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6. This isn't going to work.

Hi~ Wattpad ha andado medio extraño y sensible estos días, así que andamos publicando con pura fe no más, pero por si acaso recuerden que existen y tengo otras plataformas que no puedo nombrar por las politicas de wattpad, pero para que tengan ojito. El capítulo de hoy va destinado más que nada a profundizar la relación entre estos dos e ir marcando terreno solido entre Ash y Eiji, así que espero que les guste.

—Esto no va a funcionar. —Ibe baja el pincel, derrotado. Ha estado tratando de plasmar al lince de Nueva York en una nueva pieza durante los últimos cuatro días, más, ha sido en vano—. Creí que no haría tanta diferencia no usar mi mano dominante para trabajar.

—Ibe-san.

—No me mires con esos ojos de cachorro, jovencito, tú también sabes que sí hace la diferencia y de manera notoria, es cosa de mirarlas.

—Estás siendo muy duro contigo. —¿Lo está?—. Intenta verlos más objetivamente, están bien.

Ibe vislumbra frustrado la serie de garabatos que plasmó en el lienzo con la esperanza de seguir la colección de retratos que Golzine le encargó. Feos. Toscos. Sucios. Su atención pende sobre su muñeca y más específicamente hacia su marca, es un nombre, el nombre de su novia, quien a pesar de todo lo valida y admira como profesional, ella siempre se burla diciéndole que es su peor crítico y enemigo, que no necesita que la prensa lo devore puesto que él será más duro de lo que cualquier periodista petulante podría llegar a ser y es cierto, él es autoexigente en el arte.

Lo sabe, Ibe es su peor crítico y la mayor parte del tiempo lo utiliza hasta para dejar la modestia.

¿Pero esto?

Las obras que pinta del joven Golzine no tienen vida, no es culpa del modelo por supuesto, Ash ha acatado las órdenes como si estuviera acostumbrado a escuchar a los mayores y aun así la forma en que lo mira cuando lo pinta parece ensayada, no es natural, no es real, no es Ash Lynx.

—¿Te sientes incómodo conmigo? —Entonces le debe preguntar puesto que no va para ningún lado su trabajo—. ¿Prefieres que tome más distancia?

—¿Eh? —Ash se limita a sonreír desde su taburete de madera, el ambiente evoca un soplo lleno de aristocracia y época, la casa impresiona decorada para lucir deliberadamente vieja—. ¿Qué te hace pensar eso, anciano?

—Anciano. —Bufa intentando omitirlo—. Me miras como si me quisieras saltar a la yugular para matarme.

—Esa es netamente tu impresión, miro a todo el mundo así.

—A Ei-chan no. —Se le sale el pensamiento—. A él lo miras distinto.

—¿Distinto? —Se está molestando, lo nota por cómo se le eriza el pelo y hunde las garras sobre los bordes del banquillo. Es un lince a punto de descuartizarlo—. ¿Cómo es eso? Explícamelo.

—A él lo ves cómo sino fuera una amenaza. —Lo miras como si te sintieras a salvo y lo añoraras.

—¿Cómo ese enano podría ser una amenaza? No me llega ni a los talones, literalmente.

—¡Tenemos ocho centímetros de diferencia nada más!

—Ocho centímetros, ocho metros, es lo mismo.

—¡Ya para! —Eiji gimotea pateando el piso y apretando los puños con la cara roja, es hilarante—. ¡Ash!

—Salud. —Eiji chilla otra vez y él ciertamente disfruta fastidiándolo, es el placer más grande en la faz de la tierra—. ¿Ves? Es inofensivo, hasta estornuda los insultos. —Es lindo, es muy lindo.

—¡Pensé que habíamos superado esa etapa! —Sin embargo, el rubio está riendo y reafirmando su punto—. Tuvimos una larga discusión acerca de eso, para ser un genio eres realmente lento.

—Debe ser tu Alzheimer inventando cosas otra vez, vaya dualidad, te vistes como un bebé pero tienes hábitos de viejo, ¿te debo mandar al asilo o a una guardería? Es bastante confuso y ahora que lo pienso también tienes los hábitos de una ama de casa histérica.

—¡Yo no...!

—Ni siquiera te atrevas a negarlo, te he visto pasándole trapo a la cocina aun siendo un invitado en nuestra casa, vaya que eres una caja de sorpresas pero pienso que serías una buena esposa por lo mismo, ve haciendo méritos.

—Ya quisieras.

—No. —Ash sonríe con malicia—. Tú quisieras.

El traqueteo de la puerta interrumpe antes de que Eiji logre refutar, pronto, Blanca se encuentra asomándose desde el borde de la habitación con su sonrisa impasible y su mirada enigmática.

—Lamento interrumpir. —Su voz inunda el estudio como si fuera barniz—. Pero el monsieur ha solicitado su presencia en la oficina, Shunichi. —El nombrado da un suspiro fúnebre arrojando sus pinceles y sus bosquejos en la mesita de trabajo antes de resignarse a ir al infierno, ¿existirá una posible salida de esto? Lo duda. Porque Golzine es peligroso, más de lo que demuestra.

¿Almas gemelas de libre albedrío? ¿Usar a su hijo para venderlo? No le calza. Hay algo mal acá.

—¿Shunichi?

—Regreso de inmediato, Ei-chan. —Promete—. No toquen nada, ninguno de los dos. —Escupe la advertencia fulminando con la mirada especialmente a Ash, quien si bien se ha portado igual que un caballero lo haría le es imposible descifrar sus verdaderas intenciones y eso lo angustia, tiene la sensación de que si se hace amigo de Eiji terminarán en tragedia—. Ya regreso.

Ibe sale.

Ash se queda jugando en el banquillo, balanceándose sobre las endebles patas de madera sin quitarle la mirada de encima al japonés, Shorter le preguntó qué hacía de Eiji tan especial como para ser digno de su confianza, sinceramente no lo sabe, por donde lo repase carece de sentido haber actuado tan impulsivo, Eiji tuvo razón, perfectamente podría haber sido un espía de Dino enviado para enterrarlo en el averno y boicotear su plan, Ash no es imprudente y mucho menos confiado, gracias a su hiperalerta es que sigue vivo. Sospechando. Defendiéndose antes de ser atacado. Odiando. Todos tienen segundas intenciones. Nadie es bueno porque sí.

Pero Eiji.

No es que el chico sea hermoso puesto que tiene un rostro tan simplón que si no estuvieran en la misma casa ya lo habría olvidado, tampoco es que sea particularmente talentoso o entienda de cosas refinadas, no obstante, tiene algo. Cotidiano. Reconfortante. Cálido. Es la belleza que presentan las mariposas cuando dejan sus crisálidas desprendiéndose hoja por hoja, es cómo los girasoles alzan sus pétalos hacia el sol y hacen un milagro en cada rotación, son los dientes de león volando en una brisa, los cerezos que anhelan florecer, es la rama de un árbol frondoso, el anillo que se fragua de una chapa de lata, es hermoso en el plano ordinario, es extraordinario y de maneras que no se logra explicar. Es distinto al ostento que acostumbra. No tiene un brillo falso como las luces que cuelga Dino para darle un aspecto etéreo en los cuartos, esto es puro.

Inocente. Ingenuo. Natural. Es todo lo que perdió. Todo lo que nunca recuperará. Y eso le duele.

—Oye, Eiji. —Eiji le duele y lo lógico sería alejarse puesto que lo sigue arrastrando a lugares que no pueden volver, ¿pedirle ayuda? Debió estar demente.

—¿Sí? —Pero sus ojos, Dios, tiene los ojos más brillantes que ha visto, no es que sean brillantes como dos estrellas surreales colisionando en Nunca Jamás y sin embargo, lo que transmiten...

—¿Por qué tú nunca me has dibujado?

—¿Eh? —Eiji suelta las brochas y los pinceles a causa de la sorpresa, sus mejillas se encienden de un relumbrante escarlata mientras su cabello cae en racimos sobre sus pestañas, la imagen le recuerda a un conejo salvaje. Adorable y terco—. ¿A qué viene la pregunta?

—Porque tú también eres pintor. —Ash tararea con falsa inocencia—. Y nunca te he visto pintar.

—No soy pintor. —Es testarudo, cabeza dura, orgulloso, ¿será cosa de japoneses?—. Soy solo el asistente de un pintor, yo no hago nada en realidad.

