1. Año Nuevo
"Dicen que cuando nos enamoramos de una persona a primera vista, es porque esa persona fue el amor de nuestra vida en nuestra vida pasada".
Todos piden una nueva vida al comenzar el año, nuevas oportunidades hasta un nuevo amor yo no buscaba nada de eso. Mi vida era perfecta, provenía de una de las familias más pudientes de Estados Unidos, tenía una belleza única y sin igual. No deseaba nada más, tenía todo lo que cualquier persona deseara, o eso era lo que creía hasta el día de hoy.
— Kimberly, hija, William te está esperando en la fiesta debes apurarte, sabes que no es nada elegante llegar tarde — La voz de mi padre hizo presencia en mi recamara mientras yo me terminaba de arreglar, un leve asentimiento de cabeza fue lo único que recibió de mi parte. Tomé mi bolso y salimos ambos de casa rumbo al cóctel de año nuevo.
Hacía unas semanas que mi padre había anunciado mi compromiso con William Levis, su familia era dueña de una gran variedad de hoteles y otros negocios. No lo amaba, debía ser sincera respecto a eso. Lo conocía desde que éramos niños, y mi padre me había convencido de que era lo mejor que nos podía suceder, unificar nuestros negocios sería una fusión poderosa e imparable.
Miré mi anillo de compromiso, el diamante rosa está adornado con dos pequeñas gemas blancas a ambos lados que lo convierten en una pieza muy original. Con un precio algo desorbitado para la mayoría de los mortales, pero no para nosotros.
Varios minutos pasaron hasta que la limusina se detuvo frente al gran salón, la puerta se abrió y dejó a la vista un joven alto, de ojos verdes y cabello negro azabache. Su mano se extendió ofreciendo esta para poder bajar del coche, la cual acepté.
— Te ves hermosa Kimberly, toda una reina — una leve sonrisa se formó en mis labios, él se inclinó con intención de besarme, pero moví el rostro haciendo que sus labios solo tocaran mi mejilla derecha. Su expresión claramente no fue la mejor, pero con mi padre cerca, no iba a decir nada.
Al ingresar al enorme salón repleto de gente con la cual había crecido toda mi vida, mi padre se dirigió a saludar a su novia. Hacía unos pocos años él y mi madre se habían divorciado, nunca supe el motivo real, jamás quisieron contarme, pero, seguramente era culpa de mamá. Mis hermanos y yo nos habíamos ido a vivir con ella a pesar de que quise quedarme con mi padre, jamás me lo permitieron.
— Me dirás ¿cuándo será el jodido día que me des un beso por lo menos? En serio, ya me estoy cansando de esto, demasiada paciencia te he tenido respecto al sexo. Soy hombre y tu deber como mi futura esposa es hacerme feliz — sus palabras eran frías. Con William siempre habíamos discutido por estos temas, mis amigas también habían intentado interceder por él y convencerme de cambiar mis pensamientos, pero no existía ser humano que pudiera hacerlo. — Espero te apures y eso tómalo como una orden cariño.
— Cuando nos casemos, y si no te gusta, entonces vete William, sabes que no te rogaré; no lo he hecho, y jamás lo haré, soy Kimberly Ivanok la dueña de este mundo, y ni tú, ni nadie me puede venir a decir que hacer ¿entendiste? — me alejé rápidamente de él rodando mis ojos, buscando a mis amigas las cuales por suerte ya estaban aquí, dudaba si contarles la pequeña diferencia que acababa de tener con mi prometido, pero realmente era en vano.
La fiesta continuaba con normalidad. Los padres aprovechaban de hacer negocios, o de asociarse a través de sus hijos con nuevas empresas, las madres alardeaban de sus pequeñas creaciones, y de lo lejos que podían llegar. Muchos dirían que es un mundo hueco y vacío, lleno de frivolidades, mis hermanos eran de ese poco, pero para mí era mi vida, mi mundo y no lo dejaría por nada.
Llegada la medianoche todos se saludaron entre sí. Claramente William intentó sacar provecho y besarme, pero lo único que consiguió fue un beso en la mejilla y un pisotón.
Pasadas las horas, ya me encontraba aburrida. Pensaba en volver a casa, pero mi móvil tenía otros planes para mí. Yo no solía usar el móvil durante las fiestas, ya que mi padre repetía que era de mala educación, pero el destino tomó cartas en el asunto ocurriendo que un milagro sucediera.
Nunca esperé que un mensaje directo de Instagram fuera a cambiar mi vida a niveles inimaginable
"Desconocido"
— Hola pequeña. Es año nuevo y hay una fiesta de piscina cerca de tí ¿Quieres venir? —
Rápidamente entré al perfil de la persona, era un joven, parecía fotógrafo. Mordí mi labio inferior ¿Por qué siquiera estaba pensando en considerar su propuesta? Era una fiesta en la piscina, eso era algo con muy poca clase, pero, cuando quise negarme, ya estaba escribiendo una respuesta.
"Kimberly Ivanok"
— Me encantaría. —
"Desconocido"
— Ven... ¿O quieres que te pase a buscar? —
Miré la dirección desde mi celular y realmente no estaba demasiado lejos, podría llegar hasta caminando si así lo quisiera.
"Kimberly Ivanok"
— Yo voy, no te preocupes. —
Me levanté de donde estaba y noté que mi padre se había marchado, más bien me lo habían confirmado, por lo que sólo me quedaba despedirme de William. Al encontrarlo, noté que estaba con su grupo de amigos, conocía a la mayoría, aunque no eran de mi agrado. Seis pares de ojos se centraron en mi persona cuando estaba lo suficientemente cerca para que me escucharan. — Debo irme, pero nos vemos luego — su rostro no reflejaba felicidad realmente, sabía que pensaba decir algo, pero algo de lo que Marcus le susurró lo hizo desistir, de hecho, hasta lo hizo sonreír.
Di media vuelta para poder ir a mi destino. Pensaba pedir un taxi, pero mi buen padre me había dejado su auto y se había largado en la limusina. Puse el GPS para no perderme, ya que no era muy buena con las calles. Pasaron alrededor de unos 15 minutos cuando ya me encontraba estacionando el auto en dicha casa. Me miré en el espejo del auto asegurándome de aún estar hermosa ¿Por qué me aseguraría de algo que ya sabía?
"Kimberly Ivanok"
— Llegué ¿Dónde estás? —
"Desconocido"
— En la barra, estoy de azul. —
Al tener la respuesta de su parte, bajé del auto para adentrarme en la enorme casa. Pasar entre tantas personas estaba siendo complicado. Odiaba estas fiestas con tantos jóvenes hormonales. Miré por toda la barra intentando ver quién estaba de azul, y sobre todo, que se pareciera al joven de las fotos. Al verlo, mi primer instinto fue intentar recordar su nombre de usuario en Instagram, por suerte ese recuerdo no estaba muy alejado. — ¿Dennis? — pregunté al joven que se encontraba a espaldas mías. Volteo con dos tragos en sus manos y una sonrisa en su rostro.
— Hola Kim, sí, soy yo. Bienvenida a la fiesta, y feliz año nuevo, por cierto, es un placer conocerte — Se colocó de pie acercándose a mí dejando un beso en mi mejilla derecha — Vi en tu Instagram que estabas cerca y no dude en invitarte — dijo extendiendo uno de los vasos que tenía.
— Feliz año nuevo Dennis — besé su mejilla devolviendo aquel saludo para tomar asiento en uno de los taburetes — Concuerdo con que el placer es tuyo. Y sobre eso, estaba cerca realmente. Cuéntame algo de tí.
— ¿De mí? — su expresión era de sorpresa, como si hubiese preguntado algo de otro mundo. Vi como dejaba el vaso en la barra sonriente — Soy estudiante de ingeniería y trabajo como asistente en la empresa de mi padre — su voz sonaba totalmente tranquila, se encogió de hombros sin más — ¿Y tú? —
Estaba completamente fascinada por este joven, y una parte de mi estaba odiando eso, pero sinceramente no podía evitarlo — Vaya, eso es increíble— le di un último sorbo a mi bebida, antes de dejar ésta en la barra junto a su vaso — Estudio Marketing, también trabajo en la empresa de mi familia y en mis tiempos libres estoy en una academia de modelaje. ¿Eres hijo único?
—Interesante chica. Aunque, lo de modelo podría esperarlo, tienes un rostro muy delicado — comentó guiñandome un ojo.
Sus palabras habían hecho que me sonrojara a más no poder, agradecía bastante que estuviera lo suficientemente oscuro para que no lo notara. Parecía torpe al no quitarle los ojos de encima, pero era demasiado guapo, realmente que sí. Necesitaba conocerlo más.
Vi cómo se colocaba de pie ¿ya se iba? ¿se habría aburrido de mí? Su mano se extendió hacia mí con una sonrisa, cada una era aún más hermosa que la anterior. — ¿Me permites este baile? —
Sentí que aquel peso que tenía hacía poco había desaparecido con su petición. No lo pensé mucho y acepté dejando que me guiara a la pista de baile. Su mano encajaba a la perfección con la mía, como si hubiesen estado hechas para permanecer juntas.
La noche continuó con normalidad, habíamos bailado por horas, la mayoría era música lenta. La charla no había sido incómoda ni nada por el estilo, aún en aquellos momentos de silencio era algo que me gustaba. Nunca había disfrutado tanto un baile, de la compañía de una persona. Quería atesorar este momento el resto de mi vida, detener el tiempo si hacía falta.
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