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Capítulo 7

•|18 de julio de 2020, Sydney, Australia|•

Termino de hacer la maleta para irnos a Perth a ver a mis padres y sonrío satisfecha. Hace tiempo que no les veo y ambos dicen siempre que están deseando ver a su nieta, así que encantada iré.

- Cariño, ya se ha dormido - me informa Jon entrando en la habitación y tomándome por la cintura para besarme de forma casta.

- Lo has logrado al fin - me burlo sonriendo.

- Oye - dice indignado. - Tú al fin acabas de hacer la maleta - contraataca. - Ya creía que jamás la acabarías - bromea.

- Muy gracioso, ¿no? - Digo riendo, y él vuelve a besarme.

- Te quiero - suspira contra mis labios.

- Yo también te quiero, Jonny... - sonrío y junto nuestras frentes.

Nos quedamos así un rato, hasta que Daniella vuelve a empezar a llorar y mi teléfono empieza a vibrar.

- Ya voy yo - dice Jon saliendo de la habitación para ir a calmar a nuestra hija.

Yo agarro mi teléfono y veo mensajes de un número desconocido. ¿Qué cojones...?

x: Nos vemos en Silverstone en la cafetería de Ferrari, el viernes 31 a las 16:00
x: No faltes

Un terrible presentimiento se hace carne en mí y me aterrorizo ante la espectativa de que sea alguien que pretende hacerme daño. Luego, me doy cuenta que si estamos en público nada podrá hacerme, pero... ¿Quién demonios podría ser?

- ¡Cielo, no quedan biberones! - Me grita Jonathan desde la cocina.

Rápidamente voy con él, que intenta calmar a nuestra pequeña, y aunque eso me distrae, en el fondo sigo dándole vueltas al asunto.

•|19 de julio de 2020, Perth, Australia|•

Mi madre juega con Daniella y yo las miro con ternura. Mis padres adoran a mi hija y yo no podría estar más feliz por ello.

- Es una niña preciosa, hija mía - me dice mi padre a mi lado. - No me cansaré de decirlo...

- Lo sé - asiento riendo. - Y sí, es una niña preciosa. Es risueña y le encanta jugar, es muy inteligente y aunque a veces sea muy llorona lo compensa con carcajadas que se te contagian - sonrío con orgullo y miro a mi padre. - Es mi niña y es perfecta así.

Él sonríe y besa mi frente. También hay una sonrisa en su rostro, y creo que podría llorar por lo emotivo del momento. Les costó aceptar mi embarazo en un principio, pero cuando les mandé las fotos de la primera eco quisieron a mi niña al instante. Creo que mi hermano también contribuyó ahí, porque le pedí que hablara con ellos. Lo único que importa es que mi familia está bien, estamos bien, sin nada ni nadie que se interponga...

Salvo Carlos.

Salvo Carlos, sí. Ese español hará que me vuelva loca. Yo sólo quiero seguir con todo como estaba pero él se interpone en eso.

Suspiro sin darme cuenta y mi padre me mira de reojo, preguntando silenciosamente si estoy bien. Le regalo una sonrisa algo forzada y asiento con la cabeza, así que él sonríe y asiente también.

- ¡El tío Ricciardo ha llegado! - Anuncia mi hermano llegando al salón donde estábamos todos (menos Jon, él se quedó en Sydney por temas de trabajo).

- Aquí todos somos Ricciardo, idiota - le recuerdo rodando los ojos.

- Uy ya se enojó la minion - se burla.

- Cállate - gruño. - ¿Qué tal te va con las apuestas? - Pregunto cuando toma a mi hija en brazos y le da un beso en la frente.

Mis padres nos miran confusos, sin entender, y mi hermano me mira con una de sus características sonrisas, como si nunca hubiese roto un jodido plato.

- No sé de qué hablas - responde con serenidad.

- Sí que lo sabes - insisto apretando los puños en mi regazo.

Mi padre, al notar mi tensión, pone su mano sobre la mía en señal de que debo calmarme.

- Niños, ¿qué pasa? - Inquiere mi madre, que estoy segura que aunque seamos ya viejos nos seguirá llamando niños.

- El imbécil de tu hijo participa en una apuesta sobre quién es el padre d Daniella - respondo con frialdad, sin apartar la mirada de mj hermano.

- Era una broma - se defiende rápidamente.

- Daniel Joseph Ricciardo - bufa mi padre, - dime ahora mismo que no le has faltado al respeto a tu hermana de esa forma - dice en tono de regaño.

- Lo siento - murmura mirando al suelo como niño regañado.

- Vete a la mierda - susurro levantándome y quitándole a Dani de los brazos para subir a la habitación que me corresponde en esta casa.

Cierro la puerta y acomodo a Daniella en mis brazos. Peino su poco cabello y suspiro al ver cómo se ríe cuando pellizco su nariz con cuidado, mostrando sus pocos dientes, que cada vez son más. Beso su frente y me siento en la cama para ponerla en mi regazo, con su cuerpo apoyado en mi abdomen.

- Te amo tanto, mi niña hermosa - susurro mirándole con adoración. - Jon es tu padre, y no mereces que jueguen así contigo. Tú no tienes nada que ver con los juegos tontos de esos idiotas. Eres nuestra pequeña - le digo como si me entendiera, acariciando su mejilla con ternura. - No sé qué haría sin ti, mi amor - murmuro.

Escucho cómo suspira medio dormida y me levanto para dejarla en su cuna, donde se duerme en cuestión de minutos. Me dejo caer en mi cama y cierro los ojos, tratando de organizar mis pensamientos.

Carlos. Jon. Daniella. Irene. Mentiras. Apuestas. Bailes. Alcohol. Sexo. Descontrol. Idiotez. Daniel. Ilusión.

Las sensaciones, los recuerdos y las personas que me rodean me invaden de golpe, haciéndome difícil gestionarlo todo a la vez. Lo mío con los Sainz debe de ser algo personal, y todo lo demás es consecuencia de ellos dos. Una, por la apuesta y el hecho de que esté enfadada con mi hermano además de tener que ocultárselo a Jon. El otro, tiene que ver con todo lo demás y no creo que necesite explicarlo. Maldito Carlos Sainz, sal de mi cabeza. Trato de canalizar todo lo que siento como mi psicóloga me enseñó, organizando todo poco a poco, haciendo una lista de las cosas que debo hacer para poder estar tranquila.

Hablar con mi hermano, que se disculpe y perdonarle, se supone que soy una adulta madura.

Olvidar el tema de la apuesta, es una estupidez y no quiero estar peleada con todos los pilotos, menos aun con mis amigos.

Hablar con Irene... Definitivamente no haré eso. Esa niña me intimida.

No acercarme a Carlos, no sé qué pasa entre nosotros pero por lo poco que sé no quiero saber más, mi prioridad es mi familia.

Mantener a Jon y a Daniella conmigo, ellos son los únicos que necesito diariamente y son lo más importante que tengo.

Bueno, la lista es larga, y me temo que complicada de ejecutar, pero al menos ya me siento mucho más en calma. Debería dejar de darle tantas vueltas a todo y relajarme, se supone que estoy en uno de los puntos más altos de mi carrera y mi vida y debería disfrutarlo. Camino hacia el viejo piano que hay en mi habitación de infancia, donde después de tantos años sigo quedándome a dormir, y me siento frente a él para tocar una de las canciones de mi último disco: "Miracles" (milagros). Cierro los ojos y dejo que mis dedos se muevan por las teclas solos, inundando la habitación del hermoso sonido. Daniella nunca se despierta por el piano, está tan acostumbrada que incluso le ayuda a dormir. Canto en voz baja la canción que le escribí a Dani, a mi pequeña, a mi persona favorita, el ser que ilumina mi vida cada día, la cosita que cambió todo mi mundo, la única constante en mi día a día.

Escucho toques en mi puerta y dejo de tocar el piano seguido. Cuando miro hacia el umbral, mi hermano con una mueca de culpabilidad es lo único que veo.

- Hola, Minion - susurra sonriéndome un poco.

- Hola, idiota - respondo sonriendo. - Pasa...

Él me hace caso y se sienta a mi lado en el pequeño banco del piano. Pasa sus dedos por las teclas sin tocar nada y suspira.

- Lo siento mucho, Alli - murmura presionando una tecla al azar. - Sólo era un juego tonto, de verdad. Es una broma pesada de Irene, y en realidad ella es la única que ha apostado por su hermano. Es sólo por joder a Carlos, le gustas - se explica y medio defiende. - Pero no me excusa a mí, lo sé y lo siento. ¿Me podrías perdonar?

Yo miro el piano y toco una canción al azar, asintiendo con la cabeza.

- Vale, te perdono. Pero no le gusto a Carlos, te lo aseguro...

¿Por qué eso sonó tan a la defensiva?

- Todos vemos cómo te mira, y... Bueno, tú tampoco lo ignoras - insinúa algo que no me hace nada de gracia y le miro con el ceño fruncido.

- ¿Qué dices? Mira, Dan, esto iba muy bien. Cállate - gruño tocando con más brusquedad.

- Me refiero a que por ejemplo el otro día te lo llevaste aparte y le dijiste Dios sabe qué, y antes de eso os vimos hablando en el jardín con Dani... No sé - se encoge de hombros. - ¿Tal vez haya química?

- Tal vez seas imbécil - bufo levantándome. - Casi le pego cuando me lo llevé aparte y ese día sólo charlábamos. ¿Tan difícil es entender que un hombre y una mujer pueden ser amigos?

- Claro que no, Irene es mi amiga y nada más, por ejemplo, pero no sé... Hay algo extraño contigo y Carlos. Todos lo notamos.

- ¿Todos quién? ¿El puto club de fans? ¡Yo estoy con Jon, acéptalo! - Grito enojada. - Le quiero, de verdad lo hago, y no sé por qué todos os empeñais en que sea distinto...

- Porque literalmente seguís juntos por Daniella. Habíais roto pero te quedaste embarazada y fue responsable. Es un buen hombre, no lo niego, le quieres, no lo niego, es un buen padre, no lo niego, pero está claro que mereces algo más, él no te da todo lo que mereces ni de lejos.

- ¿Y tú quién eres para juzgar? Has tenido dos relaciones serias en toda tu puta vida y no te amarras a nadie, ¿por qué te metes?

- Porque quiero a mi hermana y cuando te veo no veo a una mujer amada y que ama. Ese hombre no te ama, ni tú a él, eso es algo que se nota...

Siento una punzada en el pecho, como si de una flecha ardiente se tratara, y me esfuerzo por reprimir lágrimas frustradas.

- Ellos son mi familia, es todo lo que necesito, yo... Yo a... Jon es mi novio y le quiero - tartamudeo al hablar y mi hermano niega con la cabeza, se acerca a mí y me abraza.

- A veces es difícil darnos cuenta de que no estamos enamorados, pero es importante - dice a mi oído. - Ni siquiera puedes decir que le amas, y eso no está bien...

- Yo no... No entiendo nada, Dan - sollozo abrazándole y llorando en su pecho.

- Lo sé, Minion, lo sé - suspira acariciando mi pelo. - Sólo quiero que pienses mejor sobre lo que sientes y tomes una decisión, porque serás más feliz así...

- ¿Cómo estás tan seguro? - Inquiero frunciendo el ceño.

- Yo también creí estar enamorado y... Y no era así. Escucha al corazón y lo entenderás.

- Eso es de Pocahontas - digo entre carcajadas. - ¡Dan!

- ¿Qué? Es una frase muy sabia.

- ¡Lo dice un árbol! - Replico riendo.

- Los árboles tienen sabia - señala con diversión.

- Eres un idiota...

- Aah, pero me amas - dice con orgullo.

- Por desgracia, sí - suspiro y él se ríe.

Escuchamos a Dani empezar a llorar y enseguida ambos vamos a calmarla para que no llegue a más.

•|31 de julio de 2020, Silverstone, Inglaterra|•

Camino con nerviosismo por el paddock, en dirección a la cafetería de Ferrari, y mi pulso se acelera ante la perspectiva de quién me esté esperando allí. Tengo un muy mal presentimiento y siempre acierto con esas cosas. Supongo que es un don que se adquiere al ser madre. Llego al lugar y miro a mi alrededor, no sé a quién busco exactamente, así que me siento en una mesa cualquiera y espero con impaciencia. Docenas de personas vestidas de rojo pasean de un lado a otro, unos llevan cámaras, otros van con sus teléfonos, otros mirando agendas y libretas... También hay algún que otro que no hace nada en especial, solo pide un café y se va. Mis dedos tamborilean sobre la mesa, creando una melodía aleatoria y complemente inventada. Siempre hago eso cuando siento ansiedad, y ahora mismo siento mucha ansiedad.

- Has llegado puntual - dice una mujer a mi espalda.

Al girarme, veo a una despampanante mujer de pelo rubio oscuro y ojos café hipnotizantes. Es, probablemente, la mujer más bella que haya visto en mi vida. Tiene piernas largas y piel bronceada, un buen pecho y por su vestido corto se puede decir que tiene unas curvas perfectas. No paso por alto el acento español que tiene, y cuando se sienta frente a mí puedo apreciar mejor su rostro. Es una mujer realmente preciosa, aunque percibo cierto halo oscuro a su alrededor. Esto me da muy mala espina.

- Soy Raquel, encantada de conocerte - dice tendiéndome la mano. - Soy una gran admiradora - añade guiñándome un ojo y sonriéndome, aunque en su mirada solo veo frivolidad.

- Allison - murmuro aceptando su apretón de manos. - ¿A qué viene todo esto?

- Verá, tengo un novio que es periodista y me encanta ayudarle con sus reportajes. El otro día, conseguí algo realmente jugoso para él, pero creo que podríamos sacar mucho más provecho de eso - me explica dejándome más confundida aún.

- ¿Y yo qué tengo que ver en todo eso? - Frunzo el ceño y la miro con curiosidad.

- Tú conoces a los pilotos, algunos son tus amigos... Quiero que me des la información que necesito, cosas íntimas de sus vidas privadas. Cosas que la prensa mataría por saber - me sonríe con maldad y yo siento cómo me empiezo a crispar sólo de oírla.

- ¿O sino, qué? - La reto con valentía, algo impropio de mí.

- Acabo de mandarte unas fotos, míralas - dice señalando mi bolso, que está sobre la mesa.

Saco mi teléfono y en la pantalla resplandece la notificación de WhatsApp, anunciando que un número desconocido me ha enviado unas fotos y un vídeo. Desbloqueo la pantalla y pincho encima de la notificación. Todo en mi cuerpo se detiene. Mi corazón deja de bombear sangre, mis pulmones no reciben oxígenos, ni siquiera pestañeo. Puro shock y angustia se hacen carne en mí.

- Si no me das lo que quiero, me encargaré de que eso le llegue a tu novio. No quiero arruinar tu carrera, pero puedo arruinar tu vida privada - sonríe con petulancia y se levanta para irse por donde vino.

Yo apago el teléfono y lo meto rápidamente en el bolso, tratando de centrarme en lo que acaba de pasar. El teléfono vibra y de forma paranoica y nerviosa lo reviso rápidamente.

x: Empecemos por algo sencillo
x: Quiero saberlo TODO sobre Lando e Irene
x: Son una pareja que da mucho que hablar
x: El plazo son dos semanas, suerte

El corazón amenaza con salirse de mi pecho y cierro los ojos con fuerza, tratando de ahogar los pensamientos, como si eso fuera suficiente para que esto no fuese real. Pero las imágenes y el vídeo que he visto se repiten en mi mente una y otra vez.

Por eso Carlos se enfadó y ofendió luego cuando no lo recordé. Por eso me ha evitado todo el tiempo.

Besé a Carlos en la puta discoteca.

•|2 de agosto de 2020, Silverstone, Inglaterra|•

Cuando Carlos me manda el número de su habitación vuelo para allá, dejando a Jon trabajando mientras Daniella está de paseo con Liv, que insistió en sacarla ella sola para dejarnos tiempo juntos. Aunque claro, Jonathan está muy ocupado.

- ¿Adónde vas? - Inquiere Jon en cuanto tomo el pomo de la puerta.

- A ver a mi hermano - miento descaradamente.

- Oh, vale, dale la enhorabuena por mí - dice refiriéndose a la qualy mientras dirige su mirada al portátil de nuevo.

¿Por qué no siento mariposas en el estómago cuando estoy con él? ¿Por qué no le brillan los ojos de forma especial al verme? Me guardo mis dudas y salgo de la habitación apresuradamente. Camino nerviosamente, bajando por las escaleras puesto que mi impaciencia no me permite tomar el ascensor. Cuando estoy por llegar a la puerta de Carlos, me choco con una chica que... Dios, líbrame de esto.

- Hola Allison - saluda sonriente. - Perdón por... Bueno, por chocar, pero mira por dónde vas.

- Sí, claro, perdón...

- ¿Te pasa algo? Te ves tensa - señala la niña de ojos grises.

Esos grises que siempre siento haber visto en otro sitio.

- Nada, tranquila, Irene. ¿Tú adónde vas?

- A ver a Lando - responde sonriendo.

- Oh... ¿Estáis juntos? - Pregunto en contra de mi moral. Si no le paso información a esa mujer me arruinará la existencia.

- Algo así. No sé si lo sabes pero hace un año estuvimos saliendo, nos separamos y... Le estoy reconquistando poco a poco - finaliza guiñándome un ojo y siguiendo con su camino. - ¡Suerte con lo que sea que vayas a hacer! - Me grita a los lejos.

Sonrío un poco, más por la ironía de la situación que por su simpatía. Esta mujer es rara, un día te amenaza, otro día hace una apuesta sobre ti, y otro día de desea suerte amigablemente. Sacudo la cabeza apartando las distracciones y golpeo la puerta de la habitación del español. Que no tarda nada en abrir.

- ¿Qué ocur...? - No le dejo terminar.

- Sé que nos besamos - espeto nerviosa y sin saber cómo actuar.

- ¿L-lo has recordado? - Inquiere en apenas un hilo de voz, sonrojándose.

- No - niego muy a mi pesar. - Lo he visto - digo en apenas un susurro.

Su rostro de confusión es tan exagerado que podría resultar chistoso si no fuese porque esto es serio.

- ¿Qué? - Murmura sin entender nada.

- Una mujer... Una mujer me ha amenazado con publicar unas fotos... Nuestras - susurro mirando al suelo.

- ¿Nos hicieron fotos mientras nos...?

- Sí, Carlos. También hay un vídeo - respondo rápido. - Quiere que le dé información a cambio de no publicar nada - le miento a medias.

Si le digo que se lo mandará a Jon, no me querrá ayudar, no le afecta así que no me tendría que ayudar a nada, pero si le digo que se harían públicas... Tal vez ahí sí colabore. Sé que es cruel y embustero, pero no me queda otra.

- Mierda - bufa él. - No podemos dejar que publique nada, ¿verdad?

- Arruinaría nuestra imagen y... Mi vida al completo - le digo tratando de asustarlo.

- No entiendo por qué alguien haría eso - murmura con frustración. - ¿Qué tipo de información quiere?

- Sobre Lando e Irene - susurro con miedo a su reacción.

- Ajá, no, no pienso decir ni una sola palabra sobre ellos. ¿Mi hermana y mi mejor amigo? Que lo publique - se niega tajantemente y todas mis esperanzas se joden al completo. - No participaré en eso si es lo que pretendes...

- Tengo una familia, Carlos - insisto con ojos suplicantes. - Por favor.

- Yo también tengo a la mía, y los amo, por eso no diré nada.

- Perderé a Jonathan - digo con voz temblorosa.

- Tal vez, si de verdad le quisieras, no estaríamos en esta situación - murmura frunciendo el ceño.

- Estaba borracha - me excuso.

- Si te besara ahora, ¿te apartarías? - Pregunta dejándome pasmada.

- ¿Cómo?

- ¿Te apartarías o no? - Insiste acercándose a mí. Yo miro hacia arriba, para verlo a los ojos, y trago saliva. - Responde - casi gruñe.

- No lo sé - admito sonrojándome.

Él sonríe, toma mi barbilla y deja un pequeño beso en mis labios, haciendo que todo en mí quiera más y tiemble de emoción.

- Entonces, no veo ningún problema en que publiquen esas fotos, Al. Entonces, dudo que Jon sea tan importante - dice con sobrada confianza.

Me sorprende lo rápido que este hombre pasa de ser tímido a ser... A ser así. Pero me gusta... No. Mierda, Allison, no.

- Carlos... - Musito cuando se aleja de mí de nuevo. Él me mira con atención y yo me muerdo el labio con vergüenza. - Por favor...

- No ruegues, Al, simplemente haz lo que tengas que hacer - murmura cerrando la puerta y dejándome plantada en mitad del pasillo.

Mierda...

Sí, mierda.

Nota de la autora:

¡Jelou personitas! Aquí os traigo un capítulo interesante y... Bipolar. Este en particular me ha gustado mucho escribirlo y espero que a vosotros os guste leerlo.

Postdata: Me quiero morir después de la qualy de hoy, gracias.

Os ama,

A💛.

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