Capitulo 28 - Otra vez...
A la mañana siguiente, Ocho caminó hasta la cafetería con el corazón latiéndole con fuerza. No tenía otra opción, así que tenía que llegar a un acuerdo con Margot y cuando entró, la mujer ya la esperaba, sentada con los brazos cruzados y una expresión severa en el rostro.
Margot: Así que decidiste venir —dijo con desdén—. Más te vale que tengas una solución o trabajas, la más joven respiró y tomo valentía.
Ocho Quiero pagar la deuda, pero necesito tiempo ya que no puedo regresar a trabajar aquí porque -se quedo callada varios segundos- Estoy embarazada -había dicho la verdad por mucho que le costaba.
Margot la miró con incredulidad antes de soltar una carcajada burlona.
Margot: ¡Por Dios! —exclamó con burla—. ¿A tu edad? ¡Qué desastre! No me sorprende, las niñas como tú siempre terminan arruinando su vida, solo porque hombres les calientan la cabeza con palabras bonitas .
Ocho apretó los puños, pero se obligó a mantener la calma, lo menos que quería era explotar y propinar un puñetazo como ella hacía con los ladrones en las misiones.
Ocho: Pagaré cada centavo en cuatro años, lo juro
La vieja chasqueó la lengua y la miró de arriba abajo con desdén.
Margot: Dudo que puedas hacerlo, pero está bien solo cuatro años, ni un día más y si fallas, tomaré acciones legales --Ocho asintió con la cabeza, sintiendo que el peso sobre sus hombros aumentaba.
Ocho: Lo cumpliré. -sentenció ella misma y se dio la vuelta.
Pero antes de que Ocho pudiera girarse para salir, Margot la detuvo con una mirada cruel y una sonrisa torcida.
Margot: ¿Sabes? Me das pena en cierta parte —escupió con desprecio— Una niñita como tú, embarazada y sola... ¿De verdad crees que vas a poder con esta obligación?
Ella sintió un nudo en la garganta, pero se obligó a mantenerse firme y tratar que no le afecte pero a quien engañaba le estaba afectando desde hace mucho.
Ocho: Voy a salir adelante —susurró.
Margot: ¿Salir adelante? ¿Con qué dinero? ¿Con qué apoyo? Seguro el idiota que te dejó embarazada ni siquiera sabe que existes, el ya te olvido -cuando dijo lo último fue lo que más le dolió a la joven y talvez era cierto- Vas a terminar en la calle , mendigando con mocosos que nadie va a querer, ni su propio padre los quiere -soltó una carcajada burlona.
Las palabras de la mujer se clavaron en su pecho como dagas y sintió las lágrimas arder en sus ojos, pero no quería darle la satisfacción de verla derrumbarse.
Margot: Mírate, ni siquiera puedes responder, qué patética eres realmente -la miro con asco- Ojalá hubieras pensado antes de abrir las piernas —remató Margot con veneno.
Fue demasiado para Ocho sintió que el aire se le escapaba y, sin poder contenerse más, las lágrimas empezaron a rodar por su rostro. Se tapó la boca con la mano, intentando ahogar el sollozo que amenazaba con salir.
Margot: Vete de aquí —ordenó, viéndola con repulsión—. Y no olvides que me debes cada centavo, niñita estúpida.
Ocho no respondió. Solo salió corriendo de la cafetería con las lágrimas nublándole la vista, sintiendo que el mundo se le venía encima.
El aire frío de la calle golpeó su rostro, pero no fue suficiente para calmar el temblor de su cuerpo. Caminó sin rumbo fijo, abrazándose a sí misma, sintiendo que el peso de las palabras de Margot la aplastaba.
Sus pasos la llevaron hasta un pequeño parque casi vacío. Se dejó caer en una de las bancas, escondiendo el rostro entre sus manos mientras las lágrimas seguían cayendo.
Ocho: ¿Por qué me pasa esto? —susurró en voz baja, su pecho subiendo y bajando con dificultad.
