1. Bienvenida al Claro
Me desperté de forma brusca mientras trataba de que el aire llegase a mis pulmones a grandes bocanadas. Un sonido estremecedor hacía eco a mi alrededor a la vez que el suelo donde me encontraba iba dando pequeñas sacudidas. Las luces aparecían cada cierto tiempo y no pude evitar estremecerme con una sensación extraña entre miedo y expectación. Junto a mí podía observar unas grandes cajas e incluso animales en algunas de ellas.
Un sabor agrio comenzó a acumularse en mi garganta y en segundos ya estaba vomitando una bilis blanca. No pude evitar mirar horrorizada los pequeños destellos azules que había en la bilis, algo que claramente no era normal en mi cuerpo. Admiré la caja en la que me encontraba y no me percaté de que esta estaba subiendo hasta que una fuerte alarma comenzó a sonar. El ruido ensordecedor provocó que tuviera que taparme los oídos mientras un grito de dolor se escapaba dolorosamente de mi garganta. Ese sonido parecía tener un efecto extraño en mi cabeza que provocaba que esta ardiera como si un fuego se expandiera en su interior. No paré de gritar hasta que el sonido se detuvo junto con el movimiento de la caja.
Cuando la luz empezó a colarse por el techo no dudé ni un segundo en correr a esconderme rápidamente. Unas voces masculinas se comenzaban a oír desde lo alto provocando que retrocediera de forma inconsciente, asegurándome de estar completamente fuera de sus vistas entre las cajas de madera.
Un golpe sordo se escuchó en el momento en el que un chico bajó de un salto. Curiosa, me asomé un poco y pude observar que se trataba de un chico rubio y delgado que parecía estar buscando algo. Sus ojos eran de un color muy oscuro en comparación con la claridad de su piel y pelo. No sabría decir porqué pero había algo en aquel rubio que me transmitía más confianza de la que debería sentir, tal vez fuera por sus ojos y lo vulnerables que parecían o simplemente porque no mostraba ningún signo de que fuera a ser peligroso; nada en él lo parecía.
—¿Qué ves, Newt?
Las voces de arriba interrumpieron mis pensamientos y observé cómo algunos chicos se asomaban por el hueco del lugar con curiosidad. Sabía que no podría estar oculta por siempre, así que me armé de valor y, aún algo adolorida por la posición en la que me encontraba, me levanté de forma sigilosa y comencé a salir de mi escondite entre las cajas.
El chico rubio estaba a punto de irse cuando que me vio aparecer frente a él. Su rostro pálido parecía aún más blanquecino de lo normal al mirarme y sus ojos parecían querer salirse de sus órbitas. Este parecía estar tartamudeando algo, pero yo no lograba entenderlo.
—¿E-estás bien? —pregunté entre tímida y asustada. Su reacción había hecho que la valentía que había sido capaz de reunir comenzara a reducirse por momentos.
—Es una chica... —Su voz resonó por los alrededores y todos los presentes de arriba empezaron a murmurar sorprendidos.
Abrumada por todas las miradas puestas en mí, me giré velozmente para escalar de forma rápida y así poder salir del agujero en el que había despertado. Tan pronto como estuve fuera los presentes retrocedieron sorprendidos y aproveché la ocasión para empezar a correr lo más rápido que mis piernas me lo permitieron, alejándome de la extraña multitud de personas.
Giré mi cabeza y pude observar como algunos estaban corriendo en mi dirección por lo que aceleré el paso y me dirigí a una gran puerta abierta.
Una salida.
—¡Minho! ¡Minho, detenla!
El pánico me inundó al ver como un chico asiático comenzaba a correr detrás de mí, sus movimientos eran mucho más ágiles y fuertes que los demás al correr, pero para sorpresa de todos este no estaba logrando ganar ventaja.
Me alegré al observar como me acercaba cada vez más a la puerta y la adrenalina comenzó a acumularse en mis venas, dándome aún más energía. Sentía una sensación de libertad que no recordaba haber vivido antes, aunque no recordase nada.
Cuando ya casi me había introducido en el oscuro pasillo sentí un impacto a mi costado y me derrumbé por la fuerza de este. Mi cuerpo golpeó varias veces el suelo al rodar hasta que se detuvo.
Abrí los ojos adolorida mirando a mi alrededor hasta que me encontré con unos ojos oscuros sobre mí, fue entonces cuando me di cuenta de que un chico de cabello azabache se encontraba sobre mí, inmovilizándome. Sus ojos me observaban de una forma tan neutra que me provocó escalofríos, incluso pude llegar apreciar un ligero brillo de aburrimiento en sus ojos. Una sensación de tristeza me embargó al apreciar lo vacíos que se veían, incluso al mirarlos podías sentir una profunda soledad que te rodeaba.
—Buen intento, angelito.
Su apodo me sorprendió y me hizo retorcerme levemente debajo de él con nerviosismo.
—¡Jungkook! Menos mal que la has atrapado. Ya pensaba que tendríamos que escribir su nombre en la pared y luego tacharlo directamente.
El asiático que antes me había perseguido se encontraba ahora agachado mientras recuperaba el aliento. A pesar de lucir destrozado, mantenía una expresión risueña en su rostro.
El azabache sobre mí no le contestó, se limitó a resoplar en dirección a su amigo. Sin embargo, pude notar que había algo de diversión en su rostro al oír a su compañero, ambos se miraban con un destello retador; parecían ser muy amigos.
Me volví a retorcer debajo de él para recordarle que seguía sobre mí, inmovilizándome. La verdad es que tampoco estaba incómoda, el chico se había asegurado de mantener su peso con los brazos apoyados en el suelo para evitar aplastarme y su presencia sobre mí era ligeramente relajante. Su olor era agradable y el calor de su cuerpo logró mitigar cualquier rastro de frío que había podido sentir al llegar a ese lugar.
—Oh, sí, perdona —se levantó y extendió su mano frente a mí para ayudarme.
Tragué con nerviosismo, pero extendí mi mano hasta agarrar la suya para ponerme en pie. Sin embargo, no esperaba que al hacerlo acabáramos tan cerca el uno del otro. Nuestras miradas se encontraron y no pude evitar perderme durante unos instantes en sus ojos oscuros y vacíos, era como si no pudiera ver absolutamente nada a través de ellos pero estuvieran tan despejados como para ver mi propio reflejo.
—Gracias —murmuré nerviosa y retrocedí un paso, apartando mi mirada de la suya.
—Así que así son las chicas, ¿eh? Debo admitir que esperaba algo mas difícil de sobrellevar, pero realmente pareces bastante tranquila —el asiático que había estado recuperando el aliento hasta ahora se acercó mas a mí y me sonrió divertido—. Aunque debo admitir que tu belleza sí es como esperaba —me guiñó un ojo y luego me ofreció su mano amistosamente—. Soy Minho, el hombre más guapo que encontrarás aquí dentro.
Sonreí levemente, divertida por su aptitud, y acepté su mano gustosa.
—Bella —medio susurré, de forma casi inaudible.
—¿Disculpa? —Minho me miró con confusión.
—Bella —repetí, mientras me señalaba a mi misma.
Había algo que me estrujaba desde dentro como una especie de frustración mezclada con pánico. No sabía porqué, pero las palabras salían con dificultad de mis labios.
—Oh, te llamas Bella —su expresión recobró ese tono carismático, sustituyendo la confusión que había adornado sus facciones al oír mi nombre—. Encantado, Bella.
Le sonreí de vuelta y me giré hacia el otro asiatico, quién nos observaba distraídamente. No entendía muy bien las razones, pero era como si no supiera hablar del todo, como si eso también se hubiera borrado.
Él pareció entender un poco el porqué le miraba así.
—Jungkook —dijo con simpleza.
Asentí y le saludé de forma más educada, inclinando levemente la cabeza.
—¡Menos mal! La habéis atrapado.
Un chico de piel morena llegó acompañado del rubio de antes, ambos parecían haber corrido una maratón. Tras ellos venían varios chicos de diferentes edades y no pude evitar sentirme intimidada por tantas personas observándome, retrocedí dos pasos para situarme detrás de la persona que tenía más cerca.
Jungkook.
Al menos detrás de él me sentía algo más protegida, y era el único que conocía además de Minho.
—Maldito pingajo, ya ha conquistado a la chica.
—No es justo, ¿por qué Jungkook?
—Pues yo la vi primero, así que técnicamente no tiene ningún derecho.
Los chicos presentes murmuraban cosas de todo tipo mientras se quejaban. No entendía muy bien a que se referían, pero no me gustó el tono posesivo de ninguno.
Jungkook pareció notar mi incomodidad porque se giró hacia los que murmuraban.
—¡Eh, cara fucos! ¿Por qué no os vais a hacer algo útil? ¿No tenéis trabajo que hacer?
Los mencionados dieron un brinco ante el tono autoritario del azabache y comenzaron a murmurar con nerviosismo mientras se alejaban. Una pequeña sonrisa se extendió por mi rostro y empecé a pensar que podría estar segura en ese sitio mientras me mantuviera detrás de Jungkook.
—Parece que has hecho una nueva amiga, Kook —comentó el de piel morena con sorna, antes de dirigir su mirada hacia mí—. Soy Alby, el que está al mando aquí, y este es Newt, el segundo al mando. —Señaló al rubio que había visto en la caja y le sonreí levemente, notando que este me dirigía la misma sonrisa.
Jungkook me miró por el rabillo del ojo y suspiró.
—Creo que es muy tarde para hacerle el recorrido hoy, que se quede mi habitación hasta que encontremos una mejor para ella.
—¿Vas a encargarte de ella? ¿Tú? —Newt le miró con una expresión burlona y se cruzó de brazos.
El azabache entrecerró los ojos en dirección al rubio antes de suspirar con cansancio.
—Creo que le he hecho daño al derribarla, es lo menos que puedo hacer. Mañana le daréis el recorrido.
Sin esperar respuesta, Jungkook agarró cuidadosamente mi muñeca y me condujo lejos de los presentes.
—Gracias —murmuré, con más dificultad de la que esperaba.
—No me las des aún.
El azabache ni siquiera me miró en todo el trayecto, se limitó a guiarme hasta una especie de edificio donde entramos en una amplia habitación del último piso. La habitación era ligeramente oscura, no había nada especial. Estaban los muebles básicos y nada más, todo estaba muy ordenado, como si el propietario de la habitación casi no estuviera en ella.
—Puede que te parezca oscura o algo siniestra, pero no esperábamos que viniera una chica-
—Hogar... —Le interrumpí.
Él me miró con una confusión clara en sus ojos y esperó a que continuara.
—Perfecta. Hogar —dije con dificultad mientras sonreía muy levemente.
Jungkook pareció entender que me gustaba la habitación y asintió lentamente.
—¡Eh, tíos! Ya va a empezar la fiesta de bienvenida.
Supuse que era una fiesta de bienvenida para mí y miré a Jungkook esperando a que lo mencionara. El azabache no era especialmente afable, parecía totalmente reacio a forjar una amistad conmigo, algo que no llegaba a comprender del todo pero respetaba.
Él pareció pensarlo unos segundos y habló:
—No tienes que ir si no quieres. Entenderíamos que estuvieras cansada.
—No. Q-quiero ir —exclamé con dificultad.
—De acuerdo —suspiró.
Me guió hasta una hoguera donde todos ya se encontraban reunidos y casi a los segundos el chico desapareció, dejándome algo cohibida entre tantos desconocidos.
—¡Hola, novata!
Solté un suspiro de alivio y sonreí con alegría al rubio que se acercaba a mí. Algo me decía que Newt sería un gran apoyo en mi vida en aquel lugar. El chico me ofreció unirme a él en la fiesta y no dudé en aceptar, sintiéndome mucho más tranquila junto a él.
La fiesta transcurrió rápido, de hecho no había vuelto a ver a Jungkook desde que habíamos llegado. Pasé toda la fiesta con Newt, él me explicó el funcionamiento de todo y me presentó a muchas personas que parecían realmente entusiastas con conocerme mejor. Hablé con la mayoría, más bien hablaron, ya que a mí me resultaba complicado, y escuché todas sus anécdotas y las ventajas de sus trabajos. Apunté mentalmente toda la información sobre los trabajos que pude, pues pensé que me serviría después para escoger. También descubrí que Newt y yo teníamos muchísimo en común, incluso la personalidad. Me sentía muy cómoda con él, habíamos pasado la mayor parte de la noche riéndonos con sus anécdotas o por mi forma de fruncir el ceño ante el sabor amargo de la bebida del tal Gally para después seguir bebiendo de aquel líquido.
Me encontraba escuchando atentamente las anécdotas de Jeff, uno de los mediqueros, justo cuando un cuerpo chocó contra mí y cayó al suelo.
Me agaché alarmada al verlo en el suelo.
—¿Estás bien? —le pregunté, pero no obtuve respuesta.
Me giré para ver al causante de la caída del chico y me encontré con un chico musculoso que me miraba desafiante. Pude reconocerlo de la cantidad de nombres que me había mencionado Newt esa noche y llegué a la conclusión de que se trataba del autor de aquella bebida amarga que tanto había bebido.
