25. Algo no está bien.
Principios de octubre
Narra Paul
Me desperté con las sonoras arcadas de Jane y me aferré a la sábana, no quería levantarme todavía. Comenzaba a preocuparme, mi novia estaba teniendo varios síntomas extraños: mareos y náuseas; no quería decirlo en voz alta, pero creo que Jane está embarazada. Hoy pensaba llevarla al médico para que la revisaran, también había comprado un anillo para proponerle matrimonio. No me siento listo para la vida marital, pero tengo el presentimiento de que los estudios nos dirán que un bebé viene en camino.
—No iré contigo —dijo mi novia, luego de que le contara que quería llevarla al médico—. Estoy perfecta, Paul. Es sólo el estrés del trabajo, nada de qué preocuparse. Se me pasará en unos días, te lo puedo asegurar.
—De todos modos —respondí con firmeza—, quiero que sea el médico quien me explique eso del estrés.
—No iré.
—Sí irás.
—No, McCartney, ¡no puedes obligarme!
Estuvimos discutiendo por un rato más, hasta que accedió a ir. Jane se había puesto furiosa, pero eso no me interesaba ahora; lo primordial era saber qué le estaba pasando. Entramos a ver al doctor, un hombre de cabello castaño, un poco rizado, y de aproximadamente cuarenta años, quizá más.
—Tomen asiento, por favor —dijo, señalando dos sillas frente a su escritorio.
—Claro —dijo Jane con nerviosismo.
—Mi secretaria dijo que la cita era para la señorita Asher, así que dígame, ¿qué síntomas ha presentado?
—Ninguno —contestó Jane—, estoy excelente.
—No es así —intervine—. Ha presentado vómitos, náuseas, mareos, dolor abdominal. Me preocupa, doctor, por eso quiero que me diga qué tiene.
—Claro, señor McCartney —me dijo—. Soy un gran admirador suyo y mi hija también, según tengo entendido ustedes viven juntos, ¿es esto cierto?
Asentí.
— ¿Se han protegido al tener relaciones sexuales?
Negué lentamente. A decir verdad, casi no me acostaba con Jane, pero las pocas veces que lo hice... no usé protección, ¿para qué decir mentiras?
Al salir del hospital, Jane estaba pálida y yo no sabía qué decirle para que todo volviera a la normalidad. Conduje hasta un bonito parque, estaba nervioso. Sabía lo que tenía decir, pero mi instinto me decía que no lo hiciera. Bajamos e intenté besarla, pero ella se alejó.
—Mi amor, no estés así —le pedí—. Debes estar feliz, vamos a ser una familia.
Suspiré. En contra de mi instinto, puse una rodilla en el suelo y saqué la cajita que estaba en el bolsillo de mi pantalón. Me sentía más que nervioso, pero todo sea por el bebé que Jane lleva dentro. Asher me miró asombrada, sé que no esperaba que lo hiciera, nuestra relación debe ser una de las peores en el mundo. No hay comunicación, ni amor.
—Jane... ¿quieres casarte conmigo?
Ella sonrió y asintió con la cabeza para luego lanzarse a mis brazos y comenzar a besarme. Tomé su mano izquierda y deslicé el anillo. Iba a poner mis manos en su vientre para acariciar un poco, pero ella frunció el ceño con molestia y se alejó. El médico había dicho que los cambios de humor eran normales, así que supuse que estaba bien.
—No me toques, McCartney.
—Pero también es mi bebé, Jane —le dije y volví a hacer el intento de posar mis manos en su vientre.
— ¡No me toques! —exclamó muy enojada al tiempo que se retiraba todavía más—. Quiero ir a casa... ¡ya!
—Mi amor, acabamos de llegar. Un poco de aire fresco te hará bien, y al bebé le quizá le...
—No me interesa, Paul —dijo con enojo—. No quiero que nadie me vea así.
— ¿Cómo?
—Embarazada —dijo en un susurro—. La gente no ve bien que la mujer esté embarazada antes del matrimonio.
