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63. Pequeñas palabras.

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Must we wait another year

For the celebration, dear?

If we do, we'll hold it here,

Same time next year.

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*Publicado originalmente el 18 de junio de 2016*


Agosto 18

Narra (TN)

Apenas había pasado una semana sin Paul y, aun y cuando llamaba diario para saber cómo estábamos Mary y yo, lo extrañaba muchísimo. Las noches eran lo peor de todo, teniendo su lado de la cama vacío. Los extraños síntomas seguían y yo continuaba deseando que no se tratara de un bebé. No porque no quisiera tener más hijos con Paul sino porque sentía que todavía no era el momento adecuado para volver a ser padres.

—Falta cada vez menos, mi amor—me recordó—. Verás que en menos de lo que te imaginas estaré a tu lado para abrazarte, besarte, decirte cuánto te quiero y muchas cosas más. —Suspiró—. Al menos tú tienes a Mary a tu lado, me encantaría tener ese privilegio.

— ¿Qué tal la gira?—pregunté para evitar que siguiera hablando de lo mal que era estar lejos de nosotras—. Supe que hubo una quema de sus discos por el comentario de mi hermano.

—Sí—contestó con un tono extraño, una mezcla entre molestia y tristeza—. John no debió decir eso, todos estamos pagando las consecuencias de sus actos. A mí me pareció algo terrible que quemaran nuestro trabajo aunque, bueno...al día siguiente un rayo cayó sobre la estación de radio que la organizó. Yo lo llamaría "Justicia". —Se escucharon las voces de los chicos diciéndole algo a Paul—. Tengo que irme, mi amor. Los chicos quieren que hagamos algo antes del concierto. Te hablo mañana, no olvides que te amo.

—Está bien, cariño—contesté—. Saluda a los chicos de mi parte. Yo también te amo.

Colgué y escuché que alguien abría la puerta. Bajé para ver de quién se trataba: era sólo Maggie, que acababa de terminar su trabajo. Me despedí de ella y dijo que volvería al día siguiente. Suspiré y subí nuevamente, esta vez para ver a Mary. Ya era hora de cenar, así que la tomé y bajamos a la cocina. La puse en su silla y me señaló su biberón.

—Agua, mamá—dijo pidió Mary.

— ¿Quieres agua?—le pregunté con una sonrisa—. Está bien, te daré un poco de agua y luego cenaremos.

Tomé el biberón y lo llené hasta la mitad con agua. Me parecía increíble que mi nena ya tuviera ocho meses y esté hablando cada vez más. Ya dice "mamá", "papá", "agua", "comida", y algunas palabras más. Es asombrosa.

Cuando terminamos de cenar, llevé a Mary a tomar un baño con avena coloidal. La mayoría de las ampollas se habían secado y comenzaban a cicatrizar; según el pediatra, mi hija estaría bien muy pronto. Puse a Mary en la cuna mientras preparaba su ropa. Escuché que mi nena se movía y observé cómo se ponía de pie, apoyándose de los barrotes de la cuna.

—Papá—dijo, señalando una fotografía de Paul.

—Sí, mi amor—dije, señalando la misma fotografía—. Es papá, tuvo que hacer un viaje, pero pronto regresará y te dará muchos besitos.

Ella volvió a sentarse y tomó uno de los muchos juguetes con sonido que Paul le había comprado para que jugara. El bajista no se había equivocado al decir que iban a encantarle a su pequeña princesa.

Después del baño, nos fuimos a dormir.

Agosto 19

Narra Paul

Desperté muy temprano. El reloj marcaba las cinco en punto de la mañana. Brian había dicho que nuestro avión saldría a las once y treinta con destino a Memphis, Tennessee; en Inglaterra debían ser las diez de la mañana, por lo tanto era el momento idóneo para hablar con (TN). Tomé el teléfono de la habitación y llamé a la recepción para pedir que me comunicaran. Ella no tardó en contestar.

—Buenos días, mi reina—saludé—. Anoche soñé contigo y con mi princesa.

— ¿Ah, sí? ¿Qué soñaste?

­—Que estábamos juntos y les daba muchos besos, a ti en esos labios dulces que tanto me encantan y a mi princesita en la mejilla.

—Alguien quiere hablar contigo, mi amor.

— ¿Sí? ¿Quién?—pregunté, pero nadie contestó—. ¿Hola? ¿Quién habla?

— ¡Papá!

Me dio un vuelco el corazón al escuchar esa dulce vocecita. No había hablado con mi pequeña en todo el tiempo que he estado lejos, me parece que ya está mejor, suena más animada.

— ¡Princesita!

— ¡Papá!

—Te quiero mucho, princesa. Te prometo que pronto regresaré a casa contigo y con mamá—escuché que (TN) volvía al teléfono—. Es adorable, mi amor; lo mejor que pudo pasarle a nuestras vidas.

—Sí, también se ha vuelto muy traviesa—me contó, me reí un poco—, últimamente ha adquirido la costumbre de lanzar todo al suelo para que yo lo levante. Y...ya se pone de pie.

— ¡¿Ya!? Pero...es muy pequeña para eso. ¿No crees que pueda lastimarse? Sus piernitas todavía no son muy fuertes, preciosa.

—Bueno, le gusta pararse sobre mis piernas y apoyándose de mis manos, pero ya dura algunos segundos así. No creo que se lastime, Paul. Lo está haciendo ella, nadie la está forzando. Ya verás que se ve muy linda de pie.

—Desearía verla justo ahora.

Evidentemente imaginaba cómo se veía mi pequeña, quien no paraba de crecer y crecer. Puede que no la haya visto cuando recién había nacido, pero he sido testigo de la mayor parte de su crecimiento. Perderme un solo día de su vida es algo que me entristece mucho porque implica perderme nuevas cosas. (TN) es la afortunada que no se ha perdido ni un sólo momento valioso.

Narra (TN)

Escuchar la voz de Paul me hacía querer que estuviera aquí. Me siento sola sin él, aunque sé que tengo a Mary y a Maggie. Mi hija estaba prestando atención a un comercial de televisión sobre los animales.

— ¡Guau! ¡Guau!—exclamó.

— ¿Qué fue eso?—preguntó Paul, conociéndolo, sabía que estaba sonriendo.

—Fue Mary, es que salió un cachorro en la televisión—le conté.

—Quizá sea hora de comprarle un cachorro—dijo Paul—. Siempre me ha agradado la idea de tener una bola de pelos corriendo en cuatro patas por toda la casa, ¿a ti no, preciosa?

—No lo sé, Paul—contesté—. Un perro implica muchos cuidados, hay que sacarlo a pasear, llevarlo al veterinario, darle de comer y bañarlo. Sería como tener otro bebé.

—Bueno, platicaremos al respecto cuando llegue a casa—sentenció.

"Una bola de pelos corriendo en cuatro patas por toda la casa". Sonreí. Jamás había tenido un perro en casa, únicamente gatos porque a Mimi le gustan. Pero he escuchado que es mucho más sencillo cuidar de un gato que de un perro porque los felinos son más independientes, mientras los caninos son predominantemente dependientes. A Paul le entusiasma la idea, y sé que Mary también estaría maravillada con una mascota. No sonaba tan mal la idea. Además, Paul puede, y sé que me ayudará, con todos los cuidados que necesitará. Después de todo, será como un bebé más en la familia.

—Sería lindo tener una mascota así, siempre y cuando me ayudes con todos los cuidados; será un miembro más de la familia, no un juguete.

—Entonces está decidido, mi amor—dijo Paul con alegría—. Yo estoy dispuesto a ayudarte en todo lo que necesites. Buscaremos a la mascota perfecta cuando regrese a Londres.



Aquí termina esta serie de capítulos, que espero hayan disfrutado, para celebrar el cumpleaños de Sir Paul McCartney, quien -en lo personal- ha cambiado mi vida de una manera increíble. Sé que no me conoce y estoy casi segura de que nunca va a leer estas líneas, pero para mí él es un ejemplo a seguir y lo quiero como si fuera un mejor amigo, alguien que siempre estará ahí para darme un consejo mediante sus canciones, alguien con quien me identifico en muchos aspectos, en fin, Paul es demasiadas cosas para mí. Y hoy, sólo quiero desearle:

¡Feliz cumpleaños, Paul!

A. McCartney

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