Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12

Kevin

Aunque le advierto a mi cerebro que no puedo seguir recordando ese momento, lo sigo haciendo. Porque yo sé a la perfección que ya estoy perdiendo la guerra, que yo me he dejado ganar por propia voluntad y no he luchado, lo admito, no lo he hecho.

Pero recordar el momento exacto en que la veo luciendo ese vestido, mirándose hermosa, luciendo... como una reina. Admito lo que nunca debe de ser admitido, lo que nunca debe de haber ocurrido...

Que estoy enamorado de ella.

Y aunque todas las advertencias de mi cerebro y mi parte más racional lucharon, ellos mismos bajaron la guardia cada vez más, cuando el océano que tiene por mirada me ahoga, yo me dejo llevar satisfecho por la corriente.

Ceno en casa de Kiara y para mi mala suerte, se sigue hablando de la hermosa transformación de Denise para esa fiesta. Y aunque mi vista está completamente centrada en la comida de la mesa, sé que es inevitable que mis pensamientos no caigan en el encaje de su vestido, el cual combina a la perfección con sus ojos.

Es una tortura, soy consciente de ello. Yo mismo me he condenado al enamorarme de ella, conociendo a la perfección que solo debo verla como mi alumna.

Pero algo en mí asegura, que desde el principio iba a caer rendido a sus pies, y cada día que se enfrentaba a mí se hacía más claro.

Luego de cenar me quedo en casa de Kiara, siendo completamente consciente de que no lo hago por la soledad de mi apartamento. Dos importantes razones me impiden irme, la primera: es que sé que si me voy no dejaré de pensar en ella.

Aunque en compañía de mi hermana, mi cuñado y mis sobrinos, no es que no la piense, pero al menos con las diversas conversaciones entre nosotros, me puedo distraer un poco.

Y la segunda, creo que es la mayor de las razones, mi corazón enamorado, quien domina por completo a mi cerebro y me obliga a quedarme, solo para esperarla cuando regrese. Es de las mayores ridiculeces, un hombre de 27 años deshecho en nada, por el amor hacia una estudiante de 18 años.

Pero si recuerdo la última vez que me sentí de esta forma, creo... que lo pasado hace años ni se acerca a la manera en que me siento con Denise. Cada vez que la miro, en cada movimiento de sus labios, en cada reto.

La condena fue impuesta, y el culpable no luchó contra ella.

Las horas pasaron y ya no tenía ningún motivo para quedarme con mi hermana. Así que muy a mi pesar, me despido de ellos dispuesto a regresar a mi apartamento. El silencio me envuelve, pero mis pensamientos gritan por ella, alejándome del mundo de la realidad. Tanto, que cuando entra una llamada a mi móvil salto sorprendido y lo pongo en altavoz, manejando por una avenida muy transitada y a los segundos doblando para entrar al distrito en que vivo.

—¿Kiara? —miro con sorpresa la pantalla del carro, deslumbrando el número desconocido, pero reconociendo al instante su voz al otro lado de la línea—¿Estás ahí Kiara?

—¿Denise?

Su voz se silencia, por un momento llego a pensar que me va a colgar, pero todo lo que escucho es un suspiro—Eres tú—sus palabras suenan como un murmullo, como una suave tonada. Pero, aun así, soy capaz de notar algo más entre ellas.

Un imperceptible suspiro tembloroso me confirma que llama a Kiara para algo más, y que, de alguna manera, soy quien recibe la llamada—¿Denise? ¿Qué ocurrió? ¿Pasó algo?

El silencio se extiende y, aunque me estoy acercando a mi departamento, el instinto crece en mí cuando algo en mi pecho comienza a nacer. Sé a la perfección que es un sentimiento sobre protector, uno que no es normal de un profesor para con su alumna.

Pero ya eso, repetirlo es en vano. Porque por muy complicado que sea, no voy a huir de la realidad, de esa forma no actúa un adulto.

—Por favor Kevin—siento su voz, me congelo cuando dice mi nombre tan delicadamente—ven a buscarme.

El carro chirría cuando, sin previo aviso, cambio de dirección para volver por donde mismo vine —¿En dónde estás?