—El abuelo dijo que pintabas.

—Ibe-san es validante por naturaleza.

—Pues no me pareció validar a mí. —Refunfuña—. Fue muy pesado de hecho.

—Eso es porque te portas mal.

—No me porto mal. —Gimotea amurrado—. Es solo que las miradas de los adultos me ponen...

Clic. Clic. Clic.

—¿Nunca te preguntaste por qué no quise hacer la secuencia con fotografías? Es porque todas las cosas que tengan que ver con cámaras me enferman, las luces, el sonido del disparador, el flash en la cara, la voz, los apodos que usan y sobre todo odio el tipo de expresiones que ellos... detesto que me miren, por eso no permito que me tomen fotografías.

—Pero un pintor te debe mirar mucho más.

—Es diferente. —Traga duro—. Si me pintan siento que yo tengo el control y puedo elegir lo que quiera hacer con mis pinturas, las fotografías son desagradables, pueden terminar cayendo en las manos equivocadas. —Ash bien lo sabe desde niño ¿verdad?

—Ah. —Eiji se sienta en el piso—. Ya veo.

—Es por eso. —Su falta de respuesta lo pone sumamente ansioso—. Por eso odio la fotografía.

Pero Eiji no dice más y Ash teme haberla jodido, era lo esperable ¿no? Gracias a las inexistentes decisiones responsables que tomó su papá le fue imposible relacionarse con niños de su edad en Cape Cod y aunque Dino intentó rellenar su carencia de habilidades sociales contratándole tutores, poniéndole clases, moldeándolo a su imagen y semejanza con tal de convertirlo en su "hijo" para las miradas externas, aún le cuesta y más que nunca cuando se cae la fachada que con tanto cuidado armó, quedando expuesto y desnudo, debería ser un alivio que Eiji lo deteste para su bienestar, es decir, el chico no se puede cuidar a sí mismo, será una carga si realmente anhela alcanzar su libertad, Blanca tiene razón, lo está usando.

No lo necesita.

Eiji es prescindible y sin embargo, el pensamiento lo hace querer llorar.

Porque Eiji fue la primera persona que lo llamó bueno cuando hubo un tiempo en donde intentó genuinamente serlo, ya que Eiji para bien o para mal sigue siendo el puente entre las cosas que anhela puesto que le faltan y resiente por su falta, porque Eiji tocó su alma y no lo juzgó aunque sabe la clase de persona que es y por eso es más doloroso arruinarlo, ¿a qué está jugando? No tiene tiempo para andar tonteando y permitiéndose esta clase de sentimientos, ¿qué intentaba al compartirle algo personal?, ¿qué lo compadeciera?, ¿qué lo consolara? En serio es patético.

—Solía ser saltador de pértiga en Japón. —Pero Eiji no estaba rechazándolo, sino que buscaba una manera de corresponder al gesto. Vulnerabilidad con vulnerabilidad. Alma con alma. Dolor con sanación—. Amaba serlo, me hacía muy feliz.

—¿Por qué lo dices como si fuera pasado?

—Porque me lesioné y tuve que dejarlo. —El pecho se le aprieta al vislumbrar la clase de mueca que esboza al tocarse el tobillo—. Fue todo, no hubo nada qué hacer.

—Oh. —Frunce el ceño y se tumba a su lado—. Lo lamento.

—Está bien. —Miente y es evidente—. Ya lo superé. —Claro que no lo ha hecho—. Pero fue duro en mi casa, más cómo no tengo alma gemela, mis padres decían que solo les daba problemas.

—Alto. —Ash lo frena—. ¿No tienes alma gemela? —¿Eiji Okumura?, ¿la persona más decente que ha pisado la mansión de Dino? No tiene sentido.

—No, no tengo. —Musita con timidez—. Es obvio.

—¿Por qué? No fue "obvio" para mí.

—No tengo impresión.

—¿No tienes marca? —Eiji niega—. Pero aún se puede manifestar de otra manera. —Shorter es el ejemplo más claro que tiene—. Tal vez te estás apresurando demasiado, sé que aparecen en edades tempranas, pero siempre pueden aparecer así que no saques conclusiones tan rápidas o te terminarás haciendo daño. —Y odiaría ver eso—. Ten paciencia, ya llegará.

—Sí. —El nipón ríe—. Tienes razón. —Y Ash tiene la sensación de que le miente—. Lo que estoy tratando de contarte con eso es que el arte apareció de la nada, a diferencia de Ibe-san no nací sabiendo que tenía un talento especial o una vocación inquebrantable para la pintura, no tengo ninguna de esas cosas, pero sé que soy afortunado por estar acá, Ibe-san se compadeció dado que estaba deprimido y me trajo con él a América, por eso no pinto, tal vez con el tiempo le cogí el gusto a la pintura, más, ¿cómo podría atribuirme una importancia tan grande? No soy digno.

—¿No eres digno para qué?, ¿para pintarme?

—Para pintar cualquier cosa, debo ser de utilidad, la creatividad es un lujo que no he ganado.

—No creo que se trate de ser digno o no. —Intenta procesar la información y hacerle saber que fue acogida—. Ni tampoco creo que seas afortunado por estar aquí, es una desgracia.

—¿Si? Pues no me arrepiento.

—¿Por el renombre que da trabajar con Dino? —Ríe, decepcionado.

—No. —Pero Eiji lo sorprende una y otra vez—. Por eso no.

—¿Entonces por qué?, ¿qué puede ser tan valioso que haga que este infierno valga la pena? En serio necesito que me ilumines.

—Simple, pude conocerte. —Oh—. Y eso realmente me alegra aunque suene extraño.

—¡Claro que lo hace! ¿Acaso estás desquiciado? —De repente, Ash tiene la cara roja, muy roja.

—Tal vez. —No obstante, el nipón se limita a golpearlo en el hombro y recostarse—. Tal vez todo esto que estoy diciendo no tiene sentido, pero venir acá me dio un propósito o mejor dicho, me diste un propósito al confiar en mí, gracias. —No. No puede aceptarlo.

—No puedes salvarme.

—Mi propósito tampoco es salvarte, ¿quién soy yo para hacer eso? —Si ni siquiera es capaz de salvarse a sí mismo—. Pero sí quiero ayudarte y eso es diferente.

—¿Cómo puede ser diferente?

—Si te ayudo te doy una mano extra. —Le explica—. Pero si te llegas a salvar, es porque pudiste salvarte tú mismo.

—Eres raro. —Se queja—. No sé porqué me molesto en hablar contigo.

—Y aun así. —El descarado sonríe—. Además de hablar conmigo quieres que te dibuje, Ash-u.

Vaya hijo de puta infame, vaya hijo de puta.

(Tiene razón).

•✦•┈┈┈┈┈┈•✦•

Ash alza su mano hacia la puerta, frenando antes de siquiera rozarla, si bien, Dios sabe que no es la primera vez que se encuentra a punto de entrar a la oficina de Dino, nunca es fácil hacerlo.

La mera idea de tener que "pedirle permiso" para tener una pizca más de libertad le retuerce el estómago, sabe que puede persuadirlo así como sabe que no será gratis el afloje de su correa por la naturaleza recelosa de su padre, sin embargo, necesita ser capaz de andar ante la ciudad sin darle explicaciones de su ausencia ni ser vigilado, si lo ve otra vez con Shorter peligrará y ya fue suficiente el trauma de verlo siendo usado como ratón de laboratorio, el mecanismo en que opera Dino es ese: lo aísla amenazándolo con dañar a quién quiera que tenga cerca porque así puede controlar cada aspecto de su vida. Un titiritero. Un director de orquesta. Un proxeneta.

—Mierda. —Masculla para sí mismo—. Acá vamos.

Ash golpea la puerta.

Tap. Tap. Tap.

—Adelante. —La gélida voz de Dino le pone los pelos de punta, no demuestra lo mucho que le afecta todavía su presencia puesto que eso sería indicio de debilidad y bien aprecia lo que pasa si sangra en una jaula llena de carroñeros—. Ash, ¿qué te trae por acá?

—¿Necesito una excusa para venirte a ver? —Usa el tono que le fascina que use, aterciopelado, resbaladizo y tan falso que le dan ganas de vomitar, pero Dino tiene una idea concreta de quién quiere que sea en la recámara. Vaya pervertido—. Te has puesto frío.

—Usualmente te tengo que amenazar para que vengas. —Golzine se encuentra reclinado en la inmensa silla frente al escritorio, hay rosas entre sus papeles puesto que tiene una fascinación casi macabra por las flores, no por su belleza, sino por su valor cuando están muertas—. Y hoy estás acá por voluntad propia, debería considerarlo un honor si casi no te veo.

—Ambos hemos estado ocupados. —Tararea entrando a la oficina con falsa ligereza—. Todavía tienes que hacer mucho para concretizar la adopción y la herencia ¿no?

—De eso se trata. —Dino brama arrancándole la cabeza a una rosa—. Si vienes con la intención de suplicarme otra vez que no te pase mis responsabilidades has venido en vano, heredarás mi negocio, gobernarás a mis hombres y te harás cargo de seguir con mis planes, no te desgastes en convencerme de lo contrario.

—No vine a eso. —Baja la mirada—. Ya me resigné.

—¿A ser un Golzine o a guiar mis negocios?

—Ambos. —Escupe con amargura—. No estoy aquí por eso.

—¿Eh? —Eso capta levemente su interés, lo aprecia en la chispa que se enciende en esos ojos repletos de oscuridad—. ¿Entonces qué te trae por aquí?

—Los retratos. —Es arriesgado—. Al pintor le está costando encontrar inspiración porque toda la casa es... ya sabes, tiene una atmósfera avejentada.

—Si el pintor no se puede inspirar con una belleza como tú es un fracasado.

No es su culpa. —Se mantiene firme—. Le estoy pidiendo que capte una visión específica sin darle las herramientas para hacerlo.

—Específica. —Dino le hace un gesto para que tome asiento mientras le extiende media copa de vino, luce tibia y todavía tiene marcas ajenas en los bordes, Ash se la traga por cortesía pese al asco visceral, debe ser astuto—. ¿Qué clase de visión?

—Más urbana.

—Quieres salir a la ciudad. —Joder—. Eres tan sentimental cuando se trata de Nueva York, creí que habías superado ese tipo de cosas cuando te encerré dentro de estas cuatro paredes pero parece que aún buscas desafiarme.

—Extraño salir, llevo años en esta jaula.

—Jaula. —Bufa indignado—. Las rosas pertenecen a los invernaderos, no a la naturaleza, llevas toda tu vida viéndolo acá.

—Las rosas se mueren dentro de los invernaderos.

—Sí, pero porque yo las corto de raíz, mueren en mi mano.

—Eso te hace sonar como un Dios.

—Y por lo mismo yo tendría cuidado de cómo me hablo. —Ash suspira intentando mantener la cabeza fría.

—Por favor. —Suplica y Dino adora ese acto de inferioridad—. Blanca tenía razón, no lo veía así en ese momento pero esta es mi última pizca de libertad como yo y siento que me volveré loco, me has mantenido encerrado por años, no he hablado con nadie que no sean tus clientes o los desquiciados que contratas, he hecho absolutamente todo lo que has querido, merezco esto.

—Mhm. —Dino medita—. Es cierto que últimamente has sido un buen chico, todo ha mejorado desde que dejaste esas malas influencias. —Shorter y los chicos—. Pero este otro niño parece estarte alterando.

—¿Eiji? —Ríe—. Me sorprende que me creas tan tonto, solo estoy engatusándolo por diversión.

—Bien. —Dino deja la rosa en el escritorio—. Puedo cederte un poco de libertad controlada, lo que pides es razonable. —Qué chiste como la hace sonar.

—Gracias.

—Deberíamos discutirlo más en privado. —Golzine cierra la puerta de la oficina—. Ya sabes lo mucho que te amo, sweetheart. Pero nada es gratis en esta vida y mucho menos con tu talento.

Mientras Golzine se acomoda encima, Ash se pregunta: ¿esto es un alma gemela?

¿Dino tiene repercusiones en esto? Definitivamente, pero primero vamos metiendonos en la relación de Ash y Eiji porque hay mucha tela que cortar entre ellos todavía. Espero que les haya gustado y si todo va bien nos vemos mañana~

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