Capitulo 28 -Contrato que cumplir
Habían pasado dos semanas que aquella joven no se presentaba a la cafetería de la señora Margot ya que estaba recuperándose y guardando reposo como dijo el doctor . Ella bajo a la recepción con un vestido de diseñador de su hermana Allison le dio y empezó a buscar a la señora Elena o a su esposo Harold por un problema que tenía en la ducha de su habitación pero no había nadie.
Ocho: Señora Elena -dijo ella llamando a la mujer mayor pero no había rastro de ella - ¿Qué raro? -se cuestionó y llamo al esposo de la señora pero tampoco estaba.
Pero en eso que estaba por subir, alguien la llamó y ella volteo con una sonrisa.
Elena: Querida, disculpa estaba en una llamada urgente ¿Qué necesitabas? -ella le preguntó.
Ocho: Solo venía para decirle que la ducha solo cae agua caliente, demasiado caliente y si talvez podían ir a revisarla -avisó avergonzada.
Elena: No te preocupes, Harold irá más tarde a arreglarla -sonrió y le ofreció galletas que ella accedió con gusto- Ya te veo mucho mejor pero tengo una pregunta para ti.
Ocho: Diga -le dijo ella con una sonrisa
Elena: Llevamos dos semanas de conocernos pero no se tu nombre querida
Ocho se quedó en silencio por un momento. Sabía que no podía dar su verdadero nombre, no solo por su seguridad, sino también por la de los bebés ya que si alguien llegaba a encontrarla podía ser peligroso... no quería ni pensarlo.
Forzó una sonrisa y respondió con la primera idea que le vino a la mente:
Ocho: Me llamo... ____ -mintió descaradamente por su seguridad y sonrió leve para generar la suficiente confianza para que le creyera.
Elena la miró fijamente por unos segundos, como si analizara su expresión, pero finalmente sonrió y asintió.
Elena: _____... Es un nombre precioso, querida.
Ocho—o ahora _____-—se relajó un poco y tomó otra de las galletas que Elena le ofrecía pero aún no podía estar de todo tranquila porque cada vez su mentira crecía cada vez más.
Ocho: Gracias.
La mujer mayor se sentó a su lado con una mirada maternal.
Elena: _____, sé que eres una chica fuerte e independiente, pero... ¿no has pensado en buscar ayuda? En alguien de confianza que pueda apoyarte.
Ocho desvió la mirada, jugueteando con las mangas de su vestido.
Ocho: Estoy bien aquí —respondió suavemente— No tengo a nadie más en quien pueda confiar por el momento.
Elena suspiró y tomó su mano con ternura.
Elena: Bueno, ahora me tienes a mí y a Harold, ¿de acuerdo?, no estás sola.
Las palabras de Elena hicieron que un nudo se formara en su garganta. No recordaba la última vez que alguien le había dicho algo así.
Ocho: Gracias —susurró, con los ojos brillantes.
Elena: Ahora ve a descansar -sonrió y se fue para detrás del mostrador.
Ocho asintió y se levantó lentamente pero en ese instante que se iba llego una señora Margot hecha un furia junto con un ¿abogado? por la pinta del señor de terno. Elena y la menor se quedaron confundidas por un momento.
Margot: Ahí estas mocosa -dijo y Ocho se tensó- Creías que no te iba a encontrar.
Ocho: Disculpe señora Margot por no ir al trabajo solo que me encontraba realmente mal de salud -hizo una pausa para tomar aire- Estuve varios días en cama y ya me encuentro mejor
Margot: A mi no me importan tus problemas niña, yo vengo por el dinero que me debes -ella dijo y Ocho se quedo demasiado confundida.
Elena: _____, ¿Quién es está mujer? -preguntó ella confundida.
Ocho: Me va a disculpar pero yo no le debo nada de dinero -se defendió ella y estaba en lo correcto claramente.
Margot: Claro que si me debes dinero o que no leíste el contrato que tu firmaste, el cual claramente rompiste -señalo letras demasiado pequeñas- Una de las clausulas están rotas, mi abogado te explicara mejor.
El abogado, un hombre de mediana edad con expresión severa, sacó unos papeles de su portafolio y los desplegó frente a Ocho y Elena.
Abogado: Según este contrato —comenzó a explicar con voz monótona—, la señorita debía trabajar un mínimo de tres meses continuos en el establecimiento y al ausentarse sin previo aviso y sin una justificación médica documentada, ha incurrido en una penalización económica estipulada en la cláusula cinco.
Ocho sintió que la sangre le hervía. ¿Cómo podía haber algo así en un simple contrato de cafetería?
Ocho: Pero... yo nunca leí esa parte —respondió, mirando con incredulidad las letras diminutas, ella la había estafado—. Esto no es justo.
Margot cruzó los brazos con una sonrisa de suficiencia.
Margot: Pues debiste haberlo leído antes de firmar, niña. Ahora, si no puedes pagar, podemos arreglarlo de otra forma.
Elena intervino de inmediato, con el rostro endurecido.
Elena: Un momento, ¿exactamente cuánto es lo que reclama?
El abogado revisó el documento y respondió con frialdad:
Abogado: La penalización es de 15 mil dólares.
Ella abrió los ojos de par en par. ¡Era una locura! ¿De dónde iba a sacar tanto dinero?
Ocho: No tengo esa cantidad, no la podre tener —murmuró, sintiendo un nudo en el estómago.
Margot: Entonces tenemos un problema, niña. O pagas, o enfrentaremos esto por la vía legal -sonrió con malicia.
Ocho sintió que el aire se le escapaba. ¿Cómo demonios iba a conseguir quince mil dólares? Apenas tenía para comer y mantenerse a salvo, menos ahora que esperaba dos bebés y no quería pedir prestado dinero más de lo que le debía ya a Elena.
Elena: Eso es absurdo, ella es solo una chica -frunció el ceño y se cruzo de brazos.
Abogado: El contrato es claro y si no puede pagar la penalización, tendrá que enfrentar una demanda -se ajusto los lente y siguió hablando con ese tono desde que llegó.
Ocho sintió un escalofrío y Margot dio un paso hacía ella lo cual puso en alerta Ocho que inconscientemente llevo su mano a su vientre cubriéndolo de cualquier amenaza.
Margot: Pero soy generosa —dijo con una sonrisa venenosa—. Si no tienes el dinero, podemos hacer un trato que nos beneficiará, puedes volver a trabajar para mí... sin salario, hasta que saldes la deuda.
Elena: ¡Eso es explotación! - reclamó enojada.
Margo: Es una solución justa —replicó con fingida inocencia—. O eso, o la demanda.
Ocho tragó saliva ahora no podía lidiar con la justicia, no podía permitirse ser rastreada, no podía volver a ese lugar pero tampoco tenía otra opción así que decidió correr el riesgo de volver al trabajo.
Ocho: ¿Cuánto tiempo tendría que trabajar? —preguntó con la voz temblorosa.
Margot: Dependerá de qué tan rápido aprendas a ser eficiente -sonrió victoriosa.
Ocho sintió ganas de llorar, ella había escapado de una jaula solo para caer en otra. La mujer con el abogado se retiraron.
Ocho: Vieja de mierda
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.
.
Ella va a seguir siendo Ocho para ella misma pero cuando se presenté o hable con otras personas es _____, quería hacer esa pequeña aclaración
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