- mamá están tocando la puerta - le grité desde mi habitación.

Ella estaba en la cocina, preparando todo para la cena.

- gracias Livi, iré a abrir - dijo ella y escuché que abrió la puerta.

Me cambié el piyama que traía por algo formal, un saco negro con una blusa blanca y un pantalón negro de piel.

Bajé las escaleras para reunirme con ellos, y cuando vi quien estaba sentado en nuestra mesa sentí una punzada de dolor en el pecho.

¿Adam?
¿Él era el enamorado de mamá?
¿Él sabía que yo era su hija?

Me guardé las lágrimas para otro momento y decidí fingir que todo estaba perfecto.

- ella es mi hija - le dijo mamá a Adam muy contenta.

No quería arruinarle esa sonrisa.
Seguro dejaría de creer en el amor para siempre si le contaba que su enamorado se metió con su hija en la cama.

La cara de Adam al verme fue de terror.
No se lo esperaba.
Definitivamente no sabía que yo era hija de Lilian.

- ho-hola - me saludó extendiendo su mano, la estreché y le hice un gesto de asco cuando mamá se distrajo por un segundo.

- Olivia Meyer - me presenté ante él que ya me conocía hasta la consciencia.

- mucho gusto, Jacob, estoy muy feliz de al fin conocerte Olivia - me dijo muy descarado.

¿Ese era su segundo nombre entonces?

Le rodé los ojos y ignoré su patética presentación.

Mamá sirvió los platos con las albóndigas que había preparado con mucho empeño horas antes.

- que lo disfruten - nos deseó ella cordialmente.

- están deliciosas - le dijo él al probar una, tomandolé la barbilla con cariño a mamá.

Estúpido mentiroso.
Debería de matarlo.

- Jacob cuéntale sobre tu empleo en su Universidad -

Alce las cejas haciéndome la sorprendida.

- ¿trabajas en mi Uni? - le pregunté como si nada.

- sí, soy profesor - dijo él disimulando.

- vaya... que interesante - contesté fingiendo que me importaba escuchar sus mentiras.

No me vería caer esta vez.
Esto apenas comienza, mi venganza está por dar inicio.

Me paré de mi asiento y les ofrecí vino.
Esto no era un acto de bondad si no un acto lleno de malas intenciones.

- gracias hija - me agradeció mamá tomando un sorbo de su copa.

Serví vino en otra copa para Adam.
Cuando la iba dejar sobre la mesa hice como si se me hubiera caído por accidente y la derramé en sus pantalones.

Me fulminó con la mirada cuando mamá lo limpiaba y no miraba.
Fui al fregadero y dejé todo ahí.
Le lanzé una mirada asesina y salí de la cocina.

Subí a mi habitación y me encerré.
Le mandé un mensaje a mamá diciéndole que me dolía el estómago.

Escuché que Adam y mamá reían felices.
Mis ojos llovieron toda la noche hasta que me quedé dormida.