Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

08

La noche es silenciosa en la mansión Malisorn. Yoko camina lentamente por los pasillos, con los pies descalzos sobre el suelo de mármol. A pesar del lujo que la rodea, la sensación de vacío no ha desaparecido. Todo sigue siendo frío, distante, como si la casa reflejara la personalidad de su dueña.

Después de la reunión de ese día, Yoko no puede evitar que su mente se pierda en los recuerdos de cómo Faye dominaba la sala. Su autoridad, su control absoluto, su elegancia helada. Cada gesto, cada palabra, parecía estar cargado de una intensidad que hacía imposible apartar la vista.

Cuando llega al jardín interior, se encuentra con Faye. Está sentada en un banco de madera oscura, con una copa de vino en la mano. La luz de la luna ilumina su perfil, y por un momento, Yoko se queda inmóvil, observándola. Hay algo casi vulnerable en ella esta noche, aunque Faye lo oculte detrás de su expresión imperturbable.

─¿Por qué estás despierta? ─pregunta Faye sin mirarla, como si hubiera sentido su presencia.

─No podía dormir. ─Yoko avanza lentamente, sentándose en un banco frente a ella.

Faye se gira, sus ojos grises capturando a Yoko bajo la tenue luz. Esos ojos siempre parecen tan fríos, pero esta vez hay algo más, algo que Yoko no puede definir.

─¿Te sientes incómoda aquí? ─La pregunta suena más como una declaración.

Yoko baja la mirada, insegura de cómo responder.

─Es diferente. Todo aquí… tú… todo me hace sentir pequeña.

Faye la observa en silencio durante unos segundos, antes de tomar un sorbo de su vino.

─No tienes que sentirte pequeña, Yoko. ─Su voz es más suave de lo habitual, pero aún tiene esa firmeza característica ─. Estás aquí porque te elegí. Eso significa algo.

Yoko levanta la mirada, encontrándose con la intensidad de Faye. Su corazón late con fuerza. Esa mirada, esa cercanía, hace que algo dentro de ella se encienda, algo que había intentado ignorar desde que llegó.

─¿Por qué me elegiste? ─pregunta en voz baja, casi temiendo la respuesta.

Faye no responde de inmediato. Se inclina hacia adelante, dejando la copa en el suelo junto al banco. Cuando levanta la mirada, Yoko siente cómo el aire entre ellas se vuelve más denso.

─Porque vi algo en ti que no pude ignorar. ─Las palabras son directas, pero hay una honestidad cruda en ellas que hace que el estómago de Yoko se encoja.

El silencio que sigue no es incómodo, pero está cargado de algo más profundo. Faye se pone de pie lentamente y camina hacia Yoko, deteniéndose justo frente a ella.

─Yoko. ─Su nombre en los labios de Faye suena diferente esta vez, más íntimo, más personal.

Yoko levanta la cabeza para mirarla, sus ojos brillando con confusión y algo más que no puede ocultar. Faye se inclina ligeramente. La cercanía hace que el corazón de Yoko martillee contra su pecho.

─No haré nada que no quieras. ─La voz de Faye es un susurro bajo, como una promesa.

Yoko siente cómo su respiración se acelera. No sabe qué responder, pero tampoco quiere alejarse. Hay algo en Faye, en su mirada, en la forma en que la envuelve con su presencia, que la atrae como un imán.

─No estoy… segura… ─murmura, pero sus palabras carecen de firmeza.

Faye se endereza, dándole espacio, respetando su duda.

─Entonces no haré nada. No quiero que temas, Yoko. No estoy aquí para forzarte. ─Su tono es firme, pero sus palabras son gentiles.

Yoko la mira, sorprendida por la paciencia que no esperaba encontrar en alguien como Faye. Se da cuenta de que, a pesar de su frialdad y su autoridad, Faye siempre parece estar pendiente de sus límites, de su comodidad.

─No tengo miedo… ─confiesa finalmente, aunque su voz es apenas un susurro─. Pero tampoco sé qué hacer.

Faye esboza una pequeña sonrisa, apenas visible, pero suficiente para desarmar un poco la tensión en Yoko.

─No necesitas hacer nada. Solo… confía en mí.

Yoko asiente lentamente, sin estar completamente segura de lo que significa, pero sabiendo que hay algo en Faye que la hace querer intentarlo. Faye toma su mano, con movimientos lentos y calculados, como si cada gesto buscara garantizar la comodidad de Yoko.

─Si en algún momento quieres detenerte, dímelo. ─La voz de Faye es baja, íntima, y Yoko siente que esas palabras son más que una promesa; son un refugio.

Y mientras Faye la guía hacia la habitación, Yoko se da cuenta de que, aunque sigue sintiendo nervios, también hay algo más: un deseo latente, una conexión que comienza a crecer entre ellas, como una chispa a punto de convertirse en fuego.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro