17 de abril

Narra Paul

Jugaba con mis princesas y Martha mientras mi mujer hacía la cena. Me sentía feliz, liberado, al saber que mi primer álbum como solista ya estaba a la venta. No me había sentido así de eufórico desde el día en que Pauline nació; por fin veía mi sueño realizado, a pesar de los múltiples obstáculos que habían intentado poner en mi camino.

—Un poco de té para lady Martha también—dijo Mary, colocando la taza de juguete frente a la canina.

—A mi té le faltó un terrón de azúcar—dije, haciendo que mi pequeña acercara una cuchara para fingir que ponía más azúcar en mi té.

Acerqué la taza de juguete a mi rostro e hice ademán de tomar el inexistente líquido.

—Mucho mejor, princesa.

— ¡Té!—gritó Pauline.

— ¡Ya te serví, Pauline!

—No.

— ¡Sí!

— ¡No!

—No peleen, princesas—intervine, tomando la jarra de juguete para servirle el té imaginario a mi hija menor—. Hay suficiente té para todos.

—La cena está lista—anunció mi esposa.

—Pero todavía no terminamos la hora de té—repliqué, haciendo un puchero. Giré la vista hacia mis hijas—. Princesa Mary, princesa Pauline, me parece que tendremos que dejar el té para después. De lo contrario, la reina (TN) se molestará con el rey Paul.

Tomé de la mano a mis hijas y fuimos al comedor, seguidos por la canina. (TN) me dio un abrazo muy afectuoso, yo sonreí picaronamente, pensando en las cosas que le haría en la noche como celebración de la publicación de McCartney.

Nos sentamos a cenar, lo que mi esposa había cocinado, como la típica familia que éramos. Todo me parecía muy bello en ese preciso momento: tenía amor, una familia. No necesitaba más que eso.

Hacía una semana que la gran noticia se había dado al mundo: "PAUL RENUNCIA A THE BEATLES" se leía en los encabezados del Daily Mirror y varios diarios más en todo el mundo.

Hacía una semana que admití que Lennon y McCartney no volverían a componer canciones juntos, sino que tomarían caminos separados. John se enojó mucho porque yo di la noticia, argumentando que fue él quien inició la banda y él quien la terminaría. Había venido a mi casa a romper el vidrio de la puerta. No importaba. Ya había puesto otro en su lugar.

Así sería de ahora en adelante, remplazaría todo lo que estuviera roto por algo más resistente. A The Beatles, por mi hermosa familia; a John, por (TN). Mi mujer era quien me había animado a tener el coraje necesario para superar todo y cumplir mis sueños.

— ¿Qué tanto pasa por esa cabecita?—me preguntó mi esposa, luego de encargarse de llevar a las niñas a dormir—. No has terminado tu cena, Paulie, ¿no te gustó? ¿O es que tomar el té con las niñas te dejó lleno?

—La cena estuvo deliciosa, mi amor—admití sonriendo—. Estaba pensando en ti, y en lo mucho que significas para mí. Te debo muchísimo.

—No me debes nada, cariño.

—Claro que sí—contesté—. Mi éxito, mi familia. Tú fuiste mi musa en la mayoría de las canciones más exitosas que he escrito, me convertiste en padre de dos princesas hermosas y me das todo el amor posible, día tras día. ¿Podrías acompañarme a la sala? Tengo un regalo para ti.

Al llegar a la sala, tomó la bolsa de regalo y me dio un beso rápido. Sacó el LP y una sonrisa se dibujó en su rostro. También sonreí, había esperado demasiado para que ese momento llegara y estaba ansioso por ver la reacción de mi mujer al escuchar las canciones.

— ¿Por fin me dejarás escuchar la versión final? Debería demandarte, te ayude con los coros y creo que soy la última persona en escuchar el material completo—, sonreí y negué con la cabeza. Ella abrió el LP y su sorpresa se hizo todavía más grande—. Paul...aquí estamos nosotros, Mary, Pauline, Martha...

—Quería mostrarle al mundo qué es lo más importante para mí en este mundo—le confesé—. Espero que te gusten las canciones.

Ella corrió al tocadiscos y colocó el LP bajo la aguja. Mi voz inundó la habitación, repitiendo una y otra vez: "The Lovely (TN)". Era una hermosa manera para empezar mi primer trabajo en solitario.

Las canciones pasaban, y me sentía cada vez más orgulloso del trabajo que realicé. Mi esposa movía su cabeza al ritmo de la música y su sonrisa no desapareció en ningún momento. La primera cara terminó y mi esposa me dio un beso en la mejilla.

— ¡Me encantó, Paul!

—Hay otra sorpresa para ti en la otra cara, preciosa.

Con cuidado retiré la aguja y le di la vuelta al LP para volver a colocar la aguja. Al comenzar la quinta canción de la cara B, tomé a mi esposa en mis brazos y la besé con pasión. Tomé su mano derecha y coloqué mi mano izquierda en su cintura para comenzar a bailar.

—Quizá estoy sorprendido de la manera en que me amas todo el tiempo—canté dulcemente en su oído—. Quizá tengo miedo de la forma en que te amo, quizá estoy sorprendido de la forma en que de verdad te necesito.

A mitad de la canción, mi mujer estaba llorando de felicidad. Susurró un apenas audible "gracias", besé sus labios y la atraje hacia mí. Nada apartaría la armonía de nuestro hogar ni nos separaría a uno del otro nunca. Mi esposa volvió a besarme al final de la canción.

Quizá ambos estábamos sorprendidos de lo bien que salió todo al final.

FIN