Narra Perla:

En cada noticiario, en cada revista, en cada diario está la noticia de que Regina y Jerry Smith han sido arrestados por ser sospechosos de asesinato y encubrimiento de homicidio de Dominic Carney, gracias a una denuncia anónima. Y esa denuncia anónima la hice yo. 

Tuve suerte, supongo, vi a esos dos malditos salir del edificio donde vivía Dominic con bolsas de basura y subir a sus autos. Ahí supe que las cosas no estaban bien. Al llegar a su apartamento (después de tanta insistencia de su parte), estaba vacío con un extraño olor a múltiples químicos y una nota que su propia caligrafía, pero nada convincente en su contenido:

Para quien sea que lea esto...

Después de tanto tiempo, me he dado cuenta que no soy feliz con la vida que he llevado engañándome a mí mismo y viviendo avergonzado de mí mismo por lo que soy. Siempre intenté disimular siendo un chico heterosexual, con la esperanza de poder arreglarme, pero eso sólo me hacía aún más infeliz, hasta que lo conocí. Él me enseñó que ser gay es algo de lo que debo estar orgulloso, porque es lo que soy. Es por eso que he decidido vivir mi vida sin más máscaras y huir lejos con mi novio para encontrar un espacio donde podamos prosperar. 

Dominic Carney.

Conozco... o más bien conocía a Dominic bien en todos los sentidos y él era cien por ciento heterosexual, además, con la información que me mandaba cuando vivía con los Smith, supe que Jerry es bisexual, por lo que no tardé en deducir que todo era una cortina de humo.

Admito que me dolió un poco su muerte, sé que voy extrañar lo bueno que era en la cama, pero no su incompetencia, aunque de no ser porque me insistió... más bien me rogó demasiado, jamás podría completar mi venganza que he planeado desde que su p1174 madre asesinó a la mía enfrente de mí. Claro que Michelle Smith no se percató de ello, ni de que le arruinaba la vida a una inocente niña. Para colmo lo hizo parecer como un accidente y que mi padre fue el culpable y lo metieron a prisión.

Los Smith arruinaron mi vida y la de mi familia, así que me prometí que no descansaría hasta devolverles el favor. Crecí con un deseo de venganza tan grande que me hizo hacer cosas atroces, pero de las que no me arrepiento.

Por ejemplo, hacerme pasar como valet parking en un evento al que los Smith asistieron y colocar una bomba en el auto. No olvidaré la felicidad que sentí al enterarme que habían muerto. Pero claro, no iba terminar ahí, seguían sus hijos y, como regalo del cielo, apareció Dominic. 

Lo convencí muy fácil, tenía una mente débil, fácil de manipular. El plan original era acercarse a Regina Smith y enamorarla, ganándose la confianza de la familia, luego asesinarlos. Pero él no quería matar a nadie, así que tuve que ceder esperando años para luego ver cómo la espera no valió la espera porque el incompetente de Dominic no logró su cometido. 

No me arriesgué a estar cerca de la mansión en caso de que alguno de los Smith me viera y me reconociera. Además estaba ocupada trabajando para mantenerme y para pagarle a mi padre un abogado. 

En fin, con esta situación, los Smith tendrán lo que se merecen y enfrentarán su destino en la silla eléctrica. Mi venganza estará completa después de tantos años. Escucho el teléfono sonar y yo atiendo. 

—¿Hola?.

—Hola, señorita Cyrus.

Es el abogado de mi papá.

—¿Qué sucede, señor Lester?

—Es su padre, señorita. Hubo un conflicto en la cárcel.

Carajo, esto no puede estar pasando. No ahora. 

—¿Un conflicto, de qué habla?.

—Hirió gravemente a otro recluso, lo que provocó su muerte. Fue a... Jerry Smith.

Parece que mi padre se adelantó, no lo culpo, yo también lo hubiera hecho, pero eso lo haría aumentar su condena, hasta podría llevarlo a la silla eléctrica.

—Es una pena, ¿cómo está la situación?.

—Muy mal, por ahora está en aislamiento, pero aumentarán su condena y, puede que reabran su caso para asegurarse que fue un accidente y no fue producto de una actitud violenta.

Maldita sea. ¡Maldita sea!. MALDITA SEA.

—Gracias, señor Lester.

—Lo lamento mucho, Perla.

* * *

A través del cristal puedo a ver a mi papá tomar el teléfono.

—Ya sé lo que vas a decir, Perla, sé que estás molesta pero...

—No estoy molesta, papá. En lo absoluto. Es sólo que temo que estés más tiempo aquí, o peor.

Siento las lágrimas en mis ojos, me estoy poniendo sentimental.

—Descuida, hija. Si sobreviví aquí diez años, puedo hacerlo un poco más. Además, no importa lo que pase conmigo, estaré orgulloso de ti por todo lo que hiciste.

—Yo ganaré esta guerra, papá. Estábamos muy cerca de hacerlo, pero ahora con esto, complica todo por lo que hemos trabajado por años.

—También es mi guerra, Perla. Y él era un Smith. Además, mató a tu novio. Digamos que fue matar dos pájaros de un tiro, me vengaba de un Smith y te hacía un favor.

—Gracias por eso —digo melancólica—. Te extraño mucho.

Pongo mi mano libre sobre el cristal y papá imita el gesto. De no ser por ese cristal, nuestras manos se tocarían de verdad, por primera vez en diez años.

—Yo también te extraño, mi niña.