41. La boda de George.
*Publicado originalmente el 25 de febrero de 2016*
Enero 21
Narra George
Hoy era el gran día. Por fin me iba a casar con Pattie. Me puse el traje que había comprado especialmente para esta ocasión, luego me arreglé un poco el cabello; debía verme de maravilla para mi futura esposa.
Salí de la casa para dirigirme al registro Epsom en Surrey, donde se llevaría a cabo la ceremonia. Estaba a punto de arrancar el auto cuando un hombre se acercó a mí, supuse que era un periodista.
—George, ¿te vas a casar?
—No —mentí con una sonrisa tímida.
Arranqué el auto con alegría, vi que el reportero me seguía, pero en ese momento nada era más importante que la idea de estar a punto de cumplir una gran meta en mi vida: casarme. Ojalá el tiempo pasara más rápido para poder regresar a casa y cruzar el umbral con mi esposa en brazos.
Llegué al registro y noté que Brian y (TN), con su bebé en brazos, ya estaban ahí. También habían llegado April y Aaron. Sólo faltaban mis padres, Paul y Pattie. Inmediatamente fui a saludar a todos. Dejé a (TN) hasta el final porque quería cargar a su bebé. Apenas vi a la pequeña bebé, sentí emoción. Si no le hubiera dejado el camino libre a Paul, probablemente esa nena sería mía.
—Hola, pequeñita —le hablé con un tono infantil—. Soy tu tío George, ¿me recuerdas?
(TN) me observaba con ternura. Es una lástima que Pattie no pueda tener bebés. De verdad me gustaría tener un bebé para mí, aunque la adopción no es mala idea.
—George, ¿podrías cuidarla mientras voy al baño? —me preguntó (TN).
—Sí, con mucho gusto —contesté sonriendo.
(TN) se alejó para ir al baño y yo me quedé con la pequeñita. Sentí que alguien se acercaba a mí. Alcé la vista y me encontré con Paul. Él sonrió y se acercó a ver a Mary.
— ¿Es tuya, George? —me preguntó.
—No —musité—, en realidad es de un buen amigo mío.
—Ya entiendo —dijo—. ¿Cómo se llama?
—Mary Annelisse.
—Es un bonito nombre —mencionó.
La pequeña comenzó a llorar y no sabía qué hacer. Quizá tenía algo de hambre; si yo fuera un bebé, también lloraría por hambre.
—Debe tener hambre —dije—. Tendremos que esperar a que venga su madre para que le dé de comer.
—Quizá yo pueda calmarla —se ofreció—, ¿me dejas intentarlo?
Dudé un poco, pero le entregué a la pequeña. Él comenzó a acunarla con suavidad y a susurrarle cosas tiernas. Mary se tranquilizó y comenzó a esbozar pequeñas sonrisas ante los cariños que le brindaba el bajista. No sabía por qué (TN) decidió mantener a Paul lejos de su bebé, no parecía ser un mal padre. McCartney no apartaba la vista de Mary, él tenía el ceño un poco fruncido, tal vez ya comenzaba a sospechar algo. Esperaba que funcionara el plan de Ringo. Si las cosas iban bien, ese par arreglaría sus problemas pronto.
—Creo que sólo está un poco tensa por estar rodeada de extraños —dijo Paul—. Si tuviera hambre, habría vuelto a llorar. —Hizo una pausa—. ¿Quién es la madre, George?
Narra (TN)
Salí del baño y fui hacia George para recoger a mi nena. No obstante, no era Harrison quien tenía a mi bebé en brazos sino McCartney. Rápidamente, le arrebaté mi hija a Paul. Esas dos hermosas avellanas que tanto me hipnotizaban se fijaron en mí con confusión.
Seguía viéndose muy apuesto, su loción seguía siendo la misma de siempre. Miré sus labios, aquellos que tanto me gustaba sentir sobre los míos, parecía que algo les había pasado porque ahora el superior estaba un poco más grueso del lado izquierdo. Aunque me duela admitirlo, aún lo amaba demasiado.
No sabría decir qué estaría sintiendo McCartney, su rostro se mostraba inexpresivo, como si acabara de entrar en una especie de trance. Parecía estar a punto de decir algo cuando llegó Pattie. Harrison sonrió ampliamente.
—Bueno, parece que daremos inicio a la ceremonia —dijo George.
Tomé asiento junto a April y Aaron, algo lejos de donde Paul estaba sentado. McCartney no dejaba de mirarme de forma extraña. ¿Qué estaría pensando? Quizá está molesto porque no me deshice de mi bebé. Me esforcé mucho para no regresarle la mirada y concentrarme en la ceremonia. George y Pattie se veían radiantes, espero que Harrison le sea fiel siempre, no como Paul conmigo.
Narra Paul
(TN) era la madre. Ella era la madre de esa criaturita tan hermosa y tierna, que también tenía los ojos muy parecidos a los míos. ¿Y si yo soy el padre? No, eso no es posible, sin duda alguna (TN) me hubiera dicho que estaba embarazada, ¿o no? Durante toda la ceremonia no pude apartar mi vista de ellas. El amor de mi vida seguía igual de hermosa que siempre, quizá un poco más en su nuevo papel de madre.
Antes de que se terminara la ceremonia me acerqué a (TN). Debía hablar con ella, disculparme, era la oportunidad perfecta para hacerlo.
—Quiero hablar contigo —le dije.
—No tenemos nada de qué hablar, McCartney —me espetó e intentó alejar su vista de mí, pero yo no dejaría que lo lograra.
—Me duele cómo pronuncias mi apellido, preciosa —musité, colocándome frente a ella.
—A mí me dolieron muchas cosas que me hiciste —dijo—. Y no quiero que me vuelvas a llamar así, no es posible que seas tan cambiante, basta ya.
Ella tenía razón para ponerse así, pero eso era precisamente lo que me motivaba a seguir insistiendo. Necesitábamos aclarar muchas cosas, deseaba expresarle cuánto la extrañaba y la amaba. Algo en su voz y en su actitud me hacía pensar que no todo estaba perdido aún, que ella me seguía queriendo.
— (TN)... ¿Es mi hija?
—No —respondió fríamente y sentí como si me hubiesen clavado algo.
Esa pequeña bebé no era mi hija. ¿Cómo podía ser eso? ¿(TN) había encontrado a un hombre mejor que yo en tan poco tiempo y se entregó plenamente a él? No, ella no es de la clase de chicas que hacen las cosas sin pensar. ¿O acaso me había engañado? Imposible. Ella me amó hasta que yo le fui infiel. Miré a la bebé que tenía en brazos, lo que (TN) dijo debía ser un error...
"(TN) nunca miente, Paul" —me recordó mi conciencia.
—Yo... yo... lo... ah —comencé a balbucear—. Lo siento, no tengo nada qué decir.
Me di media vuelta y comencé a caminar con lentitud, intentando digerir lo que había pasado. ¿De verdad era el final? Si ella había tenido un bebé con otro hombre... ya no me necesitaba. ¿Qué haría ahora? Ella es todo lo que quiero. Mis ojos se llenaron de lágrimas. No quería llorar frente a tantas personas, pero (TN) acababa de romper el duro caparazón de protección. La había perdido para siempre. Miré al amor de mi vida nuevamente. No quería irme, deseaba estar junto a ella para siempre.
—Te amo —musité, sin poder contener las lágrimas.
Ella me miró. De seguro había escuchado. Volví a dar media vuelta y salí corriendo para subir a mi auto.
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