El naranja no es mi color
Narra Regina:
El fuego consumió todo hasta convertir a Dominic en simples cenizas. Utilicé la pala para cubrir la sanja y así asfixiar la llama, enterrando a mi ex prometido. Si Dios existe, espero que haya enviado a ese maldito al séptimo infierno.
Regresé a la mansión y limpié con un trapo la pala para quitar mis huellas. Desde ese día, no he sabido nada de Jerry, él simplemente se fue, pero me ayudo cuando más lo necesitaba, así que no puedo guárdale rencor.
La verdad, desde que sé que Dominic no podrá molestarme más, siento una paz que no había sentido jamás, es una especie de júbilo, de satisfacción. Al principio estaba alterada, lo admito, pero cuando mi homicidio comenzó a convertirse en cenizas, dejé que mis sentimientos negativos se quemaran en esa fogata también.
No estoy segura si Nana sospeche algo, espero que no. Ayer le dije que fui a encargarme de unos detalles de la línea de ropa que pienso lanzar, espero que me haya creído, no me sorprendería, dado que tiene poderes psíquicos.
Sea como sea, entre las escaleras, cargar bolsas de basura con partes de un hombre de uno-ochenta y usar una pala, fueron el mayor ejercicio que he hecho en toda mi vida. Estoy hecha polvo, tal vez un poco de comida me anime.
La señora Gunderson, es la mujer encargada de la cocina, y es muy buena en lo que hace. Desayuno, comida y cena, siempre son una delicia. Y más que nunca, necesito un rico desayuno que sólo la señora Gunderson sabe hacer.
Estoy lista para vivir sin preocupaciones, ahora le puedo dedicar toda mi atención a la pequeña Amanda que crece dentro de mí. Pronto debo comprarme ropa para embrazada, porque este conjunto Chanel no está hecho para ser lucido por una mujer que tiene el vientre del tamaño de una sandía.
Desde aquí arriba huelo el desayuno de hoy, excelente. Ahora que lo pienso, quiero un elevador en la mansión, he terminado con las escaleras. ¿Cuántas personas no han muerto por caerse en ellas?, bastantes, con años de telenovelas, comienzas a temerle a las escaleras, a cruzar la calle y a las madrastras teñidas.
—Buenos días, Nana —saludo al entrar en el comedor.
—Buenos días, querida, es bueno verte tan contenta, supongo que ayer recibiste buenas noticias —aquí vamos, ya está haciendo preguntas... creo que puedo decirle, aunque no aquí, el personal no es de fiar.
—En efecto, Nana, todo está marchando de maravilla —miento mientras me sirvo un vaso de jugo verde—. Todo va tan bien que no parece real —creo que exageré con esa última parte así que he de comenzar a beber para evitar que mi lengua me haga decir más tonterías.
—¿Y cómo te fue con Dominic Carney?
Esa me pregunta hizo que me atragantar con el jugo verde. Sospechoso a más no poder.
—Bueno, ya sabes, se lo tomó muy mal. Pero quedó advertido y eso es lo que importa.
Escucho abrirse las puertas de la mansión, me levanto de mi asiento para ver de quién se trata.
—¿Tío Matt?
El tío Matt es la viva imagen de mi madre, pero en hombre. Ese cabello negro y lacio, los ojos grises, un Smith, sin duda.
—¡Regina, mi pequeña, ¿cómo estás?!
El tío Matt suelta sus maleta y me abraza con demasiado cariño, ¿hace cuánto que no lo veo?.
—Sorprendida de verte, tío.
Nana aparece en el recibidor y se le ilumina la cara al ver al tío Matt, quien me suelta para seguir con la repartición de abrazos con Nana.
—Ay, mi niño tan chulo. ¿Cómo te va en Alaska?.
—Ya sabes, con mucha nieve.
Mi abuela comienza carcajearse, a mí también me causó gracia su comentario, pero aún no entiendo cómo es que dejó sus actos altruistas.
—Lamento interrumpir este bello reencuentro, pero, ¿qué haces aquí, tío Matt?
—Creí que Jerry les había dicho, él me llamó ayer, dijo que viniera.
—¿En serio?.
El timbre suena de nuevo. No me queda de otra más que abrir la puerta, espero que sea algo realmente bueno porque están interrumpiendo mi desayuno.
—¿Regina Smith? —pregunta un hombre vestido con uniforme azul y una placa... esperen, es un maldito policía.
—Ehhh... sí, soy yo.
Otro policía entra sin decir nada y se pone detrás de mí para esposarme. Esto debe ser un mal chiste o un error, eso o Jerry y yo no fuimos tan precavidos ayer.
—Regina Smith, queda arrestada por el homicidio de Dominic Carney. Tiene el derecho de guardar silencio, todo lo que diga puede y será usado en su contra. Tiene derecho a un abogado, si no puede pagar uno, el estado le asignará uno.
Okay, esto podía pasar, pero lo que más me duele de todo esto es que la maldita servidumbre me está mirando, siento cómo me juzgan con sus miradas, juro que si salgo de prisión algún día, despediré a los jardineros entrometidos. Si pensaba sacar mi línea de ropa, no será en un futuro cercano. Maldita seas, Dominic.
* * *
Y aquí estoy, en el departamento de policía. Nunca creí que terminaría aquí, qué humillante, cuando la prensa se entere, todas mis enemigas sentirán que es su día de suerte e intentarán quitarme mi puesto en la sociedad.
Como suponía, al entrar, comenzaron a quitarme mis accesorios que valen más que todo el edificio, seguramente, y los guardaron dentro de un sobre amarillo. Espero que al salir me devuelvan mis cosas completitas, sé que me quitaron y yo no olvido, pregúntele a mi ex-prometido.
Un oficial me desposa y otro me toma por la muñeca izquierda y me estampa la mano izquierda en una esponja llena de tinta negra, me están tomando mis huellas, esto parece una película. Cuando tienen registradas mis huellas de amabas manos, me dieron una placa que decía:
P O L I C E D E P T
R E G I N A S M I T H
70113 511X
Supongo que esta es la parte en la que me toman fotos, no hay problema, las fotos me encantan. Un oficial me empuja hasta quedar frente a una cámara.
—Derecha —dice el que toma las fotos.
Yo le doy mi mejor perfil derecho con cara de "todo está cool, no me están encerrando por matar accidentalmente a mi ex-prometido". No importa si esa foto es para mi expediente policial, JAMÁS saldré mal en una foto.
—Izquierda —ordena el "paparazzi" en uniforme tras lanzarme una luz cegadora.
Estás serán las mejores fotos que encontrarán en un expediente policial, porque Regina Smith aún en esta situación tan poco favorecedora, sigue saliendo fabulosa en las fotos.
—De frente.
Yo obedezco con una sonrisa de oreja a oreja. Menos mal que me hice una limpieza no hace mucho, de lo contrario, tendría un problema... más del que ya tengo en este preciso momento.
—Gracias —digo al oficial que me quita la placa mientras que otro vuelva a esposarme.
Me están escoltando a otra sala cuando veo a Jerry esposado, cruzamos miradas por un momento, y la verdad, no sé cómo interpretar la que él me lanzó. Sólo sé que ahora me siento culpable por haberlo arrastrado en esto.
Frente a una puerta de metal me espera una mujer policía (con muy mala cara, por cierto), ella es la que me va a escoltar ahora, por lo visto.
—Vámonos, perra.
¡Auch!, su agarre es aún más doloroso que el de los demás oficiales. Salimos al exterior y veo un enorme edificio, dividido por dos puertas. La oficial me lleva a la izquierda y entramos al complejo que, me imagino, que es donde están las celdas.
Dentro está otra oficial que me desposa mientras que la que me escolta toma uno de los muchos uniformes que hay en las repisas que decoran la estancia gris. Regresa con su mala cara y me arroja el uniforme y lo atrapo.
—Lo siento, el naranja no es mi color, ¿no tienen algo un poco más... dorado?.
Escucho a la oficial que me quitó las esposas reírse.
—Escucha, perra —me dice la otra oficial en un tono que te hace sentir culpable—. puede que afuera seas una millonaria mimada, pero aquí adentro, no eres nadie y juegas bajo nuestras reglas, así que quítate tu maldita ropa y ponte el uniforme en silencio, ¿entendiste perra?.
Para cuando terminó su amenazante discurso, ya estoy enseñándoles a dos completas extrañas mis pechos. No puedo creer que me esté desnudando sin un poco de privacidad. Dios, si escuchas esto, sácame de aquí y con gusto iré al infierno.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro