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Capítulo 8: La confesión.

*Nota: Escuchar la canción de fondo en las escenas siguientes*

- ... me enamoré de ti Liv - terminó la frase.
¿Estaba escuchando bien?
¿Acababa de decir que está enamorado de mí?
Espera ¿estoy soñando?
No, no estoy soñando, esto es real.

En ese momento se esparció una sonrisa en mi rostro que daba a entender lo feliz que estaba por su sorprendente e inesperada confesión.

- yo también estoy enamorada de ti Adam, desde el instante en que tus ojos claros se encontraron con los míos aquel día que llegué tarde a clase - le confesé también.

- no sabes lo contento que me pone que esto que siento por ti sea correspondido de la misma manera - dijo con una voz dulce.

- yo aún no puedo creerlo, creí que eran ideas mías pero ya veo que no - le dije riendo de felicidad.

- no son ideas tuyas Liv, yo quiero estar contigo de una manera romántica, quiero que tengamos algo más que una relación de profesor-alumna - me dijo en susurros inclinándose sobre la mesa para que la gente no supiera lo que me decía.

- yo quiero lo mismo - le hice saber con voz desesperada e intranquila.

- ¿te parece si vamos a mi casa y hablamos más a fondo sobre esto? -

- claro, vamos a tu casa y lo hablamos pero... antes de eso ¿te puedo pedir solo una cosa? -

- dime, lo que sea -

- ¿puedes llevarme a mi casa después de que vayamos a la tuya? -

- porsupuesto Liv -

- mi madre llegará tarde hoy así que supongo que puedo quedarme un rato en tu casa -

- créeme que no será un rato - dijo él y soltó una risilla.

- ¿comó? - le pregunté riendo por lo bajo con nerviosismo.

- no me gustaría que te quedarás solo un rato - dijo con voz seductora.

- ¿quieres que me quede más tiempo contigo? - le pregunté dejándome llevar por lo que me decía.

- así es Liv, ¿puedes? -

- sí, puedo - le respondí.

- perfecto - dijo y en su rostro se exhibió una sonrisa engatusadora.

Comenzamos a comer lo que nos habían traído y a bebernos en sorbos el delicioso café.

- señorita, ¿me trae la cuenta porfavor? - le dijo Adam a la misma mesera que nos atendió en un principio.

- aquí esta señor - le dijo ella y le dio un ticket en la mano.

Él lo tomó y lo dejó sobre la mesa junto con la cantidad exacta que nos habían cobrado por lo que consumimos.
Me fijé si le había dejado propina pero no había ni un centavo más que lo correspondiente al consumo.

- gracias - fue lo único que dijo él antes de que nos retiraramos.

Ella no dijo nada al ver que no le había dejado propina pero vi como le lanzó miradas furtivas de pies a cabeza cuando salimos por la puerta.

- gracias Adam, estuvo delicioso - le agradecí.

- no hay de que Liv, dime ¿te gustó la cita? -

- me encantó - le dije con los ojos llenos de brillo.

Nos acercamos a donde estaba la camioneta y él abrió la puerta de nuevo para que subiera dentro.

- gracias Adam - le agradecí y le regalé una sonrisa simpática.

- por nada Liv - dijo guiñandome un ojo con coqueteo.

En todo el camino a su casa hablamos sobre los libros que hemos leído y los gustos en escritores que compartimos.

- ¿leíste Eleanor y Park? - me preguntó Adam.

- sí, lo leí cuando entré a la preparatoria, lo amé, tiene un final muy real - le dije fascinada.

- ¿sabes algo?, yo lo leí 4 veces - confesó y reímos al unísono por ello.

- yo igual - le dije y estallamos a carcajadas.

- eres increíble Liv - me dijo cuando paramos de reír al faltarnos el aire.
Me miró con una mirada bastante profunda y un atisbo de lujuria en ella.

- tú eres increíble Adam - resalté y me estiré un poco para besar su mejilla derecha.

- quiero besarte - me dijo desesperado al sentir el contacto de mis labios rozar su mejilla.

- besamé - le pedí con voz atrevida.

- pero aquí no - dijo y se desabrochó el cinturón.

Bajó rápidamente de la camioneta y me abrió la puerta.

- sígueme - me dijo.

Lo seguí.
Al parecer habíamos llegado a lo que era su casa.
Era enorme y muy moderna.
Tenía una gran entrada, en el camino a la puerta habían a los costados plantas muy peculiares.
Paramos frente a la puerta y me fijé que debajo de mis pies había una alfombra.

Abrió y entramos dentro.
Vaya... está llena de lujos.





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