—Anda, pero si es la princesita. ¿Qué dices, te atreves? —Gally, al cual se le podía asociar rápidamente al trabajo de constructor por los músculos y el atuendo, señaló el pequeño círculo de arena en el que se encontraba, incitándome a entrar y jugar a ese juego agresivo—. ¿O eres demasiado cobarde para intentarlo siquiera?
—Gally —Newt le advirtió a mis espaldas, pero el chico ni siquiera se inmutó.
Tragué con fuerza y pasé unos mechones de pelo detrás de mi oreja para después acercarme a donde se encontraba.
Estaba a punto de entrar en el círculo de arena cuando alguien puso su mano en mi abdomen y me empujó con un poco de fuerza hacia atrás. Aunque había sido fuerte había podido notar que había habido un toque delicado, como si no quisiera hacerme daño.
Levanté la vista para ver como Jungkook avanzaba delante mío y empujaba fuertemente al constructor.
—Déjala en paz, Gally. Ella no va a jugar a esta mierda —su voz se escuchó tan amenazante y firme que no pude evitar estremecerme al oírla.
—Vaya, vaya, pero si es el corredor estrella. Hablas como si tú nunca hubieras jugado a esta... «mierda».
—Seguro que lo recordarás bien, fueron todas esas veces en las que te humillé en tu propio juego.
Unos murmullos divertidos y sorprendidos se escucharon alrededor; querían una pelea entre ambos.
—¿Por qué no pruebas ahora? —Lo retó Gally.
Jungkook estaba a punto de aceptar y posicionarse, pero me adelanté para situarme entre ambos.
-No. Él... me ha retado a mí.
No sabía cómo había conseguido que esas palabras salieran de mi boca, pero ese hecho parecía haber sorprendido a los presentes.
—Este es un juego para hombres y...
—¿Quién lo dice? —Le interrumpí.
Mi voz salió sin pausas ni dificultades, como si solo fuera una chica normal que hablaba perfectamente.
—Uhhhh —exclamaron los presentes. Los habitantes habían empezado a emocionarse con lo que estaba sucediendo y las apuestas no tardaron en aparecer sobre quien daría el primer puñetazo.
Pensé en la posibilidad de que Jungkook lo hiciera y él pareció leer mi mente.
—Yo nunca pegaría a una chica.
—Siempre hay una primera vez —solté con algo de frustración. No quería ser cruel con él, pero necesitaba ganarme un lugar por mí misma, sino jamás me sentiría segura entre ellos.
Le empujé levemente, tomándolo desprevenido, y de esa forma echándolo del círculo.
—Estás fuera del círculo, y por lo tanto del juego.
Las risas se hicieron presentes mientras se burlaban del corredor. La expresión de Jungkook era fría mientras me miraba a lo ojos.
Sabía que me arrepentiría de lo que había hecho, de hecho ya me estaba arrepintiendo, pero no había vuelta atrás. Me giré hacia Gally mientras conseguía hacerme una coleta con una especie de goma en mi muñeca y, una vez lista, lo encaré.
—Cuando quieras.
Gally se acercó sin remordimientos y trató de empujarme en un movimiento que esquivé con suerte al tambalearme. Sin embargo, esto le dio ventaja y me asestó una patada en la pierna que provocó que cayera con un golpe seco.
Muchos comenzaron a advertirme que no me levantara, pero no dudé en ponerme de pie para volver a encararlo.
—Vamos, novata, esto aún no ha acabado —se burló.
Me levanté con dificultad y entrecerré mis ojos en su dirección.
—Mi nombre... es Bella, gilipollas.
Tras mis palabras lancé una patada a su entrepierna, haciendo que retrocediera, y luego giré mi cuerpo mientras levantaba la otra pierna, con una facilidad que desconocía, asestando un golpe con la misma en su cara.
Gally cayó de lado, con el cuerpo entero fuera del círculo. Parecía incapaz de moverse y respiraba con dificultad.
Retrocedí levemente, sintiéndome algo culpable por el estado del castaño, pero no dudé en decirle lo que realmente pensaba:
—Nunca, en tu vida, subestimes a una mujer.
Por si hay alguna duda, el nombre de «Bella» se pronuncia como si fuera una sola «l», por l que en cuanto a pronunciación se diría «Bela».
¡Disfrutar de la lectura!
Atte. Venus
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