—No sé—se nota algo cansada, lo puedo descifrar por su tono de voz—estoy algo perdida, sé que es en el centro de Londres.

Asiento con la cabeza, pero sin evitar que la preocupación se incremente. Toco unos botones de la pantalla aun manteniéndome alerta al acercarme a la avenida.

—Está bien Denise, ¿Dónde estás tú ahora?

—En un callejón —responde con rapidez, pero yo, en cambio, estoy ahora mismo entrometiéndome de forma imprudente, y muy, muy peligrosa, frente a los carros en la avenida para ir en su dirección —salí por la puerta de empleados y no vi hacia dónde iba, está un poco oscuro.

Sus palabras suenan arrepentidas, pero yo ya estoy logrando localizarla gracias a su móvil. Veo el GPS en la pantalla sin cortar la llamada—No te preocupes Denise, estoy llegando. Sigue recto por donde estás, luego doblas a la derecha y luego a la izquierda. Vas a salir a un Centro Comercial.

—¿No será más complicado encontrarme? —susurra ella y ya me encuentro en el centro de Londres.

—Yo siempre te voy a encontrar.

3 horas antes.

Denise

Cuando me subo al auto negro de mi padre en los asientos traseros, veo su sonrisa a través del espejo retrovisor y retiro la mirada avergonzada, pero la conecto con la de mi hermano. Luce un traje vino, con camisa negra sin corbata y zapatos de lujo del mismo color. Su pelo lo tiene bien peinado hacia atrás, luciendo muy guapo.

Su sonrisa se aumenta cuando me ve de pies a cabeza: —Estás muy guapo, hermanito.

—Y tú estás hermosa —me da un beso en la mejilla. De reojo veo el mal gesto que hace Celine al ver la interacción que tengo con mi hermano.

Me guardo el suspiro que quiere salir de mi garganta, porque me imagino que esta noche va a estar pesada y muy incómoda. Centro la vista en el camino mientras avanzamos hacia nuestro destino. Desconozco dónde es, solo sé que está en un salón de fiesta en el centro de Londres.

El camino en silencio, me permite tomarme el tiempo para pensar en cierto profesor de ojos negros, cosa que quiero evitar en el momento en que sus ojos se cruzan con los míos antes de irme de casa. Pero debo admitir... que quiero saber qué es lo que pensaba de mí cuando me vio, pero claro, mi yo más orgullosa no quiero averiguarlo.

Pero también es posible que a los segundos me vuelva a arrepentir de ese pensamiento —¿Por qué sonríes?

Me volteo de inmediato a ver a mi hermano y lo miro confundida —¿Qué?

—Llevas unos minutos sonriendo —me quedo en blanco, porque yo misma no me he dado cuenta de que estoy sonriendo.

Borro rápidamente el gesto y le restó importancia, encogiéndome de hombros. —Solo estoy recordando una broma de un compañero de trabajo.

—Así que estás trabajando —murmura ella, lo suficientemente alto para que yo pueda escucharlo. Sin poderlo evitar, la miro con una ceja alzada, esperando ansiosa lo próximo que va a decir.

—¿Te sorprende demasiado? —Las palabras salen lentas, sintiendo como mi sangre hierve.

Sin poder reconocer cuándo fue la última vez que sentí eso.

—Quiero ver cuánto va a durar eso.

Mi mandíbula se cierra ante la rabia, me sorprendo a mí misma cuando lucho contra las palabras que quieren salir de mis labios. Pero me retengo, porque no sé de dónde sale esa llama. Mi padre, en esta ocasión, es quien responde por mí.

—Denise está trabajando duro y parece que le va bien en casa de su amiga.

La mención de Kiara y su familia me saca una sonrisa sin poderlo evitar, pero lo único que mis pensamientos alumbran son sus ojos negros.

¿Por qué su oscuridad parece que nunca se cansa de iluminar mis pensamientos?

Intento despejar en mi mente todo lo que dura el camino, no se vuelve a sacar ningún tipo de conversación. Para mí es mejor de esa forma, aunque, por otra parte, busco distracción en la vida nocturna del centro de la ciudad, sabiendo a la perfección que, si no lo hacía, un intruso de peligrosa mirada se colaría en donde no debería estar... en mis pensamientos.

Luego del silencio, no tardamos mucho en llegar a nuestro destino. Estamos en el mismo corazón de la ciudad de Londres y la noche parece que nunca llega. Su vida nunca se apaga y eso es una de las cosas que más adoro de la capital londinense. Nos bajamos y sostengo mi bolso con fuerza, sin saber qué hacer, pero mi hermano se coloca a mi lado tomando mi mano que lo envuelve en su brazo.

Lo miro sonriente, mientras nos adentramos a la impotente torre. Todo parece salir de un cuento de hadas. Subimos el ascensor hasta donde se encuentra el restaurante. Nunca imaginé que al abrirse las puertas, dos hombres enfundados en trajes nos reciben de forma tan elegante.

—Bienvenidos a The OXO Tower Restaurant.

Siendo sincera, me pierdo las palabras de uno de esos hombres, porque mi vista está centrada en la hermosa decoración del restaurante. Pero despierto del sueño, cuando una ronda de aplausos llena el lugar, al instante en que nosotros cuatro bajamos los cinco escalones que dan al salón.

Personas desconocidas miran a mi padre con una sonrisa y entiendo que son compañeros de trabajo. Justo al lado de él se coloca un hombre de aproximadamente 60 años con un elegante traje azul eléctrico.

—El homenajeado tiene la facilidad de llegar tarde si quiere—algunos ríen con él y yo sigo perdida, sin saber por qué estoy aquí—Estoy orgulloso de la compañía que he creado, y la vida no me ha dado la oportunidad de tener hijos, pero hace años, un joven terco se acercó a mí con ganas de soñar y los dos crecimos—veo de reojo como la expresión de mi padre se vuelve avergonzada y me siento contenta de su felicidad, porque soy consciente de que habla de él—y ahora le doy mi más grande tesoro a ese joven que tomé como hijo aun sin ser de mi sangre—se voltea a ver a mi padre, notando el aprecio y el orgullo en su mirada—gracias Henry, sé que continuarás mi legado de la mejor manera.

—Gracias, señor Trevor, por darme la oportunidad.

—Te la mereces más que nadie —le dice el hombre mayor con una sonrisa que solo denota cariño.

Con un gesto de aquel que parece ser el dueño de la compañía, se hace un brindis en nombre de mi padre y ahí es cuando comprendo la importancia por la que mi padre quería que yo también estuviera aquí con él, compartiendo este momento. El cariño se instala en mi pecho, porque ese pequeño detalle supera cualquier incomodidad.

Sin poderlo evitar, luego de bajar al salón y que sus compañeros comiencen a felicitar a mi padre, mis ojos se posan sobre ella. Un vestido hasta los tobillos de color rosa perla. Todo su cuello, hombros y clavícula descubierta por un escote recto sobre el inicio de su pecho. Ajustado a su cintura y una falda de corte recto.

No hay que mentir, se ve extremadamente elegante junto a mi padre, quien tiene un traje negro. Las copas de champán al instante caen en sus manos, y bueno... ellos tienen que averiguar qué hacer con nosotros. Porque se nota que mi hermano y yo somos los únicos menores de 21 de los presentes.

De un momento a otro, Celine llama a mi hermano y él se despide de mí asegurando que no tardará mucho.

Me sorprende que haya tardado mucho.

Miro a mi alrededor y descubro que el salón tiene mesas a la redonda llena de comida. El piso dorado solo le añade más elegancia, combinando junto con las lámparas colgantes que hay dispuestas en el techo gris. En la esquina del salón, cuatro músicos entonan una suave melodía. Todos conversan y hablan de temas que veo irrelevantes hasta que algo llama mi atención por completo... las vistas.

Camino entre los presentes, alejándome del foco de atención que en estos momentos son mis padres y mi hermano, solo para deleitarme con el paisaje de la ciudad nocturna. La altura no me provoca ningún tipo de miedo, veo cómo la torre está cerca de lo que creo que es el río Támesis, y supongo que tras de mí es donde está el centro.

A pesar de nacer aquí, conozco poco de la misma ciudad, al pasar la mayor parte de mi vida encerrada en mi cuarto... ahora, me doy cuenta de lo mucho que me he perdido.

Un camarero llega a mi lado, con una copa mediana de un líquido rojo que asumo que es vino y al momento niego con la cabeza con una sonrisa—No gracias.

El muchacho a cambio me da una sonrisa—Es sangría, la preparamos especialmente para los jóvenes, no tiene alcohol.

Mi sonrisa se aumenta, mientras tomo la copa y pruebo un trago, bajo su mirada expectante. Sé que está esperando mi opinión, así que no tardo y disfruto del sabor dulzón que llena mis sentidos sin llegar a ser repugnante.

—Está delicioso, muchas gracias.

—Estaré al tanto de su copa.

Voy a decirle que no es necesario, pero antes de que diga una sola palabra, se va con rapidez. No puedo quejarme, es deliciosa, y con las vistas bajo mis pies, suficiente para pasar la noche.

Veo a las personas a mis espaldas en su mundo. En uno en donde las apariencias dicen quién eres. Veo a mi padre desenvolverse con naturalidad, pero lo conozco, lleva años lidiando con ese tipo de personas. Noto a mi familia entre ellos, afirmo que es ahí en donde ellos deben estar, en que ese es su verdadero mundo. A pesar de que mi hermano es una persona sencilla, destaca sin hacer mucho esfuerzo, lo que hace que los ojos se posen sobre él.

Mientras que ellos están ahí, este mi mundo, apartada de ellos, disfrutando sola de las vistas. No me molesta, prefiero esta soledad a las miradas y sonrisas hipócritas.

Pasados los minutos, mi hermano vuelve a mi lado, pero por poco tiempo... porque Celine lo llama nuevamente. Sin sorprenderme para nada. Yo, en cambio, estoy disfrutando de mi copa, la cual nunca se vacía gracias a un joven camarero.

La cena... porque así la nombraron, pasa entre pláticas demasiado aburridas. Que, para mi buena suerte, en ninguna me incluyen. No sé cuánto tiempo pasa hasta que tengo que ir al baño aún con la copa en mano. Me miro al espejo y una suave sonrisa nace en mis labios cuando me vuelvo a ver, recordando las palabras de Kiara junto con las del resto.

"Eres hermosa"

¿Qué hubiera dicho él?

Ya van dos veces que pienso en él en lo que va de noche. ¿Tanto me interesa su opinión acerca de cómo luzco?

Al parecer es en lo único en que pienso. Ya han pasado unas horas y sus ojos no se van de mis recuerdos. Me sobresalto cuando me cruzo con mi madre, que se queda en frente de la puerta del baño, y algo me dice que no quiere entrar al sanitario. Intento ignorarla, como he hecho toda la noche, la quiero rodear, pero ella me lo impide, cuando me toma del codo y me arrastra hasta la puerta de la cocina escondiéndonos tras de una pared, en donde están las escaleras de emergencia.

—¿Qué haces aquí? —gruñe con odio y yo quito mi brazo de su agarre, aun manteniendo la copa en la mano.

—Yo no quería venir Celine—digo su nombre en el mismo tono en el que ella está hablando—papá fue el que insistió.

—Eres una vergüenza para esta familia.

—Ya te dije que ese no es mi problema, yo no vine por ti—pego mi rostro al suyo, escupiendo las palabras con rabia en mi pecho—así que ignórame y ve a fingir con tus amigos, como lo has estado haciendo toda la noche.

Lo próximo que siento es el ardor en mi mejilla... luego como un líquido baja por la falda de mi vestido. Miro a mis pies y noto como mi vestido está manchado con la sangría que hace solo segundos sostenía en mis manos.

—Desaparece.

La realidad se desvanece a mis pies y siento como el mundo de ensueños que yo creí que pertenecía, se hace pedazos revelando la verdad. Mi mundo es esta soledad, este frío que me rodea ahora.

No quiero enfrentarme a nadie, no en este estado.

Miro las escaleras de emergencia y las abro, decidida a bajarlas. No me importan los pisos que sean, ni siquiera mis pies, solo quiero salir de ahí. La noche ya está llegando casi a la media noche, pero mucho ya ha dejado de importar. Cuando salgo de la torre por la puerta trasera, me veo envuelta en la oscuridad de un callejón, es cuando las lágrimas se sueltan de mis ojos.

Hace años que no lloro, creo que la última vez, fue esa noche de tormenta, pero no estaba consciente. Pero los años se deshicieron de mis lágrimas, y ahora aparecen sin previo aviso. No dejo caminar sin pensar, sin dejar de llorar, porque estoy liberando algo que no sabía que tengo amarrado en mi pecho

¿Por qué?

¿Por qué mis sentimientos están aflorando cuando los años me ayudaron con la máscara que muestro al mundo?

¿Será que esa máscara siempre estuvo rota?

¿Qué ocurrió para que la grieta echara abajo el castillo de naipes?

—Tengo frío —murmuro entre sollozos y saco mi teléfono para llamar a la única persona que me puede ayudar ahora... Kiara.

Marco la K y sin revisarlo, marco el primer contacto que me sale, porque ella es la única que tengo en mis contactos. Cuando la llamada sale, no espero a que responda —¿Kiara? —Solo escucho el silencio— ¿Estás ahí, Kiara?

—¿Denise?

No me espero sentir su voz al otro lado de la línea...

Esa voz que siempre me tortura y persigue... pero ahora extrañamente me calma —Eres tú—murmuro con la voz perdida, sin saber lo que yo misma estoy diciendo.

—¿Denise? ¿Qué ocurrió? ¿Pasó algo?

Entre sus rápidas preguntas siento un ligero tono de preocupación. Y a pesar de la pesadez que se aferra a mi corazón, un brillo lleno de calidez se siembra. En esa tierra seca y maltratada, en ese lugar inhóspito que es mi alma en estos momentos, ahí... un pequeño brote nacía. Y tengo miedo, no sé cómo reaccionar ante la belleza que me da una pequeña mota de luz.

Pero en mi desesperación, apago las señales de mi cerebro, y digo algo que en mis cinco sentidos nunca diría.

—Por favor, Kevin, ven a buscarme.

—¿En dónde estás? —pregunta con rapidez, sorprendiéndome, sintiendo más frío. Miro a mi alrededor y solo veo un callejón.

—No sé —intento buscar algo que lo guíe, pero ni yo misma sé en dónde me encuentro —estoy algo perdida, sé que es en el centro de Londres.

—Está bien, Denise, ¿dónde estás tú ahora?

—En un callejón—respondo con rapidez, sin pensar en la seguridad de su voz—salí por la puerta de empleados y no vi hacia dónde iba, está un poco oscuro.

—No te preocupes, Denise, estoy llegando. Sigue recto por donde estás, luego doblas a la derecha y luego a la izquierda. Vas a salir a un centro comercial.

—¿No será más complicado encontrarme? —susurro, sin saber por qué al momento estoy siguiendo sus instrucciones.

—Yo siempre te voy a encontrar.

Me quedo congelada ante sus palabras, cuelgo intentando no pensar en lo que dijo. Camino sin olvidar sus instrucciones, y menos la manera en que me lo dijo.

"Yo siempre te voy a encontrar"

Llego de repente al Centro Comercial que él mencionó y me veo rodeada por personas que van de aquí para allá. Me rodeo con mis brazos, sin dejar de mirar a mi alrededor, sin entender para nada cómo él me va a encontrar entre tantas personas. Miro el reloj en una enorme pantalla, notando que solo faltan 20 minutos para la llegada de la medianoche.

Me limpio las lágrimas secas de mis mejillas, agradeciendo que el maquillaje se mantenga. —¡Denise!

Me volteo ante el grito de mi nombre, lo que veo hace que todo se desvanezca a mi alrededor. Lo veo correr entre las personas hacia mí y no reacciono hasta que su saco cubre mis hombros, él, él... solo me abraza.

—Te encontré —murmura sobre mi cabeza y yo solo puedo esconder mi cara en su pecho con miedo a llorar...

Pero contenta de que me haya encontrado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro