01
Denise
Amo lo pacifica que se ve la lluvia por más furiosa que golpee. En ocasiones me quedo absorta, perdida en cada uno de sus movimientos. Admirando la belleza de sus gotas como si fueran estrellas que descienden del cielo.
Aunque sea un pequeño rocío, es el sinónimo belleza. Todo queda aplacado por ese momento, en donde solo la ciudad queda bañada. Limpiando las impurezas para empezar nuevamente un día ajetreado.
El tráfico a esta hora es un asco. Pero es imposible quitarle la vida matutina a una ciudad tan poblada como Londres.
Es muy bulliciosa y no me gusta mucho, eso lo compenso poniéndome los auriculares. También veo algo relajante la manera en que los autos van de aquí para allá. Este comienzo de año ha llegado con muchas expectativas para las personas.
Nuevos sueños, nuevas metas con anhelos, por su parte, otros caminan durante el día y ven pasar la noche.
Un lunes en Londres es todo lo contrario a silencio y comodidad. El ajetreo tiene dos efectos, o te llena de energía para el resto de la jornada o te lo roba por completo. Avenidas repletas de tráfico por donde sea que mires, pero hay un lugar especial que es por donde disfruto caminar todas las mañanas.
Calles adoquinadas con un tono tierra que calman la vista. Casas unas sobre otras, lado a lado con sus elegantes puertas de madera blancas, negras, carmesíes e incluso algunas verdes, no importa. La elegancia del lugar es lo que me calma. Faroles por cada tramo, y aun cuando el ajetreo de la mañana también se refleja en este pedacito, es demasiado único.
El suave Sol del alba baña las calles y adoro ver como los adoquines se vuelven dorados bajo sus rayos. Es un paisaje fascinante, aunque se repitiera cada mañana nunca podías cansarte. Algún que otro chico corriendo, las personas hablando de camino a su trabajo. Siempre se repetía, pero es mi pedacito de maravilla.
Me tomo mi tiempo caminando hacia la escuela, como lo hago cada día. Aprieto con fuerza las correas de mi mochila cuando veo que me alejo de mi pequeño paraíso y me acerco a mi tortura. Antes de emprender mi plan de huida... lo veo en la entrada con una sonrisa, gesto que le devuelvo con una mueca.
—Si sales más temprano que yo. ¿Por qué siempre llegas después?
Le sonrío a mi hermano mayor con la más falsa mueca, a lo que él me devuelve el gesto divertido alzando las cejas mientras nos adentramos a la escuela. De un momento a otro me detengo y me subo a la espalda de él, aprovechando que él utiliza un bolso cruzado sobre su pecho.
Al contrario de lanzarme lejos, él solo aferra sus manos a la parte trasera de mis rodillas, sin importarle todos los ojos sobre nosotros.
—Simple mi adorado hermano, porque tu amas la escuela, yo no.
Recuesto mi cabeza en su hombro cerrando mis ojos. Disfruto de su calidez a pesar de lo fresco que está la mañana y me aferro más a su cuello.
Conozco este lugar de memoria, e incluso sin abrir los ojos puedo decir a la perfección por cada lugar que estamos pasando. Cinco escalones negros para la entrada, con tres portones de cristal de dos puertas cada una. Paredes de piedras para aumentar la elegancia.
La hace única no solo el hecho de estar instalada en el barrio más rico de todo Londres, "City de Londres", es que es de un solo piso. Por lo que su extensión es enorme, más de lo que yo quisiera desear. Sus pasillos son de cristales, mientras los salones aún mantienen la privacidad. El vestíbulo se divide en tres pasillos, hay dos columnas que las dividen, sirven como estantes para todos los premios y condecoraciones que ha ganado la escuela.
Justo al lado de la puerta, un mostrador en forma de semi círculo es la recepción, en donde hay siempre un hombre de 40 años de pelo canoso. Algunos retrato de personas importantes para la institución están enmarcados en la pared de forma estética. El techo es una cúpula mediana de cristal que permite la entrada de luz.
A la derecha del último pasillo, está la puerta hacia el enorme comedor y cafetería, también se encuentra la sala de profesores junto con la oficina del director. Junto al pasillo izquierdo está el auditorio.
Demasiado obvio, pero los pasillos distinguen los tres años de la escuela, el mío es el del medio mientras que el de mi hermano es el tercero. Cada uno contiene su hilera de casilleros con llaves, de color blanco combinando con las puertas marrones de los salones.
En una intricada estructura, los dos pasillos de los extremos se doblan y se encuentran en la piscina, que se comparte también con el gimnasio y la cancha de baloncesto. Luego se encuentra el campo de futbol así como la pista de atletismo.
En cada competición, el público externo no es un problema, en todas las secciones hay espacio suficiente para la audiencia . Pero tampoco está fuera de razón, todos los millonarios de Londres mandan a sus hijos a esta escuela, porque aquí solo vienen las opciones de las más reconocidas universidades. Es de las mejores escuelas privadas de Londres, a donde solo asisten chicos privilegiados
Mientras siento como mi hermano camina, sonrío aun con los ojos cerrados porque noto que él me lleva directo a mi salón. Además de eso... tengo un pequeño sexto sentido que me indica algo, como las miradas indiscretas que me atraviesan. Abro los ojos comprobando la realidad y apoyo mi mentón en su hombro.
—¿Sabes que ahora mismo hay muchas chicas que me quieren muerta?
Él niega con una carcajada y me mira de reojo—No digas tonterías.
Suelto un jadeo demasiado exagerado como si estuviera horrorizada por completo y me separo un poco de su espalda, aun sosteniéndome de sus hombros—Que blasfemia es la que suelta tu boca, estoy sobre la espalda del gran cotizado David Hyucket, es claro que me quieren muerta.
—Deja de hablar tonteríass—dice riendo y me deja en la puerta. Acaricia mi pelo—Que tengas un buen día, e intenta no causar problemas—me suelta un guiño
Cierro mis ojos como una dramática echando mi cabeza hacia atrás y poniendo una mano en mi pecho—Eso es difícil cariño, los problemas me buscan solos.
David ríe conmigo y vuelve a repetir el gesto—Cuídate bebé.
Me despido de él con una sonrisa, ignorando las miradas desagradables hacia mi persona. Me siento justo al lado de la ventana colocando mi bolso sobre el pupitre, tuve que atravesar toda la habitación porque la puerta estaba al final de la pared.
Aunque parezca imposible, de esa forma los maestros me ponen menos atención. Me coloco de nuevo los audífonos centrando la vista en el panorama de afuera.
Aquí las ventanas de cristal te llegan por encima de la cintura, por lo que siempre tengo una buena vista durante el resto del día. Calum Scott llega a mi oído y disfruto en verdad su melodía, sin poder evitarlo tarareo la canción. Hasta que alguien, para su mala suerte, me interrumpe y solo me volteo de reojo para notar a la desafortunada. Pongo mis ojos en blanco al ver a Sara Phofteck.
—¿Qué se le ofrece a su Alteza? —le doy mi mejor sonrisa falsa.
Veo a la chica de arriba abajo y solo por verla me desagrada. Su pelo rojizo en voluptuosas ondas cae hasta su cintura. Su apretada y demasiada ajustada camisa blanca, encima la chaqueta sin mangas azul del uniforme. Una falda azul oscuro con el dobladillo más arriba de la mitad del muslo. La veo cruzar sus brazos y mirarme con superioridad.
—¿Aun no aprendes? —alzo mis cejas sin entender la pregunta, y aunque no tengo ganas de hablar con ella, siento un poco de curiosidad por saber cuál es la estupidez que va a decir—Aléjate de David.
Me rio con burla sin poder evitarlo llamando por completo la atención del salón. Ya había comenzado el horario de clases, aún el profesor no había ingresado, pero en estos momentos nadie se detuvo a pensar en eso porque yo y la "adorada", éramos el centro de atención.
—¿Sabes que lo que me pides es una estupidez verdad? —cruzo mis piernas y mis brazos mientras le doy mi mejor sonrisa burlona—Vivo con él porque después de todo... somos hermanos por si no lo notaste—le digo haciendo énfasis, ganándome unas cuantas risas lejanas, lo que me hace morderme el labio inferior en un gesto de victoria
—Menuda vergüenza debe sentir David al ser tu hermano—escupe y yo no dejo de sonreír—solo eres basura.
Inclino la cabeza ya sintiendo como poco a poco la llama de ira se va encendiendo. Las palabras de mi hermano hacen que una pequeña parte de mí intente... en verdad intente no causar problemas. Pero esta chica lo hace difícil.
—Eso debo ser cierto, porque la basura solo se agrupa con otra basura... y te veo frente a mí—la señalo de arriba abajo y hay más risas.
Me mira con furia y yo revoloteo mis pestañas solo para molestarla más. De un momento a otro los murmullos de la habitación cesaron luego de un sonido sordo. Ella había lanzado mi bolso al suelo con una mueca divertida.
—Conoce tu lugar y aléjate de David.
Lucho con mis instintos para no sobrepasarme. Pero ella tiene una exquisita habilidad para enojarme. Me pongo en pie quedando cara a cara con ella.
—Querida Sara, eres tú la que debe conocer los límites—le digo de la forma más suave que conozco, aun halando el fino hilo de mi autocontrol—aléjate y deja de joderme la mañana—susurro al oído, y antes de que tuviera tiempo de alejarme... me golpea la cara.
Cuando me sostengo con la silla toco mi labio. Sonrío al ver la sangre en mi dedo y ladeo la cabeza.
—¿Qué crees qu...
La estampo contra la pared apretando su camisa, alzándola unos centímetros haciendo que sus pies no alcanzaran el suelo. De reojo veo como sus amigas intentan alejarme, a una le doy una patada en la cadera, a la otra con la misma pierna le doy un golpe en la rodilla. Me volteo a ver a Sara con una sonrisa y veo como lucha con sus pies para sostenerse.
—Te advertí de la mejor manera, no quisiste seguir mi consejo—me encojo de hombros y cuando veo que los chicos se quieren acercar por la espalda, me volteo aun con ambas manos sosteniendo su camisa—¿Quieren que a la bella Sara le cambie el color de la piel? —amenazo con alzarla aun más y ellos jadean asustados.
—¡Estas completamente loca! —grita uno de ellos.
Rio, viendo de nuevo a la chica, si me fijo bien si está perdiendo un poco su tez blanca.
—¿Ves? —los señalo con la cabeza sin dejar de aguantar su cuerpo, aunque me apoyo en la pared, la chica es una pluma.
—¡Señorita Hyucket!— escucho la voz del señor Blashfemn.
Un hombre alto y delgado. Rasgos alargados y siempre serios, ojos caídos, pero con mirada penetrante, intensificada por la vejez de su rostro, le dicen: el Pingüino Jefe, porque siempre viste de traje blanco y negro, con las manos tras la espalda. Si le agregamos un binóculo sería el mayordomo perfecto, por algo es el director de la escuela.
—Buenos días—le digo con una sonrisa y es ahí cuando noto la presencia de otro hombre a su lado más alto que el señor Pingüino.
Espalda ancha y un respetable físico, sin duda es de una persona que pasa tiempo ejercitando. El saco gris ajustado a su bíceps también es una señal, aunque pueden que se noten más porque tiene los brazos cruzados sobre su pecho, el cual no me deja oportunidad de ver. Pantalones grises y zapatos negros clásicos, haciendo juego con la camisa blanca.
Pelo negro bien peinado hacia atrás, con un rebelde mechón que se escapa y descansa en medio de sus cejas. También me permite hacer mi viaje por sus cejas gruesas, pero sin ser desagradables y bajo a sus ojos como orbes negros, los que ahora estaban posados sobre mí, nariz recta y unos labios que me llamaron la atención porque no sabría cómo describirlos.
Una mandíbula definida que le daba más aspecto dominante sobre sus facciones. Pero la sonrisa burlona es lo que me termina de eclipsar sobre su apariencia.
—Suelte a la señorita Phofteck—miro a Sara que ya está más descolorida y vuelvo a mirar a la pareja de hombres con una suave sonrisa.
Conecto solo por un segundo, con la mirada del el desconocido, pero inmediatamente me concentro en el señor Pingüino. Abro mis manos y siento como cae al suelo en un ruido sordo, seguido de sus jadeos buscando aire. Me encojo de hombros mirando a los hombres con mis manos alzadas, dándoles un intento de sonrisa inocente.
Me giro a ver a Sara y la ayudo a ponerse de pie. A pesar de que aún sigue intentando recuperar el aliento, me mira con odio.
—... esto... no se... quedará así.
—Hazlo—aumento mi sonrisa acomodando su camisa y chaqueta—me harías un enorme favor si me expulsan.
Aprieta su mandíbula, deja que sus amigas la lleven a la enfermería mientras recojo mi mochila y vuelvo a tomar asiento como si nada. Miro el cielo y hago una mueca sin poder evitarlo—Le dije que los problemas venían tras de mi—murmuro y no puedo evitar reírme de mi misma—no se le puede hacer nada.
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Una ligera sonrisa nace en mis labios, cuando veo como la lluvia baña el cristal. Aunque intento que eso me alegre el ánimo, me refugio en mis propios brazos sin poder encontrar algo bueno, me muevo y jadeo de forma bajita cuando el dolor en mi espalda me recorre el cuerpo por completo. Mi sonrisa, carente de felicidad, aumenta cuando la molestia se asienta en mí como si fuera una segunda piel.
Quiero saber si existo en verdad, o este martirio es un cruel recordatorio de que esta es mi vida, de que esto será igual para siempre.
¿Amo la lluvia porque parece que limpia las impurezas?
No creo que sea solo por eso...
Creo que es bella porque logra desaparecer, logra evaporarse con la misma facilidad con la que llega. Dulce es mi envidia, mi anhelo, quisiera ser ella.
Pienso en una niña rota...
Pienso en un silencio agonizante...
Pienso en soledad...
Pienso... en que tengo que dejar de pensar.
En que fácil sería poder desvanecerse, en que sencillo sería cubrirme por ese lienzo oscuro lleno de infelicidad y no volver más. Que distinta sería la vida de muchos... que feliz sería yo por primera vez en mi vida. Apoyo mi cabeza en el cristal y ni siquiera me siento capaz de llorar, creo que nunca volveré a hacerlo. Esa ha sido mi maldición desde los seis años, matar lo que una vez fui para sobrevivir.
¿Pero en verdad estoy viviendo? O ¿Solo soy un fantasma que ni siquiera puede conseguir aire por su cuenta?
¿Lograré algún día poder respirar?
Intento buscar un susurro, algo que me ancle a la vida, que me brinde un poco de calidez, pero no existe... se escapa antes de que pueda pensar que está ahí. Tantos años de súplicas mudas me robaron las fuerzas de poder implorar, ni siquiera puedo pedir por salvación. Solo quiero dejar de pensar, si eso pudiera ser tan fácil.
Ojalá tener las ganas de querer respirar, pero no tengo fuerzas. Solo tengo una armadura de hierro que se cierra en mi garganta.
El sufrimiento es mi amiga...
—No Feliz cumpleaños para mi—murmuro perdida en el aire.
Recordando el año pasado, vivía este día de la misma forma, en la misma soledad.
Y ahora, cumpliendo mis 18 años, son cadenas que me hundirán al pozo de donde no podré salir nunca.
SORPRESA
Al fin estoy corrigiendo la novela.
Admito que fue mi irresponsabilidad el no releer la novela. Luego de escribirla, cosa que estoy corriengiendo ahora con ayuda de otros escritores y mi propio ojo critico. Verán cambiosque resaltan a la vista, pero son completamente necesario.
Bienvenido a los nuevos que se acercan a leer mi novela y les agradezco de corazón esa oportunidad.
pd: las correcciones se subirán cada un día.
no olviden que los quiero mucho
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