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Kevin

¿Cómo terminé aquí?

Me acomodo las gafas mientras empujo el carrito de Amber a la vez que miro a mi hermana con mala cara, sin poderme creer que me haya arrastrado a esto. —Recuérdame, ¿por qué vine contigo?

—Porque eres mi hermano menor y me adoras —le hago una mueca, a lo que ella me responde sacándome la lengua de forma infantil. —Además, Oliver estaba ocupado y quise que Esther tuviera un día libre, también quería que mi hermanito cogiera un poco de aire y se relajara.

—Yo me relajo a la perfección haciendo ejercicio y trabajando, o leyendo un libro.

Veo cómo mi hermana pone los ojos en blanco, mientras se asegura que sus hijos no sufran por el sol, aunque este sábado se ha comportado de forma más ligera. —Estar encerrado en tu departamento, no es relajarse, debes interactuar con seres humanos.

—Interactúo con estos bellos seres humanos—hago cosquillas a las pancitas de ambos niños, viendo cómo ellos ríen con sus ojos azules sobre mí.

—Eres imposible—murmura, ella molesta. Sé que quiere insultarme, pero se controla porque está en frente de los niños.

Esta hermosa mañana de sábado, mi hermana se apareció de la nada en mi apartamento con mis sobrinos, asegurando que debían sacarme de mi departamento porque tenía que "tomar aire". Por suerte, Denise ya se había ido más temprano, porque la noche anterior ella le escribió, diciéndole que no había regresado porque se había quedado en donde antes vivía.

Me dejó bastante en claro de que no quería que mi hermana descubriera lo ocurrido, aunque, por una parte, yo también desconozco la mayor parte de la historia, pero yo no hice ningún tipo de comentario respecto a eso, era su decisión después de todo.

Para la suerte de los dos, el vestido no salió para nada dañado, al final solo era sangría.

Lo importante ahora, es que yo podía estar haciendo algo más relajante para mí, pero mi hermana me arrastró. Estacionó el carro en un parque y hemos estado caminando desde entonces. No es que me moleste estar con ellos tres, los amo... pero mi hermana a veces es... alguien complicada de controlar.

—Entremos ahí —asiento, sin poner atención al lugar al que ella me arrastra y la sigo hasta lo que parece ser una cafetería.

El lugar es bastante colorido y animado, se ve muy agradable. —¿Kiara?

Nos volteamos los dos a la vez ante esa voz; fue como una escena de película cuando descubrimos de quién se trata. Mi alumna "favorita", viste unos jeans anchos de colores marrón ajustado a la cadera, un polo de cuello alto sin mangas por dentro, completado con unos simples tenis blanco que eran cubiertos en parte por el pantalón, eso, unido al delantal verde chillón que descansa en su cadera, me dice sin mucho problema que ella trabaja aquí.

—¿Denise? —mi hermana se ve igual o más sorprendida que yo. Mientras que, por otra parte, luego de darnos un vistazo a los dos, Denise posa su vista en los niños —¿Este es tu trabajo?

Ella asiente con una sonrisa, como si no le molestara para nada que la hubiéramos descubierto. —Te mencioné que era de mesera.

—Pero no frente a la escuela.

Denise suelta una suave carcajada y sus azules se posan por un momento sobre mí —Buenos días, profesor.

—Solo, Kevin, no estamos en la escuela.

Debo admitir, que digo esas palabras con toda la intención de que recuerde la noche anterior, cuando me dijo idiota. La risa casi se escapa de mis labios al ver que intenta disimular sus nervios frente a mi hermana, pero para mí son demasiado claros. Nos da la espalda, diciéndonos que nos lleva a nuestra mesa. 

Mientras avanzo, detallo mejor el lugar y me gusta lo dinámico que se ve, pero a la vez la tranquilidad que tiene. Nos sentamos en una mesa al lado de la ventana, en donde no da directamente el sol y desde donde disfrutamos de una vista completa del local. Ambas chicas me dejan de lado mientras acomodan a ambos infantes.

—¿No tienen ofertas para bebés?

Ya estamos sentados y Denise hace una mueca pensativa ante las palabras de Kiara, mientras sostiene una libreta de notas en manos. —Creo que no, pero no te preocupes, puedo hacer algo.

—Eres un ángel.

—Lo hago por ellos, no por ti— Ambas se sacan la lengua y yo solo niego con una sonrisa en los labios, sin poder creer lo infantiles que son ambas, pero igual de adorables.

Se ve muy relajada trabajando aquí, incluso cuando se aprendió el menú de memoria; no parece como si lo hubiera hecho a la fuerza. Al parecer, tan cómoda que mis ojos no se perdieron cuando el chico de la cocina, que coge nuestro pedido, le dice algo al oído y ella se echa a reír para luego tirarle un beso exagerado, seguido de volver a darle la espalda.

—Denise se ve contenta.

Volteo ante la voz de mi hermana y mis ojos se vuelven a posar en la dueña de ese nombre, quien en este instante atiende a una pareja de ancianos hombres con una resplandeciente sonrisa... la cual solo veo en muy pocas ocasiones. ¿Cuántas veces la he visto sonreír de esa forma?

Son tan pocas, que ni siquiera yo las recuerdo. Sé que es muy poco el tiempo que la conozco, pero de igual forma. Solo han sido gestos pequeños, nada tan sincero como lo que veo ahora, o como cuando está con mis sobrinos. Asiento con un suave gesto en mis labios.

—Sí, se ve como nunca.

—¿Cómo le va en sus clases? —le doy una mirada de incredulidad con una ceja alzada, a lo que ella me mira de reojo limpiando la boca de Amber—¿Qué pasa? ¿Tan mal va?

—Te podría decir algo si por lo menos completáramos la hora y ella no solo tomara notas—contrario a lo que me esperé que hiciera, mi hermana se echa a reír de lo que yo digo, en cambio, yo la miro sin podérmelo creer—No le veo lo gracioso, el punto de las clases es para que mejore sus notas si no quiere ser expulsada—me volteo a verla caminar de un lado a otro, llevando y trayendo pedidos—No creo que ella quiera estar toda su vida sirviendo mesas.

Siento la mirada pesada de mi hermana sobre mí, es cuando reconozco de que hablé de más sin darme cuenta. —¿Por qué te molestas tanto? Nunca te he visto tan molesto como ahora, además, nunca has hecho comentarios como esos.

Luego de que mis sobrinos nacieron, mi hermana desarrolló un instinto como madre que le permite ver más allá de lo que se dice. Aún no tiene la oportunidad de utilizarlo con sus hijos, los causantes de dicho efecto, por obvias razones, por lo que ella lo "entrena" con nosotros.

No sé si ella lo utiliza en la corte, pero conmigo, no es la primera vez que nota algo más de lo que digo, y ahora mismo lo está haciendo. Intento que no se vea la verdad, ni en mi cara ni en mi rostro, manteniéndome lo más neutral posible.

—Estoy molesto porque una alumna no ve el esfuerzo del docente para ayudarla.

Ella alza la ceja sin creerme. —Dile eso a alguien más, dime la verdad— A pesar de que está jugando con su hijo, se ve algo intimidante, por lo que no puedo negarme. Suspiro con fuerza, asegurándome de que la protagonista de nuestra conversación no esté cerca.

—Hace poco descubrí algo.

Recojo los papeles de mi escritorio luego de haber terminado con la clase, solo me faltan cuatro salones más y terminaba mi día... cuatro horas más de clase. Siento la puerta abrirse y me volteo a ver llevándome la sorpresa de ver a Erick Jackson, el delegado de la clase.

—¿Hay algún problema, Erick?

El chico me mira con notables nervios y luego sus ojos se posan en cualquier lugar, menos en mí. Espero con un poco de paciencia a que él quiera hablar, pero parece que no se decide.

—Erick, ¿qué me vas a decir?

Cuando él escucha la firmeza en mi voz, suspira perdido, porque sabe que ya no tiene ninguna salida. Se acerca con paso suave hasta el frente del escritorio. Su cabeza está gacha, pero gracias a que yo sigo sentado, puedo conectar con sus ojos.

—Es acerca de Denise.

Me confundo, pero a la vez me asusta de saber qué es lo que ahora hizo la rubia. —¿Qué te hizo?

—Me ayudó.

La sorpresa es demasiado obvia en mi rostro. Aunque ha sido poco tiempo, he notado que nadie une cosas buenas y Denise en una misma oración, por lo que es una verdadera sorpresa.

—N-no entiendo.

—El día de la excursión olvidé el resumen que usted me pidió—abro la boca dispuesto a hablar, porque recuerdo a la perfección que ese día, Erick leyó lo que encontró del pueblo, pero antes de eso, el menor se vuelve a adelantar, ahora parece que había cogido valentía no podía perderla—Ella me escuchó mientras lo buscaba y cuando estábamos en el restaurante me entregó el resumen.

—¿Me estás queriendo decir que Denise hizo el trabajo por ti?

Eso lo alarma y al momento abre su mochila sacando unos papeles. —Ya estaba hecho —se apura a decir mostrando el resumen. —Solo que se me había quedado en casa.

Leo con rapidez y no es nada parecido al que el chico había leído ese día, por no decir que es completamente diferente. —¿Denise hizo esto sin buscar ninguna información? 

Él asintió con entusiasmo en respuesta, casi como si quisiera en verdad que le creyera. —Estuve al tanto por si necesitaba ayuda, pero en ningún momento sacó su móvil.

—Interesante— murmura mi hermana aun cargando a su hijo. —Y tú lo supiste todo este tiempo.

Cada cinco minutos estoy mirando por encima de mi hombro, asegurándome, que ella no llegue y descubra de lo que se trata nuestra conversación. —Quería asegurarme y busqué sus antiguos exámenes, resulta que solo puso su nombre.

Kiara intenta no reírse, así que tose para disimular mientras niega con la cabeza con una expresión divertida: —Suena a algo que ella haría.

—¿Algo que ella haría? —ambos movimos nuestros ojos a la vez ante la figura de Denise, quien, en ese momento, coloca nuestro pedido en la mesa y una orden especial para los niños. —¿Quién sería capaz de algo?

Kiara me mira de reojo, mientras que mi cerebro va a toda velocidad y antes de que pueda controlarlo, las palabras salen solas de mi boca. —Nuestra madre— siento los ojos abiertos de Kiara sobre mí, pero yo no bajo la mirada ante los azules de Denise, que me miran con serenidad. E intento que mi cerebro no se desconecte solo con ver sus ojos. —Recordamos unas vacaciones con nuestra madre y fue capaz de hacer algo que nadie se esperó, pero que es algo que ella haría.

Denise mira a mi hermana, quien le da su mejor sonrisa asintiendo, haciendo que la menor se crea más aún la mentira—Suena a una mujer muy interesante—su voz es tranquila, por lo que espero en verdad que no tenga ninguna sospecha de lo que en verdad hablamos—Disfruten de la comida, y si necesitan algo más me llaman.

—Gracias, Denise. 

Ella me devuelve el agradecimiento con una sonrisa para luego darme la espalda —Mamá, te va a matar.

Asiento con la cabeza, pero realmente tranquilo de que no nos hayan descubierto. —Ella no va a saber de esto —Kiara me mira con reproche y, aunque intento ver lo "mal" que hice, yo solo puedo concentrarme en nuestra conversación. —Luego de que descubrí eso, quise saber si en verdad era un caso perdido.

—Aún veo que sigues poniéndole mucha atención. ¿Por qué lo haces, Kevin? No tiene mucho sentido.

—¿Por qué la dejas vivir contigo? —ella abre los ojos repentinamente por mi pregunta tan rápida, que no viene a la conversación en este momento—Una simple camisa manchada no puede haber hecho que le des la bienvenida a tu casa y a tu vida—me sostiene con firmeza la mirada, he ahí otra cosa que tenemos los dos en común: la terquedad—Alguien de tu profesión sabe a la perfección como proceder durante esos casos.

—Había algo más que una chica sola en el parque.

—¿Lástima?

Coloca a Aidan en su coche a la vez que, con lentitud, alimenta a ambos bebés. Cuando hablo, me mira con una ceja alzada —Creo que la conocemos demasiado para saber que no es alguien a quien le guste la lástima.

De eso en verdad yo sí puedo asegurarme, la lástima no es algo que se aferre a ella. De alguna forma, que desconozco por completo, yo siempre soy quien acude a su ayuda... y solo la he visto llorar dos veces. 

Y al día siguiente... hace como si nada hubiera pasado continuando su día.

No creo que sea alguien a quien haya que tenerle lástima, pero sí también he notado, que prefiere en verdad que todo se quede en silencio, aunque en la realidad, yo también estoy a ciegas. 

—Tú viste más que una chica sola en un parque —le digo en respuesta y sus ojos no se van de los míos. —Yo también veo más allá que alguien que solo pone su nombre en su examen.

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La música explota en mis oídos, silenciando el sonido de mi corazón agitado. La cinta de correr bajo mis pies suena con fuerza, pero me determino en no bajar ni por un segundo la velocidad. Creo que nunca he ido tan rápido. 

Hace unas horas que llegué a casa luego de haberme escapado de mi hermana. Fue un poco complicado, pero le dije que tenía cosas que hacer. Casi no lo logro, pero aquí estoy.

Lo peor de todo, es que tuvimos que llevar a Denise a casa de regreso, porque Kiara en verdad insistió con mucha fuerza, y ahí, para mi mala suerte, me enteré de que hoy va a salir con sus amigos.

No me molesta, en verdad no lo hace... pero sí lo hizo un chico de pelo castaño. Cuando Denise se fue, él besó su mejilla y quedó con ella en recogerla entre risitas. 

...

Estoy celoso, lo admito.

Ver cómo ella juega con él como si nada y le sonríe tan abiertamente...

Estoy malditamente celoso.

Nunca me he sentido de esta forma, es raro. No es la primera vez que siento celos, pero el volcán de mi pecho que acaba de nacer, en el mismo instante en que ese chico de pelo castaño coqueteaba con ella tan descarado, nunca así.

Pude haberme quedado y ver cómo ella se iba con él, pero siendo sincero, no puedo, eso sería mucho peor.

Respiro con fuerza cuando mi cuerpo me pide un respiro y cierro los ojos, luchando con mi mente para que se calme. Pero sus ojos me atacan, como ya es costumbre, sonrío con ironía cuando me dejo caer al piso.

—Esto es una locura.

Cuento los segundos mientras mi respiración se va regularizando y mi corazón calma sus locas palpitaciones. 

La soledad de mi departamento me permite poder ejercitarme sin camisa para mayor comodidad. Desde que este departamento estuvo en mi posesión hace tres años, decidí hacerle unos cambios que me eran completamente necesarios. Poseía dos cuartos con baño incluido; en este caso, yo me deshice de uno, modificándolo por completo.

Cuando entras por la puerta, creé mi gimnasio personal con los aparatos básicos, incluida una bolsa de boxeo. Todo, con la vista de la ciudad, bastante entretenido, pero en la pared lateral hay un espejo en toda la pared. Pero lo que más disfruto es que en la esquina, hay una puerta que sube tres escalones hacia una terraza diminuta, pero perfecta para disfrutar de la noche y no tener que huir una tarde de lluvia.

Una hamaca tejida de color rojo, vino y gris junto a una mesita de cristal con base de madera justo a su lado. Cuando quiero descansar en verdad, este es mi pedazo de paraíso.

Camino con pesadez, porque ahora que me exigí más de lo que normalmente hago, mi cuerpo me pasa la factura. Solo necesito tomar un baño, me voy a olvidar de esa escena tonta de celos que siento por Denise y un chico que no conozco de nada.

...

...

Me rindo... 

Ha pasado una hora desde que decidí que iba a olvidar esos celos, pero me es imposible.

Esa chica me ha vuelto loco por completo... lo peor, es que no me cuesta nada admitirlo, es más... me gusta sentirme de esa forma.

Pero no cuando me es prohibido besarla... por ella y principalmente por la ley.

Vaya problema más divertido.

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Si dijera que me relajé durante este fin de semana, fue una mentira demasiado clara. Luego de cenar, me propuse leer un libro, pero mi hermana "querida" me manda un mensaje.

Hermanita

Mira este perfil

Abro el enlace, porque sé que al día siguiente me haría un "examen" de lo que ella me mandó.

Mi pulso se congela cuando noto lo que es... el perfil de Instagram de Denise. No quiero seguir viéndolo, no debo... pero es más fuerte que yo.

Publicó fotos de la fiesta, y casi aviento el teléfono, cuando la veo luciendo un vestido celeste con aberturas en ambas piernas, y unas botas de tacón mediano para completar. El problema no es ese, lo que en verdad me vuelve loco, es verla bailando con ese chico de pelo castaño.

Estuve luchando por no abrir de nuevo su perfil y ver las fotos, porque sé que voy a lanzar el teléfono. 

Cuando ingreso a la escuela, lo hago con la esperanza de que el día me sea mucho más tranquilo... pero me encuentro con ella cuando entro al aula.

—Buenos días, profesor.

Me quedo congelado en mi lugar cuando escucho su voz. La veo sentada en su lugar, con una suave sonrisa y, aunque quiero recordar que no es sano que me siga acercando a ella, me pierdo en su sonrisa devolviéndole el gesto.

—Buenos días, Denise.

Segundos después, el salón se llena, pero una voz fuerte llama mi atención: —¡Denise!

Alzo la vista, viendo a la señorita Sara caminar hacia la rubia con rabia. Volteo-casi-asustado, pero me sorprendo al ver la expresión tranquila de Denise, como si nadie hubiera gritado su nombre, alguien completamente diferente a quien vi el primer día cuando estaba casi en la misma situación.

—Dulce Sara— su voz se siente firme, pero tranquila, no puedo evitar no querer escuchar más de lo que va a decir. —Ni tus chillidos ni tu veneno me van a joder el día.

Casi me echo a reír, pero veo la rabia de Sara y decido intervenir antes de que la historia se empeore. —Señorita, vuelva a su asiento, vamos a comenzar con la clase.

...

Me sorprende que el día esté más tranquilo de lo que me imaginé...

Pero claro, es imposible cuando se trata de Denise Hyucket.

¿Le acaba de romper la nariz a un alumno con la bandeja de comida?

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