Narra Regina:

No recuerdo qué sucedió, lo último que recuerdo es estar con Nana en el centro comercial. Empiezo a ver a mi alrededor y parece que estoy en un hospital. Me están haciendo una ultra-venosa, o me están extrayendo algo, no lo sé.

Una doctora entra a mi habitación revisando unos papales en su portapapeles. Cuando me ve me dedica una sonrisa de alivio.

—Me alegra que haya despertado, señorita Smith.

—¿Qué me sucedió?

—Te desmayaste y te hicimos unos estudio, entre ellos de sangre, para averiguar el motivo y...

No entiendo tanto misterio, ¿acaso tengo alguna enfermedad crónica?, no me quiero morir todavía, aún no lanzo mi marca de ropa y aún no me vengo de Dominic. 

—¿Cuánto tiempo me queda, doctora? —preguntó casi llorando.

—¿Qué?, no, no, no, no, nada de eso, es sólo que, —he visto muchas películas como para saber que cuando un doctor o doctora toma una silla es porque te lo que te van a decir es serio, y por alguna razón piensan que si te lo dicen sentados no te va a impresionar la noticia, y eso es lo que está pasando ahora— tuvo mucha suerte de que no perdiera al bebé, con el alcohol que ingirió, su embarazo tuvo ciertos problemas y por eso colapsó.

—Un segundo, doctora, ¿a qué se refiere con eso?, yo no estoy embarazada...¿o sí? —Santa Madre de la papaya, si estoy embarazada significa que el padre es ese hijo de p1174 de Dominic.

—Sí lo está, señorita Smith, aunque eso explica porqué consumió alcohol. Bueno, ahora que lo sabe, le aconsejo que se cuide y repose... de hecho le voy a imprimir una lista de hábitos y alimentos recomendados.

La doctora se va dejándome sola y preocupada, no puedo creer que Dominic me haya embarazado, de seguro lo hizo a propósito para poder tener algún poder sobre mí si las cosas no seguían como las había planeado. Maldito bastardo. 

Aquí tengo dos opciones: deshacerme del bebé o conservarlo.

Si me deshago del bebé, Dominic no tendría poder sobre mí, podría ahorrarme nueve meses de hormonas descontroladas, no perdería mi figura, no entraría al umbral del dolor en el parto, me ahorraría miles de dólares en todo lo que necesita un bebé, podrías beber champaña cuando quiera y no tendría que retrasar mis planes.

Pero si lo llego a conservar, sería un ejemplo de que una mujer empoderada puede criar a un bebé sin necesidad de un hombre, tendría una excusa para ir de compras por muchos años, además los Smith tendrían un heredero, porque al paso que vamos, puede que no tenga otra oportunidad de quedar embarazada y ni hablar de Jerry. Además, el bebé no tiene la culpa de nada... no es que haya deseado salir de un maldito cazafortunas.

Me toco el vientre y de repente siento cierta pena por el bebé. He visto muchas novelas junto a Nana como para imaginarme el drama que causará. Dominic se enterará y querrá la custodia completa y tendríamos que irnos a juicio y los paparazzi y los reporteros me seguirán, puede que Dominic aproveche para hacerse la victima públicamente o intenté tenderme una trampa para arruinar mi reputación y así ganar el juicio, o al revés.

No, sea lo que sea, estoy segura de que lo resolveré, después de todo soy la maldita Regina Smith. Además, ¿qué es la vida sin un poco de drama?. Ese bebé es mío, Dominic, no tuyo. De hecho, tengo una maravillosa idea para ahorrarme todo ese drama.

Una orden de restricción, no podrá acercarse a mí ni aunque lo desee y si lo hace o si me acosa de alguna otra manera, directo a la cárcel. El inconveniente es que no sé si se llame Dominic, ni cómo se llame. Pero no hay problema que no tenga solución,

* * *

Qué atenta fue la doctora en hacerme estas recomendaciones para mi embarazo y por darme de alta tan rápido. Es bueno vestir de nuevo como Regina Smith, no como una persona que resultó estar embarazada y no lo sabía y casi arriesga su vida y la del bebé por beber champaña. Nota mental, presentar una denuncia por obligarme usarme una bata tan horrible.

Una camioneta negra se estaciona frente al hospital, donde seguramente es un lugar exclusivo para ambulancias. En fin, reconozco ese vehículo así que me acerco a él y abro la puerta. Mi abuela está adentro, luce mejor de como la dejé en el centro comercial. Me alegro que esté bien.

—Querida, me alegra tanto que estés bien —dice mientras me subo a la camioneta y cierro la puerta.

—Gracias, Nana. Debo darte las buenas nuevas —si se lo digo va enloquecer—. Estoy embarazada y sí, es de Dominic.

La sonrisa de Nana desaparece lentamente.

—No puede ser, Regina, ¿qué piensas hacer?

—Deseo tener al bebé, después de todo, ella es inocente.

—¿Ella?, dudo mucho que a este punto puedas saber el sexo.

—Cierto, pero de verdad espero tener a mi Amanda.

—Sigo pensando que ese nombre es horrible, pero es tu bebé, no mío.

Recuerdo que en la escuela cuando nos dejaron llegar un cuestionario de planificación familiar, se me ocurrió que a mi hija la llamaría Amanda y estuve fantaseando con Amanda por una buena época y Nana insistía que buscara otro nombre. Hay cosas que no cambian, por lo que veo.