—Eso no importa, cariño. Nos vamos a casar pronto.
—Quiero. Ir. A. Casa. ¿Entiendes?
Asentí y volvimos a subir al auto. Ninguno de los dos dijo nada en el camino. Jane no estaba demasiado enojada conmigo, más bien se encontraba nerviosa por alguna razón que yo desconocía. Por otro lado, quería sentir el vientre de Jane con mi bebé dentro, no era justo que ella no me dejara hacerlo.
Llegamos a casa y ella fue a encerrarse a la habitación para hacer una llamada. Yo me dirigí al cuarto de música para intentar componer algo, cosa que me resultó imposible. Pensaba en todo, menos en algo nuevo para una canción. Mis párpados comenzaron a pesar y terminé quedándome dormido.
Me sentía muy triste, lloraba en silencio mientras la delicada mano de una mujer me acariciaba el cabello. Alcé la vista: se trataba de mi madre.
—Tranquilo, Paulie —me consoló—. (TN) te sigue amando.
—No es así —le dije—. Ella debe odiarme, mamá. Fui el peor novio de la historia, me acosté con otra chica. No estuvo bien. Arriesgué mi felicidad por un segundo de placer... y la perdí. —Sequé mis lágrimas con el reverso de mi mano—. La extraño mucho, mamá. Me duele no tenerla junto a mí para hacerla feliz como antes.
Me llevé las manos a la cara, no podía seguir. Siempre había sido muy reservado con mis sentimientos y lo que realmente pensaba al hablar con la mayoría de las personas. Únicamente mamá, John y (TN) habían sido capaces de atravesar el duro caparazón que yo había creado como autodefensa.
—Entonces algo no está bien, hijo. Si en realidad la extrañas como dices, deberías buscarla.
—Lo he intentado —respondí—, es imposible encontrarla. Es como buscar una aguja en un pajar.
— ¿Por qué The Beatles están en la cima, Paul? —cuestionó.
—Porque nunca nos rendimos.
—Exacto, y para que cuatro chicos de Liverpool llegaran a ser tan famosos... seguramente la posibilidad era una en un millón, quizá más pequeña; algo parecido es buscar una aguja en un pajar. No te rindas, hijo.
—Jane está embarazada, tiene seis semanas.
—Lo sé.
— ¿Qué puedo hacer?
—Hijo, debes...
Me desperté con el ruido del claxon de un auto. Me dolía la espalda, ¿cuánto tiempo había dormido? Escuché que la puerta se abría. Corrí para ver de quién se trataba y me di cuenta que era Peter, el hermano de Jane. Mi novia subió a su auto y ambos se fueron. ¿Qué le ocurría a Jane?
Narra Jane
— ¿Y ahora cuál es tu problema? —me preguntó Peter.
No pude contenerme más y me eché a llorar. Me sentía extraña, culpable, mala.
—Tengo seis semanas de embarazo.
— ¡Eso es fantástico! —exclamó mi hermano con una gran sonrisa—. ¿Ya le dijiste a Paul? Seguramente eso lo convencerá para casarse contigo.
De forma temblorosa le mostré el anillo de compromiso.
— ¡Esa es mi hermanita! —dijo—. "Jane Asher, la futura señora McCartney", estoy seguro que ese será el encabezado cuando la prensa se entere; o puede ser "Jane Asher lleva en su vientre al primogénito del Beatle Paul McCartney".
— ¡Eso no pasará!
— ¿Por qué no? Es lo que siempre quisiste, ¿no? Tendrás al increíble Paul McCartney sólo para ti.
—No quiero tenerlo de esta manera —exclamé—. ¿Qué pasará si el bebé tiene ojos color esmeralda y cabello castaño claro?
Mi hermano frenó el auto de forma repentina. Mi llanto silencioso era incontrolable.
— ¿De qué hablas? —cuestionó.
Tragué saliva. Sentía que me asfixiaría si no le decía la verdad a alguien.
—No estoy segura si Paul es el padre.
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