Habían pasado dos semanas desde que a Sam, ya no le importaba lo que dijeran los demás. Amaba caminar de la mano de Tyler por todos lados, sin miedo a lo que pudieran decir o pensar. Amaba como Tyler la abrazaba a cada instante que podía. Amaba que él la ayudara a estudiar y se enojara cuando ella no entendía. Amaba cada momento que pasaba junto a él y no quería que eso cambiara jamás.

Hoy se lo diría, hoy le diría eso que nunca creyó ser capaz de confesar ante ese chico. Hoy le diría a Tyler que lo quería, así como él ya se lo había dicho tantas veces.

Sabía que cada vez que Tyler se lo decía, esperaba que ella también lo dijese, pero nunca había sido capaz.

Con una gran sonrisa cruzo casi corriendo los pasillos del instituto, cada segundo la necesidad de ver a Tyler se hacia mas fuerte y necesaria.

Al llegar a la puerta del salón de música donde Tyler practicaba guitarra, se quedo quieta, inhalando y exhalando un par de veces, a pesar de estar segura de decirlo, estaba muy nerviosa.

Una risa femenina la hizo fruncir el ceño, se suponía que él estaría solo. Se coloco de puntillas para poder ver por la ventanilla de la puerta y deseo jamás haberlo hecho.

Su corazón se paro, su respiración se atasco en su garganta y una lágrima corrió por su mejilla.

Tyler se encontraba de espaldas a ella y Megan, estaba rodeando su cuello y . . . besándolo.