Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 32 -Universidad

Era mi primer día de universidad, estaba demasiado nerviosa me puse una ropa que disimulará la montaña que empezaba a crecer en mi vientre porque casi ya iba a tener mis cuatro meses de embarazo.

Tomé mi mochila y salí del departamento con determinación. El camino hasta la universidad se sintió eterno, cada paso acompañado por los latidos acelerados de mi corazón. ¿Cómo sería todo? ¿Me harían preguntas? ¿Podría con esto?

Cuando llegué, el campus estaba lleno de estudiantes yendo de un lado a otro, algunos riendo, otros revisando sus horarios con desesperación. Me abrí paso entre la multitud, sujetando mi mochila con fuerza, busque mi salón y entre era la más joven de ahí todos tenían más que dieciséis ya sea por un año o dos me llevaban.

Tragué saliva y busqué un asiento en la parte media del aula, lo suficientemente discreto para no llamar demasiado la atención y mientras me acomodaba, observé a mis compañeros de clase.  Algunos conversaban entre ellos como si ya se conocieran, otros revisaban sus apuntes o simplemente miraban sus teléfonos; sin embargo yo solo me limité a sacar mi cuaderno y bolígrafo, intentando ignorar la sensación de ser la más joven del lugar.

Chico: ¿Eres nueva? —una voz masculina me sacó de mis pensamientos.

Levanté la vista y vi a un chico de cabello oscuro con ojos azules que llevaba gafas y este me sonreía de forma amable.

Ocho: Sí —respondí con un hilo de voz.

Chico: Yo también, soy Matías —se presentó y extendió su mano y aunque dudé por un segundo, finalmente la estreché.

Ocho: _____ —dije mi nombre falso, sin dar más detalles.

Él asintió y se sentó a mi lado.

Matías: No sé tú, pero estoy nervioso dicen que la profesora de esta materia es bastante exigente  - no pude evitar sonreír un poco.

Ocho: Eso he oído también...

Y así, entre conversaciones y el murmullo del aula, el primer día de universidad comenzaba. La puerta del aula se abrió de golpe, y todos guardaron silencio al instante ya que una mujer de unos cuarenta años, de apariencia imponente y gafas en la punta de la nariz, entró con paso firme.

Maestra: Buenos días —saludó con voz autoritaria mientras dejaba unos papeles sobre el escritorio—. Soy la profesora Camila Moreau y estaré a cargo de la asignatura de Introducción al Derecho.

Algunos estudiantes se removieron en sus asientos, otros sacaron rápidamente sus cuadernos. Yo ya tenía el mío listo, pero aún sentía esa tensión en el pecho, como si en cualquier momento alguien fuera a descubrir que no encajaba ahí.

Maestra Moreau: Antes de comenzar, quiero dejar en claro algunas cosas —continuó la profesora— En mi clase no hay espacio para la mediocridad, si están aquí, es porque tienen la intención de convertirse en profesionales, y eso significa disciplina y esfuerzo sino se pueden retirar.

Escuché algunos suspiros discretos. Matías me miró de reojo y murmuró:

Matías: Bueno, ya veo que será una tortura.

Apreté los labios para no reír, no podía darme el lujo de empezar mal con un profesor el primer día. La profesora Moreau tomó la lista y comenzó a llamar a cada estudiante y cuando escuché mi nombre falso, "_____", levanté la mano rápidamente.

Ocho. Aquí —respondí con voz firme.

La profesora asintió sin prestar mucha atención y continuó con la lista mientras suspiré aliviada. Hasta ahora, todo iba bien.

Cuando terminó de pasar lista, la profesora escribió algunas palabras en la pizarra: "El Derecho y la Sociedad".

—Vamos a empezar con algo básico. ¿Alguien puede decirme por qué el derecho es fundamental en la sociedad?

Varios levantaron la mano mientras que yo me quedé en silencio, escuchando atentamente las respuestas. Algunas eran correctas, otras no tanto, pero lo importante era que la clase había comenzado.

En el receso Matías y yo encontramos un banco vacío bajo la sombra de un árbol. La brisa fresca era un alivio después de la intensa primera clase.

 Él sacó una barra de cereal de su mochila y me la ofreció.

Matías: ¿Quieres? —preguntó con una sonrisa amigable.

Ocho: No, gracias —respondí, aunque la verdad es que últimamente tenía hambre todo el tiempo, él se encogió de hombros y le dio un mordisco a su barra.

Matías: Entonces, cuéntame, _____... —dijo alargando mi nombre con curiosidad—. No quiero sonar metiche, pero ¿por qué te inscribiste en la universidad tan joven? Digo, apenas tienes dieciséis, ¿no? acabas de terminar la secundaria y estás aquí,  la mayoría de chicos no saben ni que hacer con su vida o se toman su año a sabático.

Tragué saliva y realmente no esperaba que la pregunta llegara tan rápido.

Ocho: Sí, tengo dieciséis —afirmé—. Aceleré mis estudios porque quería entrar cuanto antes a la universidad, no quería perder mucho tiempo.

Matías: Vaya, qué genio —bromeó, dándome un leve codazo—. No me malinterpretes, es admirable sonreí levemente, agradeciendo que no insistiera demasiado —¿Y por qué Derecho? Hay un montón de carreras por ahí.

Me quedé en silencio unos segundos. No podía decirle la verdadera razón: que necesitaba una carrera que me asegurara estabilidad económica para mis bebés.

Ocho: Siempre me ha interesado —respondí al final—. Es una profesión que te permite ayudar a la gente Matías asintió, pensativo.

Matías: Eso tiene sentido. Aunque, si te soy sincero, yo entré porque mi familia casi me obligó después de mi año sin hacer nada porque no sabía que era de mi futuro —rió—. Pero oye, al menos hay buenos compañeros, ¿no? y si te sirve de consuelo yo tengo diecisiete 

Ocho: Sí y gracias por tu consuelo —respondí con sinceridad.

Matías era agradable, y su conversación me estaba ayudando a relajarme un poco.

Matías: Bueno, entonces hagamos esto más divertido —dijo de repente— Hagamos preguntas rápidas para conocernos mejor.

Ocho: ¿Preguntas rápidas?  -en ese momento me acordé de Klaus.

Matías: Sí, yo te pregunto algo, tú respondes sin pensar mucho y luego me preguntas algo a mí  -me crucé de brazos, intrigada.

Ocho: Está bien, empieza  -Matías se aclaró la garganta con dramatismo.

Matías: Color favorito.

Ocho: Morado.

Matías: Buena elección, ahora tú.

Ocho: Mmm... ¿te gusta leer?

Matías: Solo si son cómics —respondió con una sonrisa traviesa.

Así seguimos por un rato, intercambiando preguntas sencillas y respuestas espontáneas realmente no podía recordar la última vez que tuve una conversación tan normal con alguien de mi edad casi. Pero justo cuando estaba empezando a sentirme cómoda, Matías preguntó:

Matías: ¿Tienes hermanos? - mi sonrisa vaciló un poco.

Ocho: Sí... varios —respondí con cuidado.

Matías: ¿Son mayores o menores?

Ocho: De mi edad—dije rápidamente y se confundió.

No quería hablar mucho de mi familia, pero Matías parecía notar cuando un tema no me agradaba, porque cambió de conversación sin insistir más.

Matías: No te quise preguntar el primer día pero...¿Estás embarazada?  -levanto una ceja, mientras seguía comiendo otra barra de cereal.

Me quedé en silencio por unos segundos, sintiendo cómo mi corazón latía más rápido. Sabía que eventualmente alguien notaría los cambios en mi cuerpo, pero no esperaba que Matías lo mencionara tan pronto.

Respiré hondo y decidí que no tenía sentido mentir.

Ocho: Sí —respondí, bajando un poco la mirada.

Matías asintió despacio, como si procesara la información.

Matías: ¿Cuántos meses? digo porque no parece reciente

Ocho: Cuatro.

Silencio, por un instante, temí que su reacción fuera negativa, que hiciera un comentario despectivo como Margot. Pero en lugar de eso, simplemente se encogió de hombros y dio otro mordisco a su barra de cereal.

Matías: Vaya, eso sí que no me lo esperaba.

Ocho: Lo imaginé —murmuré.

Él me miró de reojo y sonrió de lado.

Matías: ¿Te molesta que te haya preguntado?

Ocho: No, solo... No quiero que todo el mundo lo sepa aún - Negué con la cabeza.

Matías asintió con comprensión.

Matías: Tranquila, no voy a ir por ahí gritándolo —dijo con una sonrisa—. Pero si necesitas ayuda con algo... ya sabes, cargar libros, patear a alguien que te moleste, aquí estoy como un fiel servidor  -no pude evitar reír ante su comentario.

Ocho: Gracias, Matías.

Él hizo un gesto despreocupado y volvió a su cereal.

Matías: De nada. Ahora dime... ¿te gustan los helados? Porque yo necesito uno urgentemente y no pienso ir solo.


.

,

,

Basta Matías es lindo ¿Interés amoroso o no? digan  o solo un mejor amigo

Una duda ustedes que eligen 

1. Niña- Niña

2. Niño- Niño

3. Niño- Niña 


Voten por cual quieren

Se vienen cositas actualizare las demás historias junto con esta y los gemelos al final

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro