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Tal vez no era como de salir mucho de noche. Pero solo porque la chiquilla que ama mucho se lo pidió, Mina ya estaba llegando a una tienda en la esquina a unos minutos de su gran mansión.

Guardó el celular después de ver el comentario de Nayeon y negó con la cabeza, divertida. Solo faltaba unos metros más y llegaría a la preciada tienda.

El clima era un poco frío y por lo mismo traía una camisa manga larga verde opaco junto a un chaleco negro, un gorro que usaba cuando no quería que la reconocieran, y pantalones de su pijama cómoda.

Sorbía su nariz cada tanto y ponía su mejor cara para que nadie se acercara ni a pedir la hora, aunque si hacían esto saldría corriendo sin duda.

Con el viento fuerte chocando en su cara, bien tranquila caminando por la acera, su pie choca con algo y hace que casi caiga de boca al suelo. Afortunadamente Mina logró recomponerse y se iba a ir, pensando que solo fue una roca o algo parecido, si no fuera por esa voz enojada que la paró.

- Fijate por donde vas, tremendo idiota - Mina se volteó, con todo el rostro cambiando de serio a enojado. Ningún estupido vagabundo le dirá así - No vaya a ser que también te caigas en la cañería, te camuflarias muy bien - la voz sarcástica hizo a Mina chasquear la lengua.

- Pues lo siento. Nunca pensé en que podía tropezarme con un pie que probablemente lleva días sin tocar el agua - las palabras salieron solas y en un murmuro pero la persona que estaba todavía en el suelo bufó cuando la escuchó.

- Basura de gente como tú ni debería caminar por las calles - la chica había pensado que se salió con la suya, pues eso lo dijo en japonés y pensó que la otra solo seguiría su camino.

Más no sabía que Mina era japonesa.

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- Irrespetuosa gente como tú no debería ser tan habladora - Momo abrió los ojos impresionada por un momento, hasta fruncir el ceño y cruzarse de piernas para empezar a "dialogar".

- Riquillas como tú no deberían hablar con vagabundas - despreocupadamente le dijo. Ya había notado la cara chamarra de marca reconocida.

- Asquerosas como tú no deberían ni siquiera tocarme - Mina se limpió, muy exageradamente, el pie, limpiandolo del inexistente polvo que seguramente la vagabunda le dejó.

- ¡Ni siquiera quería tocarte! ¡Que perro asco! - Momo dijo simulando arcadas.

- ¡Asco tu existencia, idiota!

- ¡Mi existencia por lo menos no tiene un valor específico en el banco! - escupió con rabia. No le gustaba para nada que la despertaran de su sueño profundo.

- ¡Claro que no!, ¡porque de seguro ni tienes para tener dinero en el banco! - Momo la miró amenazante pero a Mina ni le inmutó aquello, sino que ya tenía una piedra en vista por si acaso.

- ¡No es de tu incumbencia, riquilla gritona! - se levantó, solo para recargarse en la pared detrás.

- ¡Gritona tu abuela!

- ¡Ni tengo! - rió Momo.

- A mira muy preguntona yo.

- A mira ahí esta la alcantarilla, quedarás muy bien al lado de ella como la mierda que eres - exclamó Momo apuntando a la alcantarilla a unos tres metros de ambas.

- A mira a una cuadra esta el centro para loquitos, te quedara muy bien. Correle - animó Mina dando palmadas, apurando a la chica para que se fuera.

- ¡Loquita tu madre como para querer tener una hija como tú! - atacó Momo.

- ¡No tengo madre!

- Ni yo... - quedó un pequeño silencio, donde se podía oír ambas respiraciones agitadas tanto por gritar como por el frío y vahos que salían de sus alientos.

Había silencio hasta que Momo lo interrumpió, con una idea ingeniosa.

- ¡A mira, una cosa en común! ¿Me das un billete para la cena o te freseas? - preguntó más animada.

Momo se levantó completamente, sacudiendo sus ropas. Mina aseguró que hasta parecían de jesucristo por lo viejas que se veían, pero lo que más le llamó la atención fue su rostro.

Al levantarse, a Momo le pegó la luz del faro de la esquina justo en la cara y entrecerró los ojos hasta acostumbrarse. Incluso se veía un poco adormilada.

Pero Mina conocería esa cara en donde sea.

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- Ahhh... Eres la chica que hice que le cerraran la cuenta de Twitter - recordó sonriendo un poco, se hizo bastantes cuentas para que funcionara.

Momo la miró con el ceño hasta la nariz, estaba más enojada.

- ¡¿Tú fuiste?! - la razón de sus pesadillas estaba allí, junto a ella en una calle solitaria.

- Sí. Bueno. Emh - se aclaró la garganta - Mi destino es hacia allá - y se volteó solo para retomar su camino a la tienda.

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- Sí. Bueno. Mi destino ahora es molestarte por mi cuenta perdida - Momo, con una sonrisa en grande, caminó detrás.

- No creo que con tu facha de ladrón te dejen entrar a la tienda - eso dicho, y Momo se revisó a sí misma.

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- ¿A qué tienda vas?

- ¿Por qué te interesa? ¿Cómo sé si lo de ladrón no es solo una facha? - Mina la miró por encima de su hombro, notando esa sonrisa amplia y feliz.

- No sé. ¿Me das para la cena o no? - volvió a preguntar, no era por molestar mucho pero le cerraron la cuenta que tenía por un tiempo y ahora lo cobra.

Iba a molestar otra vez pero un papel se estrella contra su cara, abofeteandola un poco. Lo quitó furiosa porque sabía que la mujer se lo había aventado, hasta que se dió cuenta que era un billete.

Y no cualquier billete.

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- Si la vida me abofetea, que sea con dinero, carajo - y por aquello le llegó otro billete de Mina quien solo la miró otra vez, divertida, y se metió a la tienda - ¿Y esta riquilla esta haciendo su obra de caridad del año o qué?

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Ignoró completamente a Chaeyoung y solo dió un 'Gracias' para salir corriendo a con Sana. Es que desde hace mucho no salían, y no se atrevían a pedirle algo a Jihyo para poder salir a comer algo solas.

Con eso ya tenía para probablemente dos semanas, o tres, para salir a comer con Sana, y con eso, Momo podía ser feliz.

Mina la miró por el cristal de la tienda cuando corrió como niña hacia calles oscuras y solitarias. Sonrió cuando la chica se asustó con un perro y casi se cae. Quería reír pero solo sacudió la cabeza divertida para tomar lo que quería comprar.

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Tomó cinco Sabritas diferentes para cada uno en la casa; unos Chetos naranjas para Nayeon, por que se enchila si le compra Flamin' Hot. Unos Rufles grandes de queso para Felix. Unos Pringles de picante para Dahyun.

Mina no sabe por qué la obsesión por siempre comer chile picante de Dahyun pero supone que lo aguanta, no como Nayeon.

Compró unos Takis morados para Jeongyeon, unos Doritos morados para ella misma.

Y lo más importante de la noche, el chupón de Dahyun y unas gomitas para que se alegre. Específicamente de pingüinos porque dice que le encantan más.

A Mina se le hincha el corazón cuando Dahyun dice que le gustan porque ella misma es un pingüino. 'Como Minari'.

Tomó todo y pagó solo para volver a estar sola. Minutos después de caminata, logró ver a la vagabunda de hace un momento corriendo acompañada de otra chica en las mismas fachas. Ambas riendo y de la mano, mientras corrían.

Frunció el ceño para luego irse a su casa sin prestarles más atención.

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