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Capítulo 17

•|27 de septiembre de 2020, Sochi, Rusia|•

¿Qué se supone que tienes que hacer cuando tienes a un hombre sexy en tu cama, PERO está durmiendo con una bebé de forma absolutamente adorable?

Si alguien tiene respuesta, que me la diga.

Carlos insistió en quedarse con nosotras en vez de salir a cenar con sus mecánicos, y aunque estuvo un rato jugando con Dani, hoy ambos tuvieron un día ajetreado, así que estaban tan cansados que cuando sus cabezas tocaron la almohada se han quedado fritos.

- Te envidio como no te imaginas, mujer - me dice Livie a mi lado. - Creo que es imposible que un hombre sea tan caliente y a la vez tan tierno - bufa cruzándose de brazos.

- A ver, que nosotras decimos que es caliente, pero todavía apenas nos hemos besado - digo encogiéndome de hombros.

- ¿Tienes a ese hombre a tu disposición y no lo has aprovechado aún? - Inquiere ella abriendo mucho los ojos, como si lo que yo acabo de decir fuese una locura.

- Paso a paso, Liv - murmuro mirando a Carlos. - A mí me daría miedo ir tan rápido y él parece saberlo inconscientemente así que me alegra que vaya con calma.

- Eso sería lindo si no fuese porque es terriblemente aburrido - opina ella, y yo me río.

- Anda, calla ya...

Ella se ríe también y me mira con esa sonrisa suya que conozco perfectamente.

- Me voy a mi habitación - informa besando mi mejilla. - Suerte.

- Buenas noches - me despido yo cuando sale por la puerta con cuidado de no hacer ruido.

Me acerco a la cama y con cuidado de no despertar a ninguno de los dos cojo a Dani en brazos y la dejo en su cuna para que duerma más cómoda. Por suerte, tiene el sueño muy profundo, así que no se entera de nada. Miro la cama en la que duerme Carlos con tan solo una camiseta y unos shorts, y me muerdo el labio, pensativa. ¿Debería acostarme al lado de él? Tampoco es que haya más camas en la habitación. Tal vez debería despertarlo para que vaya a su habitación... No, tampoco. Está cansado de la carrera y se ve tan calmado así dormidito...

- A la mierda - bufo quitándome el camisón y poniéndome la sudadera que él se quitó antes.

Literalmente me queda enorme, pero esa era la intención, así que me pongo a su lado en la cama, procurando mantener las distancias. Fallo épicamente y acabo acurrucada contra él, que por acto reflejo me abraza por la cintura y me acerca más a él. No me quejo cuando pasa una pierna por encima de mí, atrapándome con él, y simplemente disfruto del calor tan agradable que desprende su cuerpo, por no hablar del rico aroma que emana. Creo que la gente llama a esta postura "la cucharita". He de confesar que me gusta, me gusta mucho.

- Descansa, pequeña mujer - susurra Carlos en mi oído, dejando un beso húmedo en mi cuello.

Vale. No estaba dormido.

Me estremezco involuntariamente y una punzada va directa a mi vientre, y sin pretenderlo empujo mis caderas contra las suyas.

Santa vaca.

Escucho su risa ronca detrás de mí y, sin saber qué hacer, cierro los ojos con fuerza, como si así fuese a solucionar el revoloteo de mariposas de mi estómago.

- Descansa, bonito - murmuro en respuesta, con voz temblorosa.

Y así, poco a poco, me voy relajando ante su tacto y consigo dormirme plácidamente. Sólo hay una cosa que no entiendo, y es que, desde que él ha entrado a mi vida como el papá de Dani, Carlos se siente como mi hogar. Con Jon, tener a Dani era más que suficiente. Ahora, Dani me hace la mujer más feliz del mundo, pero sin Carlos no me sentiría completa. Porque no sé qué tiene, pero me gusta.

•|30 de septiembre de 2020, Mónaco|•

Mi hermano persigue a Daniella por el jardín, que desde que ha aprendido a andar no para quieta. Me río cuando mi hermano tropieza y cae de bruces en el césped, haciendo que mi hija se ría a carcajadas.

- Eh, tú, mini Carlos, ¿de qué te ríes? - Bufa mi hermano andando de rodillas tras ella.

Cuando la atrapa, se deja caer de espaldas en el césped, con ella en brazos. Me fijo en cómo la zona de las rodillas del pantalón de mi hermano se han tenido de verde y ruedo los ojos. Peor que un crío.

- Son bastante lindos - opina Scottie a mi lado, sonriendo ante la vista.

- Ya, sobretodo mi hermano, ¿eh? - Me burlo chocando mi hombro con el suyo.

- No tiene gracia, Ricciardo - gruñe echándose hacia atrás en el césped y apoyándose en los codos.

- Os gustais, está claro. ¿A qué esperas? - Inquiero mirándola, y ella se encoge de hombros.

- Tengo otras prioridades. No tengo tiempo para andar con enamoramientos - explica mirándose las uñas.

Escucho como la puerta de la casa de abre y giro mi cabeza para ver a Carlos caminar hasta mí. Le sonrío y él me devuelve la sonrisa.

- ¿Y qué hay de ti? Está claro que hay algo más que amistad entre vosotros - señala ella.

- Luego hablamos - susurro sabiendo que Carlos nos puede oír.

El español se sienta al lado de mí y mira a Dani jugando con mi hermano, los dos revolcándose por el césped recién segado.

- ¿Era tu padre? - Inquiero mirando a mi hermoso hombre.

- Sí - suspira y me mira frunciendo los labios. - Las cosas están bien entre nosotros pero te vas a tener que ganar su confianza - advierte con algo de apuro.

- Lo hará. Mi Allison es una mujer adorable - responde Ruby por mí, dándome un apretón en el hombro.

Le sonrío a mi manager y amiga y miro a Carlos de nuevo.

- No te preocupes, me ganaré al suegro - aseguro guiñándole un ojo, y Carlos se ríe un poco.

- ¿Conque suegro, eh? - Dice alzando y bajando las cejas de forma sugerente.

- Idiota - me río empujando su hombro y él se ríe también.

El teléfono de Scottie suena y ella responde sin pensarlo demasiado.

La miro atenta, porque estamos pendientes de que Travis termine el papeleo para que Dani pase a ser Daniella Ricciardo. El apellido de Jonathan no le representa ni le sirve de nada. Es una Ricciardo, y en caso de tener otro apellido, sería Sainz.

Mi amiga intercambia algunas palabras con la persona al otro lado de la línea y sonríe satisfecha, da las gracias y cuelga.

- Es oficial - anuncia con una amplia sonrisa.

- Por fin. Gracias, Scottie - abrazo a la rubia y ella se ríe.

- De nada, hermosa - responde cuando nos separamos del abrazo.

- ¿Qué es oficial? - Inquiere Carlos con el ceño fruncido.

- Dani ya no lleva el apellido Anderson, el de Jon. Ahora es una Ricciardo - le explico con una leve sonrisa.

- Me alegro - él me sonríe y mira a la pequeña niña.

Daniella llora cuando cae de culo al suelo y mi hermano, asustadísimo, va corriendo a calmarla, y cuando veo que no deja de llorar voy hasta ellos y cargo a mi hija en brazos.

- Ya, cariño, ya. No llores - la acuno en mis brazos, pero sigue llorando.

- ¿Me la dejas a mí? - Pregunta Carlos acercándose, y yo le entrego a Dani.

No sé qué le hace o qué le dice, pero en apenas unos segundos el llanto se convierte en carcajadas.

Los miro maravillada y muerdo mi labio ante la escena. Lo que hace Carlos con nuestra hija es magia, tiene un don. Y mi hermano, que los mira igual de perplejo que yo, parece pensar lo mismo, porque me mira buscando una respuesta y yo sólo me encojo de hombros.

- Es brujo - murmura mi hermano cruzándose de brazos.

Carlos le escucha y nos mira de reojo, sonriendo.

Es perfecto, y el cabrón lo sabe.

°°°

Cuando Carlos sale por la puerta de casa suspiro y me dejo caer en el sofá. Se va a quedar en un hotel porque Scottie se va a quedar un par de días y ella ocupará el sofá. He querido ofrecerle dormir conmigo, pero cuando el español me mira tal y como lo hace me es difícil incluso pensar.

- Dani se ha dormido - informa Dan entrando al salón y mirándonos a mí y a Scottie. - ¿Se ha ido? - Inquiere señalando el sitio que ocupaba Carlos hace un rato.

- Sí, ha dicho que no quería molestar más y que mañana volvería - digo algo entristecida.

No quería que se fuera, pero por miedo o cobardía no me he atrevido a pedirle que se quedara.

- Ah... Bueno, ¿qué vais a hacer? - Pregunta sentándose en el hueco libre del sofá.

- Noche de chicas - habla Scottie sonriendo. - Y Livie estará por videollamada.

- O sea que me estáis diciendo sutilmente que me largue - deduce mi hermano, y yo me río.

- Sí, Daniel, eso mismo - asiente Ruby.

- Bueeeno... Pues buenas noches, chicas - se acerca para darme un beso en la cabeza y sale del salón, dejándonos solas.

Veo cómo Scottie mira embobada y con una sonrisa tonta a mi hermano y sonrío. Le gusta hace mucho tiempo y con lo cabezota que es dudo que lo admita algún día.

- Se te cae la baba - me burlo yo, y ella me fulmina con la mirada.

- ¿Y tú con el españolito qué? - Ataca por su parte, pero la ignoro y entro en la videollamada con Liv.

- ¡Holaaaa! - Saluda efusivamente la pelirroja.

- Hola, cariño - la saluda Ruby. - ¿Qué tal Australia?

- Pues como siempre - responde encogiéndose de hombros.

- ¿Y Aren? - Añade curiosa.

- Tu chucho está perfectamente, tranquila - bufa mi mejor amiga rodando los ojos.

- No le digas chucho - le riñe la mayor, que aunque es increíblemente madura, cuando se trata de su rottweiler parece una niña de cuatro años.

- Bueno, que haya paz - intervengo antes de que esas dos se enzarcen en una batalla verbal. - Es una noche de chicas, así que los únicos que pueden recibir insultos son los hombres - digo entre risas.

- En eso estamos de acuerdo - ríe Livian.

- Empecemos por ti, Livie. ¿Hay algún muchacho interesante? - Inquiere la manager.

- Ninguno. Los que son buenos en la cama son pésimos en el amor y los que son adorables no saben follar como es debido - se queja la pelirroja con total indignación. - ¿Y tú? - Añade mirando a Ruby.

- No busco nada con nadie, estoy bien sola - asegura encogiéndose de hombros. - Pero me gusta alguien - admite mirándome de reojo.

- ¡Ajá! Lo sabía. Te mueres por mi hermano - señalo ilusionada.

- ¡Pero no grites! - Me silencia ella.

- Perdón, perdón...

- ¿Así que Ricciardo, eh? - Murmura Liv. - He oído que está bien dotado - sonríe maliciosamente y yo la miro a través de la pantalla, avergonzada.

- Que es mi hermano - bufo algo incómoda.

- ¿Y qué? - Replica Livie.

- Bueno, el tamaño de su amiguito no es lo principal ahora mismo - la frena Scottie. - Es lindo conmigo, y verlo con Dani se me hace demasiado tierno.

- Awwww, qué bonito - lloriqueo yo.

- Pero no quiero nada con nadie - reitera la rubia. - Me gusta, pero no me gusta que me guste, ¿entendéis?

- Sorprendentemente, sí - asiento yo.

- Pues yo no entiendo nada - admite Livie.

- Me refiero a que no quiero que me guste, porque estoy bien sola y meter esos sentimientos de por medio sólo lo complica todo, ¿sabes?

- Aaaah, sí - murmura mi mejor amiga. - Pues o te lanzas o te guardas lo que sientes hasta que se te pase - sugiere con tranquilidad.

- No es tan fácil...

- El tiempo decidirá qué es lo correcto - la tranquilizo yo, regalándole una sonrisa comprensiva.

La entiendo, porque me pasó igual cuando me empezó a gustar Carlos. Yo estaba con Jon y sentir cosas por el español se sentía terriblemente incorrecto. No quería que me gustase, pero todo lo que hacía me hacía caer más por él.

