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4. Me duele.

Narra Paul

Escuché que alguien abría la puerta de mi habitación y me pregunté se trataría de (TN). Creí que podría hablar con ella e intentar solucionar las cosas. Me quedé quieto bajo las sábanas y tuve la impresión de que alguien se acercaba a mí con mucha lentitud. Sentí cómo la persona retiraba las sábanas con rapidez y me dejaba descubierto antes de comenzar a bajar mi bóxer, que era lo único que llevaba puesto. Me dejó desnudo. Puso sus manos en mis caderas: supe que no era (TN). Miré a la persona un poco asustado.

— ¿John?

Él no contestó.

— ¿Qué-qué haces? —le pregunté, llevándome las manos a mi entrepierna—. Esto no está bien.

—Vengo a enseñarte que no le puedes hacer algo así a mi hermanita —musitó Lennon con furia.

— ¿Me vas a golpear?

Pensé que era mi fin. John era muy bueno en las peleas. No tenía posibilidades de ganarle. Y no pensaba correr desnudo por toda la casa.

—No —dijo, una sonrisa burlona se formó en su rostro—, te haré algo peor. Justo lo que se merece una alimaña como tú, McCartney.

Sin que pudiera impedirlo, separó mis piernas y me propinó un puñetazo en la entrepierna. Gemí de dolor y comencé a retorcerme por lo mismo. John soltó una carcajada y yo le dirigí una mirada de odio. Fue en ese intante cuando me di cuenta de que él estaba desnudo.

Con un ágil movimiento me dio la vuelta y lo siguente que supe fue que algo entraba violentamente en mí. Grité de dolor. Giré mi cabeza y me di cuenta que era John quien se movía de forma furiosa dentro de mí. Comencé a llorar. Mi mejor amigo me estaba lastimando.

— ¡Me duele! —grité—. ¡Me duele!

—Esa es la idea, McCartney —musitó John antes de soltar una risita—. Ahora cállate y comienza a gemir mi nombre como la prostituta que eres por haber cometido semejante atrocidad contra mi hermanita.

Comencé a forcejear para liberarme, pero él me tenía sujetado con mucha fuerza, así que sólo ocasioné que mi dolor se incrementara.

— ¡John! —lloré—. ¡Me arde! ¡John! ¡John!

—Así está mejor, nena —Lennon me dio una nalgada.

— ¡Me estás lastimando! —chillé cuando aumentó la intensidad—. ¡Detente! ¡Me duele! ¡Por favor! ¡Arde mucho!

—Me alegra —Lennon sonreía y me golpeaba tan fuerte el trasero con la palma de su mano que estaba seguro de que dejaría marcas.

John me embestía cada vez más rápido y yo no podía dejar de llorar. Sabía que lo que le hice a (TN) había estado mal, pero tampoco creía merecer algo así. Llegó un momento en que dejé de forcejar; si lo hacía, era peor el dolor.

De pronto, sentí unas palpitaciones dentro de mí y un líquido cálido golpear mi interior. John salió de mí y me dejó sollozando, temblando y sin ganas de moverme de nuevo.

—Has dejado de ser un hombre para mí —volvió a reír antes de salir de mi habitación.

— ¡Auch! —exclamé al impactar con el piso.

Mi respiración estaba agitada. Miré alrededor y me di cuenta de que me había caído de la cama. Me levanté y fui hasta la puerta, giré el picaporte y el seguro botó. Corrí hasta el baño y revisé mi cuerpo, temía ver las marcas en mi cuerpo. Suspiré aliviado: no me había pasado nada. Todo había sido una pesadilla.

Salí del baño y encontré a Lennon en el pasillo. Me obligué a mí mismo a tranquilizarme.

— ¿Estás bien? —preguntó—. Me despertó un golpe.

—Yo... sí —contesté nervioso—. Es que me caí de la cama.

— ¿Puedo hablar contigo? —cuestionó.

— ¿Me violarás?

