3. Inseguridades
—Me niego, me niego, me niego. ¡No! —chillé lo último haciendo que todos en la mesa se tapasen los oídos con molestia.
Ya habían pasado algunos días desde mi llegada al Claro. Había probado algunos trabajos como el de carnicero, con Winston. Incluso Gally había mencionado el probarme como deambulante, lo cual me había cabreado bastante. Aunque por suerte ese día de «prueba» lo pasé con Chuck, el más pequeño de todos y también el más dulce.
—Joder, novata, tienes un agudo inigualable. —Fulminé a Minho con la mirada por sus palabras y les observé.
La cara de Minho era de completa molestia mientras se sobaba los oídos; Chuck hacía pruebas para asegurarse de que aún oía; Newt parpadeaba y se frotaba el oído con una mueca; Fritanga desde la cocina se reía, y Jungkook aún se tapaba los oídos mientras reía.
—No pienso aguantar a ese idiota todo el día.
—Solo es un día, Bella.
—Es innecesario, Newt. Todos aquí sabemos, incluso Alby, que yo jamás trabajaré como constructora ni bajo el mando de aquí el amigo musculitos —dije irónica refiriendome a Gally.
—Estoy de acuerdo, esto es innecesario, todos aquí sabemos que su trabajo debería ser el de corredora —las palabras de Jungkook dejaron a todos paralizados, sin embargo él no pareció inmutarse mientras se comía sus huevos a grandes bocados.
Le lancé una mirada de agradecimiento.
—Eso es lo más estúpido que has dicho en tu vida, Jungkook, y mira que has soltado cada idiotez —replicó Minho.
—Tú calla, solo dices eso porque te da verguenza admitir que el angelito te ganó, supéralo, Minho.
Jungkook y Minho comenzaron una batalla de miradas retadoras que esperaban la señal para comenzar una guerra. Los demás les observaban aburridos como si llevaran toda su vida presenciando las discusiones absurdas de los dos corredores.
—A ver, a ver, no digo nada de ser corredora, solo pido no ser constructora.
—Me temo que eso no está en tu mano, Bella.
Por un momento se me pasó por la cabeza la idea de haberme quedado durmiendo ya que todos nos habíamos levantado antes para desayunar con Jungkook y Minho, quienes tenían que irse nada más se abrieran las puertas. Las cuales, justo, estaban empezando a abrirse en ese momento.
—Debemos irnos —Minho se metió la comida restante en la boca y cogió sus cosas rápidamente.
—Esto es muy injusto —apoyé la mandibula en mi mano mientras removía los huevos con aburrimiento.
—¿El qué? ¿Lo de los constructores o que se vaya Jungkook?
Fulminé a Chuck con la mirada y maldije para mis adentros.
—Obviamente que yo me vaya. ¿No has visto su cara de tristeza cuando yo no estoy?
—¿Cómo sabes qué cara pongo cuando no estás si no la puedes ver? —Rebatí, con una molestia fingida.
Jungkook se rió y recogió sus cosas.
—Finge todo lo que quieras, angelito, pero tú y yo sabemos la verdad. —Y trás su ya común guiño de ojo, desapareció a la carrera.
Bufé por sus palabras y comencé a comer. No lo admitiría, pero estaba reteniendo una sonrisa ante las palabras del azabache, de todas formas no era nada nuevo que siempre acabara sacándome una sonrisa; claro que lo echaba de menos cada día que abandonaba el Claro.
—No te preocupes, Bella, no creo que Alby te ponga de constructora, solo será un día.
Miré a Newt a los ojos, el cual me observaba con una mueca de compasión. Sabía que mientras él fuera el segundo al mando trataría de que yo no fuera constructora y la verdad lo agradecía con todas mis fuerzas.
Me estiré en el asiento mientras veía como los habitantes empezaban a acercarse para comer con sus comunes sonrisas mañaneras. Tras suspirar, me levanté para adelantarme a los constructores y me despedí de Newt y de Chuck.
El día iba a ser duro.
Vi a Gally a lo lejos junto a los constructores y me acerqué. —De acuerdo, Gally, acabemos con esto cuanto antes —suspiré.
—Bien, necesito que traigas esos tablones de allí —miré las tablas de madera que se encontraban más al fondo y luego me giré hacia él buscando las palabras apropiadas—. No es una petición, verducha, es una orden. No te preocupes, trataré de que no te rompas ninguna uña hoy.
Tras sus palabras se giró dandome la espalda y continuó con sus tareas.
—Imbécil —murmuré mientas iba a por la estupida madera.
El resto del día lo pasé trayendo los materiales necesarios para la construcción. En el fondo tampoco me quejaba, podía alejarme de Gally y su pandilla de horangutanes.
Estaba volviendo con nuevos tornillos cuando me detuve al escuchar las voces de los constructores juntos.
—Hay que ver, Gally, tú sí que sabes.
Fruncí el ceño automáticamente al escuchar las risas de los constructores, tenía un mal presentimiento.
—Ordenarle que fuera a por todos esos materiales ha sido la mejor idea, no sé qué pensaba Alby al ponerla a trabajar aquí, solo con verla ya se puede deducir que este no es su trabajo.
Los constructores comenzaron a reír de nuevo mientras yo sentía que poco a poco la tarde que empezaba a oscurecer el Claro también iba oscureciendo mi interior.
—Este no es su sitio, da igual cuantas pruebas haga o cuantos juegos gane, su sitio está en la cocina, donde toda chica debería estar —las palabras de Gally impactaron en lo más profundo de mi cuerpo enviandome un escalofrío.
Deseando que dejasen de soltar esos comentarios, salí de mi escondite haciendo como si no hubiera oído nada. Cuando me vieron empezaron a acercarse todos; menos Gally, quien de repente parecía algo arrepentido de sus palabras.
—Mirad quién es, justo a tiempo.
—¿Por qué no nos haces un bailecito, encanto?
Traté de ignorar sus palabras y dejé los tornillos donde los demás materiales. Sentí como sus ojos me seguían a todos lados y empecé a inquietarme cuando no me dejaron irme.
—Quitaos de en medio, mi jornada ya ha acabado.
—Oh vamos, linda, solo queremos divertirnos un rato.
Uno de ellos me agarró de la cintura y comencé a forcejear. Cuando ya pensaba que todos me acorralarían y que no tenía escapatoria alguién intervino.
—¡Ya es suficiente! Dejadla en paz. Actuais como gorilas en vez de como personas, un poco de respeto y dignidad al menos.
Me giré con tristeza hacia mi salvador y le di una pequeña sonrisa de agradecimiento antes de salir corriendo de allí. Corrí todo lo que pude hasta que llegué a una parte profunda del bosque. Me dejé caer, apoyándome en un árbol y me deslicé hacia el suelo con tristeza.
Solo llevaba unos días y ya me sentía como en el infierno. Por un momento había pensado que las cosas se calmarían o al menos se normalizarían, pero no había sido así. Si no me hubiera salvado podría haber ocurrido algo muchísimo peor. La impotencia creció en mi interior y apreté mis puños con ansiedad.
Quería ser Corredora. Demostrarle a todos que podía ser útil y ayudar en lo que pudiera, solo quería que me trataran como a una más.
Aunque aún rondaba una pregunta en mi cabeza que me descolocaba.
—¿Por qué me has salvado, Gally?
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