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5. Síntomas.

21 de abril

Narra (TN)

Salí del curso de fotografía y me dirigí a Central Park para tomar un poco de aire fresco. Nueva York era una ciudad muy diferente a Londres o Liverpool, pero igual me gustaba. Antes de llegar al parque, decidí hacerle una llamada a mi hermano desde un teléfono público. En Inglaterra iban a ser apenas las diez de la noche.

— ¿Diga?

Cerré los ojos y maldije en mi mente. Era justamente la voz que no quería escuchar. Me quedé muda, sin sabía qué debía hacer. Quería hablar con John, no con él.

— ¿Hay alguien ahí?

—Quiero hablar con John —dije.

— ¡(TN)! —exclamó con tanta felicidad en su voz que mi corazón comenzó a latir deprisa.

—Necesito hablar con mi hermano —murmuré.

No quería caer de nuevo en sus redes, necesitaba evitarlo a toda costa, y eso incluía no hablarle.

—Yo necesito hablar contigo, te necesito.

— ¡Por favor, McCartney! —rodé los ojos, sabiendo que él no podía verme—. Ni siquiera tú te crees eso. Pon a John al teléfono y lárgate a pasar la noche con tu zanahoria amada.

Silencio. Eso era todo lo que escuché por unos segundos, creí que McCartney había colgado, pero no había sido así. Una voz demasiado familiar me saludó al otro lado de la línea, justo la voz que ansiaba escuchar.

— ¡Hermanita! —exclamó.

—Hola, Johnny.

— ¿Él te estaba molestando? —me preguntó con molestia.

—No, John —suspiré—. Sólo... hablaba para decirte que estoy bien.

— ¡Ya era hora! —exclamó John—. Te fuiste hace casi una semana, me tenías preocupado.

— ¿Tienes en dónde anotar? —pregunté, ignorando su molestia porque le acaba de avisar—. Quiero darte mi nueva dirección y también mi teléfono.

Cuando John terminó de anotar los datos, hablamos sobre cómo nos había ido últimamente. Moría de ganas por preguntarle acerca del estado emocional de Paul, pero me contuve: estaba casi segura de que McCartney era muy feliz junto a su zanahoria querida.

—Todos te extrañamos, hermanita —me confesó John—. Las cosas no son lo mismo sin ti. George ha comido medio sándwich menos de lo normal; Ringo está más serio; McCartney no sonríe y yo... yo estoy bastante aburrido de todo.

Sentí algo extraño en el estómago cuando mencionó a Paul, pero no quise darle mucha importancia al asunto. Él ya no era nadie especial en mi presente, se había quedado en mi pasado.

— ¿Todo eso ha pasado porque me fui?

—Algo así —me dijo—. Nos haces falta. Pero... aún no lo comprendo del todo, ¿por qué te fuiste?

Era increíble que John me estuviera preguntando eso. ¿Acaso los mejores amigos no se contaban de todo? ¿Y Paul no era el mejor amigo de mi hermano? Era un asco cuando personas cercanas comenzaban a preguntar por cosas de las que prefería no hablar.

— ¿Ya le preguntaste a McCartney?

—Sí, pero quiero saber la otra versión de los hechos —contestó.

No quería seguir con esto.

—John, debo irme.

—De acuerdo, hermanita —respondió antes de bostezar—. Me alegra mucho que estés bien. Por favor, salúdame a April.

—Y tú salúdame a Julian, Cynthia, George y Ringo.

Enfaticé mucho en los nombres para que se diera cuenta de que Paul no estaba entre ellos. Estaba demasiado extraña últimamente: un segundo amaba a las personas y al siguiente las odiaba. Atribuía mi bipolaridad a todo lo que había pasado.

Colgué el teléfono y sentí una mano en mi hombro. Volteé para averiguar quién era y me encontré con nada más y nada menos que a Aaron. Llevaba puesta su bata de médico, así que intuí que acababa de salir del trabajo.

— ¿Cómo estás, pequeña?

—Muy bien —respondí—. ¿Por qué "pequeña"? ¿Aún no superas que te haya dicho "señor James" cuando nos conocimos?

—No, no es por eso —soltó una leve risa—. Es que... no sé, te veo y me das ternura. Te ves pequeña, es todo. Por cierto, ¿con quién hablabas? Te veías muy feliz, ¿ya te reconciliaste con tu exnovio?

— ¡Por supuesto que no! —exclamé—. Hablaba con mi hermano John, él sigue en Inglaterra.

— ¿John (TA)?

—No, ¡John Lennon!

Me arrepentí de haber revelado el nombre de mi hermano, tal vez Aaron comenzaría a verme con otros ojos. No quería que la gente me viera como "la hermana de John Lennon", quería que me vieran como quien realmente era: (TN) (TA). Afortunadamente, James creyó que había dicho una broma y comenzó a reír. Suspiré aliviada. Había estado muy cerca. Me uní a su risa.

Aaron me acompañó hasta mi departamento y aproveché para presentarle a April. Ella se encontraba en la cocina preparando la cena. Olía muy bien, pero curiosamente sentí náuseas y tuve que correr al baño.

Narra April

Me mordí el labio y fruncí el ceño al notar cómo mi mejor amiga volvía a salir corriendo hacia el baño para vomitar. Cada vez me sentía más preocupada por ella. El hombre pareció descubrir que algo no estaba bien, pero no se atrevió a decir algo en voz alta.

Suspiré y apagué la estufa para acercarme a él. (TN) me había contado que Aaron era doctor, así que tal vez era el indicado para aclarar mis dudas.

— (TN) me contó que era médico, señor James —dije para iniciar la conversación.

—Sí, pero por favor, señorita, no me llame "señor James" —hizo una mueca de disgusto y negó con la cabeza—. Le aseguro que no soy tan viejo, preferiría que me dijera Aaron.

—Sólo lo haré si tú me dices April.

—Trato hecho —sonrió.

Me fue inevitable imitar su gesto, el hombre era muy atractivo.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro —contestó.

— ¿Es normal que una persona vomite con frecuencia? —él frunció el ceño, como si no hubiese entendido mi pregunta—. Es que... (TN) ha estado vomitando, todos los días. Quiero creer que se debe a que ha estado comiendo más de lo normal, pero igual me preocupa. Es mi mejor amiga, después de todo.

—Bueno, al menos en las mujeres, el vómito y un extraño aumento en el apetito son síntomas de...

— ¡Ya regresé!

Narra (TN)

April y Aaron estaban hablando, pero cuando llegué se quedaron callados. James me miró con una sonrisa tímida en su rostro, mientras que mi mejor amiga se ruborizó un poco.

— ¿Estás bien?

—Sí —rodé los ojos—, todo en orden. Ya te lo dije: no tienes nada de qué preocuparte.

Mi mejor amiga asintió con lentitud antes de mirar al médico.

—Ya casi está la cena —dijo April—, ¿por qué no te quedas a cenar, Aaron? Será divertido tenerte de invitado. Quizá puedas recitarme frases sabias. (TN) me ha dicho que sabes muchas.

Sentí el rubor subir a mis mejillas y quise estrangular a April por ser tan directa e indiscreta. James me miró con una sonrisa aún más grande antes de mirar a mi mejor amiga.

—Supongo que puedo quedarme —respondió y se quitó la bata—. ¿Dónde puedo colgar esto?

April le señaló un perchero. Yo fui a sentarme al sillón para ver la televisión mientras mi mejor amiga se dirigía a la cocina para terminar la cena. James se sentó junto a mí.

Estaban transmitiendo una de mis películas favoritas de la infancia: La Dama y el Vagabundo. Consideré el hecho de que Aaron iba a pensar que era una persona muy infantil como para seguir viendo películas de niños, pero no me importó.

—Siempre ha sido una de mis películas favoritas —me confesó Aaron cuando finalizó la película—. Tiene bastante apego al mundo real, a pesar de que son perros. Como siempre, la chica es refinada y hermosa; y el chico siente la necesidad de protegerla de cualquier peligro.

Aaron se quedó a cenar con nosotras y luego se retiró a su casa. April y yo subimos a nuestra habitación, sabía que seguiría la gran charla por mi salud. Apenas terminé de ponerme el pijama y mi predicción se volvió realidad.

—Sigues intentando ignorar todos tus extraños síntomas, amiga —me miró reprobatoriamente—. Eso está mal, puede ser algo grave. ¿Qué voy a hacer si te pasa algo? ¡John jamás me perdonaría que no cuidé lo suficiente a su querida hermanita!

—April, ya te dije que estoy bien —rodé los ojos y me dejé caer sobre la cama.

—Mareos, vómitos, aumento de apetito­ —comenzó a recitar lo mismo de todas las noches. Solté un bufido—. ¿No existe la mínima posibilidad de que...? Bueno, creo que me entiendes.

— ¡No! —exclamé con furia—. ¡Ya basta de querer sacar conclusiones de lo que me pasa! Lo único que me pasa es que cambié de vida sin haberlo planeado.

Comencé a llorar, sin saber por qué las palabras que acababa de decir me habían dolido tanto. Extrañaba mi vida con Paul, extrañaba Londres, extrañaba el pasado.

Suspiré y miré a April para decirle:

—Pero soy feliz aquí, te lo juro.

—De acuerdo, agreguemos bipolaridad a la lista...

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