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48. La sesión fotográfica.

Marzo 6

Narra (TN)

Hoy tenía una importante sesión fotográfica. Debía ver a Tara Browne, uno de los herederos de la fortuna Guinness. El evento tendría lugar en uno de los hoteles más prestigiosos y costosos de la ciudad; pero también se encontraba algo lejos de la casa. Me sentía obligada a ponerme un bonito vestido para estar a la altura del lugar.

Papá y Dylan se ofrecieron a cuidar a Mary, lo cual me brindaba mucha tranquilidad porque no sabía cuánto podría tardarme, yo esperaba estar de regreso a más tardar en cuatro horas.

—Diviértete mucho, hija—dijo papá con una sonrisa en su rostro mientras sostenía a Mary en sus brazos—, nosotros cuidaremos muy bien de este hermoso angelito.

Tomé la bolsa con mi cámara y salí de la casa para tomar un taxi. Había pensado ir en metro, pero papá insistió en que sería más seguro si llegaba en taxi. El trayecto me pareció eterno y no puede evitar pensar en Paul. Le había platicado de la importante sesión fotográfica que tendría y habíamos acordado que me llamaría hasta mañana. También me había dicho que estaría aquí para el día doce, lo cual implicaba que faltaba menos de una semana para estar juntos. Recordaba su voz diciéndome una y otra vez "te amo" cuando el taxi llegó al hotel.

Bajé del taxi y miré el hotel de pies a cabeza. Había varias banderas ondeando afuera, sonreí tímidamente al ver la del Reino Unido, a veces añoraba mucho estar allá. Nueva York podía ofrecerme todas las comodidades de Londres, pero faltaban Paul y mi hermano John.

Luego de ingresar al hotel, me dirigí sin demora a la recepción. El señor Browne me había dicho que él dejaría instrucciones a la recepcionista para que me informara en qué lugar del hotel de llevaría a cabo la sesión. Le expliqué de mi situación a la mujer y ella frunció el ceño, claramente confundida por lo que le decía.

—El señor Browne no dejó ningún recado—admitió—, pero llamaré a su habitación para preguntarle. —Asentí lentamente y ella tomó el teléfono para realizar la llamada—. Buenos días, señor Browne, (TN) (TA), una fotógrafa, está en la recepción dice que... ¡oh! Muy bien, señor Browne. —Regresó el teléfono a su lugar y me miró—. El señor Browne la recibirá en su suite.

La mujer me explicó cómo llegar a la suite y emprendí el camino hasta allá. No sé por qué pero me sentía nerviosa, como si tuviera un mal presentimiento. Me paré frente a la puerta, dudando si tocar o no. Lo hice, pero nadie abrió. Di media vuelta, dispuesta a regresar a casa cuando escuché que la puerta se abría. Ni siquiera tuve tiempo de voltear, una mano me cubrió los ojos y otra comenzó a jalarme por la cintura hacia el interior de la habitación.

— ¡Suélteme!—grité cuando el hombre cerró la puerta de la habitación.

El hombre depositó un beso en mi mejilla y un escalofrío me recorrió la espalda. Recordé cuando Dawson intentó violarme, fue una de las experiencias más horribles de mi vida. Esta vez no tenía a George cerca para defenderme pero tampoco sería tan indefensa, los errores no se cometen dos veces.

Ahora sí sabía cómo defenderme y lo hice lo más rápido que pude. Cerré los ojos, me giré bruscamente y concentré todas mis fuerzas para darle una patada certera en la entrepierna.

El hombre me soltó inmediatamente y cayó al suelo, con ambas manos en su entrepierna, para hacerse un ovillo debido al dolor que invadía su cuerpo. Sonreí por un momento, aliviada de haberme librado de ese hombre; pero la sonrisa no duró mucho tiempo en mi rostro.

— ¡Paul!—grité al ver cómo se retorcía por el dolor—. Perdón, no sabía que eras tú. Me asustaste mucho, perdón.

¿Qué demonios acababa de hacer? Quizá debí controlarme un poco, ver a mi "atacante" antes de defenderme. No sabía qué hacer, podía ver unas cuantas lágrimas recorrer las mejillas de Paul mientras él parecía estar sofocado. ¿Tan fuerte había sido mi patada? Me arrodillé junto a él y comencé a llorar. ¿Y si lo había lastimado demasiado?

—Perdóname, perdóname, perdóname—chillé.

—Mis bolas...—gimió con la voz entrecortada.

Luego de eternos diez minutos, el dolor que Paul sentía pareció desaparecer. Sus cristalinas avellanas me miraron con tristeza mientras dejaban escapan un par de lágrimas más. Seguía sin saber qué hacer o qué decir. Él tragó saliva y forzó una sonrisa, como si pretendiera que no había pasado nada.

—Perdón, Paulie—dije y lo abracé con cuidado, antes de limpiar las lágrimas de sus mejillas.

—Lamento haberte asustado, mi amor—dijo con la voz ronca—. Quería sorprenderte, y...fui yo quien salió sorprendido. —Hizo una pausa—. No sabía que tuvieras tanta fuerza, o que pudieras golpearme de ese modo. Jamás había recibido un golpe así, mucho menos por parte de una chica.

—John me enseñó a hacerlo.

El bajista sonrió de manera forzada y me dio un beso en los labios; al principio fue tierno, pero luego subió de intensidad. Curiosamente, ambos nos separamos antes de intentar llegar a algo más. Paul se levantó y luego me tendió la mano para hacer lo mismo.

—Quizá deberíamos ir a ver a un doctor, te golpeé muy fuerte.

—Estoy bien, mi reina—dijo McCartney—. Te lo aseguro. Dolió en su momento, y dolió muchísimo, sentía que mis testículos iban a explotar, pero ya pasó. Ahora...quisiera invitarte a comer algo, pedí que trajeran comida para dos, cenaremos juntos. Tenemos muchas cosas de qué hablar.

—Pero...no lo entiendo, se supone que vería a Tara Browne...

—Él es un amigo mío, le pedí el favor.

— ¿Por qué en este hotel tan caro?

Suspiró y rodó los ojos.

—He gastado más en otras cosas, valía la pena estar aquí contigo, mi hermosa fotógrafa.

Paul tomó la bolsa con mi cámara y la sacó para encenderla. Hizo algunos ajustes y se enfocó en mí. Un "clic" no tardó en hacerse presente, luego otro, y otro más. McCartney sonreía.

— ¿Por qué me tomas fotos?

—Porque eres hermosa, y quiero atesorar este momento para siempre.

Fuimos al comedor de la suite, todo estaba preparado para nosotros. La cena estaba deliciosa. Paul lucía igual de apuesto y carismático que siempre y yo aún estaba un poco avergonzada por lo que le había hecho. Utilizamos ese momento para hablar de nuestro pasado, de todo lo que había acontecido mientras estuvimos separados y sin saber del otro, me pidió que le contara sobre mi embarazo y él también fue sincero conmigo respecto a sus aventuras.

—Me hubiera encantado poder sentir las pataditas de Mary en tu vientre—admitió McCartney—, seguramente se sentían como algo mágico.

—Las pataditas eran algo encantador—dije—, pero las contracciones y el parto...sentía que mi cuerpo iba a reventar, Paul. ¿Cómo puede pasar un bebé del tamaño de una sandía por un orificio del tamaño de una moneda?

—Debí estar junto a ti en todo ese tiempo, mi amor—musitó con la voz cargada de arrepentimiento—. ¿Sabes? Hace algunos días encontré la carta que me enviaste para contarme que Mary estaba en camino. Jane la tenía oculta entre sus cosas. Mi amor: quiero ser parte de ese positivo, y espero que no sea muy tarde para decírtelo.

—Jamás es tarde, cariño—respondí y deposité un beso en sus labios—. Me alegra volver a tu vida; por lo que me dices, te habías vuelto un mujeriego terrible.

—Creí que con sexo podría llenar el vacío que tú dejaste cuando pasó...bueno, nuestro problema. Pero me equivoqué, sexo y placer no es lo mismo que amor; y ninguna chica es tan hermosa como lo eres tú.

—Hay algo que yo también quiero contarte.

— ¿Qué cosa, preciosa?

—Aaron y yo...fuimos novios cuando creí que ya no me amabas. Él y yo...pasamos juntos una noche—pareció atorársele la comida a Paul. Agaché la mirada, no sabía cómo iba a reaccionar el bajista.

—Él se casará con April, me dijo que te ve como a una hermana, tú... ¿sientes algo más por él todavía?—negué con la cabeza y McCartney sonrió—. Entonces, está bien. Tú no estás enojada por mis múltiples aventuras de soltero, yo tampoco me molestaré por esto. Confío plenamente en ti. —Hizo una pausa—. Quiero decirte algo más.

— ¿Qué cosa?

—La vez que estábamos en mi casa, no es que te haya rechazado, a mí me hubiera encantado seguir, pero aún estabas en la cuarentena y no quería lastimarte.

—Tranquilo, Paulie. Aaron y April ya me explicaron todo eso. Eres el mejor novio de todos por preocuparte tanto por mí.

Ambos sonreímos y continuamos comiendo.

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