Capítulo 4
•|9 de julio de 2020, Estiria, Austria|•
Por fin salgo de mi entrenamiento con Liv, que se empeña en que debo estar en forma para este finde, y además me alienta con el pretexto de que debo impresionar a Jon. En realidad es una gran e inteligente excusa para mantenerme alejada de él, solo que yo me he dado cuenta y he conseguido librarme de ella. Camino hacia el jardín del hotel, donde Jon, que me escribió hace rato diciendo que estaba allí, me espera. He de decir que es un jardín precioso y muy grande, donde hay gente tomando el sol y familias jugando a la pelota. Es un sitio bastante confortable. Y entonces visualizo a Jon con Dani en brazos hablando con otro hombre, que está de espaldas a mí así que no lo reconozco. Lleva una camiseta naranja y el pelo marrón oscuro revuelto, y aunque en el fondo sospecho quién puede ser, no saco conclusiones.
Llego hasta allí, y cuando Jon me ve interrumpe su conversación para saludarme felizmente.
- Hola, amor - saluda sonriente, acomodando bien a nuestra hija entre sus brazos.
El otro hombre se gira y casi me da un paro cardíaco al ver quién es. De todos los hombres habidos y por haber, Jon tenía que estar hablando amistosamente con el señor Carlos Sainz Junior. Cómo odio a mi novio a veces.
- Hola, Allison - saluda el español con una sonrisa.
- Hola - saludo yo, más tímida y avergonzada. - ¿Os habéis hecho amigos o qué? - Digo más de broma, tratando de aliviar tensiones.
- Algo así - responde Jon sin dejar de sonreír. - Todos son muy amables con Daniella - explica mirando a Carlos.
- Es una niña adorable - opina el castaño.
- Me alegra oír eso - digo sonriendo un poco.
La conversación se ve interrumpida por el llanto de Dani, que se agita en los brazos de su padre. Los tres la miramos con atención y preocupación y yo deduzco que tiene hambre porque es su hora.
- ¿Su bolsa? - Le pregunto a Jonathan acercándome.
- Ahí está el carrito - me señala con la cabeza y yo voy hacia él para prepararle el biberón a mi hija.
Mientras se lo preparo, sentada en el suelo rodeada de todos los chismes, Jon intenta consolar a la niña, y para colmo su teléfono empieza a sonar. Carlos, que miraba con las manos en los bolsillos, se ofrece a cargarla para que Jonathan atienda al teléfono. Mi novio le entrega a la niña y se aleja para poder responder. Yo devuelvo mi atención al biberón y cuando lo tengo listo y me dispongo a levantarme para dárselo a Daniella, me quedo paralizada ante la situación. Carlos le pone caras graciosas a la niña, que ya no llora, sino que ríe a carcajadas, y en un gesto tierno ella le agarra la nariz al hombre, que sonríe ampliamente.
Algo en mí me hace reaccionar, así que finalmente me levanto y me acerco a ellos, para poder darle de comer a mi hija, como tenía planeado.
- ¿Quieres dárselo tú? - Le pregunto a Carlos al ver que está embobado con la niña.
- Sí, por favor - responde mirándome y tomando el biberón.
Se lo da a Dani y ambos la miramos con adulación. Me resulta extraña la actitud de Carlos en este momento...
- ¿Cómo lo has hecho? - Inquiero sin poder evitarlo.
- ¿Hacer el qué? - Murmura sin apartar la vista de la pequeña.
- Hacer que deje de llorar - explico consiguiendo que me mire. Él se encoje de hombros.
- Sólo la he cogido en brazos y le he puesto caras, nada más - responde con simpleza.
- Normalmente no deja de llorar hasta que le doy de comer - digo con una risa nerviosa.
- Supongo que se me dan bien los críos - dice con orgullo, sonriendo y devolviendo su mirada a Dani. - Mi hermana debería conocerla, así seguro dejaría de odiar a los bebés - bromea riendo bajito.
- ¿Te refieres a Irene?
- Sí - asiente sonriendo. - No le gustan los mini humanos, como ella los llama.
- Eso, raramente, tiene sentido - pienso más para mí que otra cosa, pero lo digo en voz alta.
- ¿Por qué? - Quiere saber Carlos, que se confunde por mi comentario.
- No, nada...
- ¿Has hablado con ella?
- Puede ser - susurro sonriendo falsamente de forma cómica.
- Oh, Dios, dime que no hizo ninguna broma sobre tu hija - pide cerrando los ojos exageradamente.
- Pues no lo sé. Lo cierto es que no entiendo bien ni la mitad de lo que dice - bromeo haciéndole reír.
- Típico de la peque - murmura acunando a mi pequeña, que aún sigue bebiendo de su biberón.
- ¿La peque? Es español, ¿no? - Pregunto confusa.
- Sí, es que yo la llamo así. Es mi peque - repite diciéndolo en inglés esta vez.
- Tenéis una relación muy estrecha - pienso en voz alta.
- Sí, bueno, no tanto...
- ¿Que no? Dios, si mi hermano y yo, que nos llevamos bien, somos completos desconocidos en comparación a cómo te llevas con tu hermana - replico en broma. - Todos hablan de los dos Sainz, de lo bien que se llevan. Y yo llevo toda mi vida viéndoos juntos por el paddock...
- ¿Si ya sabes que estamos muy unidos para qué me haces caso? - Inquiere Carlos en un tono coqueto y gracioso.
- Yo sólo... No sé... Ehm - me quedo un poco pillada, sin saber qué decir o qué hacer, y simplemente me limito a callarme y a sonrojarme violentamente.
- Eres muy linda cuando te sonrojas - dice de pronto el español, que me mira sonriente.
Yo me dispongo a responder, pero entonces Jonathan regresa con cara de enojo y decido no decir nada.
- Es del trabajo - gruñe cuando lo miro queriendo saber qué ocurre. - Me voy a la habitación a trabajar - informa acercándose a mí para darme un beso rápido.
- Voy contigo mejor - murmuro mirando a Carlos, que observa en silencio con la niña en brazos.
De pronto está serio, y cuando me acerco me mira como si no quisiese devolverme a mi niña. De todos modos, esa es solo mi impresión, porque me da a Dani y yo la siento en su carrito, guardo todas sus cosas y apresuradamente me voy de allí con mi novio. No sé qué es lo que pasa con ese Sainz (o con los dos Sainz, para ser exactos), pero no estoy segura de querer saberlo. Con Carlos smplemente siento algo extraño, una especie de conexión rara, y lo que es peor, veo que hay una especie de complicidad entre él y mi hija.
Eso es absurdo, Daniela es un bebé.
Suspiro y sigo caminando inmersa en mis pensamientos. Tal vez debería de dejar de darle vueltas al asunto, es una estupidez todo.
•|10 de julio de 2020, Estiria, Austria|•
Me tropiezo y Liv me regaña de nuevo. Ella estará harta, pero yo también.
- ¿Dónde tienes la cabeza, Alli? ¡El domingo tiene que ser perfecto y aún no eres capaz de bailar sin tropezarte! - Me riñe poniendo los brazos en jarras.
- ¡Es difícil! ¿Ok? - Bufo dándole una patada al aire. - Y no pienso en nada...
- ¡Pues ese es el problema! Concéntrate - replica poniendo la música de nuevo.
- Eres peor profesora que amiga - me burlo, ganándome una mirada asesina suya.
- ¿Quieres que hagamos lo del alicate? - Pregunta enarcando una ceja.
- Dios, no - respondo rápidamente. - Todo menos eso - ruego poniendo ojos de cachorrito.
- Pues calla y ensaya - ordena con brusquedad.
Yo ruedo los ojos y sigo sus pasos una vez más. Para ella es fácil, nació con un don para el baile, además de que lo hace desde pequeña. Básicamente baila desde que la conozco, y de eso hace mucho. Le dedica tantas horas y tantos esfuerzos... Y yo tengo todo un espectáculo que montar, no puedo centrarme sólo en el baile. Además, lo mío es cantar...
- ¡Allison Rachel Ricciardo! - Me llama enojada mi amiga. - ¿Se puede saber por qué cada vez que te miro estás en pleno viaje astral? - Me regaña cruzándose de brazos y mirándome con el ceño fruncido.
- Lo siento... Es que me distraigo mucho, no es algo raro - murmuro apenada. - Sabes que es complicado...
Su rostro se suaviza y me mira con algo más de comprensión.
- Perdón, reina, a veces se me pasa - se disculpa acercándose para abrazarme. - Podemos seguir más tarde si quieres, ve con Dani y Jon - me dice con una pequeña sonrisa, separándose y apagando el altavoz, que seguía reproduciendo la misma canción.
- ¿No estás enfadada? - Murmuro moviendo mis manos con inquietud.
- No - responde con tranquilidad. - Anda, ve... Y descansa - añade en un tono sugerente.
Yo le digo "gracias" moviendo los labios, sin hablar, y salgo de la cabina en la que entrenamos. Me dirijo directamente hacia la cafetería que hay justo al lado, la de McLaren, y pido un vaso de agua. Mientras espero, un chico de ojos verdes y pelo castaño rizado se coloca a mi lado, esperando igual. Lo conozco... Su cara está en algunos carteles de por aquí. Él me mira, me sonríe levemente y aparta la mirada rápidamente. Creo que es el compañero de Carlos. ¿Landon? No sé, algo así. Soy pésima para los nombres.
- Hola - lo saludo con timidez.
- Ey. Allison, ¿cierto? - Saluda sonriéndome otra vez.
- Sí - asiento sonriéndole de vuelta.
- Encantado, yo soy Lando - se presenta tendiéndome la mano amistosamente. Yo se la estrecho algo avergonzada y él simplemente sonríe.
- Yo soy... Bueno ya sabes quién soy. Encantada - titubeo nerviosa.
- Deberías relajarte un poco... Prometo que no muerdo - bromea riendo.
- Sí, yo... Lo siento, sólo... - tartamudeo nerviosamente y miro mis pies. Joder, esto es complicado.
- Aquí está su agua - interrumpe el señor que trabaja en la cafetería, ofreciéndome una botella. Yo la tomo y le doy una moneda sin importar el cambio.
- Lo de siempre - le dice Lando al mismo chico, que asiente y desaparece. - No te pareces a tu hermano - observa el niño mirándome de nuevo.
- ¿Qué?
- Que no te pareces a Daniel - repite mirándome de arriba abajo. - Eres más tímida y baj... - se calla y sonríe inocentemente. - Debería callarme - dice riendo.
- ¿Ibas a llamarme bajita? - Le pregunto con algo menos de apuro, sonriéndole con malicia.
- Puede que sí o puede que no... Nunca lo sabremos - responde encogiéndose de hombros.
- ¿Y si le digo a mi hermano que dijiste eso para que patee tu trasero? - Bromeo riendo.
- ¿Acaso no puedes hacerlo tú? - Sigue la broma, retándome.
- ¿Acaso no puede hacer el qué? - Interviene otro hombre, uno que conozco perfectamente.
- Nada - respondemos los dos a la vez.
- Sólo bromeábamos - me apresuro a decir.
¿Por qué le oculto nada? No estábamos haciendo nada malo y tampoco es que le deba nada a él...
- Hay un límite de hermanas de pilotos con las que puedes ligar, muppet - le dice el hombre mayor al niño.
- Oh, vamos, no ligaba. Se llama socializar, chili - replica el otro, haciéndole burla.
- Ustedes dos sois como niños, ¿me equivoco? - Pregunto divertida.
- Ni un poco - responden a la vez.
- Pero Lando más - se apresura a decir el español.
- ¡Oh, vamos! - Se queja el nombrado.
- Yo le creo - me uno a Carlos, que ríe y da un golpe en la frente de su compañero de equipo.
- Se lo pienso decir a tu hermana - amenaza el chico a Carlos, que se ríe más aún.
- Está en España, como mucho me escribirá diciendo que me vaya a la mierda - se defiende encogiéndose de hombros. - Aparte, eres un cobarde que no sabe defenderse - se burla el español, que empieza a ser perseguido por el inglés.
No sé cómo, pero acabo siendo espectadora de una persecución bastante cómica que acaba en mitad del paddock. Entonces alguien llama mi atención.
- Disculpa, ¿y el señor Norris? Su pedido... - El mismo hombre que me atendió antes tiene una bolsa de papel en la mano, y en su rostro hay una mueca de incomodidad.
- Yo se lo llevo - bufo sonriendo forzadamente.
- Ya, pero... ¿Quién lo paga? - Pregunta incómodo.
Yo suspiro y miro al exterior, donde Lando y Carlos siguen jugando. Realmente son niños. Agarro la bolsa y le pago al pobre chico, y camino hacia donde están los dos... Dejémoslo en compañeros de equipo. Ambos parecen concentrados en un duelo de miradas y yo le arrojó la bolsa a Lando, que reacciona muy rápido y la agarra, solo que pestañea y Carlos se burla de él. Yo ruedo los ojos ante sus actitudes infantiles y he de admitir que me hace bastante gracia. Justo ayer Carlos parecía un hombre responsable y formal y hoy... Parece tener la capacidad mental de un nene de 4 años.
- Te debo una - dice Lando entonces. - O si quieres te pago lo que haya costado - añade señalando la bolsa que yo misma le he dado.
- Me guardaré el favor - respondo riendo.
- Bien - asiente el británico mirando a Carlos. - Tú y yo deberíamos irnos, Zak nos espera...
- Cierto. Y creo que la excusa de "la hermana de x piloto nos ha entretenido" ya no funciona... - bromea Carlos pasando un brazo por sus hombros.
- ¿Por qué no? Cambiamos Irene por Allison y resuelto - dice encogiéndose de hombros.
- Como tú digas... - el hombre rueda los ojos y Lando se ríe.
- Adiós Allison - se despide el chico comenzando a alejarse de mí.
- Adiós Al - dice Carlos por su parte, sorprendiéndome por el mote y siguiendo a su compañero.
- Adiós - murmuro con la certeza de que no me han oído.
Me ha llamado Al...
Nunca nadie me ha llamado así. Es raro, pero me gusta como suena en ese acento español tan gracioso.
¿Por qué tengo la sensación de que respirar el mismo aire que Carlos ya está mal? ¿Por qué él es tan lindo y se siente tan feo pensarlo?
Ojalá lo supiera.
♤
Nota de la autora:
¡Ey! Perdón por la hora pero es porque no puedo dormir AJAJAJ. Sé que las cosas están yendo un pelín deprisa, pero poco a poco iré calmando la situación y poniendo cada cosa en su sitio.
Postdata: ojalá os esté gustando porque tengo muchas inseguridades con esta historia 😅.
Os adora,
A💛.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro