Capítulo 7: La cita.
Al salir de la Universidad tomé un taxi y fui a casa.
Llegué y vi que mamá no estaba.
Seguro llegaría hasta la madrugada hoy.
Ella era abogada y aveces se quedaba hasta tarde en el despacho.
Abrí la puerta de la entrada y fui hasta mi habitación para cambiarme de ropa.
Debía de irme formal a mi cita.
Una cita, una cita con el profesor.
No podía creerlo.
Estaba de lo más feliz y emocionada.
Abrí mi closét y tomé una blusa color crema, me cambié el saco negro por uno color azul marino y me dejé el mismo pantalón.
Me recogí el pelo en una coleta alta y me apliqué sombras color rosa claro en los ojos.
Me dio hambre así que fui a la cocina a prepararme algo de comer.
Saqué cuatro rebanadas de pan y les unté mantequilla, los pusé en la estufa para que se derritiera y proseguí a hecharles queso y jamón.
Me serví jugo de uva en un vaso de vidrio y me llevé toda mi merienda a mi cuarto.
Pasó media hora después de que terminé de comer y me quedé dormida mientras esperaba el mensaje del profesor.
Me desperté al escuchar el tono de notificación de mi teléfono sonar.
Lo desbloqueé y vi que tenía tres mensajes de un número desconocido en WhatsApp.
Abrí los mensajes, tenía que ser Adam.
Hola Liv
Soy Adam
¿Me pasas la dirección de tu casa para ir por ti?
Salté de mi cama emocionada dando saltitos de alegría.
¡Era él!
Me fijé en la hora y vi que daban las 6:30, había dormido una siesta de 3 horas, por poco y le dejó plantado.
Me apresuré a enviarle mi ubicación para que la siguiera y viniera hasta aquí.
Le escribí después de habérsela enviado:
Hola Adam
Ya te envíe la dirección
Lo agregué a mis contactos como: Adam con una carita sonriente :).
Enseguida recibí su respuesta en dos mensajes.
Llegó en media hora por ti
¿Ya estás lista?
Sonreí como una boba mordiéndome los labios de la emoción.
Le respondí:
Sí, estoy lista
Él solo contestó:
Ok.
Solté el teléfono y lo metí en mi bolso para estar lista y salir con Adam cuando llegará.
Me apliqué labial rosa en los labios como último toque y esperé sentada en la sala.
Aproveché para llamar a mamá y decirle que no iba estar en casa.
- ¿hola mamá? - le dije cuando porfin contestó.
- hola hija, ¿pasa algo? -
- solo quería avisarte que voy a salir -
- ¿con quién hija? ¿con Andy? - me preguntó y rodée los ojos al escucharla mencionar ese nombre.
- noo mamá, voy a salir con... - comenzé a decir pero paré de hablar cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, iba salir con un hombre de 39 años, y encima mi profesor - con un chico de mi clase - mentí.
- no llegues tarde ¿bien? - me dijo amable - y... trae a ese muchacho un día a la casa - me pidió.
- claro mamá, te quiero - respondí.
- te quiero Livi - me dijo mamá y colgó la llamada.
Me asomé por la ventana para ver si había llegado el profesor y vi una camioneta color carmesí estacionarse frente a mi casa, debía ser él.
Recibí un mensaje de Adam:
Estoy afuera.
Salí de la casa y cerré las puertas.
Me acerqué a la camioneta y pusé mi mano en la manija de la puerta pero él me detuvó antes de que pudiera abrirla.
- permitemé - me dijo Adam y colocó su mano sobre la mía.
Su mano haciendo fricción con la mía y que estuviera detrás de mí tan cerca de mi cuerpo me causó cierto nerviosismo que me pusó a temblar.
Quité mi mano despacio y él abrió la puerta haciéndome una reverencia para que entrará.
- gracias profesor - le agradecí mirandoló con una sonrisa de oreja a oreja y me senté en el asiento de piel color crema.
Después de eso Adam rodeó el coche y se sentó en el asiento del conductor.
Arrancó el camino hacia donde iríamos a tomar café y me abroché el cinturón.
- oye Liv ¿con quién vives en tu casa? - me preguntó Adam para sacar tema de conversación.
- solo con mi madre - le respondí.
- ¿y tú padre? - indagó.
- mi padre se fue a Europa cuando yo tenía 17 años, él me manda dinero cada mes desde allá -
- ¿a qué parte de Europa se fue tu padre? -
- a Suiza, es negociante - le expliqué.
- y... ¿porqué no te llevó con él? -
- él me ofreció terminar allá la Universidad pero no quería dejar a mi madre y a Andy -
- ¿no tienes hermanos? -
- no, soy hija única -
- no sabía eso sobre ti - me dijo y me miró unos segundos con sus ojos juguetones.
- ¿tienes hijos? - le pregunté.
- no, no tengo -
- entonces ¿te mudaste a esta ciudad usted solo? -
- sí Liv -
- ¿estuviste casado? -
- sí, Raquel y yo nos divorciamos hace 6 meses, ella y yo éramos maestros en la Universidad de Querétaro y no soportaba más seguirla viendo después de todo lo que pasó - me contó.
- ¿fue muy grave lo que pasó? - le pregunté intrigada.
- ella me fue infiel los 10 años que estuvimos casados, así que si, sí fue grave - me dijo sonriéndome.
- oh Dios, debió ser muy triste - le dije con una media sonrisa - ¿te casaste con ella a los 29? - le pregunté.
- no, a los 30 -
- ¿entonces cumplirás los 40 este año? -
- así es, ¿tú cuando cumplirás 22? -
- los cumpliré dentro de 2 meses -
- ¿en octubre? - me preguntó y asentí con la cabeza - ¿qué día? -.
- el 18 de octubre, ¿y tú? -
- el 1 de noviembre, en 3 meses -
- lo tendré en cuenta - le dije y sonreí ampliamente.
- yo también lo tendré en cuenta - dijo y me sonrió divertido - llegamos Liv, iré a a abrirte la puerta, porfavor quedaté ahí - me pidió y se bajó de la camioneta.
Me abrió la puerta y me tendió su mano para que saliera.
- gracias profesor, muy caballeroso de tu parte - lo halagué y le dediqué una de mis más encantadoras sonrisas.
- no hay de que Liv - dijo y solté su mano cuando me ayudó a salir.
- ¿conocías este lugar? - me preguntó cuando entramos por la puerta de la cafetería.
- no, ¿tú ya habías venido? - le pregunté y me quedé mirando todo a mi alrededor, era muy moderno, las paredes estaban pintadas de un negro mate y las mesas estaban hechas de madera brillante.
- ¿te gusta? - me preguntó Adam.
- sí, es muy acogedor - le dije y volteé a verlo a los ojos. Estaba mirándome con una sonrisa de oreja a oreja.
Me estremecí.
- ¿dondé te quieres sentar? - me preguntó cautivado.
- en esa mesa de ahí, la que está frente a la ventana - le dije apuntando a esa dirección.
- vamos - dijo y posó su mano en mi espalda para que fuéramos hacia el lugar que le dije.
Solía hacer eso a menudo.
Y no me quejaba, la verdad es que me encantaba que lo hiciera.
Nos sentamos uno frente al otro.
Sentí que los nervios se recorrieron de mi estómago a todas las partes de mi cuerpo al pensar que todo el rato estaríamos viéndonos a los ojos.
- buenas noches, les dejó el menú - dijo una chica de lentes que parecía ser la mesera - en un momento regresó a tomarles la orden.
- gracias - le dijo Adam y ella se retiró.
- ¿qué quieres pedir? - me preguntó él sin quitarme los ojos de encima.
- mmm... ¿qué me recomiendas probar? tú que ya has venido aquí -
- puedes pedir el café de chocomenta o el frapuchino de cajeta, son mis favoritos - me sugirió y contemplé como se trazó una sonrisa en sus delgados labios.
Esa sonrisa ladina era lo más bonito que podías contemplar.
Me atrevería a decir que es mejor que observar las estrellas.
- el café de chocomenta suena bien - le dije con los ojos chispeantes de alegría.
- además de eso ¿quieres algún postre?, hay pastel de zanahoria y pastel de moras - me preguntó con un tono de voz acogedor.
- ¿qué me dices del pastel de zanahoria? ¿ya lo has probado? -
- es una delicia, ¿quieres que pida una rebanada para ti? -
- me encantaría - le dije genuinamente.
- señorita ¿puede venir un momento? - le habló Adam a la mesera que estaba coqueteando con un hombre como de 60 años.
Que asco.
- si dígame, ¿qué necesita? - se acercó diciéndonos hasta nuestra mesa.
- serán dos cafés de chocomenta y dos rebanadas de pastel de zanahoria porfavor - le pidió amablemente Adam.
- claro, en 10 minutos regresó con su orden - le dijo ella mordiéndo el lápiz con el que estaba escribiendo.
¿Era mi imaginación o estaba intentando coquetearle a Adam?
- si, si, gracias - le dijo él con una voz fría e indiferente.
Al parecer se dio cuenta de que se le insinuó esa chica y decidió actuar.
¡Toma eso asaltacielos!
Ella se vio ofendida y se largó a la cocina donde preparaban todo.
- que atrevida esa chica ¿no? - dijo riéndose por lo bajo de ella.
- sí, se vio muy mal, ¿viste como se le agachaba al abuelito de allá para que él viera más de su escote? -
- sí, ese tipo de chicas que coquetean con todo el mundo no me van para nada -
- ¿y cualés si? - se me salió decir un pensamiento en voz alta.
- ah pues... las que son como tú - me dijo con unos ojos seductores y una sonrisa contagiosa.
¿Como yo?
Vaya, eso no me lo esperaba.
Le sonreí enamorada sin saber que decir.
- ¿cómo yo?, pero si soy una niña para ti Adam -
- ¿una niña? ¿qué dices?, tú eres toda una mujer, y la más encantadora - me halago por completo.
Me estaba derritiendo con cada palabra que salía de sus pálidos labios.
¿Que quería de mí?
¿Me estaba declarando su amor?
- gracias - fue lo único que pude decir.
Ahora si se notaban mis nervios.
- Liv... se que es muy pronto para decírtelo pero... - comenzó a decir pero una voz femenina no lo dejó terminar la oración.
- aquí está su orden - lo interrumpió la mesera dejando los cafés y los platos con las rebanadas de pastel de zanahoria sobre la mesa.
- gracias - le dijo él con la voz arrastrada, también le molestó que lo interrumpiera.
- por nada Adam - le agradecío ella con la voz coqueta y abrí los ojos como platos cuando la escuché decir su nombre, ¿cómo sabía ella?
- ¿tú y ella se conocen? - le pregunté tratando de no enojarme.
- no, no sé como lo sabe - me dijo extrañado.
- bueno no importa, ¿qué me decías? -
- se que es muy pronto para decírtelo Liv porque tenemos una semana de conocernos pero...
¿Qué me va decir?
¿Será que me va decir que le gustó?
¿Me va dar un beso después de eso?
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