Narra Avril:

Ya llevo aquí una semana. Fui una tonta pensar al pensar que matarlo con amabilidad iba a funcionar. Debo encontrar la manera de salir. Creo que en la intimidad del baño podre pensar una táctica de escape.

—David —lo llamo con serenidad.

—¿Qué necesitas, Avril?

—Quiero ir al baño.

—Muy bien, ya sabes las reglas.

Se acerca a mí y saca de su bolsillo un llavero de dos llaves. Una de ellas la utiliza para liberarme de la cadena que me mantiene cautiva por el tobillo izquierdo mientras que me agarra con fuerza con la mano que tiene libre. Me levanto y David me escolta hasta el baño que se encuentra fuera de mi celda. Afuera de la habitación se encuentra otra bastante enorme mal iluminada. Hay partes de luz y de oscuridad. Puedo distinguir algunos muebles que son iguales a los que teníamos en el apartamento, como si David estuviera reconstruyendo "nuestro hogar". Desafortunadamente, no logro ver una salida.

—Bueno, aquí te espero —avisa David cuando llegamos al baño.

Cuando entro comienzo a pensar que tengo que tomar el llavero. Sé que una llave es para la cadena y otra para la puerta que me encierra, no obstante las llaves pueden serme útiles para defenderme. Pero no sé cómo quitarle las llaves. Ni hablar de romper el espejo y atacarlo con un pedazo de cristal roto, haría mucho escandalo y me haría daño. Aunque, podría golpearlo con la puerta. Me agacho para ver debajo y creo que está lo suficientemente cerca. Respiro profundo antes de abrir la puerta de golpe. 

David hace un quejido de dolor y aprovecho para quitarle el llavero y comenzar a correr por las penumbras del almacén buscando la salida. 

—¡Vuelve aquí, no hagas esto más difícil! —exclama David.

Soy rápida, pero David lo es también. Cuando siento que me va a alcanzar, veo una puerta. La esperanza o la desesperación me hacen seguir adelante y alcanzar la puerta, pero una vez que lo hago, me doy cuenta de que está bajo llave.

—¡Abre, mierda! —maldigo forzando la puerta inútilmente.

Siento las manos de David que me toman con fuerza y me cargan.

—¡NOOOOOO! —grito pataleando en el aire.

En ese momento me doy cuenta que es su vida o la mía. Tomé las llaves por una razón y es para atacar a mi carcelero. Con todas mi fuerza comienzo a picar intermitentemente sus costillas con las llaves y logro atravesar su piel con ellas. David vuelve a hacer un quejido de dolor y su agarre pierde fuerza lo que me da la oportunidad de librarme de sus brazos.

Caigo al suelo y él sangra. El dolor que le provoqué lo hace caer de rodillas al suelo y retorcerse. Me levanto y corro en busca de alguna otra llave. Entonces encuentro una habitación cálidamente iluminada que es idéntica al dormitorio que compartía con mi captor, de la cama hasta los armarios.

Los armarios son buenos para esconder cosas, entonces abro el armario y veo una caja fuerte. No tengo tiempo para probar todas las combinaciones posibles. ¿Una fecha será?, dudo que sea cuando que llego al orfanato, podría ser mi cumpleaños o el día que no conocimos. Sí, esa debe de ser. 

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Me alegro cuando la caja fuerte se abre y que ahí estén las llaves del auto de David y una llave más. Regreso sobre mis pasos y me sorprendo cuando no veo a David pero sí un rastro de su sangre. Meto la llave que encontré recién en la cerradura de la única puerta que he encontrado... y giro la llave.

Narra David:

Con todas mi fuerzas hago presión sobre la herida que me dejó Avril. Entonces la brillante luz del exterior me hace ver que Avril se está escapando.

—¡Avril, no te vayas, me moriría sin ti!

Ella se gira un instante pero eso no impide que salga. Esto no puede acabar así. Comienzo a seguirla como puedo. Para cuando llego a la salida, ella ya se está montando en mi auto.

—¡Te amo! —le declaro.

—¡Pero yo no, y si de verdad me amaras no hubieras hecho todo esto, eso no era amor, era una locura! —repone hirientemente..

—¡AVRIL! —exclamo pero ella enciende el motor del auto.

No me queda más que ver a mi amada alejarse y marcharse para siempre como algunas vez mis padres lo hicieron al dejarme en un orfanato.

Durante dieciocho años vi a decenas de niños siendo adoptados, siendo amados. Era devastador, pero tenía la esperanza de que algún día llegaría una familia que amara, pero ese día jamás llegó. La vida me negó amor hasta que conocí a Avril, pero ahora que ella también se fue, entiendo finalmente la lección que la vida me quería dar: no nací para ser amado. Me niego a seguir viviendo cuando sé que nadie me amará.

Unos minutos después...

Muy en el fondo, lo sabía, pero no quería aceptarlo. Por eso guardé galones de gasolina que ahora uso con la intención de que no quede ni un rastro de mi miserable existencia. Cuando el último galón de gasolina queda vacío, enciendo un cerillo y lo dejo caer sobre el líquido amarillento.

No tardo en estar rodeado de llamas y humo y caigo al suelo porque mis fuerzas se están yendo porque me he desangrado demasiado. Saco de mi bolsillo la navaja de Javier, aquella que le quité a su rastrillo para no dejar cabos sueltos. La miro como hice cada noche desde que lo asesiné y mis ojos se inundan de lágrimas.

—Adiós, Avril.

No soporto ni un instante más mi sufrimiento. Tomo la navaja porque sé lo que tengo que hacer.

Narra Avril:

Lo único que me importa ahora es llegar con mamá y con papá, no importa el humo que veo en el espejo retrovisor, no me importa David. Yo quería amor y él, como un ángel, apareció y me lo concedió, pero a cambio quería de mi libertad. Así que supongo que me enamoré de "el Diablo".