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20. Aaron.

Agosto 28

Narra (TN)

Aaron había conducido hasta Los Ángeles y ahora lo hacía por la ciudad con suma destreza. Mañana iríamos al concierto de los chicos en el Hollywood Bowl. Mi novio llevaba puestos unos lentes de sol muy obscuros que me impedían ver sus bonitos ojos. James me miraba de vez en cuando.

—Los ojos al frente, Aaron —le dije riendo después de que volviera a mirarme.

—Lo siento, pequeña —respondió—. Es que...eres hermosa y cuando estoy contigo siento que todo lo demás no importa, pues tú eres lo único que vale la pena. Me distraigo del mundo para concentrarme en ti.

—Recuérdame nunca estar junto a ti mientras trabajas —bromeé.

—Apuesto a que mis papás quedarán fascinados cuando te conozcan —musitó.

Guardé silencio y me encogí de hombros. Los padres de Aaron vivían en Los Ángeles, así que nos quedaríamos con ellos un par de días. Mi novio no paraba de decir que yo les encantaría a sus padres, pero algo me decía que no iba a ser así, como un mal presentimiento.

Llegamos a la casa y Aaron me ayudó a bajar antes de ir por el equipaje de ambos. Llamamos a la puerta y nos abrió una mujer de cabellera rubia y ojos grisáceos. Supuse que sería la madre de mi novio cuando lo abrazó con fuerza y comenzó a besar sus mejillas. Otro hombre se hizo presente detrás de ella, él tenía el cabello cobrizo y los ojos marrones, sin mencionar un increíble parecido con Aaron.

—Mamá, papá, ella es (TN) (TA), mi novia —me presentó—; (TN), ellos son mis padres Patrick y Margaret James.

Ambos padres musitaron un apenas audible "hola" hacia mí. Entramos a la casa y Aaron llevó el equipaje a nuestras habitaciones. Yo me quedé en la sala con sus padres, donde reinaba el silencio más incómodo de toda mi vida.

Narra Aaron

Regresé de dejar el equipaje y noté que mis padres no estaban hablando con mi novia como suelen hacer con todas las visitas. Había algo muy extraño aquí. Mi padre me miró con severidad, borrando la sonrisa que tenía en mi rostro. Invité a (TN) a ir a su habitación para que se pusiera cómoda, lo hice porque sabía que mis papás querían hablar conmigo. Ella aceptó y la dejé en su habitación temporal, prometiéndole volver pronto.

Llegué a la sala con mis padres. Él seguía con una expresión muy severa, incluso enojada. Mi madre estaba igual.

— ¿Qué ocurre? —pregunté.

— ¿Por qué no nos habías contado nada? —preguntó mi padre.

— ¿Acerca de qué?

—De ella.

— ¿(TN)? —cuestioné y ellos asintieron—. Bueno, es una chica encantadora que conocí un par de meses atrás en Central Park, llegó desde Londres. Puedo jurarles que desde el primer momento que la vi, me enamoré de ella. Y...

—Como toda mujer indecente, se entregó a ti sin más —musitó mi madre.

—Ella no es una mujer indecente, madre —defendí a mi novia—. En realidad yo jamás he estado con ella como ustedes piensan.

— ¿Y el bebé? ­—preguntó mi padre—. No me digas que apareció por obra y gracia del espíritu santo. Aaron, no está bien lo que hiciste, conoces el error de tu hermana. Tu madre y yo confiábamos en que tú no saldrías con una tontería como esta.

—No es mi bebé —musité con molestia—, pero yo lo quiero como si lo fuera.

—Me decepcionas, Aaron —dijo Patrick—. Si fuese tu hijo el que esa mujer está cargando en su vientre, estaría bien. Pero, ¿por qué cargar con la responsabilidad de otro?

—El bebé no es una carga para mí —les dejé claro—. A decir verdad, estoy bastante entusiasmado con su llegada, ya quiero tenerlo en mis brazos y darle todo el amor del mundo. Lo criaré como si fuera mío.

—Esa es responsabilidad del padre, Aaron —dijo mi madre—, no tuya. ¡Te prohíbo que continúes tu relación con esa cualquiera!

Esa fue la gota que derramó el vaso. Me enojé como nunca antes lo había hecho con ellos. No podían estarme hablando así. Es mi vida, yo tomo las decisiones, no mis padres.

— ¡Simplemente no puedes hacer eso! —grité—. ¡Ni tú, ni mi padre!

—Aaron... ellos tienen razón —mi novia había vuelto a la sala—. Tú no tienes ninguna obligación con mi bebé. Valoro mucho todo lo que hiciste por mí y por el bebé, guardaré todos los buenos momentos que pasamos juntos. Yo no puedo seguir con esto...perdóname por darte falsas ilusiones, Aaron. Aunque Paul no me ame más y haya rechazado al bebé, lo sigo amando. —Luego miró a mis padres— Señor y señora James, no se preocupen, lo que había entre su hijo y yo acaba de terminar.

Fue todo lo que dijo antes de salir de la casa con su equipaje en mano. Salí corriendo detrás de ella, no podía dejarla irse así. Yo la amo. Iba cruzando la calle, a punto de alcanzarla, (TN) me miró y su cara se llenó de terror y sorpresa.

— ¡Aaron!

Fue lo último que escuché, antes sentir un golpe muy fuerte y de que todo se tornara obscuro.

Narra (TN)

Corrí hasta donde el hombre se encontraba tirado en el suelo. El auto se había dado a la fuga, seguramente el conductor estaba ebrio. Me horroricé cuando comencé a ver que la sangre de Aaron estaba brotando de su cabeza.

— ¡Ayuda! —grité—. ¡Necesito una ambulancia!

Los padres de Aaron salieron corriendo y, al ver la escena, él volvió a entrar a la casa. Su madre gritó horrorizada y fue a hincarse junto a su hijo. Ambas le hablábamos, pero él no contestaba. Yo tenía mucho miedo, recordaba cómo había muerto la madre John y no quería que eso le pasara a Aaron.

La ambulancia llegó después de lo que me pareció una eternidad. Me encontraba llorando, amaba a Aaron como a un hermano y no quería perderlo. Su madre se fue con él en la ambulancia mientras que su padre y yo nos fuimos en el auto de los señores James. Patrick no me había tratado muy bien antes, pero en ese momento comprendía que no había lugar para enemistades. Aun así, ninguno de los dos se atrevió a decir algo en el trayecto.

Margaret, Patrick y yo esperamos hasta que un doctor se acercó a nosotros.

—El señor James está estable —nos dijo—. Desafortunadamente sufrió un traumatismo craneoencefálico moderado. Tiene algunas heridas, pero con el tratamiento que le estamos dando estará bien. He de suponer que desean verlo.

—Sí, por favor —musitó la señora James.

—Bien, acompáñeme, señora.

Después de que tanto el señor y la señor James vieron a su hijo, llegó mi turno. El doctor me indicó qué habitación era. Vacilé un poco antes de abrir la puerta. Aaron estaba recostado en la cama, tenía varios cables que a su vez se conectaban a un monitor. Tenía los ojos abiertos.

—Hola, Aaron —saludé con un nudo en la garganta. Él estaba aquí por mi culpa, si yo no le hubiera dicho todas esas cosas...jamás hubiese corrido detrás de mí y estaría bien.

Él se limitó a mirarme de forma inexpresiva. El doctor entró en la habitación a revisar los signos vitales de Aaron, quien seguí mirándome fijamente. Sabía que se encontraba estuporoso, así que no me preocupaba mucho que no me contestara.

— ¿En cuánto tiempo se recuperará, doctor?

—No lo sé —respondió—, me parece que en un par de semanas volverá a la normalidad.

­Asentí y regresé la mirada a James, quien abrió un poco la boca.

— ¿Quién eres? —preguntó.

Me quedé helada y el doctor, frunciendo un poco el ceño, fijó su vista en Aaron.

—Esto era lo que temíamos.

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