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09

Faye es la que abre la puerta y la cierra detrás de sí. Su mirada calculadora, ahora es casi suave, pero con cierto brillo presente. Yoko se da cuenta. Esa mirada gris ahora es fuego puro.

Y Yoko no se siente nada diferente. Ella puede decir que el calor se apropia de su cuerpo a medida que Faye hace que retroceda paso a paso hasta terminar sentada en el borde de la cama. La tension en el ambiente es suficiente para ahogarla en un sentido no muy común para ella.

Como omega virgen, Yoko tiene las emociones mezcladas. Jamás había hecho algo así.

─No tengas miedo. ─Pronuncia Faye en un tono firme y seguro, pero tratando de ser gentil con Yoko.

─No es miedo ─aclara por segunda vez ─, es... yo... no había hecho esto antes.

Faye se acomoda entre las rodillas de Yoko, la mira hacia abajo directamente a los ojos y se siente íntimo. La alfa tambien tiene emociones mezcladas ahora.

─Déjate llevar ─aconseja Faye en un susurro.

La alfa baja lentamente, Yoko la ve al mismo tiempo que Faye termina por estar arrodillada frente a ella. Pero por más que la tenga en esa posición ahora, Yoko sigue sintiendose pequeña ante Faye. Los ojos grises parecen querer explotar mientras la estudian, Yoko quiere cerrar las rodillas cuando Faye comienza a acariciar la piel de sus muslos desnudos gracias a la ropa de dormir.

Faye sigue observándola para conocer su reacción ante sus movimientos; Yoko tiene las mejillas sonrojadas y su respiración es diferente. La alfa se encarga de acercarse más a ella, al punto en que deja que sus labios tengan contacto con la lechosa y suave piel de las piernas de Yoko. Está caliente. Faye deja salir la punta de su lengua acariciando puntos sensibles que Yoko no sabía que tenía.

Faye poco a poco llega más arriba, más cerca de donde Yoko siente una pequeña necesidad que crece con cada beso a la parte interna de sus muslos. Es pequeño, un poco conocido para Yoko, mas cuando Faye se toma el atrevimiento de besar su centro por encima de la tela, la omega deja salir su primer gemido e intenta cerrar las piernas.

Faye, sin molestarle el apretón de las rodillas, usa sus manos para acariciar todo lo que puede. Suspirando, decide que no quiere perder el tiempo.

Con paciencia, Faye comienza a quitar la ropa que Yoko viste en la parte de abajo; sus shorts de dormir y su ropa interior. La omega se siente expuesta, su centro está húmedo y libre para los ojos de Faye.

─No haré nada que no quieras ─le recuerda Faye al mismo tiempo que separa más las piernas que, inútilmente y una vez más, se quisieron cerrar.

El primer contacto logra sacar un pequeño gemido más de Yoko. La lengua de Faye es experta en ella, como si ya conociera todos sus puntos y rincones. Faye se mueve con una habilidad impresionante.

Suspira. Se muerde los labios. Aprieta las sábanas. Yoko experimenta algo tan distinto y bueno que no piensa con claridad. Es un poco ruidosa incluso. Faye añade sus dedos al placer y Yoko tiembla ligeramente.

El clímax está cerca, Yoko puede sentirlo pues ha leído bastante como para acordarse de como identificarlo. Faye sigue con sus masajes y ligeras penetraciones con dos dedos, es tan gratificante para ella como para Yoko. Verla de esa forma, en ese ángulo, experimentando algo totalmente distinto a lo que acostumbra, causa en Faye sentimientos que se niega a indagar, se niega a profundizarlos más de lo que debería.

Finalmente, Yoko alcanza el orgasmo y al mismo tiempo, Faye puede decir que le gustaría hacer lo mismo; está dura desde que pudo ver el centro de Yoko, empadado y listo para ella.

Pero no lo hace.

Faye ignora sus necesidades mientras limpia a Yoko y luego sigue en silencio mientras sale del cuarto. Sabe que no debería forzarlo más, no debe ir por un camino que se niega completamente a descubrir.

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