103. McCartney.
22 de febrero
Narra Paul
Desperté temprano y realicé una de mis actividades favoritas: observar a mi esposa mientras dormía. Su respiración era muy tranquila por estar en un sueño profundo, irradiaba paz, y eso me encantaba porque me hacía sentir relajado a mí también. No me imaginaba cómo podría ser una vida sin ella. Estuve así hasta casi las nueve de la mañana, momento en que mi preciosa despertó.
—Buenos días, Paulie—dijo, con los ojos todavía cerrados—. ¿Cuánto tiempo llevas observándome esta vez?
Sonreí y besé sus labios. Su estómago emitió un rugido y fruncí el ceño. Debí haber preparado el desayuno para sorprenderla.
—Hoy prepararé el desayuno para ti y mis hijas—dije, provocando que ella sonriera tímidamente—. ¿Podrías ir a ver si ya despertaron mientras yo me encargo de todo?
— ¿Qué tal si yo cocino y tú vas a despertar a las niñas?
—Nunca me dejas cocinar—dije, haciendo un puchero falso—, pero bueno, tú cocinas mejor que yo, así que no me puedo oponer.
Le di un beso rápido antes de dirigirme a la habitación de mis bebés. Abrí la puerta con cuidado, por no tener la plena seguridad de que estuvieran despiertas. Mary hablaba con su osito sobre la cama y Pauline seguía dormida.
—Buenos días, Cenicienta.
— ¡Papi!—mi nena dejó al osito a un lado y saltó a mis brazos para que la atrapara.
— ¿Dormiste bien, princesa?—ella asintió, antes de mirar a su pelinegra hermana—. Blancanieves sigue durmiendo. ¿Qué te parece si tú y yo bajamos a desayunar?
—Pero no puedo ir así, papi—replicó mi hija—. Las princesas tienen que peinarse antes.
—Mami está cocinando, Mary, no puede venir a peinarte.
—Hazlo tú, papi.
Tragué saliva mientras pasaba mis manos por su delicado cabello, pensando en cómo podría peinarlo.
——————————
— ¡Paul!—me gritó a mi esposa—. ¡Vas a llegar tarde al estudio!
—Ya estamos aquí, mi amor—dije, entrando a la cocina con Mary en brazos—. Mi princesa no podía venir sin peinarse antes. ¿Sabías que las princesas deben peinarse antes de bajar al desayuno? ¡Fue una sorpresa para mí!
Observó el cabello de nuestra hija y reprimió una sonrisa al ver cómo Mary liberaba su cabello de la coleta que llevaba. Me acerqué a (TN) y le di un beso para después susurrarle al oído que no sería un buen estilista. Bajó la vista y soltó una carcajada al ver mis uñas.
—Parece que te sienta muy bien el color morado, Paulie.
Me ruboricé inmediatamente. Mary iba a llorar si no dejaba que me pintara las uñas, y yo no quise ver a mi princesa llorando, así que permití que las tiñera de morado.
—Papi se ve más bello así, ¿verdad, mamá?
Agaché la cabeza mientras (TN) seguía riendo. Después del incidente de mis uñas, desayuné rápido para ir al estudio. Había programado otra sesión para seguir trabajando en mi primer álbum como solista. Todavía no superaba por completo la separación de The Beatles, pero mi esposa me había motivado a levantarme de la depresión y continuar.
Al llegar al estudio, cerca del mediodía, comencé a mezclar That Would Be Something y Valentine Day. Tenía que admitir que mi trabajo era más sencillo así, sin la aprobación de nadie. Yo era el compositor, el músico y el productor.
Durante el día, grabé otras dos canciones, tomando a (TN) como mi musa.
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