Accidente mortal
Cuatro meses después de la graduación...
Narra Avril:
17 de Noviembre
Querido diario, desde el funeral de Carl que no hablo mucho contigo, pero ahora que he empezado a trabajar como psiquiatra en la institución en la que me hicieron la entrevista, me siento muy bien conmigo misma. Además ya que tengo mi licencia de conducir, puedo ir adonde yo quiera sin tener que pedirle a alguien más que me lleve.
Nunca olvidaré la cara de papá cuando le dije que tenía mi licencia, se sorprendió al verme conducir con total normalidad.
Todo gracias a David, ha sido muy atento y paciente en las clases de manejo. Yo no se lo puse nada fácil, pero no se rindió conmigo y ahora puedo tomar posesión del auto de papá sin que piense que se quedará sin auto.
Cómo quisiera decirle a David que lo amo, que simplemente no hay día en que no piense en él aunque sea un segundo. Siento que lo conozco desde siempre a pesar de que lo conozco desde hace menos de un año.
No todo ha sido felicidad, estoy preocupada por Javier. Hoy iré a su casa porque se siente muy triste, me pregunto qué sucedió. Le ha costado seguir adelante con su vida, desde la graduación no ha puesto el suficiente empeño en buscar empleo porque sigue parrandeando y recientemente se volvió a pelear con su mamá.
Sea lo que sea, debe de ser grave porque para que Javier admita que se siente triste, es porque debe estar muy mal.
Eso es todo por hoy, querido diario. Prometo ponerte al día pronto.
Pobre Javier. Parece estar siempre tan despreocupado cuando en realidad su vida es complicada como nadie se imagina. Cierro mi diario y me levanto de mi cama para tomar mi celular e ir al baño para cepillarme los dientes con algo de música de fondo.
Escucho el sonido de la notificación de un mensaje y cuando termino con mis dientes paro la música. Es David.
Supongo que debo lidiar con Javier sola, como los últimos diecisiete años.
Minutos después...
Bueno, aquí estoy. Llamo a la puerta que está frente a mí con los nervios a flor de piel.
—Pasa —contesta Javier débilmente desde adentro. Se escucha muy deprimido.
Giro el picaporte y me encuentro con su departamento hecho un desastre. Es como si un huracán hubiera pasado. Mi amigo puede ser desordenado pero esto es demasiado, incluso para él.
—Hola, Javier, ¿cómo estás?
Avril obviamente está muy mal, no seas estúpida. Sólo míralo, tiene unas ojeras muy notorias, su cabello está sin peinar, se nota que no se ha afeitado en días, está usando una bata verde y ya pasa del mediodía y sus ojos están rojos.
—Me siento en la mierda. ¿Cómo pudo ser posible?
—¿De qué estás hablando?
—Helena es lesbiana y yo un imbécil por creer que por fin tenía algo bueno en mi vida.
Claro, Helena, su novia del internet.
—No digas esas cosas. No caigas en la bebida, aunque por lo que veo es tarde.
Hay latas de cerveza tiradas por doquier y arrastra las palabras al hablar.
—Muy tarde amiga, fue exactamente lo que hice.
—No te hagas esto, Javier. El alcohol es malo. Has pasado por una mala racha, pero no es razón para beber sin control.
—Es fácil para ti decirlo —alega algo irritado—, tú tienes trabajo y una familia que te apoya. En cambio yo, no tengo ni una ni otra, al menos mi papá no me juzga y si lo hace intenta ser bueno no como mi mamá.
Javier está realmente mal. ¿Qué debo hacer para ayudarlo?
—Lamento muchísimo todo lo que te está pasando, sé que ahora no lo ves, pero todo mejorará —trato de tranquilizarlo.
—¡Deja de tratarme como un p*to paciente! —grita y siento que se me quiebra el corazón. De inmediato recapacita lo que acaba de pasar y cambia su semblante enojado a uno triste—. Mírame, gritándole a mi mejor amiga, quien trata de ayudarme.
Nunca había visto a Javier tan ebrio. Sus emociones son inestables en ese estado, no está pensando con claridad y temo que haga algo estúpido.
—No te disculpes, Javier —le digo reteniendo algunas lágrimas.
Decido que así no puede estar solo. Tengo que llevarlo a mi casa para poder vigilarlo. Cuando esté sobrio, pensaré en algo más.
Minutos después...
Convencer a Javier de subir al auto fue sencillo y ahora se quedó dormido en la parte de atrás. Como mi celular y el sistema del auto están conectados, veo que mamá me está llamando, despertando a Javier. Decido contestar en el modo manos libres.
—Hola, mamá, ¿qué sucede?
—Hija, ocurrió un incidente y la calle está muy concurrida para que tengas cuidado cuando regreses.
—¿Un incidente?
—La casa del señor Goldscream se incendió.
El señor Goldscream es el vecino de la casa frente a la nuestra y es un buen vecino.
—¿¡Un incendio!? —exclama Javier—. Por cierto, Avril, olvidé decirte que no me gusta ir en la parte de atrás.
Entonces Javier procede a pasarse al asiento de adelante sin esperar siquiera a que me detenga.
—¡Regrésate, Javier!, ¡deja de...¡MIERDA!
Su imprudente acción hace que pierda control sobre el volante y dé vuelta donde no debería. Veo un auto aproximándose y no logro evadir el choque. El impacto hace que el auto dé una vuelta por el aire y pierdo el conocimiento.
Dos horas y trece minutos después...
Siento un fuerte dolor en mi cabeza, ¿qué sucedió?
—Hola, Avril —saluda David con voz baja.
¿Qué hace aquí?, y más importante, ¿por qué estoy en la cama de un hospital?
—¿Qué sucedió? —inquiero porque estoy muy confundida.
—Javier y tú tuvieron un horrible accidente automovilístico, tú tuviste suerte —¿yo tuve suerte?, ¿significa que...—. En cuanto a Javier, él recibió una severa lesión en la columna vertebral, casi se le iba a romper.
Poco a poco, las imágenes de Javier tratando de irse al asiento delantero y yo perdiendo el control mientras ese auto se acercaba a nosotros regresan a mi cabeza.
—¿Él se pondrá bien? —pregunto inevitablemente.
—Por supuesto —confirma con poco ánimo—, aunque debe permanecer en terapia por mucho tiempo.
Antes esa noticia creo que voy a llorar.
—No puede ser, pobre Javier, ha sufrido tanto
Me siento terrible por mi mejor amigo. Espero que esto sea el final de su mala racha.
—Tú recibiste un golpe en la cabeza que te dejó inconsciente y empezaste a sangrar de la cabeza, pero te limpiaron y te cosieron la herida.
Ahora que me pongo a ver a David, está vestido con bata blanca, está vestido de doctor. Pero me sorprende que está aquí y ahora.
—¿Qué haces aquí?
—Bueno, para empezar trabajo aquí y me enteré por unos compañeros del accidente y quise venir a verlos.
—Qué dulce eres, ¿pero qué hay de tu trabajo?
—Precisamente, cuando me enteré de su accidente iba de salida. Por cierto, tus padres están aquí, avisaré que estás despierta —me sonríe una tierna sonrisa.
Realmente necesito a mis padres. Necesito que mamá sepa que estoy bien. Necesito que papá me diga que aún no estaba lista para conducir aunque ambos sepamos que no es cierto.
—Por favor —pido.
David asiente y sale de mi habitación y al minuto mamá y papá entran.
- ¡Avril!
- ¡Avril! —exclamaron lo mismo al mismo tiempo.
—¿Cómo te sientes? —pregunta papá.
Es difícil de responder porque tengo muchos sentimientos encontrados en este instante.
—Me duele un poco la cabeza y me siento muy mal. Todo esto es mi culpa.
Cuando esas palabras salieron de mi boca, las lágrimas brotaron de mis ojos azules.
—No, mi amor, esto no fue culpa —intenta calmarme mamá.
—Es que... de no ser por mí, Javier no se hubiera lesionado la espalda, él se pudo haber quedado paralitico, ¡se pudo haber muerto por mi culpa! —hablo entre lágrimas.
Deduzco que ya lo sabía porque no dicen nada y se acercan para darme un tierno y cálido abrazo que es lo que necesito ahora.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro