Conocí a un ángel
Hola, me llamo Kasumi pero todos me dicen Misty; permíteme describirte como soy. Soy promedio para tener dieciséis años de edad, mido un metro sesenta y cinco pero gracias a qué mis hermanas mayores son nadadoras de nivel olímpico me mantengo en muy buena condición gracias a qué práctico a diario natación. Al principio cuando tenía cinco años quería ser como ellas pero al crecer no soporte la presión y estrés de esas competencias pero aún práctico pues sinceramente amo nadar. Años después en mi último año de primaria conocí a un chico Satoshi -a quien todos llaman Ash- y nos hicimos amigos por un raro incidente en donde terminó debiendome una bicicleta pues destruyó la mía. Algunos meses después entré en secundaría y, asumo por el tsunami hormonal de la adolescencia, ví a Ash de modo distinto me pareció ¿Guapo? Quizás, en resumen nos dimos un beso pero siendo honesta ni él ni yo sentimos nada, y volvimos a nuestra amistad sin más problema.
La secundaria donde estudié era una academia privada donde conviven estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria en un mismo terreno, y excepto en la cafetería del campus, rara vez conviven los estudiantes con los de niveles superiores. Por una gran casualidad conocí a una estudiante de preparatoria cuyo nombre es Jessie, dicha casualidad consistió en llegar al mismo tiempo a la cafetería y pedir ambas lo mismo
—¡Una hamburguesa doble con queso, papas fritas super crujientes y refresco de dieta por favor! En cuánto ambas notamos la coincidencia nos miramos un segundo y reímos como si fuéramos amigas de toda la vida; fue en ese momento, cuando ví su delicada mano con esa perfecta manicura cubriendo con tanta elegancia su boca al momento de reír, que sentí mariposas en mi estomago y sentí como los músculos de mi boca se estiraron y dibujaron en mi carita una sonrisa tonta de colegiala ante su famoso favorito; también fue en ese momento que pase la mayor vergüenza de mi vida hasta entonces.
—¡¡Oye!! La elegante voz de la muchacha tuvo que alzarse hasta tan alto para lograr que yo espabilara
—D-disc-c-culpame creo que tengo la cabeza en las nubes ¿Qué me decías?
Trate de fingir inocencia y recé pidiendo que no notará que ella fue la que me distrajo tanto.
—Te decía que busquemos donde sentarnos y platicar
—Me parece perfecto. Respondí con una sincera sonrisa, con lo cuál ambas nos pusimos a buscar una mesa disponible; lo bueno fue que recién empezó la hora del receso y había pocos lugares ocupados. Rápidamente encontramos una mesa donde sentarnos. Comí con más apetito del que pensé tener, o quizás confundí la ansiedad qué sentí desde que conocí a ese hermoso ángel pelirrojo con hambre.
Cómo fui la primera en terminar me dí el lujo de observar a la muchacha sentada a mi lado de reojo mientras fingía limpiar donde comí. Admire su hermosa piel de porcelana, sus lunares, las pecas que no alcanzó a cubrir su recatado maquillaje, y fue entonces que ella comenzó a hablar
—Yo me llamo Musashi pero me gusta que mis amigos me digan Jessie -enfatizó mucho esas dos palabras mis amigos- y tú ¿Cómo te llamas? Hasta su voz es hermosa fue lo que pensé
—Soy Kasumi aunque prefiero que mis amigos me digan Misty. Pronuncie esas dos palabras con un poco más de coquetería sin saber muy bien el porqué, solo supe que eso le provocó a Jessie una sonrisa la cuál devolví. Seguimos platicando y resultó que coincidimos en muchos gustos, pasatiempos y disgustos, por ejemplo a ambas nos gustan los peluches de delfín, la natación -por motivos diferentes pero igual es una coincidencia-, los gatos, esas estampas de corazón y la ropa de colores lindos; por otro lado a ambas nos desagradan los insectos en general, así como arañas y escorpiones, al igual que la gente falsa, hipócrita y mentirosa. Para gran alegría mía a ambas nos gustan las novelas románticas, la música pop y ambas amamos el pastel y las cosas dulces. Después de terminar el almuerzo con Jessie el resto del día fue aburrido, lo bueno fue que intercambiamos nuestros números de teléfono y correo electrónico, durante el trayecto a mi casa y casi todo el día nos mensajeamos sobre cualquier cosa. Acordamos coincidir de nuevo en el almuerzo hasta su graduación -eso me entristeció-.
Al día siguiente sentí curiosidad sobre su gusto por la natación y ese fue nuestro tema de conversación durante el almuerzo, resultó que le gusta mucho tanto la gimnasia artística como el nado sincronizado y el patinaje artístico debido a que práctico ballet en su niñez y algunas primas suyas practicaron esos deportes. Por parte de Jessie sintió curiosidad por mi afición a la natación y le conté; mi gusto por ese deporte se debe a mis tres hermanas mayores, siempre me llevaban con ellas cuando practicaban durante las vacaciones de la escuela pero de las tres solo una de ellas es nadadora profesional, y esa es nuestra hermana mayor, mientras que la segunda práctica clavados y la tercera era triatleta cuando yo era pequeña y en la actualidad es pentatleta.
Siendo sincera nunca antes sentí tal disparidad, pues cuando Jessie -hasta pronunciar su nombre me pone nerviosa- y yo hablamos el tiempo parece congelarse y, al mismo tiempo el año escolar se fue como arena entre los dedos. Nunca me resultó tan difícil una despedida como en ese día, de forma literal llore hasta secar mis ojos y creo que para Jessie fue igual. Durante algunos meses, unos dieciocho para ser exacta, mantuvimos comunicación en todo momento del día para después de forma lenta la frecuencia de nuestras conversaciones disminuyó hasta ocurrir una vez al mes.
Sin darme cuenta pasaron tres años y yo recién entre a mi segundo año de bachillerato, seguí mi amistad con Satoshi y mi círculo de amigos se amplio con la adición de Serena, novia de "Ash" desde que entramos a bachillerato y también se nos unió Takeshi o Brock para nosotros, él es un caso especial pues obtuvo una beca con la que desde secundaria ha pagado sus estudios, pero pese a ello tiene un empleo de medio tiempo para ayudar a su gran familia -tiene nueve hermanos-.
Nuestro primer día empezaba cuando el director en persona ingreso en nuestro salón
—Jóvenes esto quizás les parezca repentino pero a partir de hoy se une a nuestro plantel una joven educadora que empieza sus prácticas para graduarse como profesora, sean amables con ella y aprovechen sus enseñanzas, puede pasar profesora.
Cuando dijo lo último por la puerta ingreso una joven con un hermoso, sedoso cabello pelirrojo largo hasta la mitad de su cadera; piel aterciopelada y ligeramente bronceada, su fino rostro apenas maquillado es magnífico, en sus orejas no lleva aretes ni piercings pero se notan las cicatrices que indican que en algún momento los llevó, y como cereza del pastel sus lindos ojos verdes están cubiertos por unos elegantes anteojos metálicos cuyos lentes son un poco más grandes que sus ojos. Su atuendo es tan profesional como el de cualquier maestra que se enorgullezca de serlo, falda de largo medio y saco; ambos del mismo color, debajo del saco una pulcra, elegante y refinada blusa blanca manga corta y cómodas zapatillas con apenas tacón. La hermosa joven nos sonrió y habló
—Buenos días a todos, me llamo Musashi, espero llevarme bien con todos ustedes.
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