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Jungkook por un lado, se encontraba muy serio, lo restante, buscaba insultos de más para dirigirlos hacia Taehyung. Ese castañito le mintió.
Digamos que el odio que le tenía era de un sesenta por ciento, ahora aumentaba a ochenta, ¿o le quedaba mejor el cien de una sola vez?. Se puso a debatir si había sido adrede el comentar lo que por mucho tiempo nadie supo, ni el mismísimo señor Kang, porque la mejor solución era echarle la culpa a los proveedores, eso funcionaba. Ahora ya no lo haría e iba a obtener un castigo, junto con sus amigos.
Aunque se le ocurriera algo más, no lograría lo mismo, ahora ya estaba avisado y tendrán dos ojos clavándose en cada parte del cuerpo. Si el tenía que pagar por eso, entonces que Taehyung también, porque el mundo es mejor cuando todos sufren, así es como pensaba Jungkook.
–No te creo.
–¿Quién más sabía?, dudo que uno de ustedes nos haya echado de cabeza, ¿fuiste tú, Yoonji?. No me digas, ¿Jimin?
–Lo que te estás ganando son unas buenas patadas en el culo.
–Vamos Ji, acéptalo, tu lindo amiguito no siguió su palabra.
Justo en ese instante, Taehyung entraba con un semblante muy alegre, el cual cambió al ver a dos de sus compañeros con su ceño levemente fruncido. Rápido pensó en que habían tenido una pelea, una muy fuerte.
Lo que lo dejó un tanto desorientado, fue que el pelinegro golpeara la mesa al levantarse, igualmente le dedicaba una mirada demasiado dura, que provocó estremecimiento dentro de su ser. Yoonji en serio quería golpearlo, pero se sentía un poco mal debido a una pequeña discusión entre su hermano y el novio de este y lo menos que quería era que todo se saliera de control.
–No le hagas caso, se levantó de mal humor.
–Como que lo hace muy seguido, ¿no?
Ambos lo vieron colocarse en una mesa más alejada, además de tomar los palillos con una evidente violencia.
Volvieron a sus asuntos, sabiendo que era lo mejor por hacer en ese momento. Yoonji revolvía desganada su comida, al mismo tiempo, observaba de soslayo a Tae, preguntándose si lo que decía el pelinegro era verdad.
Sabía que desconfiar de las personas no era malo, pero de ese chico no podía, por el simple hecho de verle algo incómodo e inquieto cuando Jungkook aparecía con esa actitud, además de las veces que quería ayudarlo.
Por otra parte, Jungkook sentía una ligera opresión y maldecía porque se había jurado no dejar entrar a nadie más en su vida, como al principio con él, no obstante, volvía a sentir una calidez, por ese pequeño gesto de ofrecerle una mano aunque no le gustara.
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