- Poco hemos hablado de ti - señala Livie, sonriendo malévola.

- Éso - asiente Ruby. - ¿Cómo es el latino en la cama?

- Pues... - me encojo de hombros y no respondo.

- ¿Aún no habéis...? - Mi manager parece sorprendida.

- No, están esperando al matrimonio - se burla Liv, rodando los ojos. - Al menos dinos cómo fue la vez que hicisteis a Dani - pide ella, aunque yo sé exactamente lo que quiere saber.

- Apenas lo recuerdo, siendo honesta - admito avergonzada. - Llevaba demasiadas copas encima, y los recuerdos son borrosos. Pero fue el mejor polvo de mi vida. Eso es lo único que puedo deciros - respondo roja como un tomate.

- Así no podemos contentarnos - opina Scott. - ¿No tienes detalles jugosos para nosotras?

Me río y niego con la cabeza. Son unas pervertidas, pero son mis amigas.

- Si queréis saber el tamaño de su pene, os vais a quedar con las ganas - deduzco que ese es el detalle que quieren saber y cuando ambas me miran decepcionadas me río.

- Seguro que es porque la tiene pequeña - murmura Livie, ofuscada, y yo me río a carcajadas.

- No me vais a creer, pero simplemente no me acuerdo - digo con total sinceridad.

- ¿Cómo te acuestas con un hombre así y luego no lo recuerdas? - Se queja Scottie.

Yo me río y ruedo los ojos. Escucho cómo se pelean por alguna que otra tontería relacionada con el tema. Lo que no saben es que si a ellas les jode no saber nada de mi noche con Carlos, más me jode a mí. Lo único que sé es que, cuando se repita, pienso memorizar cada gesto que haga el español para no olvidarme nunca. Porque debería ser un pecado olvidarse de alguien como él.

•|2 de octubre de 2020, Mónaco|•

Me seco el pelo con el secador mientras mi cabeza va a mil por hora. No es la primera vez que Carlos me invita a una cita, pero me pongo igual de nerviosa.

Aprovechando que Daniel y Ruby están aquí, dejaremos a ellos cuidando de Daniella para poder salir.

Carlos me ha dicho que no vamos a un sitio elegante, que es más como una fiesta, y siendo honestos yo no sé cómo vestirme para ir a una fiesta. Por eso, mientras yo me termino de secar el pelo, Scottie está en mi habitación buscándome algo para la ocasión. Cuando guardo el secador, veo que me tiemblan las manos de los nervios. No sé por qué cada vez que se trata de Carlos me pongo así. No lo sé y no sé si quiero averiguarlo.

Me pongo mi bata blanca, atando la tira alrededor de mi pequeña cintura. Me recojo el pelo en un moño mal hecho y salgo del baño, encontrándome a Scottie mirando dos conjuntos que hay sobre la cama. Me acerco y me sonrojo sólo de pensar en mí con eso puesto.

- Ninguno es mío - murmuro mirando perpleja la ropa.

- Tu armario se parece al de una monja. Por suerte yo he venido preparada - sonríe orgullosa y me mira feliz. - ¿Tienes ropa interior de encaje?

- ¿Q-qué? No... - tartamudeo deseando que se me trague la tierra.

- Para tu suerte, me lo he imaginado y ya tengo solución.

- Ay Dios. Scottie, ¿qué has hecho? - Pregunto asustada.

- No te preocupes, lo importante es que el problema está solucionado - señala una bolsa que acabo de darme cuenta que está sobre la cama y dudosa me acerco y miro su contenido.

Un sujetador y unas bragas negras semitransparentes y de encaje es lo que veo.

- ¿A qué viene todo esto? - Inquiero muerta de la vergüenza.

- Esta noche vas a tener sexo - dice muy convencida.

- Ya, claro - bufo rodando los ojos.

Regreso mis ojos a los dos modelos que hay en mi cama y me debato mentalmente cuál de ellos me daría menos vergüenza ponerme, si el vestido blanco largo y con un escote kilométrico o el vestido rojo corto sin hombros y que va cruzado por el pecho, con la espalda descubierta.

- Elije - me presiona Ruby.

Yo me muerdo el labio, y aunque en el fondo tengo muy clara mi respuesta, no estoy totalmente segura.

- El rojo - decido finalmente, y Scottie aplaude feliz y orgullosa de mi elección.

- Entonces no necesitarás sujetador - señala ella dándome el vestido y la bolsa con la ropa interior. - Cámbiate y te ayudo a peinarte y maquillarte.

Asiento con la cabeza y entro al baño,  cerrando la puerta.

Los nervios, como casi siempre, se me van al estómago. Me da fatiga y necesito sentarme en la taza del váter para calmarme. Hago una serie de respiraciones que aprendí para controlar los nervios y luego me siento mucho mejor. Simplemente voy a salir con Carlos, no tengo de qué preocuparme.

Suspiro y me paso las manos por el rostro, un poco agobiada, pero menos que antes.

Sé que no debería ponerme así por simplemente ver a Carlos, pero me sale sólo, no lo controlo. Soy así de tonta a veces.

Retiro los pensamientos negativos y me pongo en pie, dispuesta a quitarme la bata y ponerme las bragas de encaje y el vestido. Para mi sorpresa, se ajusta a mi cuerpo a la perfección, aunque Scottie sea más alta. Deduzco que este vestido le queda pequeño. Me suelto el pelo enredado y abro la puerta del baño, dejando que Scottie entre para ayudarme con lo demás.

- Así ya estás preciosa - comenta sonriéndome, y yo le devuelvo la sonrisa.

- Gracias - murmuro avergonzada.

Mi manager me recoge el pelo en una perfecta coleta alta y luego me maquilla levemente, poniéndome un poco de colorete, rímel y pintando mis labios de un rojo tan intenso como el vestido.

Escuchamos que pegan en la puerta de mi habitación, y Ruby da permiso para entrar. Mi hermano llega con Daniella en brazos y lo que iba a decir se queda en nada, pues se queda boquiabierto mirándome.

- Caray... Estás muy...

- ¿Sexy? - Finaliza mi amiga por él.

- Es raro si digo eso de mi hermana, pero sí - asiente sonriéndome.

La rubia sonríe orgullosa de su creación y yo les miro a ambos un poco azorada.

- ¿Qué querías? - Le digo a mi hermano, y él sacude la cabeza.

- Sí, eso. Carlos está abajo esperando.

Miro a Scottie, que sonríe segura.

- Se pone los tacones y baja - responde por mí, y mi hermano se va.

Me pongo los tacones y Scottie me entrega un pequeño bolso donde ya están las únicas cosas imprescindibles que necesito. Cuando lo reviso, me sorprende ver que ha metido...

- ¿Condones?

- Te harán falta - asegura guiñándome el ojo. - Venga, vamos - me toma del brazo y me arrastra hasta la entrada de la casa, donde Carlos espera apoyado en el umbral de la puerta.

Me da un repaso de arriba a abajo y sonríe, pasando su lengua por sus labios. Junto los muslos disimuladamente al ver el gesto y me sonrojo al ver cómo me miran esos ojos cafés.

- Estás increíble, Al - murmura tendiéndome la mano, que yo acepto sin titubear.

- Tú también - respondo mirando al suelo, sonrojándome.

Y joder, claro que está increíble. Lleva una camisa negra y unos pantalones vaqueros del mismo color, acompañados de unas zapatillas blancas bastante chulas. Está un poco despeinado, pero se nota que se ha pasado un rato peinándose antes de venir. Es sencillo, pero perfecto. Supongo que así es Carlos Sainz.

Me sonríe y me guiña un ojo, haciéndome estremecer, y le devuelvo la sonrisa tímidamente.

- ¿Vamos? - Susurra apretando levemente mi mano.

Sonrío y asiento, girándome para despedirme con la mano de Scottie, que me sonríe.

Cuando de nuevo me giro para enfrentar a Carlos y veo el porte del español, no puedo asegurar que salga viva de hoy.

°°°

Me bebo el chupito de un trago y Carlos me mira con una sonrisa divertida. Parece realmente sorprendido.

- ¿Cómo una mujer tan pequeña puede beber así? - Inquiere riendo.

- Tolero muy bien el alcohol - me río y me encojo de hombros.

- Ya veo, sí - asiente sin dejar de reír.

Cruzo las piernas y me recargo en la barra, apoyando mi cabeza en mi mano, admirando al hermoso hombre que tengo frente a mí. Si hay algo que adoro de él, es que me hace sentir especial, porque aunque esto esté lleno de chicas preciosas y con cuerpos de infarto, él sólo me mira a mí, me sonríe a mí, me regala cumplidos a mí. Que se jodan las demás.

Toda esta esfera de tranquilidad y diversión que hay entre nosotros se esfuma en el mismo momento en que una rubia de bote, altísima y con pestañas larguísimas se acerca a Carlos. Me mira con desdén para luego casi echarse encima de él.

Será zorra...

- Lo siento, pero vengo acompañado - le aparta él, y ella le mira totalmente ofendida.

Cuando la rubia me mira con desprecio, sonrío con arrogancia y me bajo del taburete para ponerme entre las piernas del español.

- Largo, bonita - le gruño fulminándola con la mirada.

Ella maldice por lo bajo y se larga resignada. Escucho la carcajada de Carlos detrás de mí y me giro para verle.

- ¿Qué es tan gracioso? - Pregunto frunciendo el ceño.

- Tú borracha eres mi tú favorita - decide riendo.

- ¡No estoy borracha! Es que el alcohol me hace más valiente - explico sonriendo.

- Me gusta eso - susurra tomando mi barbilla y rozando sus labios con los míos.

Su aliento se mezcla con el mío y disfruto del aroma a vodka caramelo que desprende su boca. Sus piernas me atrapan entre ellas, impidiéndome alejarme de él.

- A mí también - admito besando sus labios con decisión.

Rápidamente sus labios toman el control y llevan el ritmo, besándome de forma dominante y posesiva. Su mano va a mi cuello, tomándome por la nuca para inclinar mi cabeza mejor hacia él. Su otra mano va a mi cadera y cada maldita fibra de mi ser clama por él.

Mis brazos rodean su cuello y mis manos tiran del pelo de su nuca, queriendo mantenerle cerca, porque siento que si se separa de mí aunque sea tan sólo un milímetro, me desmoronaré. Su lengua delinea la forma de mis labios, mordisqueando y lamiendo de forma que me hará enloquecer. Una punzada de placer va a parar a mi bajo vientre y siento como mi zona sensible palpita de necesidad cuando Carlos mete su lengua en mi boca casi a presión, acariciando mi lengua, masajeándola.

Sus manos van a parar a mis nalgas, apretándolas, estrechándome contra él para hacerme notar su erección. Y joder, qué erección. Gimo bajito cuando ya no soy capaz de contener los ruidos, y Carlos se separa de mí abruptamente, mirándome con los labios hinchados y los ojos oscurecidos.

- Si seguimos así te follaré aquí mismo, Allison - dice en casi un gruñido, con la voz más ronca de lo normal.

Mis mejillas se encienden y otra punzada de placer va a mi clítoris ante sus palabras.

- Pues vámonos de aquí - sugiero apretando mi agarre en su cabello para atraerle de nuevo a mi boca.

Sus labios ágiles se mueven con decisión sobre los míos, pero rápidamente se vuelven a separar de mí.

- Lo digo en serio, Al - susurra apoyando su frente contra la mía. - Vámonos - añade en un tono más suave, y me doy cuenta de que me está rogando.

Tomo su rostro entre mis manos y le hago mirarme directo a los ojos. Veo la desesperación plasmada en su rostro y, tras dejar un casto beso en sus labios, me separo tomando su mano y tirando de él.

- Nos vamos - digo con seguridad, y aunque puede que sean mis hormonas y mis ganas de Carlos las que hablan, estoy segura de lo que vamos a hacer, y sé que quiero hacerlo.

Creo que nunca había estado tan segura de algo.

Nota de la autora:

Wenas personitas preciosas. No me matéis por dejaros así. ¿Cuándo volveré a actualizar? No lo sé. Así que suerte.

Postdata: puede que lo esté haciendo a maldad, pero recordad que...

Os ama (aunque dudéis),

A💛.

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