Se sentía tan sola. Quería ser fuerte, quería demostrar que podía con todo, pero... ¿y si Margot tenía razón? ¿Y si no podía? ¿Y si realmente estaba condenada a fracasar?
Un sollozo escapó de su garganta cuando acarició su vientre con delicadeza.
Ocho: Lo siento tanto... —murmuró—. No sé qué hacer.
Estaba a punto de rendirse cuando vio a una mujer con dos pequeños de aproximadamente 3 y 2 años, ella sonrió viendo la imagen y se imagino un escenario ficticio de ella con sus bebés, que todavía no sabía que sexo eran. Sin embargo no le importaba en el momento y simplemente sonreía con la escena, en eso levanto la mirada y vio la propaganda de una universidad.
Sus ojos recorrieron la pancarta con atención está tenia un mensaje que hablaba de oportunidades y de construir un futuro mejor, se le cruzo la idea de postular pero también las preguntas le invadieron ¿Podría ella estudiar? ¿Podría darle un buen futuro a sus hijos? La idea parecía imposible con la deuda que tenía encima, pero... no quería rendirse.
Apretó los puños con determinación y fue a la dirección del anuncio indicaba, una vez que estaba parado fuera tomó el valor para entrar
Ocho: Voy a lograrlo —susurró.
El interior de la universidad estaba lleno de estudiantes que iban y venían, cargando libros y mochilas. Ella se sintió un poco fuera de lugar, ya que nunca había estado en un lugar así pero no dejó que la inseguridad la detuviera. Se acercó a la recepción, donde una mujer de mediana edad la recibió con una sonrisa amable.
Recepcionista: Bienvenida. ¿En qué puedo ayudarte?
Ocho: Quisiera información sobre las inscripciones y... si hay algún programa de apoyo económico para estudiantes o becas. -ella dijo un poco nerviosa.
La recepcionista asintió y sacó algunos folletos.
Recepcionista: Por supuesto, mira aquí tienes información sobre las carreras disponibles y las becas. ¿Ya terminaste la secundaria?
Ocho: Sí, la terminé - dudo su respuesta un poco pero a la vez era cierto pero a la vez no, tenía estudios de quinto de secundaria pero el certificado que le dio su padre una vez no sabría si fuera valido con educación en casa.
Recepcionista: Perfecto -sonrió- Las inscripciones están abiertas hasta fin de mes. ¿Tienes idea de qué carrera te interesa?
Ocho tomó los folletos y los miró con interés aún no tenía una respuesta clara, pero lo descubriría.
Ocho: Aún no estoy segura, pero quiero estudiar.
Recepcionista: Eso es lo importante y si necesitas ayuda con el proceso, puedes venir cuando quieras.
Ocho: Mañana ya tendré la carrera y vendré a inscribirme
Recepcionista: Te esperamos entonces y no olvides traer tu documento de identidad y cualquier certificado que tengas en casa.
Ocho asintió, guardando los folletos en su bolso. Salió de la universidad con una extraña sensación de esperanza de que podía tener una estabilidad fuera de la sombra de su padre y de toda su familia.
Mientras caminaba de regreso a la pensión, su mente divagaba entre las opciones de carrera. ¿Qué le gustaba? ¿En qué era buena? Sus pensamientos fueron interrumpidos por un ligero mareo, obligándola a detenerse y apoyar una mano en la pared.
—Tranquila... —susurró para sí misma, respirando hondo.
No podía descuidarse ya no solo se trataba de ella, sino de los pequeños que crecían en su vientre. Apretó los folletos contra su pecho y retomó el camino.
Esa noche, mientras se acomodaba en la cama, comenzó a leer sobre las diferentes carreras. Medicina, derecho, educación, administración... Había tantas opciones. Pero, en el fondo, sabía que debía elegir algo que le asegurara estabilidad.
—Voy a lograrlo... —se prometió en un susurro antes de quedarse dormida.
.
.
.
Vamos que linda, me encanta la amo mucho a esta Ocho basta les juro que es muy linda.
Ojalá fuera esa como ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro