Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13

•|3 de septiembre de 2020, Imola, Italia|•

Miro a Carlos, que aunque no es la primera vez que tiene a Daniella en brazos, está medio en shock, mirándola fijamente.

- Si la miras tanto la vas a desgastar - me burlo, cómoda desde mi sitio en la cama.

Él me mira y suspira, para luego regresar sus ojos a la pequeña.

- Antes era una niña más, ahora es... Mi hija - murmura dejándola en la cuna y sentándose en la cama a mi lado. - No sé cómo llevar toda esta situación, ¿sabes? - Me sonríe con desgana y yo asiento.

- Ya lo sé, Carlos - susurro mirándole, buscando sus ojos, pero tiene la mirada perdida (como es usual).

- Apenas nos conocemos, pero tenemos una hija en común - señala medio sonriendo. - Esto es una locura - bufa cerrando los ojos.

- Lo es - digo sincera.

No puedo negarle eso, porque tiene razón. Ambos creíamos tener nuestra vida resuelta y ahora sucede esto. En el fondo me preocupa que él realmente no sea capaz de asimilarlo y me deje sola con Daniella... Me aterra que nos deje y ni siquiera somos nada.

- Al - me llama él, y yo le miro, abrumada por mis pensamientos. - Los dos sabemos que el único problema no es Dani - comenta frunciendo los labios. - Tenemos que resolver... Esto - dice señalando el espacio entre nosotros.

- No sé a qué te refieres - murmuro apartando la mirada.

- Sí que lo sabes. Está claro que tú y yo sentimos mucho más que amistad, porque si no fuera así, nada de esto estaría pasando - reflexiona de forma acertada.

- ¿Y qué quieres que hagamos? ¿Que nos casemos mañana y seamos una familia normal? - Pregunto con ironía, y él sonríe de lado.

- Pensaba más bien en invitarte a una cita, pero esta vez de verdad - sugiere, y yo sonrío sin pretenderlo.

- ¿En serio? - Inquiero más feliz de lo que debería estarlo una persona de mi edad por una absurda cita.

- Sí - asiente con seguridad. - Mañana, Dani se puede quedar con Liv y podemos salir a cenar - propone tranquilamente. - También he pensado en salir los tres juntos, pero ya sabes cómo es la prensa - se encoge de hombros. - Haremos lo que tú quieras.

Muerdo mi labio, pensativa, y él me mira atento y con ojos brillantes de ilusión. Parece un niño pequeño que está pidiendo ir a Disneyland, ¿cómo le voy a negar esto? Además, el simple hecho de que está tratando de acercarse a nosotras, de ser el papá que se supone que es, me ablanda el corazón mucho.

- Vale, podemos salir después de la carrera, a la noche - acepto finalmente. - Y luego... Puedes venir a Mónaco con nosotras, pasar un par de días allí y así salimos los tres.

- Me parece una idea genial - dice feliz y con una gran sonrisa.

- Entonces, ya está todo arreglado por el momento, ¿no? - Inquiero sintiendo que la carga sobre mis hombros es menos pasada.

- Sí... - Suspira y se inclina hacia mí, que me paralizo por completo. Besa mi frente con ternura, acaricia mi mejilla y se levanta. - Buenas noches, Al - murmura sonriendo dulcemente.

- Buenas noches, Carlos - respondo sonrojada.

Me guiña un ojo y después de eso sale por la puerta, dejándome sóla con mi hija. No puedo quitar una tonta sonrisa de mi cara, y por mucho que lo intente, en serio que no puedo. Estoy feliz como una boba niña de quince años que se enamora por primera vez. Carlos me tiene rendida a sus pies sin pretenderlo y eso me asusta y me encanta a partes iguales. Un beso en la frente ha necesitado para que casi me derrita, ¿qué hará con mi pobre cuerpo y mente con un poco más?

