70. Mendips / Amistad.
*Publicado originalmente el 7 de julio de 2016*
Octubre 28
Narra (TN)
Toqué varias veces la puerta del número 251 de Menlove Avenue. Había evitado ver a Mimi por más de un mes, pero sentí que debía verla. Después de las sesiones de terapia a las que he ido, me he dado cuenta que necesito de mi familia para afrontar esto que estoy pasando. Ella había sido como una madre para mí, y sería muy desconsiderado de mi parte no ir a verla, en especial después de todas las veces que ha ido al Cavern a buscarme.
— ¡(TN)!—exclamó al verme y me dio un cálido abrazo—. John y Paul me contaron un poco, sé que debe ser una etapa muy difícil para ti, y te aseguro que no voy a juzgarte por nada.
Me hizo sentir querida y quise llorar. Necesitaba esa cercanía, que alguien me dijera justamente esas palabras: "no voy a juzgarte por nada". Y, viniendo de Mimi, esa frase tenía un valor mayor todavía. Me separé de su abrazo y ella me dirigió una sonrisa agradable.
— ¿Quieres tomar un té conmigo?—preguntó—. Puse la tetera en la estufa hace unos minutos, estará lista muy pronto.
—Nada me haría más feliz, Mimi—acepté.
Fuimos a sentarnos en torno a la pequeña mesa de la cocina. Tal y como había dicho, el té estuvo listo casi inmediatamente. Ella los sirvió y yo tomé dos terrones de azúcar para el mío. Le di un sorbo, estaba delicioso.
— ¿Hablaste con John?—pregunté, esperando que mi hermano no le hubiera contado demasiado.
—Sí, me ha llamado varias veces para contarme cómo le ha ido en Almería y qué tal está yendo la filmación de la película. Me preguntó por ti en todas las llamadas, pero le dije que no me habías visitado ni llamado.
—Debe estar divirtiéndose mucho en España—musité sonriendo—. Digo, por los temas de la película.
Mimi asintió y la dio un sorbo a su té.
—Dice que es un poco agotador, especialmente por el guion que tiene que seguir, pero le gusta. Cynthia y Julian también lo están pasando bien. Hace mucho que no los veo, me prometió que iban a venir muy pronto para que viera lo grande que está Julian.
— ¿Qué te contó John de mí?
—No mucho, que te habías ido de casa hacia un lugar desconocido, que no querías que te encontraran, pero que estabas bien. Él me dijo que sospechaba que estarías aquí, y veo que no se equivocó.
—John siempre me ha conocido muy bien—admití—, y es muy listo. Espero que siga siendo siempre como es, que nunca cambie su manera de verme.
—Tu hermano se preocupa mucho por ti, eso nunca cambiará—dijo Mimi—. Paul también me llamó una vez, poco después de que te fuiste de su casa, me pidió que te dijera que Mary y él te extrañan mucho, que quieren que vuelvas.
Narra Paul
Senté a Mary en mi regazo y tomé el vaso de refresco que había pedido para darle un sorbo. George y Ringo me veían divertidos, casi burlándose de mí. Rodé los ojos y les pregunté qué pasaba.
—Es gracioso verte tomando refresco en lugar de una deliciosa cerveza—dijo George—. Sabes que siempre puedes pedir un taxi a casa, amigo.
—George...—lo reprendió Pattie—. Deja al pobre de Paul.
—Ustedes saben que lo hago por Mary—confesé—. No puedo dejar de estar en mis cinco sentidos, porque no habría nadie para cuidarla. Soy el adulto responsable y su ejemplo a seguir.
—Una no hace daño—me incitó Ringo.
Miré las cervezas de mis compañeros de banda y se me antojó pedir una, pero no me sentiría a gusto estando a cargo de Mary. Si tan sólo (TN) estuviera aquí...ella podría ayudarme un poco.
—Me gustaría, pero... ¿y mi hija?
—La cuidamos entre todos, Paul—se ofreció Pattie, antes de acercarse para tomar a mi princesa—. Los amigos se ayudan, ¿verdad que sí, preciosa?
—Ño—musitó mi nena y todos se echaron a reír.
Le pedí a la mesera que me trajera una cerveza Guinness, los chicos tenían razón, una no me haría daño. Pattie dijo que iría a cambiar el pañal de Mary y Maureen se ofreció a ayudarle. De modo que quedamos sólo los chicos y yo en la mesa.
—Vuelves a las mujeres locas con Mary—musitó George—. Estoy pensando en robarla para regalársela a Pattie, sé que le encantaría criar a una nena tan tierna como tu princesa.
—No te atrevas a hacerlo, mejor hazle su propia princesa a Pattie. —Hice una pausa—. Quizá no sea el mejor padre, pero mi hija es lo único que me motiva a levantarme día con día; al mirar su carita, recuerdo a su madre, y así las esperanzas de que algún día vuelva no se apagan. Ella volverá, lo sé. Nos necesita tanto como nosotros a ella.
—Volverá, ya verás que sí—dijo Harrison—. No puede estar lejos de ti, ya lo intentó una vez y no funcionó. Además, ella no quería perderse la oportunidad de ver a Mary crecer, como te he dicho antes, es una niña increíble y muy linda.
Agradecía que los chicos me animaran, no podía esperar menos de mis mejores amigos. Siendo famoso, no sabes en quién puedes confiar; pero siendo un Beatle, puedes confiar en otro Beatle.
—George tiene razón—intervino Ringo—. Mary es una niña tan linda que anoche Mo me pidió que tuviéramos otro bebé, diciendo que quiere una niña para no envidiarte.
— ¿Y qué hiciste?—preguntamos George y yo con una sonrisa al mismo tiempo que nos inclinábamos hacia nuestro amigo.
—Quiero complacerla—contestó el baterista con un tono alegre—. Así que desde anoche, dejamos a un lado la protección. Espero que no me tome muchos intentos. Siendo honesto, también me entusiasma la idea de tener otro bebé propio en mis brazos.
—Haces que me sienta mal—dijo George, tomando un gran trago de cerveza—. Tú intentando ir por el segundo bebé, y yo no he podido lograr ni el primero. Es deprimente, chicos.
—Al menos tú le puedes hacer el amor a Pattie y llamarla esposa—le dije—, yo no tengo esos privilegios con (TN).
—Touché.
—Ya verás que muy pronto Pattie estará esperando al primero de muchos, George—le dijo Ringo—, es cuestión de no desanimarse y seguir intentando.
—Será divertido seguir intentando—George puso una expresión pervertida—. Aunque siempre puedo conformarme con disfrutar de mis sobrinos, porque más que amigos, somos como hermanos, ¿no?
El baterista y yo asentimos. La mesera, de cabellera pelirroja y ojos grisáceos, trajo mi cerveza y la puso en la mesa, para después mirarme de arriba abajo y directo a los ojos de una forma coqueta. Tomé mi cerveza y musité un "gracias", esperando que se fuera enseguida.
— ¿Se le ofrece algo más, señor?—preguntó ella de forma seductora, poniendo los brazos en jarra—. Sus deseos son órdenes para mí.
—Con la cerveza está bien, gracias—le di un gran trago a la cerveza y luego miré a Ringo—. ¿Compraste las escobillas que dijiste? Porque vi unas a buen precio en una tienda cerca de Covent Garden. Fui el otro día, después de conocer a mis ahijados. Deberían verlos: ¡son muy lindos! No tanto como mi hija, claro.
La mesera se alejó, después de darse cuenta que la falda corta que traía y esa manera extraña de mirarme y mover las pestañas no iba a funcionar conmigo. George y Ringo se dirigieron miradas de confusión.
— ¿Qué ocurre, McCa?—preguntó el baterista—. Esa chica te estaba coqueteando, intentando llamar tu atención de alguna manera porque le parecías atractivo... ¡y te pusiste a hablar de mis escobillas!
— ¿Dónde quedó ese macho alfa?—me cuestionó George—. Si no te conociera, diría que tenías miedo de que te coqueteara.
—No quiero a otra mujer que no sea (TN), y ella no lo es—contesté firmemente, antes de darle otro trago a mi cerveza—. Sé que tenía otras intensiones conmigo, pero sólo la haría perder su tiempo; para ella sólo tengo las puertas abiertas para una amistad, no quiero romances ni aventuras.
Ringo estaba a punto de hacer un comentario cuando las chicas regresaron con Mary, y Pattie me entregó la mochila con las cosas de mi hija.
— ¿Le pusieron la pomada?—pregunté—. El pediatra dijo que era necesaria para que no le diera comezón ni le ardiera.
—Por supuesto, aunque es algo leve—contestó Mo—. A Zak también le ha pasado un par de veces, la mayoría de las veces es por el pañal. Mary se pondrá bien, es una rozadura muy leve lo que tiene.
—Deberían haberlo visto ayer, no era para nada leve—les conté—, corrí al pediatra del susto. Él me dijo que era algo fácil de tratar y muy común, que no me preocupara. Pero... ¿cómo no me iba a preocupar si era mi bebé de quien hablamos?
Las chicas hicieron una exclamación de ternura, mientras que los chicos me vieron de forma extraña, pero se abstuvieron de hacer comentarios porque nunca habían estado en mi lugar. Después de la gira que hicimos, cada uno había tomado un camino separado: John se fue a filmar una película a España, George a tomar clases de sitar en India, Ringo había estado en casa y también visitó a John en España; por mi parte, me había dedicado a mi hija al cien por ciento.
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