Frunció el ceño y me miró con una extraña mueca. Me ruboricé mucho, afortunadamente él no lo notó por la poca luz que había. ¿Qué demonios acababa de preguntarle?

— ¿Qué diablos dices? —preguntó con una risa nerviosa.

—Olvídalo —musité—. Sí, podemos hablar.

Fuimos a mi habitación. Yo me senté al borde de mi cama y él en la silla que estaba en mi habitación. Estábamos frente a frente.

—Paul, ¿te puedo preguntar algo? —cuestionó mi mejor amigo.

—Claro —me encogí de hombros.

—Verás, estuve con hermanita hace rato —hizo una mueca de disgusto y confusión—. Ella había llorado, pero no me quiso decir por qué. No era la hermanita alegre que siempre he visto, me duele mucho que esté triste. —Hizo una pausa y me miró a los ojos—. ¿Tú le hiciste algo para que estuviera así?

Agaché la cabeza. A mí también me dolía mucho que mi princesa estuviera triste, y más porque estaba así por mi culpa. Sentí que mis ojos se llenaron de lágrimas, pero las retuve; John ya me había visto llorar, sólo que, hacerlo en ese momento únicamente iba a ocasionar que me sintiera peor.

—Sí, es mi culpa —confesé mientras asentía con desgano.

— ¿Qué le hiciste? —inquirió John, seguido de un suspiro cargado de pesadez.

—Yo... me acosté con Jane —me llevé las manos a la cara, me sentía muy avergonzado—. La... engañé por estar ebrio.

Mi mejor amigo no me contestó nada. Aunque, por extraño que pareciera, el silencio que se hizo en la habitación no era incómodo, sino todo lo contrario. Comenzaba a tranquilizarme cuando John decidió romperlo.

— ¿Por qué me preguntaste si te violaría? —me preguntó.

—Yo... eh... soñé que me hacías eso por lo que le hice a (TN) —aparté las manos de mi rostro y lo miré a los ojos—. Eres su hermano mayor y sé que eres capaz de todo. Fue un sueño muy doloroso.

—Paul... yo sólo pensaba golpearte —rió—, pero creo que tu sueño ya sirvió de castigo, así que no voy a hacerte nada.

— ¿De verdad? —cuestioné, sin poder creer lo que John acababa de decir.

—Sí —se encogió de hombros—, pero con una condición.

— ¿Cuál? —pregunté.

—Que te alejes de hermanita —dijo Lennon.

—Pero... es el amor de mi vida —fruncí el ceño y negué con la cabeza—, no puedo aceptar tu condición. Mejor golpéame, porque quiero arreglar las cosas con (TN).

—No, Paul, no quiero que lo hagas —la voz de mi mejor amigo sonaba seria y un poco fría—. Ella está lejos, se fue. No intentes buscarla, sólo la lastimarás más. Si lo haces, juro que no tendré piedad y tu sueño se hará realidad.

Narra John

Volví a mi habitación y me recosté en la cama para intentar dormir. Apenas se había ido hermanita y ya la extrañaba mucho. Las cosas no iban a ser lo mismo sin ella. Deseé que Paul no se hubiera acostado con Jane; si él le hubiera sido fiel a hermanita, ella no se habría ido.

Estuve casi toda la noche pensando en hermanita y en la nueva vida que haría en Nueva York. Sabía que era muy probable que la viera pronto porque teníamos una gira por Estados Unidos cada vez más cerca. Sonreí con sólo imaginar que volvía a abrazarla, y me prometí intentar convencerla de volver a Inglaterra. Si lo lograba, todo sería como en los viejos tiempos. La quería de vuelta a mi lado, mi hermanita bonita a la que yo protegería y cuidaría, la que me contaría todo lo que le pasara y me querría incondicionalmente.

Y entonces recordé algo que borró la sonrisa de mi rostro: el supuesto padre de (TN) estaba en Liverpool con intenciones de encontrar a su hija. Era consciente de que no podía impedir que la encontrara, pero también sabía que estaba en mis manos el retrasar un poco sus planes.

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