Aquella noche que "hicimos" a Daniella, fue probablemente la mejor noche de mi vida, y en ese momento ni siquiera había sentimientos implicados, así que, si algo así se repite actualmente, ese hombre acabará con mi cordura completamente, no lo dudo. No negaré que me asusta, porque sentir tantas cosas por alguien que conozco tan poco es una locura y lo sé, pero le prometí a Liv intentar ser valiente por una vez... Y no será fácil porque he sido cobarde el 99% de mi vida. Pero Dani se lo merece, se merece que su padre y su madre estén juntos, tener una familia normal, y está claro que los sentimientos existentes entre el español y yo no son algo que podamos ignorar a largo plazo.

•|4 de septiembre de 2020, Imola, Italia|•

Mi mejor amiga sonríe como una tonta después de que le cuente lo que pasó ayer con el español, y sé exactamente lo que está por decir.

- Ese hombre es el tuyo, Alli - dice con seguridad, y yo sonrío, sabiendo ya que eso era lo que iba a decir.

- No, no es mío porque no es un objeto - replico asegurándome de que Dani sigue bebiendo de su biberón.

- Ya sabes a qué me refiero - bufa rodando los ojos. - Me pido ser la madrina de la boda - se apresura a decir.

- Loca como una cabra, confirmo - me río yo. - ¿Sabes lo que estás diciendo?

- Perfectamente - asiente sonriente. - Pero es que es tan tierno... - hace un puchero. - Si él no es el hombre de tu vida, ¿quién lo será?

- ¿Por qué esa necesidad de que todo vaya tan rápido? Te recuerdo que es el padre de Dani, es más complicado. Si lo jodo con él, jodo todo, ¿entiendes?

- Sí, lo entiendo - suspira y mira un punto por encima de mi hombro. - Mira quién viene - murmura con cierto tono coqueto.

Y, obviamente, se trata de Carlos, quien se sienta a mi lado con una cálida sonrisa en los labios.

- Buenos días - saluda amablemente.

- Buenos días - respondemos Liv y yo al unísono.

- ¡Felicidades, papi! - Exclama a los lejos al que reconozco como mi hermano.

Tierra, trágame.

Mi adorado hermano se acerca a nosotros y le da una palmada en la espalda al español, que se sonroja.

- ¿Papi? - Se ríe Livie.

- Claro, ahora es papá, entonces le doy la enhorabuena - responde sentándose junto a mi amiga, enfrente de Carlos.

- ¿Gracias? - Titubea el moreno, rojo como un tomate.

Me mira en busca de ayuda y yo me encojo de hombros, que estoy sonrojada pero me río.

- ¿Lando e Irene lo saben? - Inquiere Dan.

- Lo sabían antes que Carlos - murmuro, recibiendo una mirada de reproche por parte del español.

- Ya decía yo que estaban raros... - señala Carlos.

- ¿Quiénes estaban raros? - Inquiere Lando sentándose junto a su compañero de equipo.

- Joder, ¿alguien más se une a la reunión? - Se queja Livie, divertidísima con la situación.

- George viene ahora - bromea Lando sonriendo.

- ¿Es que tenéis que ir juntos a todos lados? - Bufa Carlos.

- ¿Celoso, Sainz? - Se burla mi hermano, y todos reímos.

- No - niega frunciendo el ceño.

- Trancuilo Carlous, soy solo tuyo - bromea el inglés intentando darle un beso de broma.

- ¡Quita! ¡Sainz equivocado! - Le aparta Carlos entre risas.

- Súper heteros todos aquí - dice Livie muerta de risa, y yo la acompaño en la carcajada.

- Meter a veinte hombres, todos juntos y por mucho tiempo, pasa factura - bromea mi hermano, que le guiña un ojo a Carlos.

- Yo sólo venía a ver a Dani y me hacéis esto - se queja Carlos tapándose el rostro, totalmente avergonzado.

Yo continúo escuchando sin hablar, viendo cómo bromean y se meten los unos con los otros. Me río por las ocurrencias de Lando y de mi hermano, además de los comentarios de Liv, que tampoco colabora para mantener la cordura. He de admitir que hacía mucho que no estaba en un círculo tan divertido y en el que me sentía tan cómoda. Con Jonathan, en las comidas con sus compañeros de trabajo, todo era incómodo y aburrido. Pero tampoco puedo pedir mucho más a unos contables con vidas monótonas. Esto es... Distinto. Se siente como una familia, la familia que cualquiera soñaría tener.

- Bueno, vosotros tenéis los libres y nosotras un entrenamiento pendiente, ¿qué hacemos con la niña? - Inquiere Liv al rato, aportando seriedad a la conversación.

- Sí, es verdad, no tengo con quien dejarla... - Medito mordiendo mi labio al tiempo que miro a Dani, pensativa.

- Entrenad después de los libres y así yo puedo cuidarla - propone Carlos mirándome.

- Mmm... No sé si fiarme - dice mi hermano.

- ¿Nos fiamos? - Me pregunta Liv.

- Claro que nos fiamos - asiento sonriendo y mirando a Carlos. - Por mí está bien.

- Aawww que tiernos son - exclama Lando haciendo un puchero. - ¿Yo puedo ayudar?

- No - respondemos todos a la vez.

- Pero - frunce el ceño. - Cabrones - bufa cruzándose de brazos. - ¡Es mi sobrina!

- No me lo recuerdes - se lamenta Daniel fingiendo llorar.

- Ni a mí - solloza falsamente Liv.

- ¿Acaso me odiais todos? - Lloriquea Lando en broma.

- Te queremos, pero... - empiezo a decir.

- Eres peor que un bebé, Lan - finaliza Carlos.

- Iris piir qui in bibí - le imita el inglés, ofendido.

Nos reímos y seguimos hablando y bromeando hasta que los chicos se tienen que ir a los libres, quedando Liv y yo solas con Dani, que no ha hecho un sólo ruido en todo el tiempo. Normalmente es una niña activa y ruidosa, pero parece que está triste estos últimos días. Me guste o no, Jon ha formado parte de su vida ocho meses, no será su padre biológico pero ha estado ahí, y aunque cuando sea mayor ni lo recordará, ahora ella nota su ausencia. Lo sé porque yo también lo hago. No es que quiera que vuelva, pero tampoco puedo fingir que desprenderme de él después de tantos años sea fácil. Tal vez no le quería como debía, pero el cariño está ahí, aunque intente que no.

- ¿Estás bien? - Me llama Liv, sacándome de mis pensamientos.

- Sí, pero... Veo a Dani rara - murmuro acomodando a mi hija en mi regazo.

- Porque tú te sientes extraña con toda la situación, y ella lo nota - opina la pelirroja, torciendo los labios. - Y puede que extrañe a Jon - añade, concordando con lo que yo creo.

- Eso pienso - suspiro y beso la pequeña cabeza de mi hija. - Me preocupa que esto le afecte - admito frunciendo el ceño. - Tal vez esté forzando todo demasiado...

- Yo no lo veo así. Todas las veces que he visto a esa niña con Carlos, la he visto feliz. Él, más que el problema, puede que sea la solución - divaga, con la mirada perdida, pensativa.

- No la quiero cagar otra vez, Liv - digo yo finalmente, cerrando los ojos. - No puedo permitirme más errores...

- No tiene por qué haberlos - replica ella. - Confío en ti, Alli.

Le sonrío y procuro no derramar ninguna lágrima. Lloro con facilidad, y lo último que me apetece es llorar aquí, en mitad del restaurante del hotel, para que todos me vean.

"Debo ser fuerte". Esa frase es mi nuevo mantra.

•|5 de septiembre de 2020, Imola, Italia|•

- Liv, ¿qué opinamos? - Le pregunta mi hermano a mi mejor amiga, que me mira con el ceño fruncido.

- Opinamos que ese vestido es horrible - decide ella.

- Vale. Minion, ese vestido es horrible - repite mi hermano.

- Estoy oyendo toda la conversación - les recuerdo rodando los ojos.

Ellos dos se ríen y se miran con complicidad mientras yo entro de nuevo al probador. Esos dos son amigos desde que Liv se convirtió en mi mejor amiga, y a pesar de lo que muchos creen, nunca ha habido sentimientos románticos entre ellos. Livie es como una hermana más, la compañera de travesuras de mi hermano y su cómplice para molestarme. Ellos dos son mis personas, mis mejores amigos, y no quiero cambiar eso.

Me quito el "horrible" vestido color verde oscuro y me pongo uno lila, corto y escotado, que es elegante pero atrevido. Para nada mi tipo. Prefiero una blusa a cuadros, unos pantalones vaqueros ajustados y unas botas. Pero es una cita formal con el padre de mi hija, debo estar deslumbrante. Antes de salir, me miro en el espejo, observando mis curvas. No soy precisamente delgada, soy un poco más rellenita, pero sólo un poco. No soy una de esas modelos que si las visten de rojo parecen un arañazo. Tengo pechos y un trasero generosos, pero soy bajita. Toda mi vida me han dicho que soy bajita y por eso resulto menos atractiva. Es odioso. Todos los comentarios, las fotos de esas hermosas chicas de cuerpos perfectos, la ropa que normalmente no está preparada para personas con un cuerpo como el mío... El cúmulo de todo eso tras los años me ha convertido en una persona tan insegura que aunque mil personas me digan lo linda que me veo, seguiré pensando que hay algo malo en mí. Y ahora mi mayor miedo es que a Carlos no le guste. Él merece una mujer a su nivel, y yo dudo estarlo.

- ¿Sigues viva? - Inquiere Livie asomándose por la puerta del probador.

- Sí - asiento, suspirando nerviosa.

Salgo de mi escondite y dejo que ambos me miren con detenimiento. Mi hermano mira a Dani, como si ella fuese a opinar, y luego mira a Liv con la boca abierta.

- ¿Tú estás viendo a una diosa griega también? - Pregunta con una gran sonrisa.

- Creo que nos han cambiado a Allison por Afrodita - asiente mi mejor amiga.

Me sonrojo y miro al suelo, avergonzada por sus palabras.

- No me veo tan bien...

- Calla, mujer - me interrumpe la pelirroja. - Estás preciosa, cielo...

- Perfecta, está perfecta - corrige mi hermano con una sonrisa de oreja a oreja. - Vas a torturar a ese hombre - se ríe él.

- No seas cruel, ponte en su lugar - le regaña Liv, cuando todos sabemos que su empatía es... Inexistente.

- Oh, vamos, eres la reina de la provocación, la doña microondas, la calie...

- Vale ya, ¿no? - Le interrumpe lanzándole un vestido echo una bola.

Mi hermano le lanza otro y ambos se asesinan con la mirada. Están buscando su próximo proyectil cuando me doy cuenta de que Dani está en mitad del campo de batalla, así que me apresuro a cargarla y detener la guerra.

- ¿Puedo dejar de ser la única adulta en esta sala? - Pregunto con exasperación, y ambos se miran entre sí con recelo. - Por favor... - añado rodando los ojos.

- Sólo por esta vez, Ricciardo... - murmura Livie señalando a mi hermano.

- Cuida tus espaldas, Shell - replica Dan.

- Sois peores que dos niños pequeños - me quejo suspirando. Miro a mi hija, que como usualmente hace, juega con el collar de mi cuello. - Estos dos no tienen remedio, ¿a que no? - Le digo sonriendo.

- Si no fuera por lo sexy que estás ahora mismo esta escena sería terriblemente adorable - comenta Liv, y cuando la miro está sonriendo. - ¿Te cambias y nos vamos? Creo que ya tenemos vestido...

- ¿"Tenemos"? - Inquiere mi hermano.

- Si me cabe, me lo prestará - asegura felizmente.

Yo me río y dejo a mi hija en su carrito para entrar al cambiador y ponerme de nuevo mi cómoda ropa de siempre. Escucho a Dani llorar mientras me pongo el sujetador de nuevo y casi salgo semidesnuda a su rescate, pero me contengo, me visto rápido y luego salgo. Mi hermano intenta calmarla, fallando claramente, y Liv intenta que le deje a ella intentarlo, cosa que sólo estresa más a Dani y le hace llorar más fuerte.

- Déjamela a mí - le pido a mi hermano, cargando a Dani en brazos. - Ey, pequeña, ya está, ya pasó, mami está aquí - le hablo mientras la acuno.

Poco a poco se va calmando hasta que de nuevo todo está en silencio. La vuelvo a dejar en su carrito y los cuatro salimos de la tienda tras pagar el vestido.

Bien, esto era lo fácil. Mañana será la verdadera prueba.

•|6 de septiembre de 2020, Monza, Italia|•

Suspiro nerviosa por milésima vez y me sigo mirando en el espejo con el ceño fruncido. No me veo linda, no me veo sexy, no me veo... No me veo bien. No me importa cuántas veces me digan Liv o mi hermano lo "diosa" que estoy con este vestido. Simplemente no lo siento así y me arrepiento de haber aceptado la propuesta de Carlos.

- Minion, ¿estás bien? - Llama mi hermano tocando en la puerta del baño, la cual he cerrado con pestillo.

- Sí - respondo poco confiada y con voz un poco temblorosa.

Intento no llorar para no estropear el maquillaje y respiro hondo. No sé qué hacer para apartar los pensamientos negativos, no sé qué hacer para que esta sensación de ahogo y de pena se vayan. Si miro al pasado siempre he visto cómo la gente me dice lo buena que estoy, pero simplemente no lo veo igual. De cara al público me da más igual porque son mis fans y si hay algo de lo que no puedo quejarme es de ellos, pero cuando hablamos de mi faceta personal, ¿cuándo me hizo Jon sentirme deseada? ¿Cuándo me dijo algo más que un simple "te ves bien"? La respuesta es sencilla: nunca.

- Alli, hermosa, sal que te queremos ver - dice mi amiga al otro lado de la puerta con voz suave.

Saben lo que probablemente me pasa y me siento idiota. Soy hermosa, ¿por qué no me puedo sentir así? Todos los cuerpos son hermosos y merecen respeto, ¿por qué no respeto el mío propio?

Inhalo y exhalo aire profundamente un par de veces, calmándome lo más que puedo, y al fin salgo del baño.

Livie me mira con una gran sonrisa, mientras le da el biberón a Dani, y mi hermano se levanta de golpe de la cama, como sorprendido.

- Estas guapísima - murmura la pelirroja. - El peinado y el maquillaje lo completan todo - opina feliz.

- Mi hermana es toda una diva - asiente Dan con orgullo.

Yo me río un poco y miro al suelo, avergonzada. Son tan lindos conmigo... Y yo no les creo igualmente.

- Gracias - susurro acercándome a Liv para ver mejor a mi hijita. - ¿Seguro que estaréis bien sin mí? - Inquiero acariciando su mejilla rechoncha y adorable, haciendo que la pequeña sonría.

- Sí, linda, no te preocupes - dice mi hermano poniendo su mano sobre mi hombro. - Lo tenemos todo controlado.

- ¿Seguro? - Inquiere Livie en forma de burla, y ambos inician una divertida discusión a la que no presto atención.

Miro a Dani, que bebe del biberón tranquilamente, inconsciente de lo que sucede a su alrededor. Es una niña tan tierna y hermosa que a veces me cuesta creer que sea mía. Siempre me ha aterrorizado hacerlo mal con ella, no poder ser la madre que debería ser o no prestarle la suficiente atención. No quiero que cuando crezca sea como yo, quiero que sea una mujer de provecho, una mujer mil veces mejor de lo que jamás lo seré yo, pero simplemente no sé cómo hacerlo. A veces creo que no merezco ser madre...

Suena cómo tocan a la puerta y todo a mi alrededor se detiene. Es Carlos... Mierda, es Carlos. Me pongo nerviosa al instante y miro a Liv en busca de apoyo, quien solamente sonríe. Mi hermano va hasta la puerta y abre, encontrándose cara a cara con el español. Prácticamente me escondo detrás de Livie mientras mi hermano probablemente amenaza a Carlos.

- Deberías ir antes de que huya despavorido por culpa de Dan - me susurra mi mejor amiga con una gran sonrisa.

- ¿De veras estaréis bien?

- Sí, anda, ve - insiste rodando los ojos. - Y sí, te llamaremos si pasa cualquier cosa - añade antes de que yo lo diga.

Sonrío un poco, tomo el bolso que está sobre la cama y voy hacia la entrada. Mi hermano se hace un lado para que yo salga y quedo frente a frente con el español, que sonríe con los ojos brillantes.

- Hola... - murmura tímidamente, mirándome de arriba a abajo.

Parece que quiere decir algo pero contiene por la presencia de mi hermano.

- Hola - respondo sonriendo.

Me muerdo el labio nerviosa y miro a mi hermano.

- Pasadlo bien, pero no demasiado - dice antes de cerrar la puerta, dejándonos a ambos en el pasillo, al fin a solas.

- Estás absolutamente perfecta - espeta Carlos mirando al suelo con nerviosismo.

Me encanta cuando es así de tímido. Es tan tierno.

- Tu estás muy guapo - digo fijándome por primera vez en lo realmente hermoso que se ve.

Es simple, pero no necesito más. Él no necesita más para verse radiante. Una camisa negra y unos jeans beige son suficientes con este hombre. Su pelo está perfectamente peinado y me hace gracia ver un mechón rebelde que no se queda en su sitio, además de que desde que le he visto se ha pasado la mano por el flequillo tres o cuatro veces.

- Gracias - sonríe sacándome de mis pensamientos. - En serio, estás increíble. Aunque no necesitas ni una mota de ese maquillaje, tu cara ya es perfecta al natural - añade haciéndome sonrojar.

- Muchas gracias - digo con timidez, suspirando y tratando de mantener la calma.

¿Pensará eso de verdad o tan sólo está siendo caballeroso?

- ¿Vamos? - Propone tendiéndome la mano.

Yo gustosa la acepto y lo sigo por los pasillos del hotel. Esta debería ser una buena noche. Confío en ello.

°°°

Me río a carcajadas, sin importarme que los demás me miren raro, y Carlos me acompaña en las risas. Cuando nos calmamos, él se apoya con los codos en la mesa y me mira con absoluta adoración. Esto es lo que me encanta de este hombre: me mira como si fuese lo más bonito que ha visto en su vista.

- Honestamente, perder ese juego valió la pena sólo por verle la cara a Lando - comenta riendo, y yo me río también.

- Pobrecito, luego tendría leche hasta en las orejas - bromeo y ambos seguimos riendo.

- Fue un día bastante cómico, aunque Charlotte me regañó por poner así de sucio a Lando - recuerda con una sonrisa.

- Sois como niños pequeños - le digo rodando los ojos.

- Puede que sí, pero aún así todos nos adoran - dice con orgullo, a lo que yo río más. - ¡Ey! ¿Qué tiene tanta gracia?

- Nadie os aguanta - me burlo, y él frunce el ceño.

- Eso no es verdad - responde con su orgullo herido, haciendo un puchero con sus labios.

Justo entonces llega el camarero con los postres y recuperamos un poco la compostura. Miro el delicioso pastel de cuatro chocolates que se ha pedido Carlos y luego el triste brownie que me han traído a mí. Es minúsculo, con esto no tengo ni para empezar.

- ¿Quieres? - Me ofrece Carlos, acercando el tenedor con un trozo de su tarta a mí.

Asiento con la cabeza y él lo acerca más para que me lo coma directamente. Cuando el trozo de tarta está en mi boca gimo de lo bueno que está.

- Dios, está deliciosa - casi exclamo sorprendida, a lo que él sonríe con cierta picardía. - ¿Qué?

- Nada, nada - ríe pinchando otro trozo y llevándoselo a la boca. - ¿Quieres más? - Pregunta cuando traga.

- Porfis - asiento haciéndole ojitos.

Me vuelve a dar de su tarta y yo acepto feliz como una niña pequeña. Ya le dejo comer tranquilo y mientras me como mi triste y minúsculo (aunque delicioso) brownie.

Ambos acabamos y seguimos hablando de cosas triviales hasta que surge el tema de Dani.

- ¿Estás segura de todo esto? ¿De dejarme entrar a la vida de Daniella? - Pregunta sin previo aviso, con la mirada perdida en el plato vacío.

- ¿Lo estás tú? - Replico enarcando una ceja, y él sonríe, mirándome directamente a los ojos.

- Me da miedo, no voy a mentir, pero sí, estoy seguro. Quiero formar parte de su vida... De tu vida - añade lo último en un susurro, sonrojándose, y casi me muero de lo tierno que es.

- Yo también quiero que formes parte de nuestras vidas. Será difícil porque, bueno, no estoy acostumbrada, pero sé que todo irá bien - digo tratando de convencerme a mí misma más que otra cosa.

- Prometo no fallaros, Al - dice él entonces. - Prometo estar ahí siempre de ahora en adelante.

- Si te vas van a ser promesas vacías - le advierto. - Si faltas a tu palabra no podré perdonarte, Carlos. ¿Lo entiendes?

- Lo entiendo - asegura apartando la mirada.

- Tengo que protegerme a mí y a mi hija, no te lo tomes a mal - me apresuro a aclarar.

- Lo sé, lo sé. Tranquila - me mira y sonríe de nuevo.

Le devuelvo la sonrisa y cambiamos de tema para eliminar la tensión del ambiente. Carlos pide la cuenta y le convenzo de pagar a medias.

Cuando salimos del local, caminamos por las oscuras pero hermosas calles de Italia. El aire es fresco y siento un poco de frío, que hace que se me erice la piel.

- ¿Tienes frío? - Inquiere el español, mirándome mientras andamos.

- Un poco - admito abrazándome a mí misma, y él sonríe levemente.

- No puedo ofrecerte mi chaqueta como en las películas porque yo tampoco tengo, pero... - deja la frase así y rodea mis hombros con su brazo, acercándome a él y al calor que emana su cuerpo. - Espero que esto sirva - susurra.

Me da un escalofrío por su tacto, pero enseguida entro en calor y me apretujo un poco más contra él, que no se queja y me estrecha más contra sí.

Vamos así pegados hasta el coche, y por desgracia tenemos que separarnos para subirnos. Él conduce y yo me pongo de copiloto, viendo su perfil embobada. Sus ojos oscuros brillan por la luz de la luna y las farolas, y su cabello se ondea levemente por el aire que entra por la ventanilla bajada del McLaren. Parece realmente concentrado en lo que hace, así que no lo distraigo y enciendo la radio. Veo que tiene puesto mi último disco y una risita se me escapa.

- ¿Un admirador? - Me burlo haciéndole sonreír.

- Algo así - responde mirándome durante un segundo para luego seguir mirando la carretera. - Cantas increíble, Al...

- Gracias - digo sonriendo. - ¿Cuál es tu canción preferida?

- ¿De todas o del disco?

- ¿Las conoces todas? - Pregunto sorprendida.

- Todas - asiente con una sonrisa avergonzada.

- Pues tu favorita de todas.

- Mmmm... "Not perfect". Esa es mi favorita - decide finalmente.

Me quedo pensando un segundo en cuál era esa y cuando caigo en la cuenta me quedo un poco seria. Si le gusta porque se siente identificado con ella tal vez me equivocaba con él y la clase de gente que le rodea.

- ¿Por qué? - Presiono con poca delicadeza.

- La instrumental es buena, el ritmo me gusta, a tu voz le va muy bien esos tonos, y... Tal vez me vea un poco reflejado en ella - admite con la voz un poco apagada.

Es un tema sensible por lo que veo.

- Lo siento - me sale decir eso y me arrepiento de haberlo dicho enseguida.

- No pasa nada, todos tenemos nuestra tacha - le resta importancia él.

No le molesto más y permanecemos en silencio el resto del viaje.

"Not perfect" trata de cómo todos pretenden que seamos perfectos, de cómo debemos mostrarnos al mundo como personas sin imperfecciones. Es una canción que admite que no soy perfecta y nadie lo es, de cómo por mucho que me presionen mis defectos no van a desaparecer y de cómo no debo cambiar nada de mí porque mis cualidades y mis problemas son parte de la persona que soy. Es una crítica a la sociedad y un canto a aceptarte a ti mismo. Y que Carlos se sienta identificado con ella me entristece mucho, porque nadie debería sentirse así.

Cuando Carlos finalmente estaciona el coche en el aparcamiento subterráneo del hotel, me deprimo un poco al pensar que la maravillosa noche que hemos tenido llega a su fin. Por otra parte, me alivia volver con Dani, porque en el fondo he estado pensando casi toda la noche en ella.

Bajamos del auto y de nuevo caminamos uno junto al otro en silencio, disfrutando de la comodidad entre ambos, y cuando llegamos frente a la puerta de mi habitación, suspiro con tristeza.

- Me lo he pasado genial hoy - reconozco antes de abrir la puerta, mirando a Carlos a los ojos.

- Yo igual - me sonríe y suspira. - Espero que se repita pronto - añade haciéndome sonreír como una tonta ante la expectativa de que volvamos a salir.

- Espero que sí - asiento yo, que no sé qué hacer ahora exactamente.

Carlos se inclina, tomando mi barbilla con su mano para hacerme mirarle, sonríe un poco y deja un casto beso en la comisura de mis labios.

- Buenas noches, Al - susurra haciendo que su cálido aliento choque contra mis labios.

Me estremezco y apoyo mi frente contra la suya, aprovechando que está inclinado.

- Buenas noches, Carlos - me despido antes de separarme y verlo desaparecer por los pasillos del hotel.

Entro a la habitación y cuando cierro la puerta me apoyo contra ella, sonriendo como una idiota enamorado y suspirando embelesada. Ese beso ha sido tan perfecto y tan dulce. Las mariposas en mi estómago atacan con retardo por la sensación que me ha provocado el español y cierro los ojos rememorando el momento.

Mi momento se ve interrumpido por una lamparita que se enciende, y veo a Liv en la cama sentada con una sonrisa, esperando a que le cuente.

Me acerco a ella y me siento a su lado, dejándome caer hacia atrás para quedar tumbada. Ella me imita y apaga la luz de la lámpara.

- ¿Y bien? - Presiona la pelirroja al ver que pasan los minutos y no hablo.

- Estoy jodida, Liv. Estoy enamorada.

Nota de la autora:

Estado: enamorada de Carletes hasta las trancas. Es que no se puede ser más perfectoooo. Ay, Allison, qué bien te entiendo.

Espero que os haya gustado mucho y gracias por todo el apoyo, mis personitas hermosas.

Os ama,

A💛.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro