bueno?
—¿Quién sabe? A veces lo que parece mal, es lo que está correcto.
Hablo al aire, aumentando solo un poco mis pasos, manteniendo la vista en el paisaje. Lo siento murmurar algo inentendible a mi espalda, estoy a segundos de preguntar lo que ha dicho, cuando algo más llama mi atención.
Una plaza... una pequeña y sencilla plaza entre las casas de la calle The Terrace.
Hay varios negocios alrededor, algunas con mesas afueras. No es enorme siendo sincera, pero es eso lo que da su encanto—Ven.
Escucho la voz de Kevin y sigo tras de él por instinto, porque no puedo dejar de pasear mi vista por todos lados—Aquí tiene señor.
Me volteo ante la desconocida voz y miro confundida como Kevin paga en efectivo a un señor de aproximadamente 60 años. El peli negro se voltea a verme con una abierta sonrisa que, por un momento, me hace olvidar en donde me encuentro en estos momentos.
Se ve demasiado atractivo... siempre lo hace. Pero ahora mismo, tan refréscate, tan contento, es como abrir una puerta que sabes que no puedes, que está prohibida. Una puerta que tiene carteles de advertencia...
Pero se convierten en cenizas cuando veo a esos ojos negros sonreír.
Es tan mortal como el veneno...
Aunque yo tengo razón... hay venenos que valen la pena tomar, aunque son prohibidos.
¿Quién sabe? Lo prohibido tal vez sea lo correcto.
—¿Sabes montar bicicleta? —pregunta él y aún me encuentro algo perdida, por lo que asiento. Él, en respuesta, aumenta más su sonrisa. —Qué alivio, porque ese será nuestro transporte desde aquí.
Antes de que pueda hacer algún tipo de pregunta, él me alcanza una bicicleta negra, igual que la suya. Agradeciendo al señor para luego montar sobre esta, de alguna forma, sé que si no lo sigo me voy a perder.
En muy poco tiempo, alcanzo su paso y me coloco a su lado saliendo de la plaza por un camino empedrado, que sube por una pendiente que recién ahora noto de su existencia.
Para mi buena suerte, la pendiente no es demasiado empinada, lo que no me dificulta subir por ella. Pero, aun así, no tengo la habilidad que tiene cierto profesor insoportable.
—¿Necesita ayuda, señorita Hyucket?
No digo una palabra, pero gruño en su dirección, escuchando su divertida y alegre carcajada. En respuesta, hago más fuerza y aumento la velocidad sabiendo que al día siguiente me voy a arrepentir-de la misma forma que lo hice cuando seguí a Kiara al gimnasio-pero lo sobre paso, aunque sé que él se queda atrás a propósito.
No me importa...
No lo hace, cuando empiezo a reír como una niña contenta de ese simple gesto. Pero me detengo... me detengo en el mismo instante en que llego a un mirador. Me he perdido durante tanto tiempo que no me doy cuenta del paisaje bajo mis pies. Puedo ver el pueblo al pie de la montaña y cómo está bordeado por el río.
—Es maravilloso—lo siento a mi lado y asiento sin perderme la vista.
—Gracias por traerme.
Le digo de corazón, viendo cómo él me mira con sorpresa por unos segundos, hasta que su expresión se vuelve a suavizar. —Pero esta no es la sorpresa.
Toma mi mano antes de que pueda articular una palabra. Aunque quiero concentrarme en el paisaje y hacia donde nos dirigimos, solo mi mente puede detenerse en el calor de nuestras manos juntas.
Subimos unas escaleras de piedras y me encuentro un puente que no he visto... en donde hay un centro de puenting. Me quedo congelada con la boca abierta.
—Esto...
—Te dije que te haría volar.
Lo miro incrédula, aunque quiera molestarme con él... no puedo.
En primera, porque en realidad no hay ninguna razón para molestarme. La otra... es que no puedo. No puedo molestarme cuando veo sus ojos negros, tan joviales, con un aire tan infantil que me contagia sin poderlo evitar.
Solo me queda suspirar con una sonrisa en mis labios y veo de reojo cómo la suya aumenta, porque ve en mi gesto algo que le afirma de que voy a hacer lo que él tiene en mente.
—Estás completamente loco.
Él me guiña un ojo volviéndome a tomar de la mano; en esta ocasión yo afirmo el agarre. No acercamos al centro y, mientras Kevin habla con el personal, yo me entretengo mirando cómo las personas se dejan caer.
¿Yo seré capaz de eso?
—Vamos —llega a mi lado y puedo notar que, desde que lo conozco, nunca lo he visto tan animado. —Por suerte, estamos en temporada baja.
Solo sigo detrás de él, al borde del puente, pero unos metros más adelante, hay una plataforma casi sobre el río. Cuando me asomo, hay una bolsa de aire cubriendo una buena zona junto al río. No sabría decir si eso me tranquiliza o aumenta mis nervios.
—¿Estás nerviosa?
Alzo la vista y, por segunda vez en el día, no pienso en la cercanía, la disfruto en silencio relajando mi cuerpo ante él.
—Solo un poco—me sincero ante él, notando de reojo el movimiento de los visitantes y de los que parecen ser los instructores.
—¿Le tienes miedo a las alturas? —Su voz vuelve a llamar mi atención y niego la cabeza. —Entonces no tienes nada a que temerle, todo es seguro, solo tienes que dejarte caer.
—¿Cómo supiste del lugar?
Intento distraer mi mente de los nervios con la pregunta. —Lo leí en internet— hago una mueca de no poder creerlo, parece que muy graciosa, porque él se ríe. —No me mires así, conocía la ciudad, pero leí hace poco de este centro.
—Parece famoso —murmuro mirando a mi alrededor, hasta que una voz desconocida interrumpe nuestra conversación.
Respiro con profundidad caminando hasta la plataforma, siguiendo las instrucciones de que me quite el abrigo. Ahora entiendo la exigencia de Kevin de mantenerme abrigada, aquí arriba hace mucho aire... y demasiado frío.
Me colocan los arneses de seguridad y miro a mis pies mientras sigo respirando. No sé por qué los nervios, pero tampoco sé por qué lo miro a él tras de mí. Él me da una sonrisa tranquila, dándome la confianza que me falta y recuerdo sus palabras de hace solo segundos.
Sonrío al vacío y abro los brazos al aire...
Y solo me dejo caer.
hola mis soñadores, estoy sacando algunas teorias sobre el futuro de la historia a traves del grupo de Whatsapp.
así que si quieres saber que es lo que va a pasar a continuación pasate por el grupo, el link se encuentra en mi pagina de facebook e instagram.
no olviden que los quiero mucho
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro