Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26

•|26 de noviembre de 2020, Woking, Inglaterra|•

Pego con cuidado en la puerta del despacho del español, y abro al no recibir respuesta. Suspiro al ver que está dormido sobre todos esos dichosos papeles que lo tienen tan ocupado estos días. Me adentro en la habitación frotándome los ojos y apago la luz de la lamparita.

- Carlos, cariño... Vamos a la cama - lo llamo suavemente, moviéndole el hombro.

Él muge débilmente y levanta la cabeza con pesadez, frotándose los ojos y abriéndolos poco a poco.

- ¿Qué hora es?

- Tarde, bonito, muy tarde - respondo en apenas un susurro, tirando un poco de su brazo.

Él se levanta, estirándose, y me abraza, dejándome un poco desconcertada.

- Cuando acabe la temporada me tengo que ir a vivir a Maranello - espeta de pronto.

- ¿Qué? - Me separo de él y le miro a los ojos, tratando de descifrar si es una broma o no. - ¿Estás de coña?

- No, no lo estoy - niega apoyándose en el escritorio.

- ¿Y cuándo pensabas decírmelo? ¿Después de la última puta carrera? - Gruño cruzándome de brazos.

- Cuando las cosas fuesen un poco menos caóticas - responde acercándose a mí y tomándome por la cintura. - Podemos mirar casas, comprar la que nos guste a medias para que así sea tuya también, y... Bueno, mi contrato con Ferrari es de dos años, así que prometo que no habrá más mudanzas en todo ese tiempo.

- No estoy segura, Carlos - murmuro agachando la mirada.

Él suspira sonoramente y me sienta sobre el escritorio, colocándose entre mis piernas.

- Tenemos que organizar nuestra vida, preciosa, y eso intento. Yo me tengo que ir a Maranello porque lo pone en mi contrato, y estoy ofreciéndonos una solución bastante buena, o eso creo...

- Está bien, está bien - asiento finalmente. - ¿Y qué haremos con las revisiones? Las empezaré aquí y luego nos iremos allí.

- Todo se queda en el historial, no te preocupes - me tranquiliza besando mis labios suavemente.

- ¿De verdad quieres tenerlo? - Susurro apartando la mirada.

El silencio inunda el despacho y yo suspiro. No tiene ni idea. Como yo. A veces creo tenerlo claro y a veces simplemente no.

- Está bien - declaro finalmente, bajándome de escritorio y acercándome a la puerta. - Me voy a la cama.

Escucho el gruñido de Carlos a mi espalda y lo ignoro, yendo hacia mi habitación para descansar de una bendita vez.

•|27 de noviembre de 2020, Sakhir, Bahréin|•

Mi madre besa con alegría a Daniella, que chilla y patalea feliz entre sus brazos. Sé que extraña mucho a sus abuelos... yo también lo hago a veces.

- ¡Cada vez que la veo ha crecido el doble! - Se lamenta mi padre, sonriendo.

- Crece muy deprisa, sí... - asiento sonriendo también.

- Demasiado deprisa - lloriquea mi madre.

Me río y miro a Carlos de reojo, que observa en silencio y con una pequeña sonrisa todo. Le aprieto la mano con suavidad y él me mira, suspirando y acercándome a él para pasarme el brazo por la cintura. Besa mi cabeza y yo me sonrojo al ver que mis padres nos miran con una sonrisa.

- Ay, eres tan guapo, Carlos - espeta mi madre, pellizcándole la mejilla a mi novio.

- Este es mucho mejor que el otro - opina mi padre por su parte, mirándome y asintiendo con la cabeza.

Me vuelvo a reír y Carlos lo hace nerviosamente, sonrojándose a más no poder. Se ve tan lindo así. Paso mi mano por su cintura también y los dos suspiramos a la vez. La paz que hemos sentido cuando mis padres no nos han mandado a la mierda cuando les hemos explicado todo, no se puede ni describir. Y sé que el español ha respirado más tranquilo al ver que no nos rechazaban ellos también.

Por lo que sé, Blanca intenta ayudarnos y ya ha estado hablando con sus padres, pero no dan su brazo a torcer, sobretodo el hombre. Por su parte, Irene también ha intentado ayudar, pero tampoco ha dado mucho éxito.

- Bueno, cielo, vamos a descansar que ha sido un vuelo muy largo - dice finalmente mi madre, besando mis mejillas. - ¿Nos la podemos quedar? - Inquiere entonces, poniéndome ojitos y abrazando a Dani contra su pecho.

- No es un cachorrito, mami - me río yo.

- Ya sabes a qué me refiero. No la vemos nunca, deja que la cuidemos este finde...

Miro a Carlos, y él sonríe y asiente.

- Por mí, perfecto. La echaremos de menos, pero también tiene derecho a estar con sus abuelos - decide el español.

Mi madre sonríe alegremente y me da un beso en la mejilla a mí y otro a Carlos.

- Adiós mis amores - se despide, y mi padre se ríe y tras darme un beso en la mejilla a mí y un apretón de manos a Carlos, sigue a mi saltarina y feliz madre.

Me río y miro a mi novio, que sonríe, con la mirada perdida. Aprieto mi agarre en su cintura y él me mira, besando mi frente.

- Se siente bien que al menos ellos estén de acuerdo - murmura apoyando su cabeza sobre la mía.

- Pues sí - concuerdo yo. Hago una mueca al ver su expresión dolida. - Ey, no, no pongas esa cara - me apresuro a decir, tomando su rostro entre mis manos. - Lo arreglaremos, todo se arreglará, ¿vale?

- Yo... Vale - asiente sonriendo un poco forzadamente. - Te quiero - suspira juntando nuestras frentes.

- Y yo a ti, bonito - correspondo dándole un casto beso.

°°°

Sigue mostrándome fotos de casas que, a pesar de ser todas preciosas, no me veo viviendo en ellas. Una casa para nosotros, para los cuatro. Es demasiado raro. Demasiado repentino. Suspiro y acomodo mi cabeza sobre su pecho.

- ¿No hay ninguna más... familiar? - Murmuro mirándole de reojo.

- Bueno, iba a dejarla para el final, pero...

Pincha en una carpeta del ordenador y dentro hay varias fotos. Cliquea en la primera, que muestra una fachada preciosa, grande y elegante, con cierto punto acogedor. Es de un azul muy muy claro. Pasa a la siguiente foto y se muestra un gran jardín, situado en la parte trasera de la casa. El césped lo cubre y una piscina de buen tamaño adorna parte del lugar. Hay un columpio y un tobogán, y una sonrisa se me pinta en la cara al imaginarme un día de verano allí, jugando con Dani en la piscina o en el césped.

- No he visto el interior y ya me has convencido - admito mirando a Carlos entusiasmada.

- Eso no es lo mejor - dice convencido, pasando la foto, dejando ver el salón, que está conectado con la cocina y el comedor, mostrando lo amplio que es todo. Adornado exquisitamente y de forma que resulta bastante humilde. Una chimenea eléctrica preciosa corona el salón, y eso hace que la casa me guste aún más. - Hay un baño en esa planta y una sala de juegos, y en la de arriba están las habitaciones - me explica pasando las fotos. - Dos habitaciones pequeñas y una grande, cada una con un baño propio.

Me muerdo el labio, pensativa. Es preciosa, cada foto me convence más que la anterior, pero...

- ¿No será demasiado? - Pregunto mirándole algo preocupada. - ¿Demasiado... cara?

- Olvídate del dinero. ¿La quieres?

- Carlos...

- ¿La quieres o no? - Insiste mirándome impasible. Impasible y cabezota. Todo un Sainz.

- Sí, pero...

- Pero nada. La quieres, la tendrás - sentencia severamente.

- La pagaremos a medias - aviso señalándole con el dedo.

- Sabes que no hace falta. La pondré a nombre de los dos aunque no pagues nada.

- Pagaré.

- Vale, vale - se rinde sonriendo, besando mi cabeza. - Algo te dejaré pagar - bromea ganándose un codazo en las costillas.

- ¿Los muebles están incluidos? - Inquiero cuando cierra el portátil y lo deja en la mesita de noche.

- Todo. Sólo tenemos que llevarnos nuestras cosas - responde rápidamente mientras yo me siento a horcajadas en su regazo. - Podemos celebrar el cumple de Dani allí. Si te parece bien...

- Me parece perfecto - sonrío y beso sus labios. - El martes tengo la primera cita con la ginecóloga - murmuro acariciando su pecho.

- Bien - asiente sonriendo. - ¿A qué hora? Quiero ir contigo.

- Por la mañana. No tienes que venir, ¿sabes? Sé que tienes entrenos...

- Me dan igual - me interrumpe abruptamente. - ¿A qué hora? - Insiste de nuevo.

- A las 9.

- Vale.

Nos quedamos en silencio un rato, ambos pensando en todo lo que viene. Porque sé que él también está pensando en eso. En el caos que se avecina. Vamos a traer a otra persona al mundo, ya no será sólo Dani, ya dejaremos de ser tres. Seremos cuatro. Y es bonito a la par que raro. Jamás en mi vida había pensado que a los 24 ya estaría formando una familia. Siempre he querido formar una, pero tan pronto definitivamente no. A los 23 vino Dani y si los cálculos no me fallan, el siguiente será cuando ya tenga 25. Y tampoco me esperaba que el padre fuese a ser el mismísimo Carlos Sainz. Mi yo adolescente babearía ante la perspectiva.

Entonces me pregunto: ¿estaría mi yo del pasado orgullosa? En parte, creo que sí. Alcanzamos nuestro sueño. Sacamos discos. Conseguimos miles de fans. Hemos salido adelante con todos los obstáculos que se han interpuesto. Encontramos al amor de nuestras vidas. Hay algunas cosas que tal vez no agradarían del todo a mi yo del pasado, pero creo que lo he hecho bastante bien. Creo que, a mi manera, he conseguido todo lo que quería.

- A Daniella le gustan los perros, ¿no? - Inquiere de pronto el español.

- Sí, ¿por? - Murmuro saliendo de mis pensamientos.

- Podemos regalarle uno por su cumpleaños - propone tranquilamente.

- Es demasiado pequeña, tendremos que cuidarlo nosotros - replico frunciendo el ceño.

- Yo me encargaré del perro, entonces - sugiere sonriendo.

- Te gustan mucho los perros, ¿no? - Deduzco sonriendo.

- Muchísimo. En mi casa siempre ha habido perros. Cuando se iba uno, venía otro, pero siempre había una de esas bolas de pelo y amor en la casa - sonríe, con la mirada perdida en los recuerdos. - Quiero lo mismo para nuestra casa, para nuestra familia - explica mirándome con un brillo en los ojos que me roba una sonrisa y un suspiro enamorado.

- Me parece perfecto - asiento besando sus labios. - ¿Qué raza te gusta?

- Pues me gustan muchas, pero para nosotros... Un golden retriever. Son peluditos y adoran a los niños.

- Me encantan los golden - opino sonriendo. - Pues uno de esos. Pero de los que son más naranjitas. Son más chulos.

- A mí también me gustan más esos. ¿Macho o hembra?

- Mmmm... Macho.

- ¿Nombre? Y como digas Max te juro que se cancela lo del perro - amenaza de broma.

- Max es bonito.

- Max es el nombre más común para chucho que hay en el mundo. Y no creo que a Verstappen le haga gracia - señala haciéndome reír.

- Bueno, vale. Pienso que, como es para Dani y a ella le encanta la Patrulla Canina, podríamos llamarle como uno de esos perritos - propongo sonriendo.

- Buena idea. A mí me gusta el que es bombero; es gracioso.

- El favorito de Daniella es Zuma...

- ¿Al que le gusta el agua? - Murmura frunciendo el ceño.

- Ese mismo. Zuma es bonito y creo que fácil de decir.

- Pues ya está. Un golden retriever, naranjita, macho, y de nombre Zuma - declara finalmente.

Sonrío satisfecha y apoyo la cabeza en su pecho. No necesito más para ser feliz. Una casa, un perro, una familia... ¿No es lo que casi todos quieren? Es lo que yo siempre he querido. Hay más problemas de por medio, pero lo básico lo vamos a tener, que es lo que cuenta. La vida, a lo mejor, no me va a escupir en la cara otra vez después de todo. O eso espero.

Suspiro y miro a Carlos, que acaricia mis caderas distraídamente, con los ojos cerrados y el rostro calmado. Es precioso. Es mi hombre, y es perfecto. Que digan lo que quieran. Que le llamen feo. Que digan que es un cabrón. Que digan que es mal padre. Que digan que es mal piloto. Yo sé la verdad. Sé que es la persona más noble, cariñosa y buena que hay en el planeta. El más honesto y leal. El más fuerte y sensible a la vez. El más dulce y pícaro.

Hablando de picardía...

- Carlos - lo llamo tranquilamente.

- Dime - susurra adormilado.

- ¿Desde cuándo no follamos? - Pregunto directamente, y me río al sentir el pequeño espasmo que da y la forma exagerada en la que abre los ojos.

- ¿A qué viene eso? - Se ríe cuando se le pasa la sorpresa.

- No sé. Me ha salido la pregunta y ya - me encojo de hombros y él se ríe más. - Además, una tiene necesidades... - dejo de caer la cuestión y él vuelve a reírse.

- Allison, cada vez que te toco, te preñas, le tengo pánico al sexo por tu culpa - bromea haciéndome soltar una carcajada.

- Bueno, ya estoy preñada, así que tienes vía libre - continúo la broma, y él sonríe.

En un hábil movimiento, nos gira, quedando él encima, y yo abro mis piernas para dejar que él se acomode entre ellas.

- ¿Segura? A lo mejor te preñas estando preñada - sigue bromeando y yo ruedo los ojos.

- Eso es casi imposible...

- Exacto, casi.

- Por el amor a Cristo, Carlos, por favor - ruego pasando mi mano por su cuello y atrayéndole a mi boca para besarlo como se merece.

Sus labios rápidamente se mueven con agilidad sobre los míos, tomando el control. La calidez de su boca envuelve la mía, y un cosquilleo se forma en la zona de mi bajo vientre sin que yo pueda controlarlo. Es eso lo que Carlos genera en mí, incluso con la más leve caricia. Tiene esa magia.

Sus manos se aferran a mis muslos, apretándolos y acariciándolos, de esa forma posesiva tan suya. Su lengua lame mis labios y se desliza hasta mi cuello, empezando a besar y chupar la piel, asegurando que algún chupetón marcará mi garganta mañana. Llevo mis manos a su pelo, enredando los dedos en el sedoso y abundante cabello de su nuca, mientras él baja sus besos lo máximo que el camisón que llevo le permite. Se deshace de él, decidiendo que estorba, y su boca recorre mi torso desnudo, deteniéndose en mis pechos, encargándose de jugar con mis pezones erectos y de lamer toda la piel que sabe que es más sensible y que me arranca más gemidos. Sus dientes atrapan uno de mis pezones, y yo gimo más alto que las otras veces, apretando mi agarre en su pelo. Él me sonríe maliciosamente y vuelve a besar mis labios, rozando su erección contra mi palpitante sexo, que se mantiene oculto bajo la tela de mis bragas.

- Carlos... - murmuro mordisqueando su labio inferior.

Alzo mis caderas y él gruñe, apretando más las suyas contra las mías.

- Ya voy, pequeña - responde deshaciéndose de los shorts y el bóxer rápidamente.

Su lengua invade mi boca de nuevo mientras sus manos bajan lentamente mi ropa interior, haciéndome gemir al sentir las manos cálidas rozarme la piel. Más gemidos y jadeos se me escapan, y las súplicas no pueden evitar salir de mi boca cuando siento su miembro contra mi humedad, frotándose lentamente contra mí. Cada segundo que pasa y que siento su polla palpitando contra mí es una puta tortura, y aunque gimo y le ruego, él prefiere tomarse las cosas con calma. Tiro de su pelo de forma demandante, metiéndole prisas, y él gruñe en respuesta.

- Allison...

- Hazlo ya, por favor - pido por milésima vez.

- Si no estás bien preparada, te haré daño. Ten paciencia - ruega por su parte.

Sus ojos me están suplicando prácticamente, y a mi mente acude aquel día de marzo en el que me emborraché y acudí a él. Ese día, el día que engendramos a Dani, recuerdo que dolió. Al principio, dolió hasta que me dilaté lo suficiente. Así que suspiro y miro al hermoso hombre que tengo sobre mí y asiento levemente con la cabeza.

- Ya estoy preparada, Carlos - murmuro buscando sus labios, y él responde perfectamente, mordiendo mi labio y tirando de él suavemente.

Con su mano alinea la punta de su pene con mi entrada, y con lentitud se deja resbalar dentro de mí. Juraría que veo fuegos artificiales a través de mis párpados cerrados cuando la siento tan profunda. Un fuerte gemido me hace daño en la garganta y me muerdo el labio para evitar que libere más sin pretenderlo.

Jadeo cuando empieza a moverse, chocando sus caderas contra las mías, y gimoteo cosas que es mejor que no repita cuando sus dedos se clavan en mis muslos, apretándolos con fuerza mientras sus embestidas se vuelven más fuertes y rápidas, casi desenfrenadas. La desesperación se nota en nuestros besos y el ansia casi nos asfixia. Llevamos más de lo que nos gustaría sin hacerlo y los dos sabemos que esa sequía nos va a cobrar factura, obligándonos a corrernos antes de lo normal, pero no evita que lo disfrutemos al máximo, que nuestras bocas no choquen con la misma fiereza y que nuestras caderas se muevan igual de sincronizadas.

Sus movimientos se vuelven erráticos y desacompasados, al igual que mi respiración; y la presión en la zona de mi bajo vientre se acrecenta, haciéndome saber que pronto llegaré a mi orgasmo y que es bastante probable que sea uno de los fuertes.

Aunque, pensándolo detenidamente, ¿acaso ha habido una sola vez que Carlos no me haya provocado un orgasmo explosivo? Diría que no.

Una embestida más fuerte que las demás consigue que un latigazo de placer recorra cada fibra de mi cuerpo, sacudiendo todo mi sistema al llegar al clímax (o al mismísimo paraíso). No tardo en sentir cómo se corre él dentro de mí y deja caer su gran y pesado cuerpo a mi lado, jadeando agotado.

Los minutos pasan y los dos nos recomponemos poco a poco, recuperando nuestra habitual respiración y sintiendo cómo el calor abandona nuestros cuerpo al fin. Giro la cabeza y me encuentro a Carlos acostado de lado, mirándome con una pequeña sonrisa.

- ¿Qué? - Murmuro riendo, al ver la cara de estúpido con la que me mira.

- Nada... Solo que me parece increíble lo enamorado que estoy, Al - confiesa acariciando mi mejilla con dulzura.

- ¿Enamorado de quién? - Bromeo sonriendo.

- De una australiana bastante pequeña, pero con un gran corazón, que además es la madre de la persona que más amo en el mundo - susurra juntando nuestras frentes.

- Wow, suena a que es alguien muy importante para ti...

- Lo es - afirma con seguridad. - Créeme que lo es.

•|28 de noviembre de 2020, Sakhir, Bahréin|•

Termino de contarle a mi amiga todo lo que me ha pasado durante estos últimos días y ella permanece en silencio, mirándome anonadada. Sorbe ruidosamente de su batido y yo me muerdo el labio, esperando a que reaccione.

- Estás embarazada otra vez - murmura al fin. Asiento con la cabeza. - Te vas a ir a Italia a vivir - añade frunciendo el ceño. Vuelvo a asentir. - Y tu novio la tiene tan grande que te puede llegar a doler - finaliza haciéndome sonrojar.

- ¡Livian!

- Ya quisiera yo tener el último problema - bromea haciendo que yo desee que me trague la tierra.

- Eres una cabrona - me quejo sintiendo el rubor en mis mejillas.

- Pues sí - asiente riendo. De pronto, se pone seria de nuevo. - ¿Qué vas a hacer con tu música?

Me encojo de hombros y miro la otra mesa en la que están mis padres, Carlos y mi hermano con Daniella.

- No tengo ni idea. Una parte de mí quiere seguir escribiendo esas letras y seguir cantándoselas al mundo, pero...

- Hay otra vocecita que te dice que no serás capaz de separarte de tus hijos - termina por mí la frase, y yo asiento.

- Algo así. Y no es porque me vea obligada, es que lo siento dentro de mí, siento que me sale del corazón. Cada vez me cuesta más separarme de Dani, y sé que con el segundo irá a peor. Quiero y a la vez no quiero mandarlo todo a la mierda por mis niños - suspiro frustrada y me froto las sienes, sintiendo el dolor que empieza a formarse ahí.

- Podrías... No sé. Montar tu propio estudio, seguir produciendo tus canciones, pero desde casa. Sin conciertos - sugiere mi amiga con una leve sonrisa. - Sé que es caro, pero es un modo de mantenerte en ese mundo y a la vez, cerca de tus hijos.

Sonrío un poco y tomo su mano por encima de la mesa, estrechándola.

- Las dos sabemos que no podría mantener eso mucho tiempo. La mayoría de mis ingresos vienen de conciertos y espectáculos - niego con la cabeza y la sonrisa se me agria. - Aunque me duela dejar la música, dejar a mis hijos me dolería más.

Ella asiente con la cabeza, y veo el brillo en sus ojos que sugiere que va a echarse a llorar.

- ¿Sabes que ya casi no nos vamos a ver? - Susurra con voz temblorosa. - Sólo nos vemos porque soy tu coreógrafa. Si dejas la música y te quedas en Italia...

- Lo sé, cariño, lo sé.

Liv no dice nada más y rodea la mesa para sentarse a mi lado y abrazarme con fuerza, casi estrangulándome. Una lágrima traicionera se me escapa y escucho su sollozo muy bajo.

- No creas que no me alegro por ti - murmura separándose. Se sorbe la nariz y sonríe. - Sé que serás muy muy muy feliz, pero eso no quita que vaya a echarte de menos cada día.

No puedo retener más el llanto y rompo a llorar, abrazándola de nuevo, sin querer separarme de mi mejor amiga de toda la vida.

- ¿La decisión ya está tomada? - Inquiere en voz baja.

- Carlos ha hablado esta mañana con la inmobiliaria y es oficial que nos mudamos. Respecto a la música... Aún no he hablado con él ni con la discográfica, que sigue esperando a que les diga si hay disco nuevo o no - explico secándome las lágrimas, - pero sólo es cuestión de hablar con ellos. La decisión ya la tengo clara.

Mi mejor amiga asiente y besa mi mejilla, apoyando su cabeza en mi hombro. Sé que, en el fondo, no le parece bien nada de esto, pero también sé que intenta apartar su opinión para apoyarme al 100%. Y por eso la amo. Somos tan distintas y a la vez tan afines que me cuesta entender cómo no nos arrancamos los pelos de vez en cuando.

Cierro los ojos para intentar memorizar este momento con Livie, pero entonces mi teléfono suena, y respondo enseguida al ver el inesperado nombre en la pantalla.

- ¿Allison? ¿Eres tú? - Pregunta una voz que tanto Liv como yo conocemos a la perfección.

- Sí - murmuro algo extrañada por su llamada.

Ha pasado casi un año.

- Yo... Necesito verte - ordena con su característica contundencia.

Pero extraño la socarronería en su tono, la forma divertida en la que entonaba las palabras. Ya no están. Él ya no es el mismo, y lo sé.

- Te fuiste. Literalmente desapareciste - le recrimino con un nudo en la garganta. Miro a Liv, que está casi tan sorprendida como intrigada. - ¿Qué quieres ahora?

- Arreglar las cosas, Allison.

- ¿Y no has pensado que ya es tarde? - Bufo frunciendo el ceño.

- Nunca será tarde para recuperar a mi mejor amiga - replica haciendo que mi corazón dé un pequeño vuelco.

- Los dos sabemos que nada volverá a ser como antes, Jake.

Nota de la autora:

Bueno, hoy no hay mucho que decir, sólo vengo a disculparme por tardar tanto en publicar (en serio lo siento muchísimo) y agradeceros el desmesurado apoyo que está recibiendo esta historia y que cada vez siento con más fuerza que no merezco.

En fin, la hipotenusa.

Postdata: dejadme aquí qué canción os recuerda a este capítulo ;).

Os ama,

A💛.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro