16. ¿Dónde está?
Algunas horas más tarde.
Narra (TN)
Hablar con mi padre y mi hermano me había servido mucho. No sólo había desparecido la sensación de vacío en mi corazón, sino también la de estar sola. Dylan era un chico muy inteligente, había sido él quien reparó la máquina del tiempo. Y mi padre era todo lo que yo siempre había soñado.
— ¿McCartney sabe del bebé, mi niña? —preguntó mi padre, quien no podía dejar de acariciar mi vientre.
—Ella ya no es una niña, papá —Dylan río—. Mi hermana ya es toda una mujer.
—(TN) siempre va a ser mi niña, sin importar la edad que tenga —mi padre sonrió.
—A mí no me molesta que me diga niña, es tierno.
—Dylan, ya habíamos acordado que ella es MI hermana —intervino John—, no tuya.
Me reí un poco, mi hermano menor hizo lo mismo. Que John se comportara así no hacía otra cosa más que recordarme cuando él y yo crecíamos en Liverpool bajo la atenta mirada de Mimi, pues su respuesta había sido parecida a la que le daba a todos los chicos que intentaban invitarme a salir.
—Flashback—
1956
Escuché que alguien llamaba a la puerta, así que fui a abrir. Se trataba del carismático Víctor McKinnon, un chico que iba a la misma escuela que John y que era un poco más grande que yo.
Sonreí y acomodé un mechó de cabello detrás de mi oreja.
—Hola, Víctor —saludé, haciendo un gran esfuerzo para no demostrar lo emocionada que me sentía—. ¿Cómo estás?
—Pues... estoy muy bien, (TN), gracias por preguntar —respondió, con esa sonrisa pícara que hacía que todas las chicas suspiraran por él—. ¿Cómo estás tú? ¿Te encuentras ocupada?
—Estoy bien —reí un poco y ladeé mi cabeza—. Sólo estaba ocupada con la tarea, ya sabes, nada demasiado importante.
—Traje esto para ti —contuve la respiración al descubrir que todo ese tiempo había tenido una flor escondida detrás de su espalda—. Sé que no es un regalo costoso, pero espero que te guste.
Tomé la flor y lo miré a los ojos.
—Muchas gracias.
Él parecía estar a punto de decir algo más cuando sentí que alguien se colocaba a mi lado: era John. Mordí mi labio e hice una mueca antes de mirar a McKinnon, esperando que mi hermano no fuera demasiado grosero con él.
— ¿Qué se te ofrece, niño? —le preguntó fríamente a Víctor.
—Yo, bueno, quería invitar a (TN) a pasear.
— ¡Qué lástima! —exclamó Lennon, con una sonrisa forzada en su rostro—. Mi hermanita pasará toda la tarde conmigo, así que es imposible que vaya a poder salir con alguien más.
McKinnon me miró y yo sólo me atreví a sonreír con incomodidad.
—De acuerdo, entiendo que ya tengan planes, es mi culpa por no haber preguntado antes —Víctor miró a John por un momento y luego me miró a mí—. ¿Qué día podríamos salir?
Lennon carraspeó antes de interponerse entre Víctor y yo.
—Mira, niño, yo no quería ser grosero, pero no me dejas alternativa —John estaba hablando de forma seria—. Mi hermana no tiene tiempo para niños como tú, ni hoy ni nunca. Yo soy el único hombre que le importa a ella, ¿entendiste?
Víctor frunció el ceño, pero terminó asintiendo y se alejándose de la casa con lentitud. Rodé los ojos cuando mi hermano entró a la casa. Debía hablar con él, no podía permitir que siguiera comportándose así con todos los chicos que tocaran a la puerta y quisieran verme; de lo contrario, estaría soltera toda la vida.
Entré a la casa y cerré la puerta con delicadeza antes de ir a la habitación de mi hermano. Se encontraba sentado en la cama, con su querido instrumento en las manos.
—John... —puso su guitarra a un lado para luego mirarme con severidad—. Agradezco que te preocupes por mí, pero no puedes hacer eso cada que alguien venga y pregunte por mí.
—Claro que puedo —se cruzó de brazos—. No quiero verte con ese chico ni con ningún otro. Yo soy tu hermano mayor y debo protegerte de todos esos tontos que tienen otras intenciones contigo.
—Pero...
—Sin peros.
Hice una mueca y suspiré con pesadez. Lennon podía ser muy terco cuando se lo proponía.
—Fin Flashback—
Negué con la cabeza cuando me di cuenta de que todos los que estaban en la habitación tenían sus miradas fijas en mí, como si estuvieran ansiosos por escuchar mi respuesta.
—No, Paul no lo sabe —contesté, sin atreverme a hablar de lo que había pasado. Aaron me miró con el ceño fruncido, pero no me desmintió—. Me enteré después de haberme separado de él y, bueno, no hemos vuelto a hablar en serio desde entonces.
—Se volverá loco cuando se entere —dijo George.
—Iré por él en este instante —John asintió e intentó caminar hacia la salida de la habitación, pero lo detuve. Negué con la cabeza y él frunció el ceño—. ¿Por qué no? ¡Tiene que hacerse responsable, hermanita! O al menos saberlo.
—Opino igual que John —mi padre asintió.
—Es que... no quiero que se sienta obligado —me encogí de hombros—. Si le digo esto, puede que sólo quiera estar conmigo por el bebé, no porque me ame. Los matrimonios por obligación no funcionan.
—Bueno, en eso te concedo la razón —dijo John, en un susurro apenas audible—. Pero Paul... bueno, lo que tú digas está bien.
Los no se atrevieron a confrontarme, sabían que yo tenía la última palabra en el asunto y agradecía que respetaran mi decisión.
Aún no estaba del todo convencida de que él hubiera escrito esa carta. Creía conocer a Paul lo suficiente como para saber que él no tomaría una medida tan cruel, no era así. Era cierto que lo correcto era hablar con McCartney personalmente; pero sabía que si lo hacía, mi bebé estaría en riesgo. No estaba dispuesta a arriesgarlo.
— ¿Cuándo nace, hermanita? —preguntó John, sacándome de mis pensamientos.
Ya se le había pasado el enojo por mi embarazo y ahora se encontraba acariciando con delicadeza mi vientre. Miré a Aaron con una sonrisa tímida, él ya me había dicho de una fecha probable para el parto y quería que fuera él quien le dijera a mi hermano.
—Seguramente en diciembre, señor Lennon —anunció.
John asintió.
— ¿Por qué sabes más que yo? —cuestionó John, fingiendo molestia—. Sólo eres su novio. ¡Yo soy su hermano y no sé nada!
—Bueno, no sólo soy el novio de (TN) —James tomó mi mano—. Sé todo eso porque también soy el médico que está llevando el control de su embarazo. Trabajo en un hospital que está a algunas cuadras de Central Park.
John me miró fijamente y asentí. Había algo en sus ojos que me decía que comenzaría a hacer más preguntas. Así era mi hermano: un curioso insaciable y también poco discreto.
—Vuelvo enseguida —me excusé para salir de la habitación, necesitaba despejar mi mente un momento.
Comencé a caminar por el pasillo mientras observaba las puertas de las habitaciones. Los chicos tenían todo el piso para ellos, así que el lugar estaba en completo silencio.
Me preguntaba en cuál de todas las habitaciones estaría Paul cuando advertí que el baterista se dirigía hacia mí. Me sonrió ampliamente antes de darme un cálido abrazo.
— ¡(TN)! —exclamó con alegría—. ¿Dónde habías estado? No hemos sabido nada de ti desde hace meses. Y Paul... no te imaginas cuánto te extraña.
Fruncí el ceño ante las palabras de Ringo y coloqué mi mano derecha sobre mi vientre de forma casi inconsciente. Quizá Paul no había escrito la carta después de todo. Pero, si no había sido él, ¿quién querría acabar con la vida de nuestro bebé? La primera persona que veía como sospechosa era la asquerosa zanahoria.
Debía haber escuchado a McCartney antes de marcharme a Nueva York.
— ¿Paul me extraña? —mi corazón latía con fuerza, pero no quería creerlo, no tan pronto.
—Demasiado —Ringo asintió—, pero ya estás aquí y él se va a poner muy feliz al saber de ti... y del bebé que viene en camino. Supongo que es de él, ¿o no?
—Supones bien —una sonrisa tímida se dibujó en mi rostro.
—Vamos, te llevaré a su habitación.
Conforme empezamos a caminar hacia la habitación de Paul, mis nervios incrementaron. ¿Así era como debía sentirme por estar a punto de ver al hombre que amaba de verdad después de tanto tiempo y demasiados mal entendidos? Sonreí como una tonta al notar que la barrera que me había propuesto poner entre él y yo había desaparecido, tal vez todo cambiaría a partir de ahora.
— ¿A dónde vas, (TN)? —me preguntó una voz masculina a mis espaldas—. ¿Quieres que vaya contigo?
Me frené en seco.
—Sólo le pedí a Ringo que me llevara a un baño, ya sabes, no puedo estar mucho tiempo sin tener que vaciar mi vejiga —respondí con nerviosismo—. Espérame un momento con John y los chicos, no tardaré.
Él asintió con la cabeza y me dirigió una sonrisa tímida antes de regresar con los demás. Ringo y yo nos dirigimos sin demora a la habitación de McCartney. El baterista llamó varias veces a la puerta, pero nadie se encontraba ahí.
— ¿Dónde está Paul? —le pregunté a Ringo.
—Yo... no sé —el baterista se encogió de hombros y frunció el ceño—. Se suponía que él estaba aquí, no mencionó nada sobre salir del hotel.
Suspiré pesadamente y ambos volvimos a la habitación donde estaban todos los demás. Me sentía decepcionada, necesitaba hablar con Paul, quería aclarar todo.
Narra Paul
Me sentía temeroso, pero estaba decidido a encontrarla. Ya no podía seguir sin ella. Los últimos meses habían sido insoportables. La extrañaba demasiado; mis labios deseaban sentir los suyos de nuevo; mis manos querían tocar otra vez su delicada piel; mis ojos añoraban ver los de ella; mis oídos desean ansiaban su risa encantadora; todo mi cuerpo la necesitaba.
"Mamá, por favor ayúdame" —pensé mientras sacaba del bolsillo de mi abrigo la fotografía del amor de mi vida.
Me acerqué a una mujer y le mostré la fotografía para después explicarle que estaba buscando a la persona de la imagen, que se llamaba (TN) (TA). La mujer observó con atención cada detalle de la foto, pero luego negó con la cabeza.
—Lo siento, muchacho —me digirió una sonrisa de lástima—. Nunca la he visto por la ciudad, pero Nueva York es muy grande, así que no te desanimes.
Les pregunté a varias personas más, pero obtuve el mismo resultado. Nadie la había visto. Sentí un vacío en mi corazón y reprimí mis deseos de llorar en plena vía pública.
No sabía qué iba a hacer si ella no estaba en Nueva York. Me quedaba claro que lo que Ringo había dicho... América no era sólo Estados Unidos, mucho menos Nueva York. Pero era difícil aceptar que mis posibilidades de encontrarme con ella de nuevo eran escasas.
— ¿Dónde estás, preciosa? —pregunté en un susurro.
— ¿Paul? —una voz femenina a mis espaldas me sorprendió.
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