Capítulo 6
— ¿A-Aquí vive Taehyung? — Comprobó su teléfono y miró la entrada del lugar para corroborar que se encontraba en el mismo sitio en donde había dejado al rubio la noche anterior.
— ¿Amor, quién es? — Sorpresivamente frente a su campo de visión apareció una silla de ruedas y en ella un rubio que lo miraba lleno de confusión. — ¿Jeon Jungkook?
— ¿Lo conoces? Este tipo anda buscando tu hermano...
— Sí, es su jefe. — Le aclaró a su pareja observando al inesperado invitado. — ¿Cuántas veces te he dicho que te vistas? Ve a ponerte algo de ropa, hazme el favor. — Yoongi le dio una mirada intimidante al pelirrojo y se alejó. — ¿Qué lo trae por aquí, señor Jeon?
— Estoy aquí para hablar con Taehyung, realmente necesito hablar con él.
Jin lo observó, era evidente que este sí gustaba de su hermano aún sin necesidad de hacerle un interrogatorio. Sus ojitos de cordero en peligro de muerte, desesperado y buscando con la mirada a su hermano, atreviéndose a ir a esa hora le decía muchas cosas pero no era juez para dar tal veredicto.
— Lo siento, mi hermano no está pero si desea hablar con él, podrá verlo en algunas horas en su casa. No se preocupe. — Jungkook asintió algo apenado de haberlos incomodado de esa forma, más viendo la situación del hermano de Taehyung. — ¡Buenas noches!
¿Dónde estaba Taehyung a esa hora? Salió de su casa y pensó que iría a la suya pero al parecer no estaba ahí, aunque también podría ser que se estuviera negando a verlo pero, ¿por qué? Apoyó su cabeza en el techo de su vehículo sin abrir la puerta para entrar, confundido, preocupado por alguna razón.
— ¿Qué hace en mi casa, señor Jeon? — Esa voz la podía reconocer en cualquier estado, el nombrado se giró con una sonrisa, encontrándose con un gélido rostro que nada tenía que ver con el serio que le brindaba mientras trabajaba. — ¿No está viendo la hora? Estoy en mi día de descanso, por favor, respételo.
— ¿Por qué me estás hablando de usted en estos momentos?
— ¿De qué otra forma le hablaría, señor?
— Tae...
— ¡Buenas noches! — Se despidió decidido a entrar a su casa pero fue arrastrado hasta el auto de Jungkook, que lo sentó y le abrochó el cinturón antes de imitarlo y poner su motor en marcha. — ¿Qué se supone que está haciendo?
— Llevándote para conversar en un lugar donde no incomodemos a los vecinos ni nos demanden por alteración en la vía pública. Solamente quiero hablar un momento contigo, no tardaremos mucho, ya luego te traeré nuevamente a tu casa.
Taehyung reconoció fácilmente el edificio perteneciente a su jefe, estaban en sus oficinas y no entendía por qué. Jungkook lo tomó de la mano y tiró de él hacia el interior, los encargados de la seguridad los saludaron pero el pelirrojo apenas les hizo caso. Presionó el botón elevador ignorando el leve forcejeo para liberarse que el contrario ejercía, liberándolo una vez que estuvieron en su piso.
— ¿Quién demonios te crees para traerme aquí en contra de mi voluntad? No es por ser dramático pero a esto se le llama secuestro. — Recriminó acariciando sus doloridas muñecas. — ¿No estabas cómodo con Eunwoo? ¿Por qué viniste a joderme a mí a esta hora?
— No estaba con Eunwoo, es decir, no estábamos solo. Estábamos cuatro amigos reunidos jugando al póker y uno de esos amigos resultó ser Cha Eunwoo pero nosotros no estábamos haciendo nada de lo que te imaginas.
— ¿Y según tú qué me estoy imaginando?
— Sé que sabes lo que hubo entre nosotros, Taehyung.
— ¿Lo que hubo o lo que hay? — Cuestionó manteniéndole la mirada, lleno de ira y molestia.
— Hubo... Además, por qué te importa tanto el hecho de que Eunwoo esté cerca. Simplemente forma parte de un grupo de amigos y es normal que me cruce con él de vez en cuando, pero eso no significa que solamente porque hayamos tenido sexo varias veces, cada vez que nos veamos vuelva a ocurrir lo mismo. Ni siquiera antes de que aparecieras en mi visada eso era así.
Taehyung frotó su rostro controlando su rabia, exhalando pesadamente para canalizar todos esos sentimientos que de un momento a otro comenzaron a manifestarse.
— Jungkook, la verdad es que no me importa tu vida sexual. Solamente te pido que no me confunda y dejemos las cosas como están. No me digas que te gusto ni juegues a querer tener una relación conmigo para después ir a tener sexo con alguien más. Eres soltero y libre de hacer lo que te de la gana pero no me envuelvas a mí en todo eso.
— No es un juego, quiero que me des la oportunidad de tener algo contigo. Tae, he querido llevar esto lentamente, ir por pasos para no lanzarme de una sola vez y asustarte. Cuando digo que me gustas no es un chiste, de hecho, es muchísimo más que eso. Significas demasiado para mí desde hace mucho, me he enamorado de ti yo...
— ¡Ni se te ocurra decir esa mentira! ¿Por qué carajos quieres tener algo conmigo de la noche a la mañana? Deja de decir que te gusto de una maldita vez porque nada de esto es gracioso. ¡Déjame en paz!
El grito resonó en todo en lugar, estaba tan exasperado con esa extraña situación que lo estaba rebasando de a poco. ¿Cómo Jungkook podía tener la osadía de un día sin ton ni son decir que quería tener una relación con él y que le gustaba para al siguiente insinuarle que lo amaba? ¿Cómo demonios pretendía que cayera en esa extraño juego?
Negó serio y se dio la vuelta, sintiendo solamente sus pasos haciendo eco en aquella enorme oficina mientras se dirigía a la puerta.
— 24 de diciembre del 2015... 25 de diciembre del 2015... — Mencionó en un grito que le hizo detener todos los movimientos. — Navidad del 2015.
Las manos del rubio por alguna razón temblaron obligándolo a soltar al manubrio de la puerta y volver a cerrarla. Con parsimonia se giró para observar al pelirrojo que le nombraba una de las navidades más negras de toda su vida.
— El 24 de diciembre del año 2015, en el Lotte work Tower y Mall de la ciudad, un matrimonio que iba discutiendo repletos de regalos. La señora fue ayudada por un chico rubio de amplia sonrisa cuando todo lo que traía se le cayó al suelo. Los ayudó a ambos y les dijo lo importante que era mantener la armonía en una fecha tan especial. Les comentó que no todos podían pasarla junto a sus seres queridos y que debían de sonreír, aprovecharía y abrazar a aquellos que amaban.
Lo que Jungkook le decía comenzaba hacérsele conocido, en esa fecha el estaba trabajando a medio tiempo en aquel lugar.
— Ese chico les advirtió que tuvieran cuidado con la nevada y regañó al hijo del matrimonio por estar fomentando aquella discusión sin querer. Él no quería ir al evento navideño que tendrían en casa y ellos lo estaban obligando, diciendo lo importante que era. El padre del chico era severo y la señora discutía con el esposo para que no le hablase así. Ese chico los acompañó hasta el vehículo y se rehusó a la propina que le ofrecieron, alegando que él era un regalo de Santa ese año.
Lo recordaba, Taehyung recordaba aquello que el pelirrojo narraba, podía escuchar la nostalgia en su voz y, mientras se más se acercaba, mejor notaba las lágrimas que bajaban por su rostro.
— Ese señor continuó discutiendo mientras conducía y la nieve caía. El chico ya había aceptado en contra de sus propios deseos ir a casa para pasar la navidad con su familia, cuando el vehículo comenzó a resbalar en la carretera de regreso, terminando perdiendo el control, estrellándose contra otros vehículos.
— Kook...
— Cuando el chico recuperó la conciencia el 25 de diciembre de ese mismo año en el hospital, le dijeron que él había sido el único sobreviviente de aquel accidente. Estuvo tan perdido, tan adolorido y sintiéndose culpable que aún con el yeso en su mano y pierna, intentó salir corriendo del hospital, chocando contra el mismo chico rubio que la noche anterior le advirtió que mejor abrazara a sus padres mientras seguían vivos. Ambos cayeron en la nieve del patio de aquel hospital, mientras el pelirrojo del yeso le contaba entre lágrimas lo ocurrido.
¿Por qué ese recuerdo se volvía en ese instante tan vívido y real como si hubiese ocurrido pocas horas antes? No podía contener sus lágrimas.
— Ese chico rubio me permitió llorar en su hombro, en el frío me abrazó y consoló por largos minutos. Se encargó de conseguir una silla de rueda para trasladarme con mayor facilidad. Con las monedas que le quedaban en su bolsillo compró dos chocolates calientes, uno para cada uno y se sentó junto al contrario hasta terminarlos. Lo regresó a su habitación y animó, prometiéndole que regresaría en un rato luego de ver a su madre que estaba ingresada en el hospital. Luego...
— El chico rubio no pudo cumplir su promesa y no regresó a ti. Sin embargo, no fue porque no quiso.
— Yo lo sé. Yo, quien era ese chico pelirrojo que se negaba aceptar la muerte de sus padres rodó en su silla por todo el hospital en tu búsqueda, el chico de cabello rubio. Encontré la habitación de tu mamá pero en ese momento, te estaban dando la noticia de su reciente fallecimiento luego de una larga batalla para el cáncer y a mí me sacaron de allí por no ser parte de la familia. No volví a saber más de aquel rubio pero dos días después de aquello me mandó una corona de flores pequeña por mi pérdida junto a una postal en la que me deseaba pronta recuperación.
— Kook...
— Fíjate si el destino es gracioso, que de esa navidad el único recuerdo levemente grato que tengo, eres tú. Tú quien llegaste por tu propio pie a mi casa a pedir trabajo y si bien no te reconocí automáticamente, sólo bastaron varias horas para caer en cuenta de quién eras. Significas para mí muchísimo más de lo que te imaginas. Sí te estoy y estaré eternamente agradecido por estar a mi lado en el peor momento de mi vida, dejando de lado tu propio dolor para consolar el mío.
Con sus pulgares, Taehyung intentó borrar aquel camino de lágrimas renuente a desaparecer, sintiendo como instintivamente sus mejillas buscaban el calor de su mano y sus propios dedos se perdieron entre rojas hebras de cabello.
— Me gustas, por un millón de razones, porque cuando pienso en la navidad, en su significado y mi familia, siempre aparece el chico rubio de amplia sonrisa. Me gustas porque contigo en mi casa se puedo volver a sentir el sentimiento de hogar, por tu única manera de cuidar de todo, incluso de mí. Me fui enamorando de cada parte de ti, ya fuera física o no. Te amo, porque cuando cierro los ojos y pienso en amor, únicamente apareces tú y mis padres. Te amor, Kim Taehyung, porque gracias a ti mis padres sonrieron una última vez y porque gracias a ti, pude darles un abrazo de despedida aunque no fue como debería.
— Detente, no digas más...
— Por todas esas cosas y muchas más es que sí me atrevo a decirte que te amo aunque no me creas, porque llevas años haciendo estragos en mi corazón y porque desde la navidad del año 2015, formas parte de mi vida.
Antes de poder decir otra cosa, Taehyung tomó su rostro con ambas manos y eliminó toda la distancia que separaba a sus labios. Por primera vez sintió la calidez de esos labios bañados en lágrimas al igual que los suyos y por primera vez, su cuerpo fue rodeado por esos brazos.
Permanecieron así por largos minutos o al menos eso creían ellos porque cuando vinieron a darse cuenta, la oscuridad de la noche se disipaba y los pasos de la secretaria del pelirrojo resonaron en el lugar.
— D-Disculpen...
La mujer jamás se esperó que cuando fuese a llevar los documentos a la oficina de su jefe como cada mañana antes de que empezara la jornada laboral, se lo fuera a encontrar a él abrazado a quien ella conocía como su mayordomo en el sofá del sitio.
— Jieun, por favor, regresa. — Ambos se levantaron y ajustaron sus ropas arrugadas. — Yo tendré que marcharme ahora así que por favor, cancele todas mis citas u obligaciones para el día de hoy y no me contacten hasta el lunes. — La chica sintió sin poder esconder la curiosa mirada. — ¿Nos vamos?
Taehyung tomó la mano que le ofrecían con una tímida sonrisa y tras despedirse educadamente de Lee Jieun, se retiró de aquella oficina. No tuvo mucho tiempo para pensar correctamente en todo lo ocurrido. Muchas más emociones cobraron vida en su interior, mezclándose entre sí, confundiéndolo tanto como lo sorprendían. Aún así, no lo soltó, no podía hacerlo y tampoco lo quería.
— Vamos, te llevaré a tu casa, no quiero que tu hermano se vaya a preocupar. — Comentó Jungkook colocándose su cinturón.
— ¿Podemos ir a tu casa? Ya le escribiré ahora un mensaje avisándole.
— Sí, podemos ir si deseas pero no quiero causarles problemas. — Respondió tratando de ocultar su evidente alegría.
— Vamos a tu casa.
Aunque no por muchas horas, ese viernes ambos durmieron la mañana en sus respectivas habitaciones. La hora del almuerzo la compartieron conversando sobre aquellas dudas que ambos tenían sobre el otro pero sin tocar ciertos temas sensibles que preferían dejar descansar.
— ¿Por qué no me dijiste que me conocías desde aquella vez? — No quería profundizar en el tema pero la curiosidad era demasiado fuerte.
— Quise hacerlo, cada noche iba a tu habitación pero nunca lograba llenarme de valor para tocar la puerta y decirte. Después de todo tú no me recordabas y yo no estaba seguro de si debía remover aquellos recuerdos. — Se encogió de hombros regalándole una profunda y triste mirada.
— Oh, por eso siempre te veía como fantasma detrás de mi puerta. — Jungkook rió asintiendo y él lo acompañó, disfrutando de esa hermosa sonrisa hasta que la otra pregunta que estaba haciendo mella en su interior se instaló en su boca. — ¿Realmente no hay nada entre Cha Eunwoo y tú? — El pelirrojo sonrió buscando su mano para transmitirla tácitamente toda la seguridad que necesitaba.
— Verdaderamente te preocupa ese asunto, ¿no es así? — Asintió — Eunwoo fue mi compañero en la preparatoria, luego coincidimos gracias a varios amigos en común y desde hace dos años, comenzamos a utilizarnos mutuamente cuando la necesidad nos abatía. Digámonos que estábamos en una especie de pacto que hace varios meses llegó a su fin. No tienes que preocuparte por él o por nadie.
— ¿Y cómo cubres tus, ya sabes, necesidades? Si ya no lo tienes a él....
— Tengo manos, otras ayudas artificiales rellenas de silicona, internet y una buena imaginación que me ha ayudado a pasar las semanas sin problema alguno. No soy un hombre de relaciones y aunque no lo parezca, tampoco ando por ahí teniendo sexo con cualquiera, se me dan muy bien mis períodos solitarios. — Taehyung asintió bajando el nudo creado en su garganta producto de la vergüenza. — ¿Tú no te consientes solo?
— ¡Kook!
— Mira como hemos avanzado en pocos días, ya me dices Kook y todo. — Bromeó imitando su gesto con el vaso de agua. — Somos adultos en proceso de conocerse mejor, no creo que debas sentir pena por eso.
— No es pena, simplemente que no me esperaba la pregunta. Por supuesto que me consiento solo, no soy de hierro y como cada persona en este mundo tengo mis necesidades. ¿Contento?
— ¿Cuándo de consentiste por última vez?
— Ayudaré a recoger la mesa mientras terminas ese correo que debías enviarle a tu secretaria. — Se levantó de golpeo viendo como Jungkook se divertía con la situación, ayudándolo incluso a recoger los platos, acercándose más de lo debido, dejando algunos roces sueltos.
— Cuando termines abrígate y te espero en la terraza, aprovechemos que pese a la temperatura el sol está brillando. — Besó sus mejillas y se alejó, dejándolo sonriente pero nervioso en aquel comedor.
Mientras hablaban a veces risueños, otras más tranquilos y bebían té en el patio, el sol estaba completamente puesto y la oscuridad comenzó a caer. Podían ver nubes moverse muy lentamente junto a algo en sus interiores. Compartían un momento tranquilo, una tarde animada y una noche cómoda. Otro día terminaba en con esa compañía mutua a la que ambos se habían acostumbrado.
Como novio que acompañaba a su pareja a casa luego de una cita, Jungkook acompañó a Tae hasta su habitación.
— Gracias por el lindo día. — Murmuró perdiendo sus labios entre los dientes, mismos que el pelirrojo liberó y besó castamente.
— A ti por compartirlo conmigo. Trata de descansar, duerme bien y nos vemos mañana. — Lo atrajo hacia su cuerpo, buscando instintivamente su boca para un nuevo beso.
Esta vez era diferente, no era tan casto y puro como los anteriores, no eran solo sus labios presionándose, sus lenguas habían entrado en el ruedo, exigiendo participación. Estaban conociendo sus cavidades bucales en un juego armonioso, sin sentirse como intrusos, sin como pertenecientes a la boca ajena.
— Creo que será mejor que me vaya. — Logró decir cuando comenzaron aclamar por aire, en una de esas separaciones que le permitió respirar.
— S-Sí. — Apoyó la moción depositando un último beso. — Ahora sí, unas noches.
— Pero así no me ayudas, otro beso...
— Adiós, señor Jeon. — Bromeó cerrando la puerta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro