23. Excelentes noticias.
Septiembre 9
Narra Aaron
Estaba organizando las cosas en el ático, era mi manera de olvidarme del mundo. Me sentía un tanto extraño y decepcionado, pero no por la ruptura de mi relación con (TN) sino porque la ruptura sólo me había dolido en el momento. ¿Acaso no quería demasiado a (TN)? Tomé una caja y la abrí con una sonrisa en mi rostro. Eran fotografías de cuando tenía alrededor de siete años. Las observaba con atención cuando el timbre de la puerta comenzó a sonar. ¿Quién podría ser? Bajé deprisa para poder abrir. Era un hombre, algo mayor a juzgar por el cabello canoso.
— ¿Es usted el señor Aaron James?
Asentí.
—Mi nombre es Derek Shaffer, mucho gusto —dijo y me tendió la mano, yo la estreché—. Tengo algunos asuntos muy importantes que tratar con usted. Yo soy... —sacó una identificación oficial. Era un notario— es de suma importancia hablar con usted, preferentemente en privado.
—De acuerdo, pase.
Llevé al hombre a la sala y le ofrecí un poco de café, pero él pidió agua. Fui a la cocina por un vaso de agua para él y una taza de café para mí. Cuando volví a la sala y le entregué su bebida, él sonrió y agradeció. Tomé asiento frente a él y le di un sorbo a mi café, dispuesto a escucharlo.
Narra (TN)
Dylan acariciaba mi pancita con delicadeza mientras papá terminaba de alistarse para salir. Me acompañarían al control de embarazo y después a comprar más cosas para el bebé. Eran casi las cinco, Aaron me había pedido que estuviera a las cinco y media. Después de haber vuelto a Nueva York, creí que las cosas con él jamás serían lo mismo, pero él se ha encargado de mostrarme que es posible.
—Me encanta este lugar —dijo Dylan—. El pasado es mucho mejor que el futuro en muchísimos aspectos.
—No hables del futuro —lo reprendió papá—. Es algo desconocido para todas las personas de aquí.
— ¿Volveremos?
Dylan se atrevió a formular la pregunta que todos teníamos en mente. Yo no quería volver, me aterra la idea de llegar a un mundo de completos avances y de cambios inimaginables. ¿Qué habrá sido de los chicos en el futuro? ¿Seguirán siendo la sensación? Brian siempre ha dicho que él sabe que los chicos del 2000 seguirán escuchando a The Beatles, pero eso es algo que nadie puede asegurar.
—No lo sé —musitó papá—. Yo...estoy cómodo aquí, ¿ustedes no?
Ambos asentimos, la decisión estaba tomada.
— ¿Qué pasa con los chicos en el futuro? —cuestioné. Sabía que mi hermano y mi padre podrían decirme cómo era el futuro—. ¿Siguen siendo tan populares como ahora? ¿Qué han hecho últimamente?
Dylan hizo una extraña mueca.
—Pues... en realidad ellos...
—Eso no importa —lo interrumpió papá—. No debemos alterar el futuro, Dylan. Mejor finjamos olvidar todo, ¿sí? Será nuestro secreto.
¿Pasaba algo malo con ellos? Quería saber qué estaban ocultándome, pero también me daba temor averiguarlo. Volví a ver el reloj. Supongo que debemos irnos pronto, si es que queremos llegar a tiempo.
Pedimos el taxi para ir al hospital. John me había estado mandando dinero para ayudarme con los gastos, yo le había dicho que no era necesario, pero él había insistido. Papá también se había unido a una compañía de abogados, su paga no era mala. Como sea, aún no podíamos darnos el lujo de comprar un automóvil propio.
—Dylan, señor (TA) —les saludó James cuando entramos al consultorio—. Me alegra que acompañen a (TN) al control, la familia debe estar cerca del bebé.
—Ya quiero ver a mi nieto, doctor James.
Papá siempre se había rehusado a llamar a Aaron por su nombre, a pesar de que James se lo pidió varias veces.
—En unos momentos, señor (TA).
Sonreí un poco y los grisáceos ojos se posaron en mí.
—Hola —le saludé a Aaron.
—Hola, pequeña —me dio un abrazo y luego acarició un poco mi pancita—. ¿Cómo está el bebé?
—Excelente —respondí—. Siempre me despierta con sus pataditas, y luego vuelve a patear un poco después de la hora de comer, es como si tuviera horarios.
—Los tiene, (TN) —dijo con una sonrisa—. Los bebés son muy listos, y es bueno que notes cuándo lo hace. Generalmente, si dejan de hacerlo, puede haber algo mal; pero este no es el caso.
Se levantó y me indicó que debía recostarme en la cama que estaba en su consultorio. Yo lo hice sin demora, mi padre y mi hermano estaban ansiosos por ver a mi bebé. Descubrí mi pancita y Aaron comenzó a ponerme el frío gel que se necesitaba.
—Bien, aquí vamos —dijo al poner el transductor en mi vientre. Comenzó a moverlo—. ¿Dónde estás, bebé? —Movía el transductor en círculos lentos hasta que lo encontró—. Aquí estás.
La expresión en las caras de Dylan y papá es algo que en toda mi vida no podré olvidar. Era completa alegría y emoción. Aaron les iba explicando las cosas típicas "aquí está su cabecita", "éstas son sus piernitas", "aquí se ven sus bracitos". Mi padre quería llorar de alegría, podía sentirlo.
— ¿Será un varoncito o una nenita? —preguntó papá.
—Su hija me pidió que no lo dijera —les confesó Aaron—, quiere que sea una sorpresa, ¿no es así, pequeña?
—Sí —contesté—, sea niño o niña, le daré todo mi amor.
—Pero (TN)... queremos saberlo —pidió Dylan, haciendo que Aaron me mirara para ver si daba "la autorización" o no—. ¿Qué tal si pintamos su habitación de color rosa y la decoramos con flores y mariposas? Cualquier niño odiaría tener una habitación así; no quiero que, en caso de que sea niño, me odie. Quiero ser un buen tío.
—Doctor James, por favor —pidió mi padre.
—Está bien, Aaron —dije, con un gran suspiro—. Quería que fuera una sorpresa, pero Dylan tiene razón.
James rió un poco y asintió.
—No creo que te odie si decoras la habitación de esa manera —le dijo Aaron a mi hermano—. Apuesto a que le encantará a la pequeñita.
Me sentí muy feliz y, sin poder evitarlo, comencé a llorar de alegría. Una niña. Voy a ser madre de una nenita. Será mi pequeña compañera, mi amiguita, irá conmigo de compras, jugaremos al té y también con muñecas. Mi futuro con ella será perfecto.
Al salir del hospital, fuimos a varias tiendas para comprarle ropa a mi bebé. Papá y Dylan no paraban de discutir sobre el color y el decorado de la habitación, así que yo era la que estaba seleccionando la ropa. En una de las tiendas había muebles para bebé, y entonces caí en la cuenta: mi nena necesitaría una cuna para dormir. Una en particular llamó mi atención: era blanca con algunas decoraciones rosas muy bonitas. Definitivamente necesitaba esa cuna. Vi el precio y, sin dudarlo, saqué el dinero que Paul me había mandado junto con la carta.
—Compraremos tu cuna con el dinero de papi, mi amor.
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